Entendimiento Bicentenario vs. Plan Mérida, a la espera de resultados
Frente a la situación de violencia extrema en México, el Entendimiento Bicentenario propone colocar una opción social por encima de la salida militar, para eliminar el caldo de cultivo que nutre a las mafias.
- Opinión
México y Estados Unidos acaban de eliminar por decreto el fatídico Plan Mérida que desde la época del expresidente Felipe Calderón (2006-2012) hasta hoy, exacerbó la violencia armada y nutrió de argumentos al crimen organizado para una guerra intestina que aun se mantiene cobrando vidas.
En el diálogo de alto nivel presido por el canciller de México Marcelo Ebrard y su colega de Estados Unidos, Antony Blinken, y numerosos funcionarios de las secretarías involucradas, la Iniciativa Mérida, básicamente un plan militar en el que Estados Unidos daba asistencia con helicópteros artillados y armas de todo tipo al país receptor.
Además, abría las puertas para actuar con impunidad a la Drug Enforcemenet Adnministration (DEA), la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la U.S. Agency for International Development (Usaid), en general la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, y adicionalmente involucrarse en operaciones internacionales bajo el argumento de su vínculo con el narcotráfico y el trasiego de armas en México.
Inmediatamente que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo, planteó la eliminación de la Iniciativa Mérida, y cambiar su filosofía de asistencia militar como punto básico para combatir la violencia con la violencia, por otra que convirtiera ese criterio en algo secundario o complementario, y lo principal fuera la asistencia financiera e inversiones en programas sociales para atacar sus causas más profundas.
La reunión de alto nivel de esta semana avanzó muchísimo en ese sentido e incluso dio por fenecida dicha iniciativa, pero la experiencia indica que asuntos de una naturaleza tan compleja y arraigada y de tantas aristas, no se elimina por decreto, sobre todo cuando su desmantelamiento implica movilizaciones y cambios en las estructuras de los organismos involucrados.
El planteo presentado tanto por Ebrard como Blinken es claro y positivo, y desde ese punto de vita podría decirse que prevaleció el criterio del gobierno de México sobre el que imperó hasta la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, de colocar por encima de la salida militar a la situación de violencia extrema en México, la social creando oportunidades de trabajo y de bienestar para eliminar el caldo de cultivo que nutre a las mafias.
Indudablemente el nuevo plan Entendimiento Bicentenario expresa en su composición ese objetivo, sin abandonar como complemento acciones coercitivas de corte militar y persecución financiera de los cárteles sin cuyos recursos les cuesta mucho a esas bandas sobrevivir.
En términos muy generales, tanto Blinken como Ebrard, han explicado el Entendimiento Bicentenario en forma coincidente. Su base la conforman tres pilares, cada uno muy complejo y con muchas adiciones. El primero: proteger la salud y seguridad de la ciudadanía de ambos países.
Su complemento es complicado: inversiones en crecientes oportunidades económicas, en particular, para las comunidades vulnerables y regiones, y ese es el elemento central del diálogo para dar a los trabajadores mexicanos y estadounidenses lo que necesitan para competir en la economía del siglo XXI. Tiene otros más.
El segundo pilar es evitar la trata a través de las fronteras y también el contrabando, sobre todo el de las armas.
Aunque Blinken dijo estar comprometido con el rastreo de ese trasiego de armamento con ventas no ilícitas en Estados Unidos, pero sí desordenadas, irresponsables e inmorales, habrá que esperar un plan específico al respecto que no se vislumbra en lo que se ha publicado. No se habla de la demanda mexicana a 11 empresas expendedoras de armas.
El tercer pilar se concentra en perseguir a las redes delictivas transnacionales y es el más apegado a los viejos conceptos de la Iniciativa Mérida, aunque en sus complementos incluye la batalla contra el lavado de dinero, mayor vigilancia del uso gansteril de los sistemas financieros, y la corrupción tribunalicia.
Los tiempos influyen mucho en la ejecución del Entendimiento Bicentenario para que este deje de ser lo más inmediatamente posible un planteo y convertirse en un plan ejecutable. Al gobierno de López Obrador le restan solamente tres años en el Palacio Nacional, en los cuales, como mínimo, debe dejar sentadas las bases de esos tres pilares, y en ejecución los objetivos sociales principales.
Ebrard lo dejó bien sentado es su conferencia de prensa al destacar la importancia que le da México al arranque inmediato de un programa de empleo en Centroamérica que tiene la fórmula el de reforestación Sembrando Vida, y el de aprendices Jóvenes Construyendo el Futuro que ha sido exitoso en Chiapas y Oaxaca. Incluso hasta el embajador de Haití piensa que se debe aplicar en su país, ahora el más dramático emisor de migrantes.
En cuanto al rastreo de armas Ebrard dividió las aguas y dejó en claro que la intención de México no es una presencia física por parte de autoridades de Estados Unidos, sino limitado al seguimiento de qué armas, cantidad, quién las vendió y a qué cliente, sus características, cómo se transportó y cómo se están usando.
Hay una propuesta interesante y es que el día 1 de diciembre las partes presenten un plan más concreto y ver en esa reunión claramente cuáles son las acciones inmediatas a adoptar sobre todo en ese tema del tráfico de armas. La filosofía que prima es que, mientras menos armas, menos muertos.
No obstante, las expectativas se mantienen. El nuevo embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, confesó que un tema central para la Casa Blanca es que la DEA y la Usaid prohibidas en México, vuelvan a ser autorizadas a pesar de que, en especial la última, financian directamente a través de la embajada, a grupos neofascistas vinculados al partido español VOX a través del Partido Acción Nacional y la denominada Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Contrariamente a lo que ha planteado el propio López Obrador en varias oportunidades, Salazar reveló que “estamos trabajando en esto con el gobierno para tener la oportunidad de traer agentes nuestros, incluidos de la DEA, de una manera en la que estamos asociados, porque nos comprometimos a implementar juntos el Entendimiento Bicentenario”.
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