Argentina y Brasil dieron un paso que deja atrás en aspectos a la Unión Europea

24/02/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

“Europa no puede sostener el lujo de cinco programas de misiles tierra-aire, tres proyectos de aviones de combate, seis programas de submarinos de ataque. El futuro está en los programas comunes y en la consolidación de la industria europea”. El párrafo corresponde al presidente de Francia, Nicolás Sarkozy. Fue expresado en junio pasado al conjunto de los jefes de estado de la Unión Europea (UE).

Ni la Eurozona de los 15 y menos la Europa de los 27 han logrado ponerse de acuerdo en temas claves para su desarrollo. El discurso de Sarkozy, un estadista joven pero de antiguo cuño más allá de sus veleidades y de su sesgo conservador, un convencido de la integración, muestra a las claras que la UE, mucho más vieja que nuestro Mercado Común del Sur (MERCOSUR) todavía tiene problemas serios a solucionar.

Los acuerdos a los que se arribaron fueron dejando a muchos doloridos por el camino. En su momento Catalunya, la primera gran elaboradora mundial de champagne, aunque Francia tuviese los más productos más cotizados, tuvo que desistir de esa denominación. Ahora los vinos gasificados por el viejo método diseñado por el monje Dom Perignon en Catalunya pasaron a ser cavas. El nombre le quedó solo a Francia, como para en el caso del varietal Borgoña. Ejemplos como ese hay unos cuantos.

La Argentina y Brasil tienen una larga historia de desencuentros, no sólo por aquella guerra que concluyó con la declaración de la independencia de Uruguay a espaldas de la vocación integradora de José Gervasio de Artigas, el gran rioplatense. Desencuentros en los que más tuvo que ver la Argentina que Brasil que intentó varias veces acciones conjuntas siempre rechazadas por una Argentina atada a las hipótesis de conflictos.

El último gran intento lo hizo la dictadura militar brasilera en 1967 cuando su canciller Juracy Magalhaes propuso crear una empresa siderúrgica multinacional con la Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay para explotar el hierro del yacimiento boliviano de El Mutún. El gobierno argentino de Juan Carlos Onganía rechazó la propuesta le habían transmitido a su ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena.

Curiosamente una de las patas de la hoy UE fue, en la post Segunda Guerra Mundial, el acuerdo entre Alemania y Francia constituyendo la Comunidad del Carbón y el Acero. Haber implementado la acería que los brasileros quisieron instalar en Corumbá hubiera disparado, seguramente, un proyecto integrador mucho más amplio, como el que años antes también rondaba en la cabeza del presidente chileno Carlos Ibáñez del Campo.

El MERCOSUR, próximo a cumplir 17 años, transitó con mucha dificultad estos años cuando gobernantes adscriptos al neomercantilismo, mal llamado neoliberalismo, que campeaba por estas latitudes nada hicieron por llevar adelante un proceso integrador. Sobre todo con una Argentina menemista que había optado por las “relaciones carnales” con el Primer Mundo, aceptando el rol de un obsecuente “patio trasero”.

Los acuerdos firmados el viernes entre los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Elizabeth Fernández, casualmente 17 como los años del MERCOSUR, constituyen un salto descomunal que aún no ha sido suficientemente evaluado, aunque sólo involucren, al menos por ahora, a los dos socios mayores, aunque seguramente pronto serán compartidos por otros, en particular Venezuela.

Sarkozy pide que Europa se ponga de acuerdo en materia de armas para la defensa. Más modestamente que para sus pretensiones de misiles, aviones de combate y submarinos, Lula y Cristina, que profundiza lo ya hecho por su antecesor y marido Néstor Carlos Kirchner, han acordado avanzar en temas de logística como el jeep “Gaucho”. Podrá parecer una nadería, pero es un claro paso hacia, seguramente, otros mayores.

Recuperar la vieja Fábrica Militar de Aviones para una tarea en conjunto con Embrear es algo hasta emblemático para una Argentina que tuvo en ella su primera planta fabril estatal, creada en 1927 bajo el gobierno de Marcelo de Alvear y de la que salieron los recordados Pulqui I (octavo avión a reacción de la historia) y Pulqui II y hasta los planos del Hindustán, la nave con la que dio su puntapié inicial la aeronáutica india.

Con mayor o menor grado lo anterior implica un proceso de desarrollo tecnológico importante, pero, además, producir uranio enriquecido, reactores atómicos y satélites de investigación no son cosas menores, constituyen hitos en la avanzada científico-tecnológica contemporánea. Serán nuevas formas de inserción de estos países en la economía planetaria.

Como también la nanotecnología contemplada en los acuerdos, se insertan en la producción con inteligencia agregada que distingue de la tradicional industria más dependiente del valor agregado por el trabajo manual, aunque siempre hayan coexistido el valor dado por el esfuerzo físico y el intelectual, como lo observó el escocés Adam Smith al hablar de aquella mítica fábrica de alfileres.

Además, en términos más crematísticos en el marco de las necesidades imperiosas para ambos lados, está la decisión de llevar adelante el pactado emprendimiento hidroeléctrico de Garabí, sobre el Río Uruguay, para atender la insatisfecha demanda energética de ambos países. Un emprendimiento que hace décadas formaba parte de muchos papers pero al que nunca se lo había tenido seriamente en cuenta.

Garabí, junto con la eventual construcción de Corpus con Paraguay, la elevación de la cota de Yacyretá, y los acuerdos en materia nuclear de anteayer, son cuestiones decisivas no sólo para generar más electricidad, sino, complementariamente, para transformar una matriz energética argentina en la que aún cerca del 90 por ciento de la generación se basa en combustibles fósiles que contaminan y tienen precios explosivos.

Ello, por supuesto, y como surge de otros acuerdos bilaterales y de los esfuerzos individuales de ambas partes, sin que se abandone la prospección hidrocarburífera ya que, por el contrario, se trabaja en ello, como lo ha demostrado, particularmente, en los últimos tiempos, Brasil, con los hallazgos realizados por Petrobras, convertida en la primera petrolera mundial costa afuera.

Y, antes de interrumpir el listado de acuerdos, no se puede omitir el futuro laboratorio de fármacos, tema vital tanto para nuevos desarrollos en investigación como para frenar una dependencia en la materia con los consecuentes costos sociales. Un tema en el que Brasil está menos afectado que la Argentina, y en el que ha hecho punta otro de los ascendentes BRIC, la India.

Quedan algunos temas para seguir avanzando, como la indispensable integración académica y una moneda común, que no debe ser, de momento, para ser llevada por los ciudadanos en sus faltriqueras. Hay que recordar que los antiguos romanos organizaron su administración con una moneda virtual como era el sestercio y que la UE, durante décadas, antes del euro, hizo lo propio con el ecu. Pero ya se hizo algo y se va rápido.

- Fernando Del Corro, Periodista, historiador, docente de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante de la redacción de MERCOSUR Noticias. http://www.mercosurnoticias.com/

https://www.alainet.org/es/articulo/125861
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS