La libertad, libertad de expresión y guerra cultural
20/04/2014
- Opinión
No podíamos gastarlo todo.
Recuerdo en una ocasión haberme reunido con Wisner
y el Interventor. Dios mío, dije, ¿cómo podremos gastar todo eso?
No había límites y nadie tenía que rendir cuentas. Era increíble.
Gilbert Greenway, agente de la CIA
A propósito del ‘caso’ Bonil, queremos desplegar un análisis que incluya algunos vectores que relacionándolos aporten con elementos al tejido de una estrategia que permita afrontar de mejor manera la constante ofensiva mediática a que está sujeta la Revolución Ciudadana.
Empezamos representando de manera muy rápida la idea de libertad, para luego exponer como actuó la CIA en la Guerra Fría en términos culturales, experiencia histórica que debe conocerse y que permite observar que nada ha cambiado, siguen actuando de la misma manera. Revisaremos velozmente como está la libertad de expresión en los EE.UU, para derivar finalmente en el análisis del ‘incidente’ de la caricatura.
La libertad
La libertad del ser humano no puede reducirse a una sola de sus manifestaciones, la de expresión. Sin embargo, de acuerdo a la supuesta ‘prensa independiente’, pareciera que la libertad de expresión, es el non plus ultra de las libertades. Sin esa libertad, la de expresión, de acuerdo a determinados medios, las demás libertades se relativizan, y las desaparecen.
Las cosas no son así, la idea de libertad es mucho más compleja. ¿Qué entendemos por libertad? Cuenta la historia que Abraham Lincoln se quejaba de que iba a emprender una guerra en nombre de la libertad, sin contar con una buena definición de la misma. A la libertad es más fácil experimentarla que definirla, como sucede con el amor. Todos reconocemos el valor de la libertad, como el valor de la belleza, pero es difícil ponerse de acuerdo en un solo significado.
Más importante que definir a la libertad es asumir que el valor de la libertad es una construcción social histórica permanente. En la Roma imperial con el surgimiento del cristianismo se da un gran impulso a esa idea. Fue la existencia del imperio romano lo que le permitió al cristianismo, originario de la hermandad judía de Jesús, convertirse en una religión mundial. La cultura popular romana situaba a la libertad espiritual en el mismo centro de su teología, su insistencia en la igualdad de todas las personas ante Dios, anulaba simbólicamente toda diferencia entre esclavos y amos.
Epicuro fue el primer filósofo que se planteó el problema del libre albedrío, los cínicos (movimiento filosófico) exhibieron la versión más extrema de la libertad personal, una interpretación antigua de una especie de hipismo, despreciaban el modo de vida de lo que ahora calificaríamos como burgués, eran contra culturales o para ser más precisos, combatían determinadas pautas culturales.
- Mario Ramos es Director del Centro Andinos de Estudios Estratégicos - CENAE
https://www.alainet.org/en/node/84927
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