La tercera vía en el sendero de Bush
20/03/2003
- Opinión
Hace 6 años Tony Blair logró propinar una de las mayores derrotas
electorales del conservadurismo británico. Si Thatcher fue la autora
del modelo neo-liberal de privatizaciones en el ámbito mundial, Blair
presentaba su nuevo sistema. La 'tercera vía' empezó a ponerse de
moda. En algún momento desde el presidente Clinton de EEUU hasta la
mayor parte de los gobiernos de la Unión Europea se reclamaron de
ésta. En Sudamérica desde Cardoso en Brasil hasta Toledo en Perú
planteaban una 'tercera vía' adaptada a sus propias realidades.
El principal teórico de dicha tesis es el profesor Tony Giddens
quien, desde el rectorado de la London School of Economics, se valió
de ésta para organizar una corriente global en función de una
posición intermedia entre el neo-liberalismo y el proteccionismo
estatal. La tesis de la 'tercera vía' era que se debía buscar una
salida entre el modelo monetarista de plena apertura a los capitales
privados y el keynesiano de significativa intervención estatal en la
economía y de impulso a los beneficios sociales y al poder
adquisitivo de la población para reactivar al mercado.
Para Blair esto implicaba refundar al laborismo. El Nuevo Laborismo
debería considerar que la inicial ruptura con el tronco liberal del
cual provino en 1900 fue u error histórico, y que lo que se
necesitaba era 'modernizar' al partido a fin que se adaptara a varias
recetas impuestas por la administración de Thatcher al tiempo que se
promovían democratizar las estructuras centralistas del Reino Unido.
Los socialdemócratas tradicionales veían que sus respectivos partidos
empezaban a sacrificar algunas de las conquistas por las que tanto
habían bregado. En Gran Bretaña sólo unas decenas de parlamentarios
laboristas votaron contra la disminución de los beneficios a las
madres solteras y a los discapacitados así como en el intento de
confinar a los solicitantes de asilo a campos especiales con escuelas
separadas para niños. El antiguo laborismo que nacionalizó los
ferrocarriles, las minas y muchos servicios en los 1940s, cuando
volvía al poder no sólo que abandonaba su anterior planteo de re-
nacionalizar esos servicios, sino que ha empezar a privatizar el
metro.
El Nuevo Laborismo ya no buscaba ser el partido fundado por los
sindicatos y basado en ellos en oposición al partidos de las grandes
fortunas (los conservadores). Con Blair el partido va relegando a los
sindicatos y transformándose en vocero de sectores medios y
empresariales. Para muchos inversionistas el Nuevo Laborismo es mejor
que los viejos tories quienes no quieren el euro y la integración
económica europea.
La dupla Blair-Clinton en política externa implicaba el
intervensionismo militar aduciendo causas humanitarias pero buscando
poner a las Naciones Unidas como un árbitro multi-polar.
Al entrar a esta década la 'tercera vía' empezó a ser desfasada del
poder. En la mayor parte de países europeos la derecha desplazó a los
gobiernos socialdemócratas y en EEUU la derecha republicana se
impuso. Para muchos socialistas la razón del retroceso de sus
partidos se debía a que mucho se habían aproximado al lenguaje y
posiciones de la derecha a costa de enajenar a sus bases laborales y
a los inmigrantes, y por ende la salida era marcar una mayor
diferenciación con los conservadores. En Brasil el mayor gobierno de
la tercera vía en el hemisferio sur fue remplazado por una izquierda
renovada. Para Giddens estos retrocesos se debían a que no se habían
adaptado lo suficiente a los nuevos virajes que había que hacer.
Blair mostraba el camino tomando en cuenta la necesidad de restringir
a los refugiados, recortar subsidios y dar impulso a la inversión
privada.
Cuando los demócratas estadounidenses fueron remplazados por los
republicanos, Blair no pudo dejar de continuar la vieja política de
estrecha alianza con Washington. Su visión era que el dúo dinámico
Londres-Washington sería el guardián de la democracia liberal global.
En este equipo EEUU pondría el grueso de la fuerza mientras Reino
Unido sería el puente hacia Europa y otros países, así como el país
que moderase a Bus y le hiciera ver la necesidad de ir por la vía de
Naciones Unidas y dar paso a un estado palestino.
La crisis iraquí ha mostrado que Blair en vez de moderar a Bush ha
terminado siguiéndole. La tercera vía entre el unilateralismo
intervensionista preventivo y la parálisis multi-polar no se ha dado.
Blair rechazó propuestas como la chilena o la de los 6 países
conciliadores para encontrar una fórmula de transacción y al final
desechó su pregonada segunda resolución de Naciones Unidas. La
amenaza de la Casa Blanca de ir solos a la guerra sin Londres produjo
una fuerte presión y Blair se negó a seguir los consejos de varios de
sus camaradas para encontrar en ello una salida que justifique el
retiro de sus tropas.
