Reflexión en continuidad a la de Walden Bello:

Las encrucijadas no siempre cierran caminos

22/05/2007
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“¿Será hora de que el FSM levante su campamento y deje sitio para nuevos modos de organización global de la resistencia y la transformación?”

El mínimo que se puede decir de esta pregunta de Walden Bello de Focus on the Global South, Bangkok, escrita al final de su texto “El FSM en la encrucijada”, es que es osada... Ella tiene sin embargo el mérito de decir directa y claramente lo que piensa, pero no lo dice, un cierto número de miembros del Consejo Internacional del FSM.

Pero no podemos dejar de reflexionar sobre su instigador razonamiento. En especial cuando afirma que el FSM ya ha “cumplido su función histórica de sumar y vincular los diversos movimientos de oposición provocados por el capitalismo globalizado”. O al citar Hugo Chávez, cuando, en el Foro Social realizado en Caracas en 2006, advirtió “a los delegados sobre el peligro de que el FSM se convirtiera simplemente en un foro de ideas sin una agenda para la acción”, y dijo que ahora hay que “tener una estrategia de \'contrapoder\',” y “ocupar espacios de poder al nivel local, nacional y regional”.

Para empezar habría que ver de qué encrucijada y por lo tanto de qué caminos estamos hablando. El FSM sigue por un camino, que no existía antes, y que es paralelo al de la resistencia concreta al neoliberalismo y de la lucha por cambiar el mundo. El ha sido abierto no para remplazar el otro sino que para servirle de apoyo, creando condiciones para que los que resisten y luchan puedan articularse y reforzarse cada vez más.

Estos dos caminos no tienen porque cruzarse. Siendo distintos pueden seguir paralelamente. Y si son ambos necesarios --y esta sería la cuestión a discutir-- no deben comerse uno al otro, como lo propone Walden. Lo que deben es relacionarse intensa y permanentemente, estar cada vez más próximos uno del otro, alimentarse mutuamente, para que cada vez más gente esté al mismo tiempo en los dos, conectándose en uno de ellos y actuando en el otro. O sea, estén luchando al mismo tiempo que expandiendo sus alianzas y reuniendo cada vez más fuerzas para ir cada vez más lejos en sus luchas.

Si para cambiar efectiva y profundamente el mundo el camino es aun muy largo, el apoyo que puede ser dado por el FSM a esta lucha tiene también que continuar a largo plazo. En verdad, no llegamos a encrucijadas, sino que frente a la necesidad de aclarar mejor los horizontes, para que en los dos caminos se pueda seguir adelante.

Las opciones iniciales en el FSM

Para eso vale la pena recordar que desde la creación del FSM hay una discusión que nos acompaña, en todos los niveles de reflexión y decisión sobre foros sociales, sobre el carácter del FSM: es el un espacio o un movimiento. Lo que propone Walden Bello, que parece estar entre los que ven el FSM solamente como un movimiento, no tiene por lo tanto, en sí, nada de nuevo. Lo nuevo --quizás lo sorprendente-- es la radicalidad de su propuesta. La cual no implica que el FSM se aproxime aún más del otro camino, manteniéndose como espacio, sino que sencillamente desaparezca, al cruzarse con el otro. Como si los dos caminos no pudieran convivir, como ocurrió en estos siete años, y ahora deberíamos seguir solamente por el camino de la acción.

Antes mismo del primero Forum Social Mundial en Porto Alegre, en 2001, sus organizadores ya se encontraban frente a esa disyuntiva espacio-movimiento. Crear un lugar de encuentro o proponer, a todos los que vinieran al Foro, acciones concretas de resistencia y transformación? O sea, tenían a su frente una bifurcación, que definiría el carácter del proceso que en aquel momento iniciaban.

Al organizar esa primera edición y al proponer su Carta de Principios --redactada a partir de las lecciones y descubiertas de esa edición-- ellos han optado por el camino que daría al FSM el carácter de espacio. Pero lo veían como un instrumento al servicio de los que estaban en la acción, o sea, los movimientos existentes. En otras palabras, ellos han considerado que la vocación del FSM era la de iniciar algo que no existía antes, que no seria directamente para cambiar el mundo sino que para ayudar a los que luchan por cambiar el mundo.

