Nueva ofensiva contra el MST

14/11/2000
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  • Opinión
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Brasil es un país injusto, solía repetir el presidente Fernando Henrique Cardoso (FHC) durante su primera campaña electoral, pero al llegar al poder tempranamente optó por olvidarse de esta aseveración cuando las víctimas de ese orden de injusticias le salieron al frente con demandas y propuestas para modificar tal realidad. Lejos de establecer un diálogo respetuoso, adoptó una política de cooptación y de represión. En el tiempo que lleva en la presidencia, la relación más conflictiva que ha tenido Cardoso es con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), que en los últimos años ha pasado a constituirse en el movimiento social más importante del país con su lucha por la reforma agraria, uno de cuyos logros radica, precisamente, en haber colocado este tema en la agenda nacional. Por la fuerza de los hechos, el régimen terminó por incluir este tema de la reforma agraria en sus acciones de gobierno, pero, paradójicamente, no para resolver el problema sino para tratar de aniquilar a la principal fuerza que viene impulsando esta causa, el MST. En esta perspectiva, de manera sistemática ha venido sosteniendo una ya larga campaña para deslegitimar y satanizar a esta organización, conjugándola con medidas legales y policiales para criminalizar y reprimir la acción de los sin tierra. En las últimas semanas el Gobierno ha desencadenado una nueva ofensiva para criminalizar al MST. Esta vez, con un operativo secundado por los medios de comunicación del establecimiento, por el cobro de cuotas voluntarias a sus afiliados. Basándose en "revelaciones" hechas por el periodista Josias de Souza de la Folha de Sao Paulo, coincidentemente tras las movilizaciones de los sin tierra a inicios de mayo (ver ALAI 313, 9/05/2000), sobre un supuesto "desvío de dineros públicos" por la aportación del 3% de los créditos rurales que los afiliados entregan a su movimiento, el Ejecutivo dispuso que la Policía Federal intervenga el MST. Además de otras medidas, como la suspensión de la asistencia técnica a los asentamientos, el retiro del registro de varias cooperativas, la apertura de un proceso en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) sobre el pago de las cuotas, etc. La agilidad con que se adoptaron estas disposiciones contrasta con la negligencia -cuando no encubrimiento- frente a las cuentas pendientes que tiene el régimen en materia de desvíos de dinero público, como aquella de la construcción del edificio del Tribunal de Justicia de Trabajo en que se encuentra implicado el ex-secretario general de la Presidencia, Eduardo Jorge. Es más, lo que con el pasar de los días ha quedado en evidencia es que si alguien utilizó indebidamente dineros públicos fue el propio Ministerio de Desarrollo Agrario, a través del INCRA, nada más ni nada menos que para cubrir los gastos de viaje y viáticos del autor de las notas periodísticas que desencadenaron estos nuevos ataques contra el MST. Voces solidarias El pretexto escogido en esta ocasión para arrementer contra el MST resultó tan forzado que las reacciones no se hicieron esperar, tanto en el país como en el exterior. La Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum, emitió un comunicado en el cual denuncia "con indignación a la comunidad internacional los actos violatorios y antidemocráticos en que ha venido incurriendo el gobierno de Brasil con el afán de golpear a organizaciones abanderadas en la justa lucha campesina por el acceso a la tierra, condenando a la miseria a millares de familias de campesinos al denegarles virtualmente el acceso al crédito". Mientras el padre de la lingüística moderna, el destacado intelectual estadounidense Noam Chomsky, en mensaje a FHC le dice: "Escribo para expresar mi preocupación con respecto a las noticias de que el Gobierno estaría presionando al Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra por su política de retener las contribuciones voluntarias de sus miembros, lo cual es una práctica regular a escala internacional de los sindicatos y de muchas otras organizaciones -y que se extiende normalmente a las contribuciones involuntarias como condición de membresía. Espero que no exista la intención de criminalizar al MST de esta u otra forma". Y luego de destacar los logros esta organización, concluye señalando que estos "deberían evocar el orgullo de los brasileños, así como evocan gran admiración y esperanza en otros países". "Al desencadenar coordinadamente una acción represiva y desmoralizadora contra el MST, el Gobierno Federal decidió al fin abandonar el simulacro de reforma agraria, con el cual se venía exhibiendo ante las autoridades políticas y religiosas en el plano internacional", expresa, por su parte, un comunicado público suscrito por el obispo Tomás Balduíno y los catedráticos Fábio Konder Comparato, Milton Santos y Plínio de Arruda Sampaio. Para quienes "El objetivo evidente de esa operación estratégica es liquidar al MST, de la misma forma como fueron liquidadas las Ligas Campesinas en los primeros meses del régimen militar".
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