Blair ha decidido convertirse en el principal paladín del sendero de
Bush y de su política internacional que se resume en la idea que la
única hiper-potencia en compañía de sus aliados está en la obligación
de entrar en una serie de rincones del globo para ir limpiando al
mundo de 'terroristas' y tiranías. El planteo de un mundo multi-
popular salvaguardado por acuerdos entre diversas potencias y
Naciones Unidas debe ser remplazado por uno en el cual Washington y
tras él, Londres, debe imponer el nuevo orden liberal.
La tercera vía se viene descarrilando al igual que muchos de los
trenes británicos que se han venido chocando cuando han pasado a las
nuevas administraciones privadas. Ir a una guerra sin Naciones Unidas
y apoyo popular y tras la derecha republicana es algo que causa
estupor en muchas bases y parlamentarios laboristas. Robin Cook
quiere encabezar dicha rebelión así como recientemente dirigió la
propuesta de hacer que el grueso de la cámara de los lores sea
electo, algo que Blair retiró. Para muchos activistas del partido el
laborismo se está distanciando demasiado de sus propuestas
originales.
Los bomberos en huelga son respaldados por la central única laboral
(TUC), quien quitó su respaldo a la huelga minera que se enfrentó a
Thatcher (1984-85). Muchos laboristas se oponen a la nueva posición
de abrir paso a la autonomía a los hospitales para que puedan semi-
privatizarse.
La 'tercera vía' ha empujado al nuevo laborismo a estar a la derecha
de fuerzas que tradicionalmente estuvieron en el centro: los
liberales y los partidos nacionalistas de Gales y Escocia.
Algo paradójico acontece con los liberal-demócratas. A inicios del
siglo pasado los sindicatos rompieron con los liberales acusándoles
de amparar a los capitalistas y así surgió el laborismo. A mediados
de los 1980s el ala derecha del laborismo, timoneada por David Owen,
rompió con el partido acusándolo de no moderarse. El nuevo partido
Social Demócrata acabó fusionándose con los liberales para fundar el
nuevo partido liberal-demócrata.
Una de las piezas claves en el triunfo electoral del 2001 fue la
alianza bajo tienda pactada con los liberales. En aquellas
circunscripciones electorales donde alguno de ellos tenía la chance
de derrotar a los conservadores, el otro partido dejaba de hacer
campaña. De esta manera los liberales consiguieron el récord de
sobrepasar el número de 50 parlamentarios, los laboristas volvieron a
sacar más de 400 parlamentarios y los tories repitieron un desastre
electoral reduciéndose a menos del 30% de la cámara de los comunes.
Blair pregonaba que la nueva entente liberal-laboral debería
arrinconar a los tories e incluso anhelaba dividir a éstos entre
modernizadores pro-euro y patriotas anti-euro. Argumentaba que la
tragedia del siglo XX fue la división entre liberales y laboristas lo
cual permitió una centuria conservadora. Blair incluso coqueteaba con
la idea liberal de introducir la representación proporcional para sí
romper a los tories y asegurar el predominio del 'centro radical'.
Sin embargo, tal es el giro hacia la senda de Bush que Blair se está
ubicando a la derecha de los liberales e incluso del conservador
Chirac. En vez de utilizar a los liberales para romper a los
conservadores ahora los liberales están impulsando la división del
laborismo. Más de un tercio de los parlamentarios del oficialismo han
votado con los liberales contra la guerra. En vez de crear el gran
centro que aislase a los conservadores ahora Blair ha debido basarse
en la derecha de los conservadores para enfrentar a la coalición
anti-guerra de la izquierda laboristas, los partidos nacionalistas,
los liberales y los conservadores modernizadores.
Los liberales ahora aparecen como el partido que defiende históricas
creaciones del laborismo, como la educación y seguro médico
gratuitos, contra el nuevo laborismo que busca forma para abrir estos
servicios a la empresa privada. Blair ha logrado correr a su partido
más a la derecha que los disidentes socialdemócratas de los ochentas
lo plantearon.
Sea cual sea el resultado de la guerra iraquí una de las primeras
víctimas de dicha confrontación militar viene siendo el laborismo y
la 'tercera vía.' Aunque Blair gane la batalla se ha creado una
fractura histórica al interior de su partido. El monolitismo
modernizador que él quiso modelar está desmoronándose.
Será inevitable el afloramiento de nuevas corrientes en torno al
laborismo y a los sindicatos que se planteen un cuestionamiento de la
vía blairista y se formulen nuevas posiciones. Dentro del laborismo o
basado en desmembramientos de éste (ya sea mediante el alcalde
londinense Ken Livingstone, o la Alianza Socialista) se irán
produciendo reacomodos y el surgimiento de alternativas frente a
Blair.
Por el momento el premier Blair se mantiene con cierta fuerza y logró
recortar la sublevación partidaria. Sin embargo, cada vez le será más
difícil pregonar una vía especial e intermedia, la misma que ha
demostrado ir llevando cada vez más hacia el destino de Bush.
* Isaac Bigio, Analista Internacional
https://www.alainet.org/es/articulo/107137?language=es
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