Exportación a toda costa

La receta de libre comercio de Oxfam para el Tercer Mundo

13/05/2002
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Al sugerir que la apertura de los mercados de los países ricos a los productos de los países pobres es un camino para solucionar el problema de la pobreza, Oxfam favorece la liberalización de los mercados y -a pesar de sus críticas a la globalización- contribuye a destruir la seguridad económica y ecológica de los países pobres. El informe de Oxfam Internacional "Cambiar las reglas" sobre el comercio, la globalización y la lucha contra la pobreza es un audaz intento de combinar dos paradigmas. Sin embargo, cuando dos paradigmas son incompatibles, juntarlos sólo crea un análisis esquizofrénico. Y ése es el destino del informe de Oxfam sobre la globalización. Oxfam Internacional hace un fallido intento de mezclar dos paradigmas -uno que da prioridad a la democracia popular, otro que da prioridad al comercio, el intercambio de bienes, y los mercados. El primer paradigma sobre la globalización se basa en los principios de justicia, democracia, soberanía y sostenibilidad y se apoya de manera pluralista en el movimiento antiglobalista que ha denunciado las reglas deformes e injustas de la OMC y de los programas de liberalización del Banco Mundial y del FMI, la segunda paradigma de la globalización tal como es impulsada por estas organizaciones. El primer paradigma contextualiza y encastra el comercio en políticas más fundamentales basadas en los derechos del pueblo, la participación democrática, y la sostenibilidad ecológica. El segundo paradigma desmantela la democracia, la soberanía y la sostenibilidad como "barreras al comercio", coloca el comercio por encima de otros instrumentos de la política. Al desarraigar el comercio de su contexto social y ecológico, desmembra a la sociedad y desintegra los ecosistemas. Crea pobreza al destruir el tejido de la seguridad económica y ecológica. El 90 por ciento del informe de Oxfam reproduce las críticas de la globalización, aunque no reconoce su deuda hacia el movimiento antiglobalización e intenta ridiculizarlo acuñando el término "globófobo". El movimiento antiglobalización no es globofóbico, se basa en un profundo internacionalismo y en la solidaridad. Eso sí, es contrario a las reglas de un libre comercio no regulado por la ética, la justicia, la democracia, y las limitaciones ecológicas. Oxfam también parece estar contra estos "dobles raseros" del comercio, excepto cuando se llega al capítulo 4 sobre el acceso a los mercados y el comercio agrícola. En este capítulo la liberalización del comercio del comercio y los mercados liberalizados se convierten en la razón de ser de la política económica. El capítulo comienza con la suposición estándar de la OMC y del Banco Mundial de que el comercio puede constituir un poderoso instrumento para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Para que ese instrumento funcione, los países pobres necesitan acceder a los mercados de los países ricos. La expansión del acceso a los mercados puede ayudar a los países a acelerar el crecimiento económico, mientras que al mismo tiempo crea oportunidades para los pobres. Esto vale especialmente para los productos agrarios y los bienes intensivos en mano de obra, ya que el sustento de tanta gente que vive por debajo de la línea de la pobreza se concentra en estos sectores. Se supone que el acceso a los mercados sea la poción mágica para sacar a los más pobres de la pobreza. Sin embargo, el acceso al mercado no es más que otra palabra para orientarlo hacia la exportación y a ser dominado por la exportación. El comercio es sobre todo una relación entre un país exportador y un país importador. Al basarse por entero en el acceso al mercado de los países ricos importadores, Oxfam oculta y hace invisibles los costes económicos, sociales y ecológicos generados por las políticas agrarias obsesionadas por la exportación y dominadas por ésta en los países pobres del Tercer Mundo. Aunque el acceso al mercado sugiere que se llama a los países ricos a hacer un sacrificio, son los países pobres a los que se pide un auténtico sacrificio. El aumento de las exportaciones agrarias y el acceso al mercado implica también un aumento del consumo en los países en los que el consumo no sostenible ya está empujando los limitados recursos de la tierra más allá de su capacidad. ¿Cuántas camisas y jeans pueden usar los consumidores ricos, cuántas más judías verdes y fresas pueden comer? El informe de Oxfam no ve las implicaciones para el consumo no sostenible basado en el aumento de las exportaciones de los países pobres a los países ricos. Ignora el hecho de que en la agricultura el mayor consumo en los países ricos se basa en menos consumo para las necesidades básicas y por lo tanto en más pobreza en los países pobres. Ya que el