Libano, otro escenario de revolución de color
- Análisis
*Hezbolá es el principal destinatario de las explosiones de Beirut
*EUA y sus aliados, siguen generando caos para controlar la región
*La multipolaridad avanza con la Nueva Ruta de la Seda china
Tiro de muchas bandas. Un tema que apenas comienza, va en escalada. Complejo, pero con una lógica geopolítica en la zona, los acontecimientos últimos de Líbano.
Porque sigue la desestabilización en la región del oriente medio y Medio Oriente con fines geoestratégicos con varios puntos rojos: por el petróleo, por contener la influencia de Rusia en la zona y por cerrar cualquier opción a China con su proyecto geopolítico de la Nueva Ruta de la Seda; de paso, fortalecer a Israel y pegarle un tiro a Hezbolá, su principal enemigo. ¿También neutralizar a Turquía o abrirle más la cancha?
El pretexto no falta, y en este caso aparece como una “revolución de color” tras la explosión en Beirut, a partir del repudio bien ganado por la elite política y gobernante en ese país: caos sistémico en un Estado comunitario y confesional, por tanto, dividido en el reparto del poder con la corrupción como correa de transmisión.
Es claro: lo que Estados Unidos no consiguió con su brazo armado y de inteligencia, el Pentágono y la CIA, en Siria acompañado por sus aliados europeos, particularmente Francia —también Turquía— y en la región Israel como su principal socio, que pretendía derrocar al legítimo presidente Bashar al Assad, lo intentará en Líbano, si no es el diablo que atiza las brasas.
En Siria el conflicto comenzó con movilizaciones en Deraa, similar a lo que se está armando en Beirut, cuya capital explotó el pasado 4 de agosto causando un daño “atómico”, que asesinó a más de 150 personas, desapareció un número incuantificable todavía, y causando destrucción en un tercio de la ciudad desde su principal puerto en el Mediterráneo comercial y turístico.
Desde luego las indagatorias están en camino, sobre lo que causó el chispazo que hizo estallar el barco chatarra que contenía el nitrato de amonio, misteriosamente no reclamado por nadie hacía cinco años. Si es que el causante no fue solo el nitrato abandonado.
Hay dudas, por ejemplo, que haya sido un artefacto preparado —bomba no nuclear, por aquello del hongo que creó la ola expansiva y destructiva de todo a su alrededor—. Incluso la hipótesis de que el estallido fue causado por visitantes aéreos sigue siendo un misterio, parte de las investigaciones.
La renuncia
Con un problema grave de por medio, que las autoridades libanesas de todos los niveles carecen de la legitimidad necesaria para encarar la destrucción. De facto, las manifestaciones primeras exigieron la renuncia de todo el gabinete, y no se hizo esperar, a sabiendas que la negligencia es uno de los factores posibles o causantes de la catástrofe, porque nada se hizo por aclarar la estacionalidad del barco chatarra en tan estratégico lugar y con tan fatal cargamento. Salvo el primer ministro Hassan Diab quien ha dicho que no renunciará para no crear más caos.
EUA quiere seguir controlando el petróleo de la región. Solo en Oriente Medio tiene presencia militar en una decena de países, como Irak, Afganistán, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Kuwait, Baréin, Qatar, Omán y Emiratos Árabes, con unos 64 mil 400 soldados apostados. Aparte el negocio de las armas, de la guerra.
Hace unos días que, más allá que se sabe apoya a sus “socios” los terroristas desde Isis, Daesh e tutti quanti, Siria acusó a EUA de “robar” de sus pozos petroleros el energético sirio. Con tal cinismo, mantiene tropas en la zona.
Y el interés es por “la perla de la región”, Líbano, para la Nueva Ruta de la Seda china. Es claro que el proyecto geopolítico del dragón avanza a pasos de inversiones directas en infraestructura carretera, portuaria y comercial sin competencia. Y países como Afganistán están recibiendo con beneplácito a los chinos en dicho proyecto. Avanza y seguirá, a pesar de la presencia militar estadounidense.
