El legado de los pueblos indígenas
- Opinión
El legado indígena: Tradición solidaria y comunitaria de sus ancestros
En el pueblo indígena hay una sabiduría acumulada que se viene traspasando generacionalmente que debe respetarse y revalorizarse…
El Pasado de los pueblos indígenas es también nuestro presente.
En este Ecuador de instituciones débiles y economía dolarizada que naufraga sin remedio en el océano de la globalización, en momentos en que el movimiento indígena ecuatoriano es hoy la novedad política más esperanzadora del Ecuador, en ocasión que sus levantamientos día a día van caminando en la lucha por construir una Nación justa, equitativa, solidaria, honesta y verdaderamente democrática.
Sentimos que es necesario revalorizar los valores del pueblo indígena como un aporte al conjunto de la sociedad y, desde esta perspectiva así como la del cabal aprendizaje de los valores propios del pueblo ecuatoriano, contribuir a la superación de los males que aquejan a este país multiétnico y pluricultural. Los indígenas, visceralmente vinculados a la tierra "Pachamama", se distribuyen geográficamente en Ecuador como lo han estado desde épocas inmemoriales, y la gran lucha que mantienen es la de disponer libremente de las tierras que habitaron y cultivaron antes de que llegara el primer colono invasor.
De norte a sur y de este a oeste el territorio de la República de Ecuador recoge una multitud de pueblos amerindios herederos de antiquísimas y desarrolladas culturas preincaicas que mantienen hoy en día vivas sus tradiciones. A lo largo de la costa y su interior hay comunidades Tsachiles, Awa, Montubias, Cayapas o Chachis y Manteñas. En la región andina se desarrollaron una serie de pueblos cuyo referente histórico más reciente se remonta al período de Integración Regional y de la formación de los Señoríos Étnicos en torno al liderazgo de los Caciques o Curacas.
Estamos hablando de un amplio periodo que abarca desde el 800 A. de C. al 1480 D. de C. Aquí han vivido una serie de magníficos pueblos kichwas como los Caras, Caranquis, Otavalos, Natabuelas, Puruahuas, Cañaris, Salasacas, Saraguros, etc. Dejándonos caer desde la cordillera andina a través de la impresionante "Ceja de la Selva" llegaremos al Oriente amazónico donde subsisten un gran elenco de culturas como los kichwas del oriente, los Secoyas, Sionas, Cofanes, algún pequeño grupo de los antiquísimos Záparos, Shuares y Ashuare (grupos del tronco jíbaro), y los legendarios Huaoranis, entre los que todavía existe un minúsculo grupo apenas contactado y que mantiene una actitud guerrera frente a las invasiones de sus territorios: los Tagahelis o "patas coloradas".
El impulso vital y el legado de los pueblos indígenas habitan en todas esas comunidades, sobreviven sus modos de estar en la tierra, su vivir en armonía con la totalidad cósmica, sus ciencias, sus artes, sus literaturas, sus tradiciones, sus mitos, artesanías, orfebrerías, sus alimentos, sus aderezos, los nombres de las montañas, lagos, ríos, plantas y animales. Esos como tantos otros bienes materiales e inmateriales de las culturas milenarias que en Ecuador habitaron y habitan forman parte de nuestra herencia multicultural. Esos valores han permanecido vivos de mil formas en el minúsculo género humano que somos. Estamos convencidos que algún día, en el más corto tiempo, también habrá de hacerlos suyos gran parte de la humanidad, porque ellos se elevan como el más valioso legado de los pueblos originarios de América: resistencia, convivencia, armonía y solidaridad.
En el pueblo indígena hay una sabiduría acumulada que se viene traspasando generacionalmente que debe respetarse y revalorizarse. Esa sabiduría es milenaria. Durante milenios, los indios de esta América investigaron con mucho cuidado los recursos del continente. Además de domesticar especies animales, cultivaron variados vegetales para obtener alimentos y remedios; utilizaron otras plantas como estimulantes o anestésicos; recolectaron venenos o narcóticos según los efectos que producían en especies animales; por último, optimizaron al más alto grado industrias como la cerámica, el tejido y la orfebrería. Con objeto de apreciar estas inmensas elaboraciones basta medir la contribución de América frente a las civilizaciones del Viejo Mundo.
