A pesar de los pesares
Al iniciar 2021, se observa en el mundo el doble fenómeno del rebrote de contagios y la saturación hospitalaria.
- Opinión
(294 días de confinamiento)
“La política monetaria y cambiaria de un país
debería estar totalmente al servicio del incremento
de la producción y el empleo, que son el objetivo”.
J. M. Keynes
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Confinamiento es la palabra del 2020, según la Real Academia de la Lengua Española.
Pienso en otra: Virulencia.
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Comienza 2021, que no llega en blanco, a la manera de borrón y cuenta nueva. Aunque quisiéramos.
Empezando por la presencia, acción y desarrollo del virus. ¿Por qué hoy? ¿De dónde viene? ¿Qué tiene que ver la nuestra manipulación de la naturaleza, que tratamos como si fuera nuestro juguete, ajeno? ¿Qué tanto, la interacción con los animales y el hombre? ¿Qué hay de nuestra incursión interesada en la genética? ¿Y el cambio climático?
Al ser un virus nuevo, desconocido, apenas lo estamos descubriendo, conociendo, casi adivinando sus secretos. Y, a través de la vacuna, tratar de mitigarlo y controlarlo. Enorme la responsabilidad de la humanidad.
En tal contexto de incertidumbre, los propósitos de Año Nuevo que invariablemente se hacen para la ocasión –que cumplan o no, ya es otra cosa—, hoy naturalmente se reducen a uno solo: que nosotros y nuestra familia no nos enfermemos. Necesaria premisa de la salud económica. Cuando una gran mayoría no tiene opciones. Para ella, quedarse en casa es quedarse sin comer.
Si existe un año nuevo marcado por anterior –al margen de la continuidad natural del tiempo—, ese es, precisamente, 2021. Innumerables cosas, con la pandemia de Covid-19, cambiaron. En todos los ámbitos y en todos los rincones. Nuestras maneras de ser y estar en el planeta, nuestra casa común.
Pretexto, igualmente, de acelerar el desarrollo tecnológico y que sea universalmente incorporado, comenzando por los hogares.
El acercamiento, de físico y presencial, se hace virtual. Todo, o casi todo, a distancia.
El poder se concentra en un solo dedo o en unos cuantos (de ahí el concepto de lo digital); en última instancia, a un teclazo.
“La nueva forma de relación social es la conexión: quienes no estén conectados tienden a ser excluidos de cualquier relación y condenados a la marginalidad. Siempre que sea posible, los dispositivos digitales (las máquinas) sustituirán todo contacto –todo contagio— entre los seres humanos” (Carlos Fazio, La Jornada, 28/12/2020).
Cada hogar se convierte en una mini prisión y cada habitación en una celda, a fin de protegernos del bicho exterior, pero no de la virulencia intramuros entre cada uno de nosotros y contra uno mismo.
Los habituales distractores, como la televisión y el celular, cada día con más aplicaciones, renuevan e innovan sus contenidos, con el fin de crear una nueva cultura visual y emocional, de la que queda suprimida la reflexión.
Finalmente, se llega al hastío y/o hartazgo, que hace imperiosa la necesidad de salir y pisar la calle, con una sensación cuando Neil Armstrong pisó por primera vez el suelo lunar.
La sensación es extraña: nos encontramos con el otro, igual a nosotros, con cubrebocas y la leyenda: No tocar, ni siquiera rozar, por seguridad, que más que personal es la seguridad del Estado.
El horror económico (Vivianne Forrester dixit) se acompaña, hoy, del terror social, en que la pandemia hace las veces de limpieza social, que se lleva, en primer lugar a los más vulnerables, que son los desechables.
Confinados, queremos ser como Boccaccio, quien en medio de la peste negra que asoló Florencia entre 1348 y 1353, escribió El Decamerón, pero al final quedamos en una mala copia de Mary Shelley, y nos ronda, en la cabeza y alrededor, la figura contrahecha de Frankenstein (1818), que alimenta y se alimenta de nuestros miedos y temores a los otros, y que cuando nos asomamos al espejo somos nosotros mismos. En realidad, la creación del Dr. F. solo quiso ser uno de nosotros.
