La edad de oro

01/08/2006
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Hay más de 2.4 millones de niñas y niños trabajadores en Centroamérica y la República Dominicana. Según informes de estudios sobre la niñez trabajadora realizados por la Organización Internacional del Trabajo, cerca de un millón de ellos son guatemaltecos, con edades que van desde los cinco a los 17 años. De estas niñas y niños trabajadores de Guatemala, la mayoría, indican dichos estudios, se encuentran en las áreas rurales, en donde solo un mínimo porcentaje de ellos puede combinar los estudios con el trabajo. Pese a que las niñas y niños son visualizados como las “mujeres y hombres del mañana”, “el futuro de la patria”; en realidad nada se hace para que así sea. La situación del país en todos sus ámbitos no es para nada propicia para que esas mujeres y hombres puedan aspirar siquiera a vivir con dignidad sus primeros años de vida, los que definitivamente incidirán en su formación y desenvolvimiento en la sociedad. Por supuesto que esta situación de desventaja no es generalizada entre todas las niñas y niños, hay quienes -los menos- sí tienen acceso a salud, educación, alimentación adecuada a su desarrollo, recreación, etcétera; otros ven cubierto parcialmente dichos satisfactores; y otros –los más- uno, dos o ninguno de ellos. Mucho se ha escrito sobre los derechos de la niñez, se han firmado y ratificado convenciones internacionales, se han creado leyes nacionales, pero su situación de desprotección no cambia. Por otro lado, mientras no se resuelvan las grandes brechas de desigualdad imperantes en el país; mientras las políticas diseñadas desde el Estado no estén siquiera en sintonía con la realidad en la cual buscan incidir y mientras los intereses económicos de unos cuantos pesen más sobre los intereses de las mayorías, aquí no cambia nada y podrán pasar mil años y esa niñez de hoy, el futuro del “mañana” continuará padeciendo los mismos males. Pobreza y niñez trabajadora van de la mano. Esa situación de pobreza y pobreza extrema de la mayoría de guatemaltecos, trae como consecuencia no solamente la incorporación de la niñez a actividades productivas, sino también a que desde edades tempranas tengan que asumir grandes responsabilidades como contribuir con la economía familiar. Que las niñas y niños trabajen no significa que la situación económica en sus hogares mejore, si acaso el producto de su trabajo, en el mejor de los casos sólo estará sirviendo para paliar levemente necesidades inmediatas. Lo que se ve hoy es que son cada vez más los infantes que desde temprana edad están asumiendo responsabilidad, donde los juegos, la recreación, no tienen espacio. La edad de oro llamada por José Martí, que debiera estar colmada de sonrisas, juegos, abrazos, salud, educación y amor, es hoy para una gran mayoría de niñas y niños de Guatemala y el mundo, su incursión al mundo del empleo, la explotación, la indiferencia... su bienvenida al mundo de las desigualdades.. - Dania M. Rodríguez Martínez es analista asociada de Incidencia Democrática. Fuente: Boletín Noticias y Análisis de Tendencias Nº 1021 / Incidencia Democrática (Guatemala) http://www.i-dem.org
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