Globalización y comercio agrícola
09/10/2006
- Opinión
En los últimos años se ha producido una aceleración gradual de la actividad económica mundial, siendo cada vez mayor el número de países que han mejorado su crecimiento económico, sin embargo, en el sector agrícola la situación tiene diferentes variaciones, y la tendencia es que los países del Sur deben producir más, a precios baratos, y continuar comprando más caros los artículos y productos del Norte.
El sector agroalimentario recibe los impactos de los grandes grupos económicos, que cada vez más perfeccionan la tecnología de las telecomunicaciones y la información, tanto las empresas multinacionales como las actuales « globales ». Las consecuencias perjudican especialmente a los pequeños productores y a los trabajadores en general. El sector agroalimentario tiene relación directa con algo vital para la humanidad de hoy, que es la seguridad alimentaria...
Aunque el mundo produce alimentos suficientes para alimentar a toda la población, 1 de cada 3 personas del mundo sufre hoy hambre, penurias, carencia de alimentos, por diversos factores: las guerras, los recursos naturales, la repartición de los alimentos y el comercio mundial.
En el comercio internacional son los países industrializados del Norte quienes fijan los precios para la venta de sus productos y artículos; pero también son esos mismos países quienes establecen los precios de la producción de los países pobres del Sur.
El comercio internacional, de acuerdo a las actuales reglas económicas y a los fenómenos derivados del proteccionismo, del deterioro de los términos de intercambio y de la dominación de los mercados por el poder tecnológico y financiero de un círculo económico muy reducido y poderoso, se ha convertido en un instrumento de absorción de materias primas baratas, de captación de capitales, que aumenta las desigualdades de las relaciones entre el Norte y el Sur, acentúa la injusticia social y económica a nivel internacional, causa principal del deterioro económico y político en muchos países del Sur.
En la mayoría de los casos, en los países industrializados del Norte, la agricultura es subvencionada o subsidiada, lo cual es una ventaja y un privilegio, pero la política económica que imponen a los países pobres son los Programas de Reajustes Estructurales, donde exigen que los gobiernos no intervengan en los asuntos de comercio internacional y la liberalización de las aduanas.
Esta situación crea condiciones desfavorables para los países pobres agrícolas del Sur, que tienen que producir cada vez más, vender barato, comprar caro, lo que crea una balanza comercial desfavorable por factores de imposición externa.
Hace algún tiempo el gobierno de los Estados Unidos (USA) aprobó la ley « ACTA DE LA LIBERTAD AGRARIA (Freedom to Farm Act), para proteger el mercado norteamericano.
Esta ley cambió el sistema de subvención agrícola, con total libertad de siembra y producción, pagos globales fijos, sin compromisos. El gobierno norteamericano aporta US$48.500.millones de dólares anuales, subvención que permite a los productores agrícolas norteamericanos aumentar su producción y exportación.
Esta nueva política agrícola norteamericana para conquistar los mercados mundiales de alimentación, prevé que las exportaciones de ese país alcanzarán la suma de US$60.000. Millones de dólares, con un beneficio comercial de US$30.500.millones de dólares. El objetivo de la nueva política agrícola norteamericana es aumentar sus exportaciones en un 50% anual.
Esa política agrícola que otorga subvenciones a los productores agrícolas sacará del mercado mundial a varios productos agrícolas europeos y a la mayoría de los países del Sur, que no podrán competir con precios con subvenciones tan favorables.
Pero es precisamente el sistema capitalista norteamericano, el abanderado en la política económica neoliberal, quién exige la liberalización del mercado agrícola de los países del Sur.
Muchos productores agrícolas del Norte reciben subvenciones que son costeadas por los impuestos que pagan los consumidores, a condición de que sus artículos agrícolas deben someterse a un control de calidad y limites de producción.
A esta situación hay que agregar el proteccionismo de los países poderosos, que perjudica a muchos productos que pueden ser competitivos, pero chocan con las barreras arancelarias; y la devaluación de las monedas en los países del tercer mundo, muchas veces provocadas por la política económica impuesta por los organismos comerciales internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
La agroindustria es hoy un arma política, estratégica y económica que se utiliza con argumentos comerciales, evocando la eficacia y la competitividad.
La globalización
La globalización es el proyecto económico del neoliberalismo, que trata de imponer una nueva civilización y un nuevo orden mundial.
El epicentro de este fenómeno es modulado y controlado por conceptos claramente identificados con la ideología neoliberal y por poderes del imperialismo financiero mundial (Organización Mundial del Comercio-OMC, Fondo Monetario Internacional-FMI, y el Banco Mundial-BM), en coordinación con una serie de instrumentos y mecanismos económicos regionales y nacionales.
Este fenómeno provoca una concentración de riquezas, comercio, ingresos, finanzas y tecnología en manos de una minoría que impone una nueva forma de dependencia y dominación, incluyendo al sector agroalimentario.
