Seis años de Unasur: un “paraguas” político limitado pero necesario

24/05/2014
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Al cumplir seis años de vida, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) aparece como el organismo de integración más vigoroso y dinámico de América Latina y el Caribe, legitimado como una suerte de garante de la democracia en la región y con anuncios que despiertan expectativas como la apertura del Banco del Sur (postergada desde hace siete años). Se erige también en símbolo de las tensiones en la actual etapa geopolítica global, marcada por el declive de la hegemonía norteamericana y la transición hacia un mundo pluripolar.
 
“Si no existiera Unasur tendríamos una Venezuela incendiada en estos momentos”. La frase del canciller ecuatoriano Ricardo Patiño, quizá algo exagerada, se refiere al rol que viene jugando el organismo en dinamizar el diálogo (en estos momentos paralizado) entre el gobierno bolivariano y la oposición en el marco del intento de desestabilización iniciado el 12 de febrero. Pero da cuenta del “paraguas” político que significa su intervención en situaciones conflictivas.
 
Fue en la Unasur y no en la Organización de Estados Americanos donde los gobiernos latinoamericanos decidieron acompañar la coyuntura venezolana. En la sesión de la OEA del 21 de marzo, con 22 votos a favor y 11 en contra, se decidió no incluir el debate sobre Venezuela. A contrapelo, la Unasur conformó una comisión de tres cancilleres y se metió de lleno a tender puentes en ese país.
 
Con éxitos y fracasos, el organismo ya había mostrado sus reflejos para interceder en conflictos anteriores. Cuando la crispación entre el ex presidente colombiano Álvaro Uribe y el venezolano Hugo Chávez llegaba a su punto máximo, incluso con amenazas bélicas, fue clave la mediación del entonces secretario general Néstor Kirchner para propiciar una reunión entre Chávez y el mandatario entrante Juan Manuel Santos y poner paños fríos al asunto.
 
 También influyó el fuerte rechazo de Unasur al intento de golpe en Ecuador el 30 de septiembre de 2010 para su abortado final. Allí, se convocó a una reunión de urgencia en Buenos Aires y luego los cancilleres viajaron a Quito para respaldar a Rafael Correa. A raíz de este hecho, el bloque aprobó un protocolo adicional que incluye una cláusula de “compromiso con la democracia”. Los cancilleres también viajaron de urgencia a Paraguay tras el golpe parlamentario a Fernando Lugo el 22 de junio de 2012. Aunque allí no lograron revertir la arremetida, días más tarde se aprobó la suspensión de ese país del organismo.
 
 Desde la firma de su tratado constitutivo el 23 de mayo de 2008 en Brasilia, se celebraron siete cumbres presidenciales, 151 reuniones de los diferentes órganos internos y se conformaron diversos consejos: de Defensa, de Salud, de lucha contra el narcotráfico, de Infraestructura y Planeamiento, de Desarrollo Social y Educación, de Cultura, de Ciencia, Tecnología e Innovación, de Economía y Finanzas, y un Consejo Electoral. Está integrada por 12 países: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.
 
 Así y todo, la heterogeneidad de signos políticos en su seno le imprime un carácter limitado a su proyección, expresado en algunas declaraciones “tibias” y en la falta de consenso para elegir al sucesor de Alí Rodríguez Araque en la Secretaría General, cuyo cargo debió haberse renovado en agosto de 2013.
 
Pero en un contexto donde el ALBA como proyecto con horizonte socialista no logra atraer a más gobiernos y una Celac que camina a paso muy lento, la Unasur se muestra como el espacio político en el que los gobiernos progresistas y populares vienen poniendo más energías para avanzar en la integración regional.
 
 Lo que dejó la reunión de cancilleres
 
 El anuncio de la próxima apertura del Banco del Sur, iniciativa que está parada hace siete años, fue la principal novedad que dejó la reunión de cancilleres de la Unasur que se realizó este jueves y viernes en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos.
 
 El Banco del Sur iniciará en los próximos días la apertura de cuentas y contará con 7 mil millones de dólares de fondo. Su objetivo será convertirse en una alternativa a los organismos multilaterales de crédito en la financiación del desarrollo de la región.
 
 En el encuentro, además, se emitió una declaración de rechazo a la injerencia de Estados Unidos en Venezuela, tras la presentación formal de la denuncia por parte del canciller venezolano a raíz de las sanciones aprobadas por el Senado estadounidense. Elías Jaua presentó un documento en el que explica “el plan del golpe de Estado” que se lleva a cabo y señaló que “Estados Unidos ha violado las más elementales normas del derecho internacional”.
 
Los cancilleres también discutieron reformas al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y propusieron que su sede deje de estar en Washington.
https://www.alainet.org/en/node/85787?language=es
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