Una iniciativa con este objetivo era, para ellos, más necesaria que la creación de un nuevo movimiento, con su programa político propio y sus objetivos inmediatos y de más largo plazo, sus militantes y sus acciones especificas definidas por sus instancias dirigentes. Un tal movimiento no podría ser ni mismo considerado un “movimiento de los movimientos”, porque estaría siempre en competición con otros movimientos buscando realizar los mismos objetivos.

Así es que han organizado el Foro primeramente como un libre encuentro de los diferentes tipos e niveles de organización de la sociedad civil --movimientos sociales, ONGs, sindicatos--. Querrían meter en relación todas sus acciones. Y no solamente entre movimientos más directamente políticos, en lucha por el poder, sino que entre todos los tipos de acción que necesitamos para cambiar efectiva y profundamente el mundo, incluso al nivel de los comportamientos personales. Era necesario reforzarlas y multiplicarlas, hasta el nivel planetario, frente al capitalismo globalizado, dentro de esta movilización general de los ciudadanos a la que se ha convenido llamar de altermundialización.

Los organizadores del primer Foro lo veían por lo tanto como un espacio mundial --que podría expandirse horizontalmente a todos los horizontes y a todos los niveles de la realidad-- en que las diferentes propuestas y acciones en curso pudieran ser conocidas, discutidas, profundizadas, evaluadas, cuestionadas, articuladas, con libertad y la más amplia participación posible, incubando nuevas iniciativas y movimientos. Sin que todo este intercambio resultara en un “documento final único” del Foro, que pretendiera unificar todos sus participantes en torno de opciones u objetivos específicos de resistencia o transformación.

Establecieron entonces que un paso importante a ser dado para ayudar la lucha por otro mundo era lo de que las discusiones en el “espacio FSM” fueran propositivas, esto es, buscaran alternativas para la real construcción de un “otro mundo”. Y que la iniciativa de proponer, en ese espacio, debates --foro de ideas-- o articulaciones --rumbo a nuevas acciones-- debería ser reservada específicamente a la sociedad civil, nuevo actor político que emergía en el mundo. Este nuevo actor no tenía hasta entonces un instrumento de este porte y de este tipo para que sus componentes, en su extrema diversidad, se dieran a conocer unos a los otros y definieran objetivos comunes de lucha.

Pero los organizadores el primer Forum también han considerado una cuestión aún más importante: la de que somos muchos a luchar por cambiar el mundo pero no conseguimos construir la unión que podría darnos mucho más fuerza. O sea, que era necesario intentar entendernos y reforzarnos los unos a los otros, en lugar de dividirnos recurrentemente, destruyéndonos mutuamente.

Se han dado cuenta entonces que para construir la unión no bastaba encontrarse y reconocerse. Era también necesario experimentar nuevas prácticas de acción política, basadas en relaciones horizontales, en que todos se respectaran mutuamente en su diversidad de métodos y objetivos, en que nadie fuera considerado más importante que los otros, en un espacio por lo tanto sin jerarquías ni direcciones centralizadas, en que todos pudieran escucharse en lugar de competir entre sí según la lógica capitalista. Esto permitiría el descubrimiento de convergencias y la posibilidad de nuevas alianzas, dentro de la lógica de las redes, que ya se firmaban en el mundo como modo más democrático de organizarse. Poco a poco, en los Foros que se han organizado después del primero, la construcción de esa unión ha pasado a ser, de hecho, el resultado fundamental a esperar de ellos, su rol a cumplir en la lucha por el “otro mundo posible”, como un tiempo de ejercicio práctico de nuevos tipos de relaciones.

De esta manera el Foro, como “espacio abierto”, serviría exactamente para construir “nuevos modos de organización global de la resistencia y de la transformación”, como lo desea Walden Bello, que debieran concretarse no en el camino del Foro sino que en el camino de la acción. Desde que –única limitación-- no pretendieran imponer sus decisiones a los demás participantes del Foro, ni hablar en nombre do todos ellos, y menos aún llevar el Foro a tomar posiciones en cuanto Foro, vinculando a ellas todos sus participantes.