Se generaliza el trabajo en casa (home office), con lo que significa de cambio de rutina laboral y de disminución de costos.
Con distintos distractores: el perro que ladra, el niño que salta, grita o llora, el celular que no deja de recibir mensajes.
¿Cómo estás? ¿Estás?
Con el refrigerador más cerca, el tradicional primer deseo de Año Nuevo, hoy está de más.
Las elementales precauciones se vuelven miedos y terrores inducidos.
Para escapar o eludir ser un número más de las estadísticas y gráficas. Cuando desde el nacimiento, o antes, sin aún tener nombre propio, somos un número. Nacemos en tal día a tal hora, medimos y pesamos…
Así como el celular es una extensión de la mano, el tapabocas, cubrebocas o mascarilla se ha vuelto en algo más que una parte de nuestro vestuario diario: es nuestro rostro y que nos sirve de coartada.
El aviso preventivo: No salga sin él, es casi obligado, asunto de vida o muerte.
En las grandes ciudades, donde es dificilísima la sana distancia, la única defensa que tenemos parece ser el cubrebocas. Para no contagiar más que para no contagiarse. De ahí que sea, por conciencia social, de riguroso uso.
Su utilización es, en sí mismo, un signo de identidad. Hay de todos los colores y estampados. Lo que en un principio se trata de ocultar la personalidad de quien lo porta, acaba por revelarse nuestra esencia. Recuerda los bailes del Renacimiento, llamados, precisamente, mascaradas. Aditamentos que medio ocultan y medio descubren, que finalmente se convierte en un juego de sutilezas. ¿Qué o quién está detrás?
Antes, en el Viejo Oeste, los malosos se cubrían medio rostro con un pañuelo o, como aquí, con un paliacate. Ahora es completamente distinto. Es asunto de los buenos o, mejor dicho, de los conscientes.
Nos acercamos a aquellos que la portan y nos alejamos de quienes no. Conocidos o no. El virus ha encarnado en cada uno de nosotros, transformándonos en potenciales enemigos cuando, más que nunca, es necesaria la solidaridad social.
Yo te protejo, tú me proteges, nosotros nos protegemos…
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En México, se adelanta la tradicional cuesta de enero… con el oxígeno.
Literalmente, volatilizó el minisalario, “peso sobre peso, hasta llegar a dos”, diría el filósofo Chava Flores.
Una tradición, la de la especulación, que desafía cualquier situación, por exótica, extraordinaria o anómala que sea.
“¿Y la solidaridá, apá?…
“Son las fuerzas del mercado, mi’jo.”
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El filósofo estadunidense Marshall Berman (1940-2013) dijo que: Todo lo sólido se desvanece en el aire, título de un libro suyo (Siglo XXI editores. 1988), que retoma una frase de El Manifiesto Comunista (1848): “Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones entre sí”.
“Vivimos tiempos líquidos en los que se puede afirmar una cosa y hacer la contraria sin alteraciones sustanciales de los músculos faciales y consecuencias políticas significativas. Es la lógica subsecuente al empeño de eliminar la línea que separa la verdad de la mentira, de relativizar todo, de hacer depender la realidad de la manera en que se exprese y se presente a la ciudadanía. De aquí se deriva que la consistencia de las opiniones y de los pronunciamientos políticos no sea muy sólida, pero hay ocasiones en que las contradicciones alcanzan tal envergadura que no es posible ignorarlas” (F. Javier Merino. Alianzas vaporosas en tiempos líquidos. El Viejo Topo. Enero de 2021).
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¡Dame una V…!
Cuando aún son evidentes los estragos de la pandemia de Covid-19 –de hecho en México continuamos en la etapa del brote original, debida a la prolongada y extensa meseta, no en el rebrote—, en las alturas del poder domina una sensación de optimismo, acorde con la función de cualquier político que se respete.
