El Polo Democrático Alternativo: un partido con agallas
05/12/2006
- Opinión
Los dos últimos eventos que realizó el Polo Democrático alternativo lo sitúan en una nueva dirección en la vida política del país. Los más de 555.000 votos que se produjeron para elegir los delegados a su máximo evento Nacional mostraron a una organización que de cara al país logró convocar a un amplio número de militantes ya inscritos y a otro tanto que lo hicieron justamente para habilitarse como electores de esa justa democrática. La cantidad por sí es aplastante si se considera que todavía no se había producido el evento que le daría el acta de fundación. Lo es aún más si se compara con los resultados de la última votación interna de otro partido que no llegó siquiera al medio millón de votos. De todas maneras ese acto demuestra que muy rápidamente el color amarillo de su bandera ha pegado simbólica y políticamente en la conciencia nacional. De igual manera la realización de su congreso mostró ya no sólo una gran participación nacional, sino una clara orientación de alimentar procesos de unidad de las diferentes corrientes que tiene expresión en su seno.
Si se hubieran planificado estos escenarios seguramente que no se hubiesen producido los acontecimientos que le fueron colaterales y profundamente beneficiosos. Pues justamente ambos procesos se dieron en momentos en los cuales el país se convulsionó por las detenciones que se hicieron de varios congresistas y por todos los aspectos correlativos que se han dado en relación con la llamada narcopolítica. Pues los partidos uribistas; a pesar de su cacareada mayoría se han visto acorralados por las denuncias que a diario se producen en este inesperado proceso judicial que lidera la Corte Suprema de justicia y que ha encontrado eco en la Fiscalía General de la Nación. Así, el liberalismo y el Polo Democrático Alternativo aparecen no sólo como dos fuerzas de oposición sino como dos organizaciones políticas que reclaman el desmonte del paramilitarismo dentro del Estado y una moralización de las fuerzas políticas que luchan por obtener su control. Mucho más en relación con el Polo que lo hace enarbolando banderas que van más allá de ellos pues se propone ser una alternativa de izquierda que propugna por un proyecto de sociedad diferente del imperante en el país. Por eso, mientras van y vienen las acusaciones que tienen en vilo la continuidad parlamentaria de muchos congresistas y el ejercicio de gobierno de varios miembros del ejecutivo nacional, el PDA se levanta entre las ruinas de la política apostándole a la posibilidad de su dignificación y a una respuesta al reto que hacen los pueblos de América Latina de transitar por caminos diferentes del que nos impone el modelo neoliberal y la derechización de la vida política.
Si hay algo que resaltar es que se haya producido un espacio de unidad que hasta poco antes del Congreso parecía sujeto a vulnerabilidad. Si muchos activistas de izquierda no realizamos nuestra afiliación a la organización se debía a que no se quiere repetir frustrados intentos de unidad de diferentes momentos de la historia política reciente de Colombia. Pero, parece que los mesianismos caudillistas han dado paso, por fin, a privilegiar los elementos de unidad y no los que diferencian. Que la terca obstinación de cada grupo de sentirse predestinado para ser el portador de la verdad y de la justeza del proyecto político, y que, como tal, la unidad sólo podía darse adhiriéndose a sus principios y organización, se ha hecho a un lado para construir conjuntamente el nuevo proyecto político. Por que eso queda claro de la declaración política en que no se define cuál es el “ismo” de sociedad por el que se lucha sino que se establece un marco general que seguramente se ira llenando de contenido en el camino. De allí que la percepción que se siente entre quienes regresan del congreso es que predominó un espíritu de unidad y que, allanado ese aspecto, las cargas se arreglan en el camino.
Importante fue la directriz que se estableció para la prueba de fuego del año venidero en las elecciones regionales. Tanto en lo relacionado con la forma como se escogerán los candidatos como respecto de las alianzas. Pues plantea que “La política de unidad que anima al Polo Democrático Alternativo con otras fuerzas políticas que actúan en Colombia, convergencias que tendrán que fundamentarse en claros acuerdos programáticos que no entren en contradicción con nuestros objetivos primordiales y que tampoco vulneren la naturaleza e independencia de nuestra organización”. Directriz que deberá pesar muy fuerte en las definiciones que se produzcan regionalmente; pues es la hora de adelantar un amplio proceso que garantice una selección democrática de candidatos que posibiliten que los principios rectores sobre los que se erige la organización se apliquen a los proceso territoriales en función de ganar mayor audiencia y, por supuesto, mayor poder. Es allí donde se sabrá si realmente la nueva organización se sustenta en una clara vocación de poder.