En cuanto a cultivos y gastronomía no resultan insignificantes la adaptación de cierta variedad de la yuca, mandioca o tapioca a la condición de alimentos básicos como el casabe; si nos detenemos en el maíz vemos que transformaron una simple gramínea en el pródigo vegetal que hoy conocemos, la batata, la papa, habas, trigo, cebada, frijoles, zapallo; diversidad de frutas y plantas como el tabaco, el algodón. La vivienda indígena, por ejemplo, en muchos casos de gran belleza y complejidad. En los medios rurales el campesino indígena sigue utilizando el sistema de chacra, cada una de las familias indígenas posee una chacra que es una porción de terreno destinada a la horticultura, de pequeña extensión (1 a 2 ha), de tipo itinerante, y en la cual se cultivan productos de sustento, sabio método agrícola de aprovechamiento y conservación de los suelos, se guía por las fases de la luna en la siembra, poda y recolección de las cosechas.
La economía de subsistencia se incrementa con la recolección de frutos y con presas obtenidas en las actividades de caza y pesca. La faena comunitaria se expresa en La Minga, paradigma de la fiesta y solidaridad, compromiso y entrega expresado en el trabajo comunitario. Del bosque extraen diversos productos utilizados para la construcción de viviendas, cestería, canoas, utensilios diversos (flechas, remos, pilones, barro para cerámica); productos vegetales y animales para alimentación (miel, larvas, cogollos de palma, frutos diversos); elementos rituales (plumas, tinturas, inciensos, bancos ceremoniales, macanas, collares); productos medicinales y otros.
Por otro lado, los indígenas aseguran su subsistencia a partir de una utilización sostenida y diversificada de los recursos naturales del área, fundada en un conocimiento de la distribución espacial y oferta temporal de los mismos. En la medida que todavía conservan los rasgos fundamentales de su cultura tradicional, garantizan su supervivencia y la conservación del frágil medio ecológico que habitan.
En ámbitos no materiales la contribución no ha sido menor. Creencias y costumbres enraizadas en nuestra cotidianidad e innumerables conocimientos ancestrales perfeccionados con los siglos, perviven en todas partes. Muchas de las fiestas, bailes y representaciones de los pueblos originarios perduran, por ejemplo, El Inti Raymi (Fiesta del Sol) se desarrolla en honor al Padre Sol y la Madre Tierra por el inicio de las cosechas, según el calendario agro-astronómico de la cultura Inca y es la celebración religiosa indígena más importante del país. Pero esta es una fiesta celebrada por muchas otras culturas milenarias alrededor del mundo, aunque con distinto nombre; pues lo que se celebra es el inicio del solsticio que marca el cambio de estaciones a partir de la segunda quincena de junio. Expresiones musicales autóctonas.
En los sectores campesinos e indígenas ecuatorianos, se conserva un indeclinable amor por los acentos de instrumentos ancestrales: rondadores, pucunas, dulzainas, bombos, que utilizaba básicamente instrumentos de percusión y de viento, construidos con materiales propios de cada una de las zonas: caña guadua, materiales vegetales huecos, huesos o plumas de ave para los instrumentos de viento -dulzainas, ocarinas, flautas de pan, rondadores-, troncos, pieles de animales curtidas, lascas minerales para los de percusión -bombos, cajas, primitivos xilófonos- y por una música que aunque suena triste para oídos extraños, continua teniendo una significación propia, ceremonial, para los herederos de quitus, cañaris e incas. Obviamente estas expresiones musicales se encuentran fuertemente influenciadas por más de tres siglos de dominación española. Estas expresiones musicales resultan significativos elementos de muchas de nuestras danzas y bailes populares.
¿Qué podemos agregar sobre sus idiomas de ricas y complejas estructuras y sus literaturas orales capaces ayer y hoy de iluminar la fiesta colectiva? ¿Cómo no apreciar sus mitos, sus narraciones, sus relatos, sus cuentos, sus cantos, sus invocaciones, sus dioses? Desde hace más de 6.000 años los pobladores de lo que hoy es Ecuador hablaban con los dioses en paz y demostraban profundos conocimientos científicos, culturales, religiosos y astronómicos; hombres, mujeres y niños que demostraban un profundo respeto por la tierra, el agua, el viento, el fuego y los dioses, esa es nuestra raíz, esa es nuestra identidad, ese debe ser nuestro orgullo como ecuatorianos.