El año cierra con más de 125 mil muertes en México, cuando se nos había dicho que llegar a 60 mil muertes sería catastrófico…
Independientemente de la responsabilidad del gobierno, ¿cuántas de estas muertes, aquí y en todas partes, entran en la estadística de exceso de mortalidad, es decir, demás, y que por tanto pudieron prevenirse, principalmente siguiendo las normas elementales del uso del cubrebocas y la sana distancia?
El pesimismo/realismo está fuera de lugar en cualquier político, con la misión de infundir confianza. Más, cuando nos encontramos en tiempos electorales.
El 28 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador nos inyectó una dosis de optimismo, al decir que nos hallamos en plena recuperación, según sus pronósticos. Y para ilustrarlo, se refirió a una recuperación en forma de V, contra los malos augurios que señalan que la economía mexicana, luego de una caída en vertical de más de 10 por ciento en el funesto año de 2020, se comportaría como una L… en una especie de punto muerto.
El día 2, ya en el 2021, el presidente envía, otro mensaje de optimismo, que fue una especie de mini informe, vía las redes sociales:
“Es importante que se sepa que hay futuro, que a pesar de los pesares, de que hemos pasado una situación muy difícil, llega el amanecer, viene el nuevo amanecer. Y a pesar de la pandemia de la crisis económica, a pesar de los pesares, vamos avanzando en la transformación de México”.
Si se ya recuperaron 600 mil empleos del millón que se perdieron (646 mil empleos formales, IMSS), sólo en el mes diciembre habrían perdido 277 mil empleos debido a la práctica de la subcontratación u outsourcing, informó el mismo López Obrador. El empleo, como vaivén: menos más menos…
Si con la pandemia ya se esperaba que la economía cayera verticalmente, de la misma manera, una vez pasado lo peor, la economía empezaría a crecer y a generar empleos. Proceso que, literalmente, se expresa en forma de V: de la sima a la cima. En ello, el gobierno está ocupado. Pero, contra lo que desea, llevará algo más de tiempo, para recuperar lo perdido.
Lo anterior, tomando en cuenta la regresión en términos sociales del periodo neoliberal, cuyos efectos, de manera inercial, se prolongaron hasta el primer año del sexenio. Si tomamos en cuenta lo que nos dejó el 2020, para remontar la caída acumulada, en cuanto a producción, empleos e ingresos, a fin de apuntalar el mercado interno, y no esperar todo de fuera (exportaciones made in mexico, turismo y remesas).
Se requerirán cambios en la política económica, que incluya lo monetario, cambiario y fiscal, y abandonar la mal entendida austeridad, que no quiere decir no gastar per se, sino hacerlo para alentar la inversión productiva y no al capital financiero especulativo, que estimule el crecimiento, no a partir de limitados ahorros y consumos.
En su video mensaje del 2 de enero, el presidente aseguró que hay recursos para afrontar la doble crisis. Y es que, entre otras cosas, “antes los machucones, los de mero arriba, los que se sentían dueños de México, las grandes corporaciones, bancos inclusive, no pagaban, y ahora todos están pagando”. Independientemente de que evaden/eluden sus obligaciones fiscales, no sin la manita de puerco del SAT (Sistema de Administración Tributaria).
En total, “traemos 65 mil millones de pesos más de recaudación en 2020, respecto de 2019”.
“Imagínense, ya no hay corrupción…”
Informó que a fines de mes llegará la primera dotación de las vacunas de CanSino, provenientes de China, a fin de que se apliquen a adultos mayores; vacuna que, a diferencia de la de Pfizer, es de una sola aplicación. A fines de marzo, estarán vacunados todos los mayores de 60 años.
La meta es que “no falten las camas, que no falten los equipos, que no falten los médicos. Desde luego, lo que deseamos es que nos cuidemos y que no nos enfermemos, por eso, lo preventivo es fundamental”, afirma un presidente sin cubrebocas.
