A quién le interesan los transgénicos?
05/10/2004
- Opinión
La cuestión de los
transgénicos vuelve a ser el centro de los debates nacionales
con la proximidad de la época de plantío de la soja y de la
votación de la Ley de Bio-seguridad en el Senado de la
República de Brasil. Es importante volver a estar en el
centro del debate.
El proyecto de ley que está en debate en el senado no es
contrario a la liberación de los transgénicos ni mucho menos
limita la continuidad de las investigaciones sobre ellos. Tan
sólo crea y garantiza las condiciones básicas de bio-
seguridad -salvaguardas de protección de la salud humana y
del medio ambiente- como condición para la liberación
comercial o normas de uso para cuando sean aptos y liberados
para su uso comercial.
El lobby de las grandes industrias multinacionales como apoyo
de algunos ingenuos haciendo guardia (acompañados por otros
también de guardia pero nada ingenuos), es para liberar los
transgénicos sin ningún tipo de control.
Con este objetivo, defienden que: - Todos los poderes sean
adjudicados a la CTNBio; - No se haga ningún análisis de campo
en suelo nacional; - Se anulen las funciones legales de la
ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) y del IBAMA
(Instituto Brasileño del Medio Ambiente); - No haya ninguna
rotulación del cointenido transgénico de los productos
comerciales; - Se liberalice el cobro de royalties sin ningún
control; - Se abran las puertas a las multinacionales para que
monopolicen las semillas e insumos agrícolas..
Los Poderes de la CTNBio La CTNBio (Comisión Técnica Nacional
de Bio-seguridad) es un grupo de científicos que se reúne
esporádicamente para dar su parecer y emitir decisiones sobre
la autorización de investigaciones y liberalizaciones
comerciales de organismos genéticamente modificados (OGM),
entre los que se encuentran los transgénicos.
Es una Comisión Técnica, sin estructura orgánica ni
administrativa cuyo objetivo es seguir y evaluar los
resultados de los análisis que se realicen o bien simplemente
comprobar si sus indicaciones están siendo correctamente
llevadas a cabo. Sus miembros no son remunerados ni
profesionalizados para el cumplimiento de estas tareas a
tiempo completo. Como un Comité que reúne a científicos y
especialistas en varias áreas del conocimiento relacionadas
con la cuestión, su parecer es muy importante para que los
conocimientos disponibles en cada momento sean utilizados en
la definición de normas.
Sin embargo, transferirles poderes absolutos para decisiones
definitivas sobre una tecnología tan controvertida como la de
los transgénicos, sin una mínima estructura de seguimiento,
evaluación y fiscalización de campo (análisis), es una
aventura y una temeridad, incluso para los científicos que la
componen.
El Miedo a los Análisis Los transgénicos que hoy se quieren
liberalizar en Brasil fueron "ingenierizados" (producidos en
laboratorio con técnicas de ingeniería genética) en países
del norte del planeta, la mayoría en los Estados Unidos, en
regiones de climas fríos y poca variedad biológica y
utilizando material genético de bacterias y virus adaptados a
tales ambientes. Pero nuestro clima es tropical y
subtropical, nuestra biodiversidad es enorme, la
microbiología de nuestros suelos es diferente y la
interacción entre los microorganismos también es diversa.
Por eso estos productos necesitan ser testados aquí, con
análisis serios e independientes y evaluados con todo el
paquete tecnológico y tratos culturales a que serán sometidos
en estado real cuando sean cultivados en el campo.
No bastan los informes de allí y no bastan las informaciones
de la empresa interesada. Son insuficientes las informaciones
de los científicos pagados por las empresas dueñas de la
tecnología. Han de ser testados por quien tiene la atribución
legal para hacerlo y que además se responsabilice
judicialmente de lo que escribe en los informes oficiales. Y
esto concierne, según la legislación brasileña, a la ANVISA
(Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) en lo que atañe a
la Salud; al IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente)
en lo que atañe a los efectos en el suelo, en el agua y la
naturaleza en general; al Ministerio de Agricultura en lo que
atañe a la certificación de las semillas y al Ministerio de
Pesca en lo que atañe a la reproducción de peces
transgénicos.
Es difícil entender por qué hay tanto miedo a los análisis en
suelo, clima y medio ambiente brasileño. ¿Será porque los
propios promotores de los transgénicos ya saben que hay serios
problemas, incluso ya alertados por innúmeros científicos
independientes de diversas partes del mundo? Quien no debe, no
teme. Y donde hay humo, hay fuego.
El Fin del Primer Encantamiento Ya no hay más grandes
entusiasmos con la soja transgénica en el estado de Rio
Grande do Sul. Todavía no ha comenzado el desencanto, pero ya
no se observa aquel encanto inicial. Los costes han subido.
Hay barcos que han sido devueltos a casa. Los precios han
caído. La eficacia del roundup (tipo de semillas
transgénicas) disminuye año a año. Nuevas plagas han
aparecido. Los frutales y huertas próximos a la soja
envenenada menguan. El cultivo transgénico sufrió más con el
estío. El cobro de royalties era verdad y no un invento de
los enemigos de la tecnología.
La ola de fanatismo que cegó a tantos está dando lugar a una
evaluación más serena y más con los pies en el suelo. Algunas
multinacionales quieren monopolizar las principales cadenas
productivas de alimentos de punta a punta. El control de la
industria de semillas y de insumos es estratégico para
alcanzar este objetivo.
En el polo opuesto de la dialéctica, una nación con un enorme
potencial agrícola como Brasil, tiene que planificar su
desarrollo rural sobre las potencialidades de su enorme agro-
biodiversidad, en sus sistemas campesinos de producción y
convivencia con los agro-ecosistemas locales y en la
independencia tecnológica, científica, industrial y comercial
de esta área vital para nuestra soberanía y nuestro
desarrollo.
El Pavor al Rótulo Parte de la industria de alimentos se
declara favorable a los transgénicos, pero huye del rótulo
como el diablo de la cruz. Pero si los transgénicos son tan
buenos y seguros, ¿por qué tanto miedo al rótulo? ¿Por qué no
hacen de ésto un eslogan propagandístico: "coma transgénico,
es seguro, sabroso y barato?" La rotulación todavía no ha
llegado a las estanterías de los supermercados brasileños, a
pesar de haber sido transformada en ley hace más de un año.
Lo que está en disputa son dos modelos de desarrollo rural:
uno centrado en el latifundio, controlado por los grandes
grupos multinacionales y basado en los monocultivos
dependientes de los insumos químicos y el otro centrado en
las pequeñas y medias unidades de producción agropecuaria,
organizado en redes de cooperativas, agroindustrias locales,
empresas nacionales, empresas públicas estratégicas y basado
en la diversificación productiva y en las tecnologías
orgánicas y agro-ecológicas.
Esta discusión de fondo es la que guía las discusiones
inmediatas. Las multinacionales del agro-negocio saben lo que
quieren y donde quieren llegar. Para ellas, los transgénicos
son un importante frente de batalla, pero tan sólo uno más, y
para los que quieren un Brasil soberano, con una agricultura
campesina fuerte produciendo alimentos saludables y variados
en gran cantidad para nuestra población y para el mundo.
* Frei Sérgio Görgen, dirigente del MPA (Movimiento de los
Pequeños Agricultores y diputado estatal del PT-RS -Partido de
los Trabajadores por el estado de Rio Grande do Sul)
https://www.alainet.org/es/articulo/110680?language=es
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