Los organizadores --o facilitadores de la creación de los “espacios FSM”, como se han autodenominado, del nivel local hasta el del Consejo Internacional, para que no fueran considerados “dirigentes” de un nuevo “movimiento”-- han discutido continuamente estas opciones desde 2001, a lo largo de sus encuentros. Y hoy se discute en los propios Foros “el futuro del FSM” y su carácter de “espacio abierto”. Muchas propuestas que surgen en los Foros y en el Consejo Internacional se encuadran de hecho en esta discusión, que existe por lo tanto desde el inicio de ese proceso.

Lo que pasa con la propuesta de Walden Bello es que, en la medida en que parece haber optado por un Foro-movimiento, el no puede sino poner en duda la posibilidad de que un “espacio” sea “el vehículo más adecuado para la nueva etapa en la lucha del movimiento por la justicia global y la paz”. De hecho, dejando de considerar el camino paralelo que se ha iniciado en 2001 y considerando uno solo, o una mezcla de los dos, lo que propone es que nos quitemos de encima las limitaciones que el caminar dentro del FSM, como espacio, nos impone, para poder seguir adelante con más fuerza -“para ocupar espacios de poder” - solamente en el camino de la acción.

Las actuales perspectivas y necesidades

Walden indica sin embargo en su texto algunos de los efectos positivos del FSM, que de hecho no podrían existir si el no fuera un espacio. Así, dice que “el FSM se convirtió en un imán para redes globales concentradas en diferentes temas, desde la guerra a la globalización a la regionalización, al racismo, a la opresión de género, a la busca de alternativas”, permitiendo que “la sociedad civil, en su diversidad, se reúna, se vincule y, simplemente, se vigorice y se afirme”, como en “un retiro en el que reúne sus energías”. El considera que “el FSM ofrece un lugar y un espacio para que el movimiento elabore, discuta y debata la visión, los valores, y las instituciones de un orden del mundo alternativo construido sobre una comunidad real de intereses”. Y considerando que “talvez una razón apremiante para el modus vivendi de los antiguos y nuevos movimientos fue la comprensión de que se necesitaban mutuamente en la lucha contra el capitalismo global”, dice que “las experiencias de democracia directa en Seattle, Praga, Génova y las otras grandes movilizaciones de la década fueron institucionalizadas en el proceso del FSM o de Porto Alegre”, suministrando “una oportunidad para recrear y reafirmar la solidaridad contra la injusticia, contra la guerra, y por un mundo que no estuviera sometido al control del imperio y del capital”. Considera también que “el desarrollo de una estrategia de contra-poder o de contra-hegemonía no tiene que significar que se vuelva a caer en viejos modos jerárquicos y centralizados de organización característicos de la antigua izquierda”.

Pero al decir todo esto, su propuesta de levantar campamento suena como si dijera que el FSM ha sido de hecho una linda experiencia, pero hay que aceptar que ha terminado.

Sabemos que toda organización --y así también el FSM-- tiene efectivamente que desaparecer un día, por haber cumplido su rol. Pero tendríamos ya llegado este momento? Estaríamos en un punto de su camino en el cual deberá terminar? Quizás Walden, en este aspecto, esté siendo demasiado optimista, ya que no creo que quiera iludirse a si mismo.