Popayán, Jurídica al día, miércoles 6 de diciembre de 2006
Si se hubieran planificado estos escenarios seguramente que no se hubiesen producido los acontecimientos que le fueron colaterales y profundamente beneficiosos. Pues justamente ambos procesos se dieron en momentos en los cuales el país se convulsionó por las detenciones que se hicieron de varios congresistas y por todos los aspectos correlativos que se han dado en relación con la llamada narcopolítica. Pues los partidos uribistas; a pesar de su cacareada mayoría se han visto acorralados por las denuncias que a diario se producen en este inesperado proceso judicial que lidera la Corte Suprema de justicia y que ha encontrado eco en la Fiscalía General de la Nación. Así, el liberalismo y el Polo Democrático Alternativo aparecen no sólo como dos fuerzas de oposición sino como dos organizaciones políticas que reclaman el desmonte del paramilitarismo dentro del Estado y una moralización de las fuerzas políticas que luchan por obtener su control. Mucho más en relación con el Polo que lo hace enarbolando banderas que van más allá de ellos pues se propone ser una alternativa de izquierda que propugna por un proyecto de sociedad diferente del imperante en el país. Por eso, mientras van y vienen las acusaciones que tienen en vilo la continuidad parlamentaria de muchos congresistas y el ejercicio de gobierno de varios miembros del ejecutivo nacional, el PDA se levanta entre las ruinas de la política apostándole a la posibilidad de su dignificación y a una respuesta al reto que hacen los pueblos de América Latina de transitar por caminos diferentes del que nos impone el modelo neoliberal y la derechización de la vida política.
Si hay algo que resaltar es que se haya producido un espacio de unidad que hasta poco antes del Congreso parecía sujeto a vulnerabilidad. Si muchos activistas de izquierda no realizamos nuestra afiliación a la organización se debía a que no se quiere repetir frustrados intentos de unidad de diferentes momentos de la historia política reciente de Colombia. Pero, parece que los mesianismos caudillistas han dado paso, por fin, a privilegiar los elementos de unidad y no los que diferencian. Que la terca obstinación de cada grupo de sentirse predestinado para ser el portador de la verdad y de la justeza del proyecto político, y que, como tal, la unidad sólo podía darse adhiriéndose a sus principios y organización, se ha hecho a un lado para construir conjuntamente el nuevo proyecto político. Por que eso queda claro de la declaración política en que no se define cuál es el “ismo” de sociedad por el que se lucha sino que se establece un marco general que seguramente se ira llenando de contenido en el camino. De allí que la percepción que se siente entre quienes regresan del congreso es que predominó un espíritu de unidad y que, allanado ese aspecto, las cargas se arreglan en el camino.
Importante fue la directriz que se estableció para la prueba de fuego del año venidero en las elecciones regionales. Tanto en lo relacionado con la forma como se escogerán los candidatos como respecto de las alianzas. Pues plantea que “La política de unidad que anima al Polo Democrático Alternativo con otras fuerzas políticas que actúan en Colombia, convergencias que tendrán que fundamentarse en claros acuerdos programáticos que no entren en contradicción con nuestros objetivos primordiales y que tampoco vulneren la naturaleza e independencia de nuestra organización”. Directriz que deberá pesar muy fuerte en las definiciones que se produzcan regionalmente; pues es la hora de adelantar un amplio proceso que garantice una selección democrática de candidatos que posibiliten que los principios rectores sobre los que se erige la organización se apliquen a los proceso territoriales en función de ganar mayor audiencia y, por supuesto, mayor poder. Es allí donde se sabrá si realmente la nueva organización se sustenta en una clara vocación de poder.
Popayán, Jurídica al día, miércoles 6 de diciembre de 2006
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