Prepotencia absurda
09/07/2013
- Opinión
No mueve más que a la indignación el aberrante abuso imperial del cual fue objeto el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma. Ninguna duda cabe de que no importa la investidura y sí priva el estereotipo y la marca con la cual la CIA y los Estados europeos satélite han etiquetado a los líderes democráticos y críticos del neoliberalismo, sobre todo si son de la condición y origen del presidente Morales. Es clásico de las derechas recalcitrantes disfrazadas de civilizadas no solo señalar de sospechosos sino de encubridores, delincuentes y hasta terroristas a personajes que aun críticos del sistema de derechos humanos los asumen y respetan más que los países que los colocan en la cúspide de la democracia, solo que de manera teórica, retórica y sesgada. En el caso concreto del Presidente de Bolivia, irrespetaron totalmente sus derechos individuales y pasaron por encima de tratados internacionales.
El tema de fondo, sin embargo, es quién da la potestad antojadiza de calificar. Se supone que Estados Unidos, tanto como Francia, cuentan con sistemas sofisticados de Inteligencia que no deben dar lugar a sospecha sino a certeza al momento de su actuar. O será que manejos de ese tipo son solamente parte de la conspiración y con los cuales se permiten tejer mentiras que más tarde colocan en la opinión pública como verdades absolutas, por supuesto luego de haber conseguido sus fines de dominio y hegemonía. Hace falta recordar todo el entretejido que alrededor de la fabricación y posesión de armas nucleares realizaron con el fin de derrocar a Sadam Husein, someter a Irak y controlar el Oriente Medio. En ese teatro no solamente se favoreció la industria militar, sino el control sobre el petróleo.
Si bien es cierto lo que alegaron los países para impedir la escala técnica del vuelo del presidente Morales en su territorio es su soberanía, también es cierto que cualquier gobierno autónomo ceñido a los principios sobre los cuales se ha erigido su Estado tienen el derecho de ejercer su soberanía cuando se trata de derecho humanitario. Es el caso del presidente Morales al expresarse en lo relacionado con la solicitud del excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos, Edward Snowden. Bolivia, al igual que otros Estados del mundo, está en su derecho soberano de otorgar, si quiere, el asilo político a Snowden, aun fuera solo por razones humanitarias. Nadie tendría que impedirle ese ejercicio. El hecho grave en contra del presidente Morales radica en que una opinión al respecto le condenó inmediatamente a ser sospechoso y por lo mismo y en lo práctico a ser indeseado en unos territorios cuyas obligaciones internacionales estaban llamadas a cumplirse.
Es una verdadera pena que Estados que se denominan civilizados actúen de manera poco racional. La pregunta es si países como Francia, Portugal, España e Italia hubieran actuado de la misma manera con el Presidente de Estados Unidos o con los presidentes de las mismas potencias europeas a pedido de Bolivia. Lo más seguro es que no, sencillamente porque priva la más absurda prepotencia y discriminación.
Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz
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