Manual de Agroecología
09/07/2013
- Opinión
Cuando tenga decidido ponerse a cultivar, el primer año se recomienda sentarse dos veces al día frente a la tierra escogida. Observe atentamente como los rayos del Sol inciden en las primeras y en las últimas horas. Anote donde los pájaros gustan de picotear y si algunos anidan cerca. Sienta los olores que desprende la tierra en primavera y los compara con las fragancias del invierno. Un año completo para creer en la tierra y su infalibilidad. Un año para sentirse a gusto con ella y entenderla; nada más.
El segundo año, o quizás un poco más, será fundamental y Usted demostrará generosidad para con la tierra. Sin pedirle nada de nada es el momento de abonarla con la mejor materia orgánica disponible, bien compostada, al dente. A diferencia de los fertilizantes químicos que microasesinan la vida que la tierra guarda, los abonos naturales son inversiones que no agotan ni se agotan. Tenga en cuenta, además, que numerosas experiencias han demostrado científicamente que disfrutar en este proceso mejora significativamente los resultados.
Durante todo este tiempo es probable que muchas personas -y algunas con gran experiencia- al pasar por su futuro huerto se rían de sus métodos y le digan que está perdiendo rentabilidad. Se recomienda entonces abrir largos diálogos con ellas para compartir su proyecto, en el que las ganancias serán alimentos sanos, salud para la Naturaleza y activación de las economías y los afectos locales. No es fácil pero de nuevo, nos consta, que siempre es posible.
Finalmente llega el momento de iniciar los cultivos que siempre atenderán a las necesidades de su hogar y de la población local. No es el momento de tener grandes expectativas, sino cuidado y paciencia, porque como cualquier otro embarazo, ella –la tierra- todavía necesita más que usted. Agua, Sol y su presencia confiada y atenta son los nutrientes requeridos en esta fase de gestación.
Es más tarde cuando, en un momento impredecible, la tierra se revuelve, toma fuerza y, sin que se sepa cómo se inicia un intercambio solidario entre ella, la tierra/Tierra, y nosotros, sus semejantes.
Así lo explica Vicent Bordera, hacedor de muchas huertas y muchos más hortelanos y hortelanas. «Hay que aprender a respetar antes que a exigir. Lo demás, viene todo rodado. No temas, tendrás producción y será sana. No será exuberante, pero asombrosamente constante. Superará los inconvenientes climáticos; plagas y enfermedades serán problemas ocasionales de los que te podrás desprender con facilidad. Y sobre todo tú, tú te sentirás una persona con más vida»
—-Olvidarnos de cómo cavar la tierra y cuidar el suelo es olvidarnos de nosotros mismos. Mahatma Ghandi—–
- Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. http://gustavoduch.wordpress.com/
https://www.alainet.org/en/node/77536?language=es
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