comercio agrícola se basa en tierra, agua y biodiversidad, y la existencia de tierra y agua es limitada, las políticas agrarias orientadas a la exportación desvían la utilización de recursos naturales para producir a bajo costo productos de lujo en los países pobres, para consumidores ricos en los países ricos. Transfiere el control de los recursos de los pequeños campesinos y pescadores a las corporaciones del agronegocio, destruye la base de recursos naturales mediante un uso no sostenible y en el proceso destruye el sustento de los pequeños productores y crea pobreza en lugar de eliminarla. El Banco Mundial está exigiendo a todos los países del Tercer Mundo que encaminen su agricultura hacia una agricultura orientada a la exportación concentrándose en las exportaciones de carne, productos marinos, flores y vegetales. La "nueva" receta de Oxfam es la vieja receta del Banco Mundial de dar prioridad a la exportación. La única diferencia es que Oxfam la rotula en la jerga de la OMC como "acceso al mercado" mientras que el Banco la llama liberalización del comercio y reformas económicas. La receta deja de lado a los pobres por tres motivos. Primero, desvía los escasos recursos de tierra y agua de la satisfacción de las necesidades locales de alimentos al suministro a mercados de exportación, creando así hambre y condiciones para la inanición de las comunidades más vulnerables y marginales. Es lo que ocurrió durante el colonialismo y está ocurriendo bajo la recolonización de la globalización. Como ha demostrado Utsa Patnaik, un conocido economista indio, bajo el régimen británico el consumo per capita en India declinó de 200 kg/ha en 1918 a 150 kg en 1947. Las cosechas de granos no alimenticios se expandieron 10 veces más rápido que las de granos alimenticios, alimentando los mercados de exportación. La Gran Hambruna Bengalí que mató a 2 millones de personas fue el resultado. En Java, bajo el dominio holandés, las cosechas de exportación se expandieron en un 600%, mientras que el consumo de arroz en cáscara disminuyó de 199 kg/cop en 1885 a 162 kg/cop en 1940. La relación inversa entre el aumento de las exportaciones y la disminución del consumo local y nacional de alimentos ha sido mostrada bajo las estrategias centradas en la exportación de los Programas de Ajuste Estructural del Banco Mundial. En Nigeria, Etiopía, Sudán, Kenia, Tanzania y Zaire, que suman un 60% del África Sub-Sahara, ha habido una disminución de un 33% en la producción de cereales por cabeza y una disminución de un 20 por ciento en la producción general de alimentos por cabeza en menos de una década. Todos los países mostraron un aumento de las exportaciones agrícolas por cabeza al mismo tiempo que disminuía la producción por cabeza de alimentos para el consumo. Oxfam, que comenzó como una agencia de socorro contra el hambre, parece haber olvidado sus orígenes y no ha presentado ni una sola vez el tema del derecho a los alimentos y del hambre en su capítulo sobre las exportaciones agrícolas. En segundo lugar, la cifra de un ingreso de 100.000 millones de dólares adicionales para los países exportadores, oculta el costo para los ecosistemas locales y la subsistencia local cuando los campesinos y los pescadores son desplazados por las corporaciones de exportación y el agrocomercio, que utilizan sistemas no sostenibles para aumentar al máximo sus beneficios y utilidades. En los sectores preferidos de la carne, las flores y las gambas, un costo escondido de 10 dólares resulta en términos de devastación ecológica y sustentos arruinados por cada dólar de beneficios de exportación para las compañías. La cifra mágica de 100.000 millones de dólares de Oxfam para el aumento en los ingresos por exportación, esconde por lo tanto un millón de millones de dólares en destrucción social y ecológica en las economías locales, dejando empobrecidas a las comunidades locales. Es el motivo por el que la gente local protesta contra toda factoría de gambas, cada unidad floral, cada matadero. Tres áreas de exportación que han sido fuertemente impulsadas bajo el nuevo régimen de liberalización del comercio han sido el cultivo acuático, la floricultura y la carne. Según la ideología oficialmente admitida del libre comercio los beneficios de las exportaciones de gambas cultivadas, de flores y carne, deberían financiar las importaciones de alimentos, y por ello, más que compensarían toda escasez causada por la diversión de la capacidad productiva del cultivo de alimentos para el consumo interno a la producción de productos de lujo para el consumo por consumidores ricos en el Norte. Sin embargo, no es ni eficiente ni sostenible producir gambas, flores y carne para la exportación en India. En cada uno de estos casos se destruye más capacidad nacional de producción de alimentos debido a la diversión de recursos y a la destrucción de