Todos los efectos positivos del FSM a los que Walden se refiere habrán sido vividos en todos los rincones del planeta? En Asia, en los antiguos países socialistas, en el mundo árabe, en China, en toda América, en toda África? Todas las organizaciones de la sociedad civil en todos los países del mundo --o por lo menos un número significativo de ellas-- han tenido ya la oportunidad de realizar las interconexiones proporcionadas por los Foros? Ha habido foros locales en todas las ciudades o regiones del mundo --o en un gran número de ellas-- para que esta experiencia sea vivida por quienes no pueden desplazarse a encuentros mundiales o continentales, y mismo nacionales? Se han creado en toda parte espacios para que la sociedad civil se reforzara y se articulara más para tomar su lugar de nuevo actor político? La experimentación de nuevas prácticas políticas que superen los “viejos modos jerárquicos y centralizados de organización característicos de la antigua izquierda” ha sido hecha por todas las organizaciones que luchan contra el capitalismo globalizado? Estas nuevas prácticas políticas han penetrado efectivamente en las organizaciones que vienen participar de los Foros, cambiándolas internamente? Todos los movimientos están ya plenamente convencidos de que “se necesitan mutuamente en la lucha contra el capitalismo global”, y están siendo capaces de construir su unión, en lugar de continuar dividiéndose y enfrentándose unos a los otros?

No es el caso de dar ejemplos --además tristes ejemplos, en organizaciones que incluso han participado de la creación del FSM-- de que todo esto está aun lejos de ocurrir. En lo que respecta a los cambios culturales, en los comportamientos y en las prácticas de acción política, no hay duda de que, bajo la dominación ideológica del capitalismo, necesitamos quizás de generaciones para que se afirmen. Porque entonces interrumpir ese proceso, o terminar ese camino paralelo a lo de la acción? Esa es de hecho la pregunta a hacer a Walden Bello, en respuesta a la pregunta con la cual ha terminado su texto.

La comunicación del Foro con el mundo

Pero me preocupa que la propuesta de Walden Bello ayude menos a nosotros que a nuestros adversarios. Incluso porque viene de dentro del FSM.

De hecho, decir que el FSM ha terminado es exactamente lo mismo que dice la gran media internacional que intenta decretar la muerte del FSM, para que los dueños del mundo no tengan más que preocuparse. Los miembros de la Comisión de Comunicación del Consejo Internacional del FSM nos citan, como ejemplo, lo que ha dicho en enero de este año el periódico español El País: “el FSM ha desaparecido de los radares”.

Esa Comisión apunta para lo que, a mi juicio, es actualmente el más grande desafío del FSM: el de comunicarse con el mundo. Podemos clamar en altas y muchas voces que “otro mundo es posible”, pero es aun muy grande el número de los que no lo creen. Sin ninguna duda, son las grandes mayorías. Y no se ha alcanzado aún a hacer con que todo lo que se presenta, se discute, se propone, se articula y se hace a partir de los Foros, llegue a los ojos y oídos de esas grandes mayorías, como noticias portadoras de esperanza.

En reciente encuentro de la Comisión de Comunicación en Italia, he podido ver mas claramente la diferencia de evolución --una positiva otra negativa-- de las dos dinámicas vividas por el proceso del FSM, hacia dentro y hacia fuera.

La dinámica hacia dentro correspondía a su primer desafío, el de organizar Foros que fueran efectivamente espacios de encuentro, reconocimiento y aprendizaje mutuos, identificación de convergencias, lanzamiento de nuevas iniciativas de resistencia y transformación, alimentando la acción propiamente dicha y construyendo la unión.

Esta dinámica ha sido siempre ascendente. En cada Foro se ha aprovechado la experiencia del anterior, buscando mejorar su metodología para una más completa realización de sus objetivos. Del primer Foro, que combinaba actividades propuestas desde arriba, por sus organizadores, con actividades auto-organizadas desde abajo, por sus propios participantes, se ha llegado en 2005 a un Foro totalmente auto-organizado. Por otro lado la Carta de Principios se ha firmado cada vez más. Y muchas nuevas articulaciones y acciones, incluso de nivel planetario, surgieron en los Foros y se consolidaron, además de la más grande, por la Paz en febrero de 2003, que sorprendió a todo el mundo.

En el último Foro, en Nairobi --con menos gente por razones ya bien identificadas-- la metodología utilizada ha dado importantes saltos cualitativos, como al basar la inscripción de actividades no en temas teóricos sino que en objetivos de transformación, o al reservar el cuarto día de trabajo a la programación de acciones concretas. Insuficiencias organizativas de diversos tipos no han permitido sin embargo la plena utilización de estos avances.

