Las heridas de la dictadura “no han cerrado”
Medios de comunicación en Chile fueron tan golpistas como las Fuerzas Armadas
10/09/2013
- Opinión
El periodista Ernesto Carmona aseguró que el desabastecimiento artificial provocado por el boicot económico de la clase industrial, la intervención descarada de EEUU, el abandono de la URSS y “cierto desorden político” en el seno de la Unidad Popular incidieron en la acción fascista contra Salvador Allende, de la que hoy se conmemoran 40 años. Varios libros cuestionan la teoría del suicidio del Mandatario en el Palacio de La Moneda
El Presidente nacionalizó el cobre, la gran riqueza chilena
Si las palabras son armas, los medios de comunicación chilenos actuaron contra Salvador Allende con la potencia de miles de fusiles disparados a diario y a repetición. El escritor y periodista chileno Ernesto Carmona, entrevistado por el Correo del Orinoco vía correo electrónico a propósito de los 40 años de la asonada fascista contra Allende, aseguró que esos medios fueron tan golpistas como las Fuerzas Armadas.
Fueron “encabezados por El Mercurio, que llegó a autocerrarse por un día para que la SIP pudiera proclamar que Allende violaba la libertad de prensa. Su dueño, Agustín Edwards, tuvo acceso a Henry Kissinger e influyó en la decisión de Richard Nixon de ‘hacer gritar la economía’, como consta en documentos desclasificados de la época”, aseveró Carmona.
La complicidad de las corporaciones mediáticas fue tal, que cohonestaron los crímenes del régimen de Augusto Pinochet: “La dictadura cerró todos los medios allendistas, llego a mantener a 47 periodistas presos, mató 31 y solo circularon los medios favorables a los militares, que en vez de difundir noticias reales publicaron mentiras que incluso ayudaron a construir”.
En ese contexto “los asesinatos y desapariciones se presentaban como hechos de crónica roja, las mujeres que aparecía en las playas se habían suicidado por un amor incomprendido, 119 desaparecidos se mataron entre ellos en Argentina, 9 víctimas de la CNI que murieron en la tortura fueron presentadas como muertos en combate”, condenó Carmona.
Además por lo menos tres asesinatos de periodistas se presentaron como muertos en “enfrentamientos”, citó el comunicador: “Augusto Carmona Acevedo, asesinado por la espalda en 1977; Mario Calderón Tapia, desaparecido por la DINA, apareció muerto en Argentina en 1975 en el montaje de Los 119-Operación Colombo; y Juan Elías Espinoza Parra, asesinado en la calle en 1985, dijeron que murió en un falso enfrentamiento”.
La historia sigue descubriéndose
-¿Qué análisis hace, a 40 años de distancia, del golpe de Estado contra el presidente Allende?
-El golpe y sus entretelones más ocultos, como el apoyo fundamental del Partido Demócrata Cristiano (PDC), la feroz represión a los sectores más pobres del país y las políticas económicas de la dictadura favorables al segmento más rico de la población, está recién saliendo a la luz pública en algunos grandes medios, en particular la TV. Se oculta todavía el rol clave de EEUU, pero sale a la luz la colaboración desconocida de la dictadura de Brasil, que tumbó a Joao Goulart en 1964.
También, señaló Carmona, “aparecieron imágenes de TV que nunca se mostraron sobre allanamientos constantes a barrios populares, con los hombres en campos de concentración improvisados en sitios donde jugaban fútbol, mientras los militares maltrataban sus modestas viviendas y violaban mujeres incluso en los 80”.
Ahora “se muestran hogueras de libros, mientras aparecen decenas de textos nuevos sobre Allende y el proceso que condujo al golpe, obras de teatro donde es el protagonista principal es el Presidente, exposiciones de libros rescatados de incineración militar presentadas en universidades privadas tan importantes, como la Diego Portales, cuyo accionistas principal es la Sociedad de Fomento Fabril, la fedecámaras industrial”.
Este 40º aniversario, acotó, “encuentra a un país en vísperas de elecciones, con 9 candidatos presidenciales que se medirán el 17 de noviembre, entre ellos Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, hijas de generales de aviación que representan las posturas divergentes de los dos principales bloques, pero con un denominador común: la conservación del modelo neoliberal, algo notorio en el entorno de Michelle, donde se ve a la misma gente que ya gobernó 20 años”.
Aunque se oculta “el financiamiento de EEUU y del gran capital criollo a la rebelión de aristocracia obrera del cobre nacionalizado, camioneros, comerciantes (que la dictadura hizo desaparecer con las grandes cadenas de supermercados) y otros sectores de la ‘pequeña burguesía”, este clima electoral “explica bastante la apertura que está dándose en estos 40 años. Es bueno que tenga otra versión de lo ocurrido, distinta a la oficial de 4 décadas, el 65% del país que no existía o tenía menos de 19 años en 1973, en una nación cuyos movimientos sociales levantan hoy demandas muy parecidas a las de hace 40 años, habida cuenta de los cambios naturales en acceso al consumo”.
Militares fascistas asediaron a Allende en La Moneda
Tal como lo registra Carmona, “los pobres de hoy tienen TV plasma de color, automóvil y quieren educación y universidad gratuita de buena calidad. Los trabajadores siguen demandando salarios más justos, no ser expoliados por los sistemas de crédito a granel de las grandes tiendas y bancos que los mantienen perpetuamente endeudados porque sus salarios no les alcanzan”.