Otro problema para los países del Sur, es la DEUDA EXTERIOR, que en la mayoría de los países deudores , son cargados al sector agrícola, pues la política generalizada, impuesta por los organismos internacionales es : producir más materias primas, para exportarlas, y poder adquirir monedas fuertes para pagar la deuda exterior, que para los países del Sur es aproximadamente US$3.250.000. MILLONES DE DÓLARES.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha aprobado la venta de carne con hormonas, procedente de Estados Unidos, contra la voluntad de la mayoría de los otros países ; y desde hace varios años ese país ha invadido al mundo de productos alimenticios con Organismos Genéticamente Manipulados ( OGM), en especial maíz y soja, vendiéndolo en todo el mundo, cuando aun se desconocen los efectos que producen en las personas humanas, pero se conocen los males que hacen al medio ambiente, sobre todo la pérdida de fertilidad del suelo.
Condiciones de vida y trabajo
Cuando usted consume algún alimento, toma un té, un café, un chocolate o cualquier producto de las plantaciones, no se imagina cuales son las condiciones de vida y trabajo de los hombres y mujeres que hacen posible esa producción.
En el sector agrícola es donde se producen los mayores accidentes de trabajo, se pagan los salarios más bajos, se carece de protección y seguridad social, además es donde existe mayor persecución y asesinatos contra dirigentes sindicales.
En los últimos cinco años, solo en América Latina han sido asesinados 1.345 dirigentes sindicales agrícolas, especialmente en Brasil, Colombia y Guatemala.
Es muy frecuente el trabajo de niños y mujeres en el sector agroalimentario que laboran en condiciones muy desfavorables, pues la mayoría los Códigos de Trabajo, en el tercer mundo, están hechos para regular las condiciones de trabajo en el sector urbano, pero además no existen inspectores que puedan verificar las condiciones de trabajo en el sector agrícola.
Las empresas multinacionales buscan productores agrícolas de intermediarios, que sirven para asegurar el abastecimiento de las materias primas, pero si por cualquier circunstancia ocurren problemas en el mercado internacional ( como sucedió cuando la Unión Europea limitó la importación de bananas), las multinacionales rompen los contratos con los pequeños productores del Sur, que son los sufren las consecuencias del mercado internacional, así se perdieron miles de empleos en la industrias bananera, y quieren padecieron el problema fueron los pequeños productores, que no tienen posibilidad de tener voceros ante las instancias internacionales , como la tienen las multinacionales.
Muchos renglones de la agroindustria son producidos por pequeños productores agrícolas, que carecen de créditos bancarios, tecnología y conocimientos comerciales, por tanto, deben someterse a las condiciones que establecen las empresas multinacionales.
Muchos pequeños propietarios de los países del Sur están organizados en sindicatos, cooperativas y asociaciones económicas, sin embargo, carecen de protección gubernamental y privada, en algunos casos están indefensos ante las empresas multinacionales y los organismos financieros internacionales.
Los Estados Unidos prácticamente han eliminado las importaciones de caña de azúcar, y ha sustituido el dulce con sirop de maíz, producido con Organismos Genéticamente Manipulados (OGM), los cual es más rentable, sin embargo, han sumido muchas economías de países pobres; lo mismo pasará cuando en Europa sustituyan el cacao como materia prima del chocolate, para sustituirlo por grasa vegetal.
Es tiempo de reconocer que el hombre trabajador agrícola es importante, no como mercancía, sino como sujeto de la economía, y reconocer a sus organizaciones naturales como son los sindicatos, cooperativas y asociaciones, para que participen en el comercio agroalimentario.
La situación es cada vez más desfavorable, pero existen mecanismos que pueden superar las desigualdades existentes en el mercado internacional de productos agroalimentarios.
Los Tratados de Libre Comercio (TLC) son negocios de los Estados Unidos, que reflejan el monopolio de ese poderoso país frente a otros pobres de América Latina. Los TLC confirman que el neoliberalismo es un sistema para dejar hacer y dejar pasar, las mercancías, pero no a las personas, demostrando que para ellos las mercancías tienen más valor que las Persona Humanas, y la demostración más contundente es el muro que está levando Estados Unidos en su frontera con México, prohibiendo y criminalizando el paso de las personas, pero acelerando el paso de las mercancías.
Comerciantes norteamericanos van a los países pobres para obtener productos agrícolas, registrarlos en Estados Unidos, luego tener el derecho de autor, propiedad intelectual de esos productos, y obligar a los productos agrícolas de América Latina a pagar impuestos para poder permitir sus entradas a los Estados Unidos, mediante los Tratados de Libre Comercio (TLC). Mucho cuidado con esas patentes.
José Gómez Cerda
http://www.acmoti.org
http://www.acmoti.org
https://www.alainet.org/es/articulo/117476?language=en
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