La poca comunicación hacia afuera hizo por otro lado más visibles las insuficiencias que los avances hechos en Nairobi, como las nuevas redes que han surgido en el, y el ha merecido evaluaciones muy controvertidas - algunas francamente negativas, como si no hubiera más la obligación de defender el hijo de los ataques que sufre desde que nació. Walden Bello ha dicho en su texto que ese Foro había sido muy “decepcionante”. Onyango Oloo, uno de sus organizadores, llegó a escribir 24 páginas de duras críticas, empezando por decir que el Foro había sido un “desastre”. Al mismo tiempo, entre otras análisis positivas, Gustave Massiah, de Francia, sin desconsiderar lo que ha sido insuficiente, da a su evaluación el titulo: “Nairobi 2007, un excelente Foro Social Mundial”.

La literatura sobre este Foro es por lo tanto variada. Y como su Consejo Internacional no ha alcanzado a informar mejor, después del Foro, sobre el carácter de lo de 2008 y las perspectivas para 2009, muchos periodistas han podido decir que el proceso FSM había perdido mucho de su fuerza.

Pero es cierto que el FSM no está tan muerto. Incluso recién escuché las palabras del mismo Oloo, que hizo la crítica de 24 páginas, en mesa redonda en Italia, relatando efectos extremamente positivos del Foro de Nairobi que hoy aparecen en la sociedad de Kenya, a pesar de todas las insuficiencias habidas.

La mejor demostración de que el proceso está vivo es sin embargo la multiplicación de Foros Regionales y Locales. Ella se amplia cada vez más, como con el primer Foro Social Norte Americano, en Junio, al mismo tiempo que otros en Québec, en Alemania, de los países del Magreb en la Mauritania, en la Dinamarca, en Guatemala, en Brasil, en la Triple Frontera de América del Sur, entre otros más.

Puede por lo tanto ser dicho que la dinámica del Foro hacia dentro, o sea, hacia los que están luchando por otro mundo, sigue hoy día ascendiendo. Y el Foro de 2008, con su formato de múltiples actividades concomitantes en todo el planeta, en su diversidad de tipos y temas, con un día de visibilidad común en la fecha simbólica de Davos, puede llevarnos a un Foro Social Mundial muy significativo en enero de 2009.

Pero lo mismo no ha pasado con la dinámica hacia fuera, más bien descendiente. Es interesante notar que las dos dinámicas (hacia dentro y hacia fuera) eran ambas ascendientes hasta el Foro de 2005: cada vez más gente venía participar en los mundiales, así como se multiplicaban los regionales, nacionales y locales. Y ha sido exactamente en 2005, en que 150.000 personas vinieron a participar en el más grande hasta entonces, que la dinámica hacia fuera empezó a perder fuerza.

No es por otra razón que la Comisión de Comunicación del Consejo Internacional presentará, en la próxima reunión del CI, en Berlín, un plan de trabajo hacia afuera.

La comunicación con el mundo no es sin embargo tarea de una Comisión. Ella tiene que ser asumida por todos los participantes del proceso. No se trata únicamente de la comunicación con periodistas, canales esenciales para difundir la información, sino que del conjunto de medios de comunicación que hagan posible llegar a todas las personas la certeza de que “otro mundo es posible”. Más aun, que ya se hacen muchas cosas --de resistencia y de transformación efectiva-- o sea, que ese “otro mundo” ya está en construcción. Con los que actúan para cambiar la realidad contando con un poderoso instrumento para articularse y unirse cada vez más: el proceso del Foro Social Mundial.

De hecho, frente a este nuevo desafío que el FSM enfrenta, seria bueno que pudiéramos decir que en el concentraremos ahora nuestros esfuerzos en el proceso del FSM. Pero el texto de Walden Bello nos despierta para el hecho de que no es así. Al mismo tiempo que trabajar para que el FSM se comunique mejor con el mundo, habrá que continuar luchando para que su camino no se pierda en inesperadas encrucijadas.
https://www.alainet.org/es/articulo/123010?language=es
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