Es la hora de pagar una deuda histórica
17/02/2010
- Opinión
En el proceso de la Independencia Hispanoamericana, en sus duros comienzos, pese a la recia personalidad del Libertador, hubo un instante de adversidad en que todo parecía derrumbarse.”La restauración del gobierno español en América del Sur, parece infalible”, escribía Bolívar. En ese momento, en 1814, el Libertador, hospedado en una pensión modesta, en Jamaica, sólo encuentra, de modo fortuito, el gesto solidario y el amor de una criolla dominicana, Julia Cobier, que entiende y protege los sueños, que parecían locura, de este hombre extraño y genial.
En esa circunstancia y en la tensión que genera la adversidad Bolívar encuentra la fuerza necesaria para escribir uno de los documentos más visionarios de la independencia americana: la Carta de Jamaica. Animado por su terca persistencia el 18 de diciembre intenta un desembarco en la costas de Venezuela, pero el General Morillo se ha tomado Cartagena. Entonces opta por dirigirse a Haití, antigua colonia francesa en la que se ha producido la independencia, la abolición de la esclavitud y la primera República negra en el mundo. A fines de diciembre de 1814 Bolívar arriba a los Cayos de San Luis. Allí gobernaba un General noble y sabio, Alexandre Pètion, quien pese a las dificultades internas que vive su propio Paìs, dividido entre el Reino de Christophe y la República, se da el tiempo para acoger y hospedar a Bolívar y los revolucionarios dispersos, divididos, enfermos y casi derrotados. Haití se transforma en el hogar transitorio de jefes y soldados patriotas que habían sido expulsados del Continente por los realistas. Pétion ordena que se les entregue una ración diaria de pan y carne e inicia una amistad basada en los principios con el Libertador.
El 31 de marzo de 1816, luego de la histórica asamblea de los Cayos, en la que se superan divergencias internas, Bolívar y sus hombres, entre los que se incluyen algunos voluntarios haitianos, inician una nueva expedición: seis goletas, cargadas de 6.000 fusiles, municiones, vituallas, una imprenta y dinero, todo donado por el General Pétion, con la única condición de que si triunfa libere a sus esclavos. La empresa se trunca por las ambiciones de mando de los caudillos, entre ellos el General Francisco Bermúdez que intenta soliviantar al pueblo de la Güiria para linchar al Libertador.
Bolívar enfrenta, espada en mano, a Bermúdez pero no puede evitar la lluvia de piedras que le obligan a retirarse, bajo la protección de un grupo de soldados leales. Otra vez vencido se refugia en el mar Caribe y se dirige de nuevo a Puerto Príncipe donde una misteriosa corazonada le dice que hallará el amigo capaz de entender sus infortunios. Pétion y Bolívar, en la compenetración profunda de sus ideales, debieron hacer un recuento de las causas del fracaso, antes de iniciar el nuevo intento que ocurrió el 4 de diciembre de 1816 en que Bolívar salió de Haití en una pequeña escuadrilla que conducía los nuevos pertrechos donados por Pétion a la causa americana. El 28 arriba a Margarita. El 31 de diciembre toca tierra firme cerca de Barcelona.
Vendrá entonces el perdón y la reconciliación generosa con el General Bermùdez. La traición del General Manuel Piar y su fusilamiento. Bolívar se reafirma como General en Jefe de los Ejércitos Libertarios, pero, nunca olvidará que, sin la ayuda del Presidente de Haití Alexander Pétion, la independencia americana, al menos, se habría postergado.
De modo que, todo acto de solidaridad que se multiplique hoy para mitigar la enorme tragedia de desatada en Haití por la naturaleza no es otra cosa que el pago obligatorio de una deuda de gratitud que tenemos todos los pueblos bolivarianos.
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