A medida que se siente cierto alivio, con las debidas medidas sociales de prevención y protección y con la llegada de las vacunas, eso da pie a que, igualmente, se atisbe la recuperación económica. Por lo pronto, de más de un millón de empleos formales perdidos, se han recuperado poco más de la mitad.
A mediados de este mes de enero sabremos si esta situación es consistente o, a resultas de los festejos de fin/comienzo de año, no hay un mayor número de contagios y muertes. Depende de cada uno de nosotros.
En tanto, aquí, en un spot (promocional) de campaña, Morena se cuelga de la vacuna, y mientras casi todos esperan su turno a que les toque, otros, desesperados influyentes por seguir su fiesta, ya se vacunaron, brincándose la fila. ¡Qué poca!
“Somos ahora más fraternos, más igualitarios, nos queremos más, porque no dejamos de pensar y no se deja de hablar del prójimo”, asegura Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de los pesares.
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Al iniciar 2021, se observa en el mundo el doble fenómeno del rebrote de contagios y la saturación hospitalaria.
El 4 de enero, Inglaterra restringe su movilidad social, hasta febrero.
“El nacionalismo de vacunas no sólo es injusto, sino que además es contraproducente. Ningún país estará a salvo del Covid-19 hasta que todas las naciones estén a salvó”, envió un mensaje vía tuiter el 3 de enero, Antonio Guterres, secretario general de las Organización de las Naciones Unidas.
El reto, insiste la Organización Mundial de la Salud, es que la vacuna llegue a todos, y sólo a los países ricos.
Cualquier crisis es buena oportunidad de obtener pingües ganancias. Así opera el sistema: es su naturaleza. Y es el caso actual de la pandemia y la vacuna. No importa el país y la empresa. Detrás de la buena voluntad está la rentabilidad, con el nacionalismo como coartada.
“Las naciones que representan solo una séptima parte de la población mundial ya han reservado más de la mitad de los prometedores suministros de vacunas”. Y se recuerda la experiencia del VIH-SIDA en la década de los noventa que dejó fuera del mercado y devastó poblaciones de los países pobres de África.
En 1998, el tratamiento en Sudáfrica costaba más que en Suecia y Estados Unidos, dejando fuera de su alcance a casi toda la población infectada. El gobierno buscó un genérico, pero las grandes empresas, con el respaldo de la administración Clinton, sacaron a relucir las leyes sobre patentes y las normas comerciales, acusando a Nelson Mandela.
Finalmente, se retiró la demanda, pero el liderazgo se desplazó de la OMS a las organizaciones filantrópicas, interesadas, es decir, con grandes intereses detrás y adelante, como las corporaciones farmaceúticas.
“Las preocupaciones sobre el financiamiento y el suministro han colocado a COVAX, la iniciativa global para compartir vacunas contra el coronavirus, en un riesgo muy alto de fallar”. Y es que en los últimos 20 años, menos de uno por ciento de la ayuda sanitaria global se ha dedicado a prepararse para amenazas pandémicas como el coronavirus.
Tomando en cuenta el ejemplo de Canadá, que ha reservado dosis para vacunar a su población más de cuatro veces, y que sólo una docena de países tienen la capacidad para producir las vacunas anti Covid-19, “el acceso global a las primeras dosis dependerá principalmente de si las naciones productoras y ricas acuerdan distribuir los virales en función de las necesidades de salud pública, en lugar del tamaño de la cartera de un país” (Foreign Affairs, 12/29/2020).
Contra lo que pensaba en un principio, dos millones de niños se hallan afectados por el virus.
El 29 de diciembre comienza la campaña de vacunación en Argentina, con la rusa Sputnik V.
Una segunda dosis debe ponerse entre los 21 y hasta los 60 días.
Cinco millones de vacunas llegarán en enero y otras 14.7 millones en febrero, hasta completar las 20 millones acordadas entre Argentina y Rusia.