ecosistemas, que el alimento que puede ser comprado en los mercados globales mediante las exportaciones. En el caso de las exportaciones de flores, India gastó 1.370 millones de rupias en divisas extranjeras para promover las exportaciones de la floricultura, y ha ganado sólo 320 millones de rupias. India puede comprar sólo un cuarto de los alimentos que podría haber cultivado, con los beneficios de exportación provenientes de la floricultura. Nuestra seguridad alimenticia ha disminuido por lo tanto en un setenta y cinco por ciento, y nuestra pérdida en divisas extranjeras aumentó en más de 1.000 millones de rupias. En el caso de las exportaciones de carne, por cada dólar ganado, India está destruyendo quince dólares en funciones ecológicas realizadas por los animales en las granjas para la agricultura sostenible. El ganado en India es la fuente de fertilizantes orgánicos y de energía renovable. Cuando es sacrificado para la exportación, esos servicios esenciales provistos gratuitamente por el ganado al campesino, son destruidos y tenemos que importar fertilizantes químicos y combustibles fósiles, aumentando así los gastos en moneda extranjera y llevando a una mayor inestabilidad del clima. En el caso de un matadero para la exportación, Al-Kabeer, en Andhra Pradesh, el Estado podría haber ahorrado divisas extranjeras por 360 millones de rupias por año del primer lote de animales que debía ser sacrificado. Considerando su promedio de vida restante de 5 años, se habría ahorrado divisas extranjeras por 182.000 millones de rupias. Siguiendo el mismo argumento, si se considera a todos los animales que van a ser sacrificados durante (digamos) 5 años en la operación de Al-Kabeer, con un período de vida promedio de 5 años de su vida natural, se podría ahorrar divisas extranjeras por 910.000 millones de rupias. Esto significa que en comparación con un beneficio proyectado de 200 millones de rupias de Al- Kabeer a través de la producción, el estado podría realmente ahorrar 9.100 millones de rupias en divisa extranjera al no proceder a los sacrificios. En el caso de las exportaciones de gambas, cada rupia de beneficios de la exportación ha generado más de cinco rupias de destrucción ecológica del agua, de la biodiversidad, de la agricultura y la pesquería. La producción industrial de gambas destruye 200 veces más superficie que la extensión real de los estanques, a través de la salinización del agua subterránea, la contaminación de las aguas costeras, la destrucción de la agricultura y de los manglares. Por cada puesto de trabajo que se crea, se destruyen quince. Se destruye más producción de alimentos mediante la destrucción de la agricultura nacional y de las pesquerías de la que puede ser adquirida con los beneficios de la exportación de gambas de producción industrial. Además, los beneficios de la exportación van a las acaudaladas firmas industriales, y el precio de la destrucción es pagado por los campesinos pobres y los pescadores artesanales. Por lo tanto, como sociedad, estamos pagando más en inseguridad alimenticia y en destrucción ecológica de lo que ganamos con exportaciones de cosechas de lujo tales como gambas, flores y carne. Los campesinos de Andhra Pradesh están protestando contra Vision 20/20 como una política impulsada por la exportación que no incluye papel alguno para el pequeño propietario sino que ve la agricultura como el negocio de exportación de la agroindustria. Finalmente, la liberalización de la exportación es negativa para las exportaciones. No sólo pierde la gente y el medio ambiente en un régimen de comercio liberalizado, las exportaciones también sufren. India, conocida como la reina de la pimienta, que tentó a olas de colonizadores, ya no puede exportar pimienta por el dumping y la competencia a bajos precios. Además, la devaluación competitiva de las monedas nacionales obliga a los países a exportar cantidades cada vez más grandes de productos de exportación a cambio de ingresos más y más bajos. Por lo tanto, las mayores exportaciones no se traducen mecánicamente en mayores ingresos, falsificando la premisa central del informe de Oxfam de que un 1% de aumento en las exportaciones contribuiría 100.000 millones de dólares. Incluso si los países hubieran doblado sus volúmenes de importación, no verían un aumento en los ingresos en divisas extranjeras debido al deterioro de las condiciones de comercio. El cambio de las condiciones comerciales requiere cambios estructurales en la economía global -del tipo que está siendo reclamado por el movimiento contra la globalización. Con este cambio estructural, el comercio deja de ser el "instrumento de crecimiento". Bengala Occidental aumentó su productividad agrícola y su crecimiento no a través de las exportaciones sino mediante reformas agrarias. Poner los recursos en manos de la gente, y garantizar a los pequeños