¿Qué decir de la industria de la cerámica, la cestería y la orfebrería indígenas, que no hayan sido reconocida y apreciada? Basta dar una vuelta por los museos encargados de preservar las antigüedades precolombinas para confirmar el paso conductor de aquellas. ¡Un abanico étnico y cultural tan grande como el de Ecuador es difícil de encontrar! Destaca la silenciosa, pero irreductible resistencia indígena que aprovechó cualquier resquicio de los invasores y dominadores para preservar su cultura y su mundo de tradiciones y leyendas.
El caminar de nuestros pueblos indígenas enfrenta hoy en día las políticas neoliberales que impulsan los grandes centros del capital transnacional a través de gobiernos títeres, puesto que dichas políticas pretenden el desmantelamiento de nuestras culturas milenarias, de nuestros saberes y el despojo descarnado de nuestras tierras, territorios y recursos naturales, acrecentando la pobreza y la migración de nuestras familias, así como la entrega de nuestras riquezas naturales a las grandes empresas transnacionales.
Los indígenas, que estaban en sus tierras antes de que nadie llegara, han logrado grandes avances en cuestiones de reconocimiento de sus culturas, como es el caso de la educación bilingüe para los niños indígenas, el reconocimiento del kichwa como lengua oficial de Ecuador a la par que el castellano. Pero en materia de progreso social a pesar de que existen leyes que ordenan y reconocen algunas de sus tierras, éstas son vulneradas frecuentemente, como es el caso de las comunidades indígenas de la amazonía, debido a las actividades petrolíferas o madereras. Además, en el caso del Oriente ecuatoriano el impacto ecológico y cultural que provocaron las exploraciones y extracciones del petróleo han afectado gravemente a los indígenas. Aparecieron enfermedades nuevas, y en el terreno cultural el contacto agresor e impulsivo ha supuesto en muchas comunidades efectos de quiebra social y psicológica para los indígenas.
El proyecto histórico de nuestros pueblos se construye cotidianamente, junto a las luchas que impulsa el pueblo ecuatoriano para conquistar su liberación y una sociedad más digna, con libertad, justicia y democracia. La base de la lucha de los pueblos indígenas se encuentra en la defensa de la tierra y el territorio, así como en el manejo soberano de los recursos naturales que nace de la madre tierra y que se encuentran dentro de los territorios que les pertenecen o que utilizan de una u otra forma. Asimismo la propiedad comunal de dichos territorios, la organización comunal, el trabajo colectivo o minga, los sistemas de cargos, las fiestas y tradiciones, la organización social y política, los sistemas normativos propios y todas sus expresiones culturales, son los elementos constitutivos de estos pueblos.
La costumbre de nuestros pueblos, su tradición y sus creencias, su cultura y organización comunal milenarias en torno al cultivo del maíz y el trabajo familiar y colectivo, son la guía de nuestro largo caminar. Los pueblos y comunidades indígenas, en diverso grado y forma, han perdido parte de esos elementos que los identifican y les permiten existir como pueblos indígenas, tratando, hoy en día, de recuperar o consolidar dichos elementos a través de la organización propia. Los pueblos indígenas de la Sierra han sido el alma y corazón de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE y su movilización es absoluta cada vez que una lucha reivindicativa lo exige. Asimismo deben contrarrestar todos aquellos factores que debilitan su unidad, su identidad, como es el caso de los partidos políticos tradicionales, de falsos líderes sociales y políticos así como de las diversas expresiones religiosas que han provocado fuertes divisiones al seno de las comunidades y han debilitado el tejido comunal, además de incorporar elementos culturales y organizativos ajenos a la tradición de los pueblos indígenas. Se dice que en el pasado reposan muchas claves del presente.
Acaso por ello esa historia, la de América (El Nuevo Mundo) comenzaba con la llegada de Colón y sus tropas con espada al cinto y fusil al hombro. De allí hacía atrás, para esa historia, sólo existieron seres "salvajes", "inferiores" que luego los distintos gobiernos de turno y la sociedad criolla desraizada los volvieron invisibles. El transcurrir del tiempo y las luchas de resistencia contra los invasores y sus leales, expresó una revelación. Emergieron y emerge, como de un profundo y oscuro lago, una a una, las verdades. En esas verdades y en ese pasado podemos encontrar no pocas claves del porvenir.
- Eduardo Zambrano: Ecuatoriano, investigador social y ensayista
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