Sobre Rusia, EUA pretende acorralarla desde la Europa Oriental, no hacerle la guerra porque la pierde —como no ganó la Segunda Guerra, salvo por Hollywood y Rambo—, pero sí acosarle extendiendo tropas y ejercicios militares cerca de la frontera, como en Polonia, tratando de generar un clima de tensión permanente.
El pleito EUA-Rusia en la región de Oriente Medio, fue ganado por Rusia, al no lograr —el pentágono, la CIA, el ejército israelí y recientemente también Turquía con Erdogan a la cabeza— derrocar del poder a Assad en Siria.
Por otra parte, mucho se ha tratado de culpar al movimiento político y armado Hezbolá de cualquier desastre en Líbano, como en este caso de las explosiones en Beirut porque se dijo que tendría un arsenal guardado en el puerto. Y como eso no se probó, luego entonces la condena viene por el asesinato político del expresidente Rafik Hariri en el año 2005.
Tal acontecimiento de febrero de ese año, para los libaneses fue el equivalente al asesinato de John F. Kennedy en Estados Unidos, y entonces se formó el Tribunal Especial para el Líbano (TSL), para dar con los asesinos del político, empresario y multimillonario sunita Hariri.
Veredicto contra Hezbolá
Coincidentemente este 18 de febrero de 2020, dicho Tribunal en su veredicto del juicio a los cuatro hombres acusados de participar en el crimen, uno de ellos —los otros tres fueron exonerados— de nombre Salim Ayash presunto miembro de Hezbolá, le está generando al grupo armado la condena de los estadounidenses, particularmente el secretario de Estado Mike Pompeo.
Apoyado por el también ministro de Relaciones Exteriores saudí, Adel din Ahmed al Jubeir, Pompeo sancionó la confirmación de que Hezbolá solo es “una organización terrorista cuyos objetivos son promover los nefastos proyectos sectarios de Irán”. Y ambos políticos han pedido que el grupo “terrorista libanés” sea “castigado”.
Porque, claro, ambos países aliados ven a Hezbolá como grupo terrorista, siendo que es parte del gobierno en Líbano y es el único grupo de contención militar contra el expansionismo israelí en la región. Como sea, les está saliendo el tiro. No pudieron acusar a Hezbolá de ser el causante de la explosión en Beirut, como tampoco de tener un arsenal en el puerto que estalló, pero le están encontrando el motivo para ir por ellos.
Culpables o no de planear el asesinato del expresidente Salim Hariri, cierto que él quería a los sirios fuera de su territorio, así como de reducir la presencia de Hezbolá en el Líbano, el dictamen del Tribunal Especial para Líbano ya decidió. Y la condena vendrá, si no por las explosiones, sí por el asesinato del 2005 que sacudió al país.
La jugada de muchas bandas en la zona con los acontecimientos últimos apunta a, de todos modos, desestabilizar la región para tratar de ganarles la partida a los promotores principales de la multipolaridad, a Rusia y sobre todo a China.
Pero ni la pandemia, ni las secuelas de la crisis económica que todavía no sale a flote podrán dar al traste con los avances chinos en la zona. Tampoco con la presencia rusa en Siria, el único dique para los avances expansionistas turcos de Erdogan, como imperialistas estadounidenses.
Al final de cuentas, ni los deseos imperiales turcomanos de su presidente tendrán eco. Ni Estados Unidos va a dejar la zona, lo que puede generar los próximos años la disputa abierta incluso militar contra China, como tampoco dejará a su aliado principal que es Israel.
Eso mismo, no deja de lado que países como Irak o Afganistán continúen el repudio a las fuerzas militares estadounidenses. Como tampoco que los invasores estadounidenses sigan robando el petróleo de la zona, Siria incluida.
En los próximos 25 años, China se ampliará en la zona con inversiones, EUA seguirá con sus guerras. ¿Quién gana y quién pierde terreno? EUA, pragmático, le apuesta a las políticas de corto plazo. China no.
Es decir, que Estados Unidos, con demócratas o republicanos, sigue jugando al dominio y el control geopolítico por la vía armada, de las guerras.
En tanto los baluartes de la multipolaridad le apuestan a la expansión de la globalización con inversiones y desarrollo en países que el decadente imperio no realiza.
18-19 de agosto de 2020.
- Salvador González Briceño es Director de geopolítica.com
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