Equidad beneficia a Paraguay y Brasil
02/04/2008
- Opinión
Dicen con frecuencia que el proyecto político que lidero en Paraguay es "antibrasileño". Nada podría estar más lejos de la verdad.
Con frecuencia se busca retratar el proyecto político que lidera en Paraguay como si fuera "antibrasileño". Nada podría estar más lejos de la verdad. Todos los que integramos la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) tenemos un profundo respeto por el pueblo, por las instituciones y por el gobierno brasileño. Nuestro objetivo es avanzar en dirección a una cooperación mayor sobre bases justas.
Los pueblos de Paraguay y Brasil heredamos problemas cuyas raíces están en las dictaduras militares. Estamos seguros que debemos enfrentar esos problemas y encontrar soluciones.
Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, fueron establecidos negocios de frontera, en muchos casos ilícitos.
Hoy, muchos paraguayos y brasileños viven de esa actividad. Necesitamos acabar con la enfermedad, pero sin matar al enfermo (los puestos de trabajo) -al contrario, curándolo (con más empleos dignos). Necesitamos avanzar juntos en un proceso de legalización e intensificación de la producción en toda la región de la frontera.
Fue también en la época de las dictaduras que ocurrió una fuerte migración de colonos brasileños a territorio paraguayo virgen. Hoy, el medio ambiente está devastado, y la población campesina paraguaya se ve acorralada por los grandes productores de soja (que no son solo "brasiguayos", sino también paraguayos de otras nacionalidades), que emplean agrotóxicos con poco control.
La mayoría de los antiguos colonos brasileños hoy ya tienen hijos paraguayos y respeta las leyes. Los que así proceden no tendrán dificultades con el gobierno. En contrapartida, aquellos -sea cual sea su nacionalidad- que no obedecen a las leyes deberán comenzar a hacerlo.
Nunca, por convicción propia, vamos discriminar a alguien por su nacionalidad, raza, religión o simpatía política. Ese es un compromiso de todos los integrantes de la APC, avalado por nuestra trayectoria de lucha por los derechos humanos.
Estamos convencidos de que -bajo condiciones de equidad- Itaipú será el principal instrumento de integración de los pueblos paraguayo y brasilero.
Algunos afirman que, incluso cuando sea muy injusto con el pueblo paraguayo, el tratado de Itaipú debe continuar en vigor hasta el 2023 tal como fue firmado en 1973, bajo las dictaduras militares del Brasil y del Paraguay.
No existe fundamento para mantener esa actitud. Queremos dialogar con el gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva, partiendo de la propia base del tratado de Itaipú: el acta de Foz de Iguazú (1966), firmada y ratificada por el Brasil. Ella está en vigor y asigna que el Paraguay debe recibir un "precio justo" por la energía que exporta al Brasil. Queremos dialogar sobre ese punto aceptado por las dos partes.
Cuando fue firmado el tratado de Itaipú (el 26 de abril de 1973), el petróleo costaba poco más de US$ 2 por barril. Hoy, su precio está en torno a US$ 100 por barril.
El Paraguay recibe hoy por su energía mucho menos, en términos reales, que en 1973. Hoy podemos comprar mucho menos petróleo que hace 35 años. Y conste que, en aquel año, toda la opinión pública paraguaya vio como irrisorios los beneficios fijados en el tratado.
No pretendemos cobrar lo que no nos pertenece. Aspiramos solo a un "precio justo", como el que Brasil acordó en pagarnos en 1966.
Llegar a un acuerdo justo en Itaipú va a posibilitarnos el mejor desarrollo de los dos países. Cuando no existe un "precio justo" entre un país poderoso y el otro más débil, predomina el conflicto, mas que la cooperación. Las dos naciones salen perdiendo. Por eso, cuando proponemos llegar a un "precio justo", estamos contribuyendo para el desarrollo mejor de ambas partes.
Así se entendió en Europa cuando fueron mantenidas las asimetrías entre las naciones y las regiones menos desarrolladas y las mas desarrolladas. Así entendemos nosotros, que deseamos un Paraguay soberano e integrado al MERCOSUR, fortaleciendo vínculos con Brasil y su pueblo sobre bases justas.
En las elecciones del 20 de abril, existen dos opciones: el desarrollo armónico de dos países o el desarrollo excluyente de Brasil y la ruina del Paraguay, caso en que nuestro país será una vez más polo de tensiones y problemas en la región.
No tenemos duda de que la primera es la opción correcta. Como decimos en nuestra lengua indígena, "oñondive mante jajapóta" ("solo juntos vamos a poder hacerlo"). En ese "juntos" incluimos no apenas al Paraguay, sino también al Brasil.
- Fernando Lugo Méndez, 56, licenciado en Ciencias Religiosas, ex-obispo de la Diócesis de San Pedro (1994-2005), y candidato a la presidencia del Paraguay por la APC (Alianza Patriótica para el Cambio).