“Entre marzo y abril de 2021 se estima la suministración masiva elaborada por AstraZeneca, que vendió 22 millones de dosis al país. Incluso se están desarrollando negociaciones con la norteamericana Pfizer, los proveedores chinos Sinopharm y Sinovac, que desarrolla una vacuna que requiere una sola inyección” (TeleSUR, 29/12/2020).
“Pfizer, la trasnacional de moda por su vacuna, genera ingresos anuales por 52 mil millones de dólares y pertenece a la gestora de fondos buitre Black Rock. Sin embargo, al principio de la pandemia fue subvencionada con más de dos mil millones de dólares de dinero público, algo menos de los dos mil 500 millones de subvención que recibió la farmaceútica Moderna” (Katu Arconada, La Jornada, 2/1/2021).
“Un estudio del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades determinó que el número de contagios por Covid-19 en Wuhan, donde se originó la pandemia, fue 10 veces superior al balance oficial anunciado hasta hoy. Según test serológicos efectuados en abril tras producirse el pico de la pandemia, 4.43 por ciento de los 11 millones de habitantes de Wuhan eran portadores de anticuerpos, es decir su cuerpo había reaccionado a la presencia del virus. Ello supone que, según el número de pobladores de Wuhan, unas 480 mil personas fueron infectadas, es decir, 10 veces el balance de 50 mil proporcionado hasta ahora por las autoridades” (La Jornada, 31/12/2020).
En Estados Unidos, Joe Biden se comprometió a vacunar a un millón de personas cada día, pues sólo han sido vacunadas 2.1 millones de las 20 millones a las que se había comprometido el presidente Trump al finalizar el año.
El presidente electo se quejó de un bloqueo de la administración Trump, que vulnera los intereses de EU, dentro y fuera del país. “Simplemente, no estamos recibiendo toda la información que necesitamos del gobierno saliente en áreas clave de seguridad nacional” (La Jornada, 30/12/2020).
Joe Biden fue enfático: “Moveré cielo y tierra para que empecemos a andar en la dirección correcta”…
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… No únicamente para enfrentar la doble crisis, a través de la vacunación y de inyectar recursos a la economía. Queda, como asignatura pendiente, encarar la crisis social, que se manifestó a lo largo del año en Estados Unidos, y que actualizó dos problemas latentes: el racismo y la migración.
Entre el 1 de enero y el 15 de diciembre, el Mapa de la violencia policiaca muestra que mil 66 personas fueron asesinadas en EU por la policía, un promedio de tres cada día.
En relación a otros países desarrollados, significa una tasa per cápita 70 veces mayor al Reino Unido y 170 veces más que Japón.
“A pesar del hecho que, en 2020, la pandemia forzó a los estadunidenses a abandonar las calles, y presumiblemente alejados de problemas, sólo hubo 17 días del año en que la policía no mató a alguien”.
Pero, no es todo. La población negra tiene tres veces más que la gente blanca de ser asesinada por la policía, y aún más estando desarmada.
“Ser asesinado por la policía es la principal causa de muerte entre los hombres negros en Estados Unidos: alrededor de uno por cada mil” (Mint Press, 12/30/2020).
2020: año récord de la violencia de la extrema derecha, lapso cuando “se produjeron más asesinatos y ataques con automóviles”. Destacan “las agresivas manifestaciones callejeras dirigidas por los Proud Boys que alcanzaron un punto álgido, inspiradas en los comentarios de Donald Trump, y que revivieron la oposición al revivido movimiento Black Lives Matter” (La Vida de los Negros Importan).
“Los Proud Boys y grupos similares son los nudillos de bronce de Trump, el arma en el bolsillo que aún no hemos visto. Sabemos que está ahí, los grupos de derecha saben que está ahí, y más concretamente, Trump sabe que sabemos que está ahí. Es el acero dentro de su puño torpe, la amenaza implícita que se cierne sobre toda la política ahora que ha incorporado la supremacía blanca descarada a su identidad política central. Es el brillo que tiene en los ojos cuando se siente intocable”.