productores el acceso a los mercados locales es la manera más segura, sostenible e inclusiva de eliminar la pobreza. Los pequeños productores necesitan acceso al mercado a los mercados locales que están siendo destruidos por los productos de las corporaciones globales a precios falsos, artificialmente baratos, subvencionados, que aprovechan las reglas de la liberalización de las importaciones. Un comercio internacional basado en un fundamento de fuertes economías locales y ecosistemas flexibles jugará un papel positivo. Las economías orientadas a la exportación basadas en la alienación de los recursos de la gente, destruyendo la subsistencia local y destruyendo los ecosistemas y las economías locales, crean pobreza al nivel de la sociedad, incluso si un limitado número de personas desplazadas consigue trabajo en el sector de exportación. Al descontextualizar el comercio, Oxfam se ha cegado ante el contexto en el que las políticas nacionales motivadas por la exportación cambian sus políticas de dar prioridad a los alimentos a dar prioridad a la exportación, en la que la agricultura pasa de la ocupación campesina de millones, a un puñado de corporaciones de agroindustria, y los recursos naturales ya no son poseídos y utilizados por comunidades locales para su subsistencia y bienestar sino por las corporaciones para servir el consumo de lujo de los ricos. Estos son los temas sobre los que Oxfam guarda silencio -no hay pequeños campesinos y hacendados en el informe, sólo "productores", no hay una agricultura sostenible en la visión de Oxfam, sólo acceso al mercado, incluso aunque el paso de las aportaciones externas a las aportaciones internas ha sido establecido como el medio más efectivo para mejorar los ingresos de las granjas. Estos son los temas que están al centro de las discusiones sobre los alimentos y la agricultura en todo el mundo. En todas partes se está apelando a que se reincorpore la agricultura a la ecología, al cultivo y a las necesidades básicas de alimento y subsistencia. Hay movimientos que trabajan por el rejuvenecimiento de los pequeños campesinos, por la defensa de los pequeños campesinos, y el fortalecimiento de los mercados locales. Es donde se va a lograr la justicia en el comercio. No en el tímido eco del Banco Mundial, o en el coro de "acceso al mercado" del coro de Zoellick-Lamy- Short al que se ha unido Oxfam como el miembro más joven del coro. Habla de una "globalización inclusiva," pero el proyecto de globalización económica es un proyecto de exclusión económica y política. Y es esta exclusión económica la que está creando una política de exclusión en Europa y en India. El genocidio de Gujarat y el crecimiento de Le Pen en Francia son característicos de la política formada por la globalización económica que ha destruido subsistencias y puestos de trabajo, recursos y cultivos. Oxfam y otros partidarios de la globalización han calificado de "aislacionistas" la construcción de fuertes y flexibles economías locales y nacionales. Pero éstas constituyen el fundamento de la seguridad económica y por lo tanto el único antídoto para la xenofobia y el fundamentalismo, y las fuerzas del odio y del aislacionismo. La inseguridad generada por la globalización está abonando un terreno fértil para la emergencia del aislacionismo fascista. Por lo tanto, la globalización alimenta el aislacionismo, la exclusión y la fragmentación de la sociedad. Las economías locales fuertes integran a las comunidades al generar una seguridad general y al reforzar las culturas inclusivas. Las ecuaciones son claras: La globalización = inseguridad y exclusión. La democracia económica y la localización = seguridad e inclusión. Oxfam tiene un sueño de construir un movimiento para transformar el sistema de comercio, igual de poderoso que el movimiento contra el apartheid en África del Sur. Para eso, Oxfam necesita avanzar con los movimientos de la gente y extraer de ellos su pasión, su poder, y su legitimidad. Ahora Oxfam tiene que elegir - ¿estará a favor de un comercio regulado por los principios de paz, justicia y sostenibilidad, o se convertirá en un vocero débil, dependiente, de los intereses dominantes del libre comercio? ¿Pondrá la paz y la seguridad de la gente por sobre el comercio y el intercambio? ¿Pondrá primero a la gente o al comercio? ¿Pondrá primero a los alimentos o a las exportaciones? ¿Se decidirá por emprender una lucha a fondo por el cambio estructural y la transformación de las reglas del comercio y del paradigma del libre comercio? Título original: Export at Any Cost - Oxfam's Free Trade Recipe for the Third World
Autor: Vandana Shiva, 14 de mayo de 2002 Link:
http://www.zmag.org/content/GlobalEconomics/shiva-oxfam.cfm
Traducido por Germán Leyens
ZNet en español
https://www.alainet.org/es/articulo/106132?language=en
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