Con frecuencia se busca retratar el proyecto político que lidera en Paraguay como si fuera "antibrasileño". Nada podría estar más lejos de la verdad. Todos los que integramos la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) tenemos un profundo respeto por el pueblo, por las instituciones y por el gobierno brasileño. Nuestro objetivo es avanzar en dirección a una cooperación mayor sobre bases justas.
Los pueblos de Paraguay y Brasil heredamos problemas cuyas raíces están en las dictaduras militares. Estamos seguros que debemos enfrentar esos problemas y encontrar soluciones.
Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, fueron establecidos negocios de frontera, en muchos casos ilícitos.
Hoy, muchos paraguayos y brasileños viven de esa actividad. Necesitamos acabar con la enfermedad, pero sin matar al enfermo (los puestos de trabajo) -al contrario, curándolo (con más empleos dignos). Necesitamos avanzar juntos en un proceso de legalización e intensificación de la producción en toda la región de la frontera.
Fue también en la época de las dictaduras que ocurrió una fuerte migración de colonos brasileños a territorio paraguayo virgen. Hoy, el medio ambiente está devastado, y la población campesina paraguaya se ve acorralada por los grandes productores de soja (que no son solo "brasiguayos", sino también paraguayos de otras nacionalidades), que emplean agrotóxicos con poco control.
La mayoría de los antiguos colonos brasileños hoy ya tienen hijos paraguayos y respeta las leyes. Los que así proceden no tendrán dificultades con el gobierno. En contrapartida, aquellos -sea cual sea su nacionalidad- que no obedecen a las leyes deberán comenzar a hacerlo.
Nunca, por convicción propia, vamos discriminar a alguien por su nacionalidad, raza, religión o simpatía política. Ese es un compromiso de todos los integrantes de la APC, avalado por nuestra trayectoria de lucha por los derechos humanos.
Estamos convencidos de que -bajo condiciones de equidad- Itaipú será el principal instrumento de integración de los pueblos paraguayo y brasilero.
Algunos afirman que, incluso cuando sea muy injusto con el pueblo paraguayo, el tratado de Itaipú debe continuar en vigor hasta el 2023 tal como fue firmado en 1973, bajo las dictaduras militares del Brasil y del Paraguay.
No existe fundamento para mantener esa actitud. Queremos dialogar con el gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva, partiendo de la propia base del tratado de Itaipú: el acta de Foz de Iguazú (1966), firmada y ratificada por el Brasil. Ella está en vigor y asigna que el Paraguay debe recibir un "precio justo" por la energía que exporta al Brasil. Queremos dialogar sobre ese punto aceptado por las dos partes.
Cuando fue firmado el tratado de Itaipú (el 26 de abril de 1973), el petróleo costaba poco más de US$ 2 por barril. Hoy, su precio está en torno a US$ 100 por barril.
El Paraguay recibe hoy por su energía mucho menos, en términos reales, que en 1973. Hoy podemos comprar mucho menos petróleo que hace 35 años. Y conste que, en aquel año, toda la opinión pública paraguaya vio como irrisorios los beneficios fijados en el tratado.
No pretendemos cobrar lo que no nos pertenece. Aspiramos solo a un "precio justo", como el que Brasil acordó en pagarnos en 1966.
Llegar a un acuerdo justo en Itaipú va a posibilitarnos el mejor desarrollo de los dos países. Cuando no existe un "precio justo" entre un país poderoso y el otro más débil, predomina el conflicto, mas que la cooperación. Las dos naciones salen perdiendo. Por eso, cuando proponemos llegar a un "precio justo", estamos contribuyendo para el desarrollo mejor de ambas partes.
Así se entendió en Europa cuando fueron mantenidas las asimetrías entre las naciones y las regiones menos desarrolladas y las mas desarrolladas. Así entendemos nosotros, que deseamos un Paraguay soberano e integrado al MERCOSUR, fortaleciendo vínculos con Brasil y su pueblo sobre bases justas.
En las elecciones del 20 de abril, existen dos opciones: el desarrollo armónico de dos países o el desarrollo excluyente de Brasil y la ruina del Paraguay, caso en que nuestro país será una vez más polo de tensiones y problemas en la región.
No tenemos duda de que la primera es la opción correcta. Como decimos en nuestra lengua indígena, "oñondive mante jajapóta" ("solo juntos vamos a poder hacerlo"). En ese "juntos" incluimos no apenas al Paraguay, sino también al Brasil.
- Fernando Lugo Méndez, 56, licenciado en Ciencias Religiosas, ex-obispo de la Diócesis de San Pedro (1994-2005), y candidato a la presidencia del Paraguay por la APC (Alianza Patriótica para el Cambio).
Publicado en el diario brasileño Folha de S. Paulo, 2 de abril de 2008, pág. 3. Lugo viajó al Brasil a entrevistarse con el presidente Lula Da Silva. Traducido del portugués al español por José Tomás Sánchez.
https://www.alainet.org/es/articulo/126724
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