El fetichismo de la educación: algunas tesis para el debate

16/05/2012
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  • Opinión
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Las desesperaciones y desorientaciones, no se dan por la gran tarea de la transformación, sino por no saber, por dónde empezar…
 
Los movimientos sociales han avanzado en planteamientos críticos en los temas de educación; no obstante, muchas veces tropezamos al momento de decidir entre lo urgente y lo importante, olvidándonos, que nuestras luchas no son visibles en la inmediatez, tal vez, ni si quiera seremos los llamados a beneficiarse de ellas, como tampoco lo hicieron todos nuestros antecesores. La invitación es a pensar desde el punto de vista de los procesos históricos, y así reconducirnos hacia una visión estratégica.
 
Para ello pretendemos instalar algunos temas, que no dejan soluciones o respuestas, ni es el objetivo de hacerlo; más bien son líneas que permiten conectar con las profundas motivaciones de nuestra simple posta.
 
 Si bien hay un hilo conductor, que señala a la educación como una relación social y, producto de las enajenaciones que existen a nivel material de nuestras vidas, reproducimos en ella, la misma visión fantasmagórica del fetichismo de la mercancía -porque ella lo es-, invitamos a considerar las materias de cada punto.
 
1- En primer lugar, los seres humanos no somos individualidades estancas; por el contrario, nuestra realidad, hoy nos otorga base para definirnos como mínimos eco-sociales concretos; lo que implica, que somos seres prácticos, biológicos, culturales; somos ser y no ser, porque, cada uno de nosotros contiene a todos los humanos y no humanos como relación a la vez. Es decir, dialécticamente, la totalidad se encuentra en cada partícula, pero no es menos cierto, que esa partícula con su especificidad, contiene a la totalidad también. En otros términos, somos una suerte de ADN de nuestras relaciones ecosociales, a pesar de nuestras identidades.
 
2- Somos ser social, en la medida que nos producimos y autorreproducimos como relaciones socionaturales. Este –ser social- determina, en última instancia, nuestra conciencia social. De ahí, al estado de hacernos conscientes, en el acto de reproducirnos como tales, como relaciones socionaturales en un concreto histórico, es lo que denominaremos educación
 
3- Al definirla así, hay que ubicarla en las sociedades concretas -en las distintas formaciones económico-sociales-, dado que desde ellas se auto-reproducen sus dinámicas; incluidas las de poder y contrapoder, a través, de instituciones a cargo. O sea, la educación como un momento de la conciencia social, implica a nuestros concretos estados de hacernos conscientes, en contextos determinados y del que somos indivisibles, al ser definidos como mínimos eco-sociales concretos.
 
4- Al ser ese conocimiento social, el resultado de la disposición del conjunto de las relaciones sociales de cada época, las formas de representarse o manifestarse en ideas como conciencia social, sea en instituciones, saberes, entre otros, está intervenido por micro y macrocomponentes de poder, en todas sus dimensiones, lo que no es otra cosa, que las contradicciones materiales que refleja, por ello los intereses.
 
5- Al imperar un régimen de producción social, basado en la propiedad privada, éste da cuenta, a su vez, de la contradicción capital-trabajo; pues hay apropiación privada de un producto social (conciencia, conocimiento social o soporte material de la educación como concreto), del que nos hemos enajenado, a tal extremo, que no tenemos conciencia, que es nuestro propio ser socionatural, el que está circulando en el mercado.
 
6- Bajo la metáfora de fetichismo, lógicamente por el sentido utilizado por Marx en El Capital, a propósito de la mercancía y en la misma lógica, la educación, se ha cosificado a tal extremo, que circula como un producto ajeno a nosotros y no como nuestro propio acto de ser en ella; peor aún, no nos pertenece. Si bien, al cosificarse la educación como una mercancía, no se escapa del fetichismo de la mercancía en general, más lo identificamos particularmente, como fetichismo de la educación.
 
7- Somos portadores del conocimiento, fruto de nuestro proceso histórico-práctico-socionatural; pero nos relacionamos con él, en el mercado, a través de la compra y venta de la educación y su gama de mercancías que la componen como rama productiva-financiera. La educación posee unas propiedades misteriosas que sólo algunos la pueden alcanzar. Todo ello oculta - fantasmagóricamente -la verdadera realidad relacional enajenada (nuestra propia conciencia social).
 
8- La enajenación del trabajador, significa que su trabajo se convierte en un objeto, con existencia exterior, fuera de él, independiente y extraño; no le pertenece, se le enfrenta, como algo hostil y lejano. La educación en esta lógica, se cosifica en producto-mercancías, que aparentemente, sólo están en las instituciones, libros, eruditos, inventores, individuales o en comunidades científicas.
 
9- La educación, es la síntesis de un proceso social que da cuenta del cómo, el conjunto de las relaciones sociales, han encontrado concretos espacios de manifestación. La participación concreta de un individuo en la producción de ese conocimiento - como incorporación de valor-, no lo convierte per se, en propietario, ni al conocimiento social, en un bien apropiable privadamente; no nos relacionamos como átomos e inventamos de la nada. Nuestro trabajo aquí es historia humana-no humana colectiva, al que se le incorpora valor. Esto porque, como dice Marx, nuestra esencia es el conjunto de las relaciones sociales, es decir, somos  mínimos eco-sociales concretos,
 
10-La incorporación de valor en el conocimiento social, sea como estudio, ordenación, recopilación reflexión, investigación, lo debiera convertir en un valor de uso, en un bien; pero hay una metamorfosis que implica, que ese valor, que se incorpora al conocimiento social, al ser destinado a la venta, se realiza en el mercado, como títulos, diplomados, libros, investigaciones, inventos patentables, como semillas intervenidas y apropiadas, profesionales, u otras formas que puedan adoptar las mercancías, según la historicidad de las necesidades. .
 
11-El investigador que incorpora valor y que por ello obtiene un salario, se desprende de su aporte, y éste –el aporte- no se reproduce a sus anchas como producto social –ningún establecimiento imparte un curso si no es rentable, como criterio- más bien, se estanca por ser apropiado privadamente por los dueños. De ahí la institucionalidad-educación acredita mercancías y las hace circular, como si fueran cosas ajenas a su productor social.
 
12-Por lo tanto,no es casual que se den los movimientos de crisis actuales, pues en última instancia, serían crisis originadas por la existencia de la contradicción capital-trabajo. QUEREMOS QUE NUESTRO PRODUCTO SOCIAL NOS PERTENEZCA, NI MÁS NI MENOS.
 
diremos, existe una contradicción que se da por la apropiación privada de un conocimiento social. Al estar limitada su adquisición, se impide que se desarrolle hacia el humano –no humano, hacia el desarrollo de fuerzas productivas y no destructivas. En otros términos, las fuerzas productivas-educación quieren desarrollarse, para el bienestar humano-no humano, pero están obstaculizadas de hacerlo, porque las relaciones de apropiación lo impiden. De ahí que debemos mirarnos como productores de conocimiento social (nuestro)….De ahí que nuestra condición de seres sociales, no se puede disociar del grito desesperado de las generaciones futuras”. (Gómez http://www.rebelion.org/noticia.php?id=139852).
https://www.alainet.org/es/active/54927
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