Y resuena el mensaje del presidente Trump, quien en septiembre, durante su primer debate con Joe Biden: Stand back and stand by (Retrocede y espera), dedicado a esos Jóvenes Orgullosos, considerado, dentro de los grupos de ultraderecha que apoyan al presidente, “entre los más violentos, peligrosos y armados”; grupos que preconizan la supremacía blanca (Truthout, 12/31/2020).
El Partido Republicano de Arizona hasta tiene una cuenta de twitter: #StopTheSteal (#ParenElRobo).
En estas condiciones, se espera que enero, acompañando a la pandemia, sea un mes violento –si se quiere, virulento—; sobre todo, alrededor del día 20, cuando arriben Joe Biden y Kamala Harris a la Casa Blanca, a reserva de lo diga y haga el berrinchudo Trump, quien sigue alegando fraude en la elección del 3 de noviembre.
The Washington Post revela, el 3 de enero, la conversión entre el presidente Trump y el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensberger, para encontrar uno más de los 11 mil 780 votos, y con ello ganar esa entidad que perdió y que él se niega admitir: “No pasa nada de malo por decir, ya sabes, que has recalculado”, habría dicho Trump.
Dos semanas más…
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El 4 de enero, por motivos de salud, la corte inglesa niega a extradición de Julian Assange a Estados Unidos”. Ese mismo día, México –país de transterrados, decía Adolfo Sánchez Vázquez— le ofrece asilo político.
Como dice Noam Chomsky, con el pretexto de la seguridad nacional, únicamente se trata del intento del gobierno de evitar que el pueblo se entere de lo está haciendo.
Nominan para el Premio Nobel de la Paz 2021 a Assange, junto con Chelsea Manning y Edward Snowden.
Continúa el saldo rojo para la libertad de prensa.
Un total de 50 periodistas fueron asesinados en 2020 (53 en 2019), la mayoría en países que no están en guerra, y cerca de 400 se encuentran presos, según el balance anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF). En 10 años, suman 937 los periodistas asesinados.
Este año, siete de cada diez murieron en países pacíficos o no en guerra, como en México, donde hubo la mayor cantidad de muertes (ocho).
Entre los 50 asesinados este año, 20 investigaban casos de corrupción y/o del crimen organizado.
“El reporte incluye el caso del periodista mexicano Julio Valdivia Rodríguez, del diario El Mundo, de Veracruz, a quien encontraron decapitado en el sureste de México; y el de su compatriota Víctor Fernando Álvarez Chávez, cuyo cuerpo fue cortado en pedazos en Acapulco”.
Con la aparición de la pandemia, “hubo un pico nada despreciable de violaciones a la libertad de prensa, favorecido por las leyes de excepción o las medidas de emergencia adoptadas en la mayoría de los países” (La Jornada, 30/12/2020).
En Guerrero, en el sur de México, se han creado zonas silenciadas, donde los periodistas, por presiones y amenazas del crimen organizado y políticos locales, no sólo han tenido que dejar de informar, sino, de plano, abandonar la entidad o el país. Diarios han tenido que cerrar; y la nota roja y noticias sobre problemas sociales, como el desplazamiento forzado de personas o la tala de árboles, han dejado de publicarse.
Desde el 2000, 14 periodistas han sido asesinados y uno desaparecido en Guerrero.
“Las presiones y amenazas comenzaron con la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, en septiembre de 2014; y aumentaron el hallazgo de fosas en los años recientes, aunque desde siempre ha existido con la disputa de territorio de los grupos delincuenciales” (La Jornada, 3/1/2021).
Definitivamente, la prensa es un combate, la verdad es una batalla, afirma Ignacio Ramonet (Télam, 27/12/2020).
Uno pensaría que con la menor movilidad por la pandemia, los índices de violencia e inseguridad habrían descendido en 2020. Pero no. Los llamados al 911 por la violencia intrafamiliar, particularmente contra mujeres y niños, aumentaron. Y es que, con el prolongado encierro, han crecido los niveles de estrés.
Véase las cifras del grupo Nosotras tenemos otros datos.
