Propósito nacional: erradicar la miseria
17/08/2006
- Opinión
“...para lograr crecimiento con justicia social debe modificarse
de manera sustancial el modelo económico vigente, que ha tenido
como ganadores netos a los grandes grupos económicos y a las
personas más adineradas.”
A principios de 2004 se inició en el seno del Colegio Máximo de
Academias de Ciencias de Colombia por iniciativa de su presidente,
el doctor Jaime Posada, la discusión sobre su vinculación a la
celebración del bicentenario de la Independencia de Colombia.
Dicha conmemoración se iniciará en julio de 2010, con los
doscientos años del Grito de Independencia en Bogotá, y concluirá
en agosto de 2019, con el recuerdo de la batalla de Boyacá,
culminación de la gesta independentista. En la reunión mensual
del Colegio correspondiente a Abril de ese año, el autor de esta
nota sugirió que las academias, además de mantener la memoria
histórica de hasta la más remota etapa precolombina y
comprometerse con su análisis, deben preocuparse por el futuro de
la Patria. Por tanto, propuso por escrito que se debía trabajar
por un Propósito Nacional: Erradicar la miseria y duplicar el
ingreso real de los hogares para el bicentenario de la batalla de
Boyacá.
Según nuestros cálculos iniciales, para lograr este propósito es
indispensable que el PIB crezca a no menos del 6,3% y el consumo
de los hogares al 6%, en tasa anual geométrica, durante 2005-2019,
lo que no es imposible pues muchos países lo han alcanzado. Se
necesitaría también una política estatal activa de redistribución
del ingreso, sobre la base de incrementar el empleo digno, con
adecuada protección social, y elevar el salario real, para que la
participación de los asalariados no sea inferior al 40% del PIB.
En agosto de 2005 el gobierno nacional publicó el documento
Visión Colombia II Centenario, en donde se calcula un incremento
del PIB del 5,3% y del consumo de los hogares de apenas el 4,8%,
en tasa anual geométrica para el mismo período. En cuanto a metas
sociales fundamentales se considera la disminución de la pobreza
al 20%, pero sólo una reducción del Gini del 0,56 al 0,47, lo que
en nuestra opinión no es consistente con la disminución propuesta
de la pobreza, a no ser que se haga con un gran esfuerzo
asistencialista del Estado –como se desprende del mismo
documento--. Sin embargo esto supondría elevar de manera
desmesurada la carga tributaria.
Así mismo, nos preocupa que Visión Colombia II Centenario le dé
una excesiva importancia al mercado externo desestimando a veces
el consumo doméstico, sin que ello signifique que neguemos la
necesidad de incrementar y diversificar las exportaciones. Elevar
el peso relativo de la demanda externa no puede llevarnos a
pensar que la estrechez del mercado interno, debida en lo
fundamental al subconsumo de millones de hogares, es una
debilidad permanente con la que no queda más remedio que convivir.
Al contrario, la superación de ésta con el incremento del ingreso
disponible de los hogares, en especial de los pobres y en
indigencia, debe verse como una oportunidad para crecer de manera
apreciable y sostenida en el futuro.
De otro lado, la estrategia exportadora no puede centrarse casi
de manera exclusiva en bienes simples del sector primario, así
tengan gran potencial. El papel del mercado externo en el
desarrollo del país tiene que asentarse en la exportación de
productos provenientes de procesos complejos, que suponen una re-
industrialización, así como de servicios modernos, todos con
mayor valor nacional agregado.
Es necesario integrar mejor al desarrollo futuro del país la
riqueza con que cuenta en los dos océanos que bañan sus 3.000
kilómetros de playa, su estratégica posición geográfica y su
inmenso potencial en biodiversidad. Hay que aprender de los que
han salido rápido de la pobreza y el atraso con propuestas
innovadoras y audaces en cuanto a nuevos renglones de producción,
como Japón, Corea del Sur e Irlanda, para sólo mencionar algunos.
En nuestra propuesta sobre un Propósito Nacional se insiste en
vincular la pobreza, que conlleva una baja capacidad adquisitiva
crónica de la mayoría de los hogares colombianos, con la
dificultad para lograr un crecimiento económico apreciable y
sostenido.
En el fondo de esta situación se encuentra como razón fundamental
la exagerada concentración del ingreso y la riqueza que ha
padecido Colombia durante su historia. En la práctica, en nuestro
país se le niega a la mayoría de los hogares el derecho elemental
al consumo de lo que les permite una vida digna. Este derecho es
hoy uno de los más importantes componentes del concepto moderno
de libertad y, por consiguiente, de desarrollo humano.
Si se logra un crecimiento del PIB superior al 6% y del consumo
de los hogares no inferior al 6%, como se señaló más atrás, ello
permitiría que a la par que aumenta la participación de los
asalariados en la distribución primaria del ingreso, también se
incrementaría la participación de los capitalistas (aumentaría la
proporción del excedente bruto de explotación), como se muestra
en los cálculos de un Propósito Nacional. Diciéndolo de otra
manera, la erradicación de la miseria y el mejoramiento de los
hogares pobres y de clase media no saldría «del bolsillo» de los
empresarios sino de la ampliación del mercado interno (la demanda
neta doméstica, o sea excluidas importaciones, pasaría de un poco
menos de 210 billones a casi 450 billones de pesos de 2004) y del
incremento de las exportaciones (su monto pasaría de casi 50
billones a 190 billones, también entre 2004 y 2019). De esta
manera se podrían colocar como metas fundamentales –y
alcanzables-- no sólo la erradicación de la miseria (que afecta a
más de dos millones de hogares), sino la reducción de la pobreza
a alrededor del 40% de la población y del coeficiente Gini en
ingresos a 0,40, así como la duplicación del consumo per cápita a
no menos de 7 millones de pesos anuales, en valores constantes de
2004.
Ahora, en agosto de 2006, la nueva directora de Planeación
Nacional anuncia un Plan para Erradicar la Pobreza Extrema, lo
que coincide con el Propósito Nacional que propusimos en abril de
2004. Mientras en Visión Colombia una meta de este tipo no era
tan explícita, todo indica que será una de las «banderas» del
Plan de Desarrollo 2007-2010. Y también coincidente con nuestra
propuesta, considera que una de las acciones gubernamentales
necesarias será la mejoría de la distribución del ingreso.
Aunque el presidente dijo el 7 de agosto que el nuevo Plan de
Desarrollo será más ambicioso en metas sociales que Visión
Colombia, lo preocupante es que para lograr crecimiento con
justicia social –como también lo dijo en esa ocasión--, debe
modificarse de manera sustancial el «modelo económico» vigente,
que ha tenido como ganadores netos a los grandes grupos
económicos y a las personas más adineradas. Mientras el país –y
no sólo el gobierno-- no se comprometa con un modo de desarrollo
que tenga el bienestar de los hogares pobres y de clase media
como objetivo primordial, con metas cuantificables, tales
propuestas seguirán siendo vana palabrería.
Julio Silva-Colmenares es Director del Observatorio sobre
Desarrollo Humano, Univ. Autónoma de Colombia
Fuente: http://www.actualidadcolombiana.org/boletin.shtml?x=1564
https://www.alainet.org/es/active/12913