En fin, resumió, “sea cual sea el próximo gobierno, enfrentará un nuevo ciclo de demandas sociales, mientras los partidos políticos de todos los colores mantienen el rechazo ciudadano con un 20% de aceptación. La encuesta CERC muestra que un 63% de la gente cree que el golpe “destruyó” la democracia, lo que sitúa la opinión política en los tradicionales 3 tercios: derecha, centro e izquierda. Lo que no tenemos claro es ¿dónde está la izquierda real?”.
Desabastecimiento artificial
-¿Qué condiciones internas y externas hicieron posible el golpe de Estado contra el presidente Allende?
-El desabastecimiento artificial provocado por el boicot económico de la clase industrial, comercial y propietaria que se ganó a la clase media para el campo del fascismo; la intervención descarada de EEUU en ese boicot en el plano internacional y local, el abandono de la URSS que negó a Allende créditos para comprar alimentos y lo dejó caer, pese a que la propaganda enemiga decía que estaba convirtiendo a Chile en un satélite comunista.
También, añadió Carmona, “cierto desorden político en el seno de la UP, que llegó al poder con el 36%, subió al 50% en las elecciones municipales de abril 1971, cayó al 43% en las parlamentarias de marzo 1973, pero no alcanzó en el Senado los 2/3 para destituir al Presidente. Optó por desestabilizarlo de mil maneras y el 22 de agosto de 1973 la Cámara de Diputados declaró “inconstitucional” al gobierno de Salvador Allende, allanando el camino del golpe”.
En este contexto “fue clave el rol del PDC, que junto con la oposición legal movilizó a sus generales para abrirle camino al golpismo, principalmente Oscar Bonilla y Sergio Arellano, exedecanes del expresidente Eduardo Frei, líder indiscutido del PDC, y el jefe del Servicio de Inteligencia Militar, general Augusto Lutz. Los militares después asesinarían a Lutz, Bonilla y Frei Montalva.
Sobre el suicidio
-Siempre se intenta quitar peso al acoso contra Allende ese 11 de septiembre por el hecho de que se suicidó. ¿Qué les respondería a quienes pretende minimizar lo ocurrido?
-Entre los libros que han aparecido en estos días hay varios que cuestionan la teoría del suicidio. Su autor es el médico Patricio Guijón, que lo dijo por TV un par de días después del golpe, me imaginé que obligado cuando lo vi. Recuerdo sus palabras: “Vi a Allende (muerto, claro) con la figura indiscutible del suicidio”. En 40 años ha mejorado esa historia y ahora dice que vio cómo se mató y su masa craneana salió por los aires.
Carmona sostuvo que “los militares más lúcidos, no así el jefe supremo, no quisieron cargar con la muerte de Allende, y promovieron esa teoría del suicidio, mal visto y pecado para la religión dominante. El ejército tiene un héroe porque lo mató, el exteniente René Riveros”.
Nunca, manifestó el periodista, “se hizo una experticia ADN a sus restos: hoy existen serias dudas que sean los de Allende aquellos sepultados en el primer entierro. Hubo una “exhumación ilegal” en el gobierno de Aylwin y un segundo entierro “oficial”, que pasó a gran velocidad por las calles de Santiago el 4 de septiembre de 1990”. Recientemente “fue el tercer entierro, en privado, después de ser de nuevo exhumado. El suicidio se funda ahora en una sentencia de un juez que fue apelada y todavía no existe veredicto de la justicia”.
Carmona también resta importancia a estas versiones. “Y si se suicidó, ¿qué?, pregunto. Entregó igual su vida por el mandato popular legal que recibió el 4 de septiembre de 1970. Murió por sus ideas y defendiendo la ley y la Constitución pisoteada por los milicos y los civiles que los llamaron para derribarlo y terminaron quedándose con el poder 17 años y todavía son lo que llaman “poder fáctico”, poder en la sombra, o sea, un partido político no inscrito en el registro”.
Heridas sin cerrar
-¿Cómo describe a la sociedad chilena actual? ¿Siguen abiertas las heridas de la dictadura? ¿Es posible cerrarlas?
-Las heridas no han cerrado; menos si están gobernando los herederos y/o promotores civiles del golpe, que ahora buscan marcar las diferencias reconociendo que fue una dictadura, que fue civil y militar, que el poder judicial no cumplió su papel, que los desaparecidos existen; que el pueblo fue maltratado, humillado, vejado y torturado por sus propios militares, en vez de defenderlos; que la dictadura gobernó con la mentira repetidas por los mismos medios que hoy existen, El Mercurio, Canal 13; que jamás hubo una guerra, que no había cubanos y checoslovacos armados, que el Plan Z fue un invento de la CIA.
A juicio de Carmona “un bueno comienzo para cerrar heridas ha sido la autocrítica de la Corte Suprema y de los jueces de la semana pasada. Ahora falta que el ejército diga dónde están los desaparecidos y que haya verdad y justicia para poder comenzar a hablar de reconciliación nacional”.
El pinochetismo, en todo caso, hoy “es una minoría ínfima”, precisó, y “los militares fueron arrojados al tacho por quienes los usaron”. De acuerdo con el análisis de Carmona, los seguidores civiles de ese pinochetismo “se ven forzados a cambiar el discurso, en parte por la presión electoral y el estado de ánimo de una sociedad desplazada a la izquierda, pero sin una conducción política acorde con los nuevos tiempos y los nuevos vientos”.
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