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El 26 de diciembre fue el cumpleaños de Alejo Carpentier (1904-1980), escritor y musicólogo cubano, recreador de lo real maravilloso, a través de novelas como El recurso del método, Concierto barroco y Los pasos perdidos. Nació en Lausana, Suiza, hijo de un arquitecto francés y una profesora rusa, que se establecen en La Habana cuando él tiene cuatro años.
Fue el primer latinoamericano en obtener el Premio Cervantes de literatura.
Muy joven incursionó en el periodismo, haciendo crónicas, pero en 1927 fue encarcelado por oponerse a la dictadura de Gerardo Machado, y al año siguiente, salió exiliado a París. Regresó a fines de la década de los treinta a Cuba y en 1945 se instaló en Venezuela, pero en 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, se instaló en la isla caribeña, encabezando misiones cubanas de carácter diplomático y cultural
Es con sus Crónicas Habaneras, en las que Carpentier rescata a la histórica y tradicional ciudad que acaba de cumplir sus primeros 500 años (TeleSUR, 29/12/2020).
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“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionarias (1848-1851) es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal” (Carlos Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte).
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“Nada alteraba el silencio recogido y humilde de la habitación. Los párpados quietos del agonizante hacían pensar que su muerte iba a ser tranquila, sin sufrimiento, no como esas muertes angustiosas en que la casa se llena de terror y hay un deseo tremendo de que todo ocurra de una vez, sin transiciones, para que cese el espectáculo intolerable del moribundo que gime o grita como una encarnación del espanto. Ahora, menos mal, ocurriría todo con dulzura, como una extinción suave y lenta, como sucede como mueren los santos y enseguida se eleva un rumor arrebatado y magnífico, que es una identidad, un júbilo religioso por haber podido contemplar el sobrehumano tránsito”.
De esta forma comienza el breve cuento: La frontera increíble, de José Revueltas.
Es uno de los doce cuentos de La palabra sagrada, antología del autor de El Apando, texto que también aparece aquí, junto con Dormir en tierra y Dios en la tierra, en esta selección hecha por José Agustín, quien también escribe el prólogo.
Heterodoxo tanto en la literatura como en la política, estuvo preso en las Islas Marías a los 15 años, y en Lecumberri, como preso político, en el 68, espacio donde, a partir de la dialéctica marxista, enseñó a pensar críticamente.
Militante del Partido Comunista, del fue expulsado varias veces, en particular, después de haber escrito Proletariado sin cabeza (que leí cuando estuve en El Día, que además de editar libros, tenía una extensa librería que terminó en bodega).
“Antiestalinista en tiempos de Stalin”, por eso mismo Pepe Revueltas fue un marxista crítico, consecuente e incómodo.
Miembro de una familia de artistas –Silvestre, el músico; Fermín, el pintor; Rosaura, la actriz—, además de escribir textos políticos, novela y cuento, incursionó en el cine como guionista. Sin embargo, “se hallaba mal cotizado en la bolsa de valores literarios y era vilmente subestimado, si no es que francamente vetado, por el establishment cultural de la época, que no quería saber de realismo, mucho menos crítico en la literatura”.
Me acuerdo haber visto en el desaparecido Teatro Gorostiza, por Peralvillo, una pieza teatral basada en un cuento suyo: El cuadrante de la soledad.
La frontera increíble tiene un epílogo en forma de diálogo entre Fedro y Sócrates:
Fedro: No oigo nada. Veo bien poca cosa.
Sócrates: Quizá no estás suficientemente muerto.
—José Revueltas. La palabra sagrada. Antología. Prólogo y selección de José Agustín. Coedición: Editorial Era / Asamblea Legislativa del Distrito Federal / Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México. 2014.
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Voy a echar de menos la convivencia que se da en torno a la rosca de Reyes a la que cada año, por estos días, invitan los amigos teatreros Isabel Quintanar y Benjamín Bernal, entre otros, como preámbulo a la Muestra de Amantes del Teatro, que se presenta durante el mes de enero.
¡Salud con chocolate!
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