Democracias liberales: narco-estados o neofascistas
- Opinión
(154 días de confinamiento)
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Desde que, en los primeros días de su administración (diciembre de 2006), Felipe Calderón le declaró la guerra al narcotráfico, una de tantas modalidades del crimen organizado, lanzando a las fuerzas armadas a la calle, con el propósito de arrebatar o recuperar territorios controlados por carteles de la droga, se tuvo que calibrar el poderío del enemigo: un estado dentro del Estado. Éste ya no tenía el monopolio de la violencia.
Muchos carteles se diversificaron y hasta su estructura y operación se convirtió en un negocio transnacional. En esta condición, se negoció y se pactó, hasta llegar al extremo de la colusión: se protegió a uno o unos, en contra de los demás. Si floreció la producción, la oferta y la protección de este lado, es que allá, del otro lado de la frontera norte, en Estados Unidos, existe una oferta segura, cautiva, y la complicidad de autoridades que permiten el libre flujo que permite ganancias extraordinarias.
Por eso, es relevante la declaración presidencial en su mañanera del 10 de agosto: el reconocimiento de México como “un narcoestado, porque estaba tomado el gobierno (entonces de Felipe Calderón); quienes tenían a su cargo combatir la delincuencia estaban al servicio de la delincuencia, mandaba la delincuencia, era la que decidía a quién perseguir y a quién proteger”.
Un fenómeno similar a cuando la tecnocracia asaltó el poder, desmanteló el Estado de bienestar por ineficiente, que fue el erigido bajo la bandera del nacionalismo revolucionario, a partir del régimen de Lázaro Cárdenas (1934-1940), y sustituido por el régimen neoliberal a partir de diciembre de 1982.
Una tecnocracia educada en Estados Unidos, que impuso la doctrina neoliberal (con Carlos Salinas desde la Secretaría de Programación y Presupuesto de la presidencia de Miguel de la Madrid), cuyo laboratorio fue la dictadura pinochetista que en septiembre de 1973, que derrocó al régimen constitucional de Salvador Allende, con la complicidad de Estados Unidos, desde el Departamento de Estado.
El dogma neoliberal postulaba que el mercado lo hace mejor que el Estado. A la vuelta de la esquina, en México, luego de seis sexenios, se vio lo falaz de esa apreciación: escaso crecimiento económico, y los pocos beneficios de la apertura económica y la integración a EU trajo como resultado una mayor desigualdad social. “Fue un periodo de saqueo”, reconoce el presidente.
En este contexto floreció una economía paralela: la que gira alrededor del narcotráfico que, no por informal e ilegal, deja enormes ganancias. Junto al narcoestado se desarrolló una narcoeconomía, que ha mantenido a flote a muchas comunidades y familias.
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Trascendió, el 11 de agosto, que Emilio Lozoya, Emilio L, entonces encargado de las finanzas de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto habría recibido de Odebrecht, primero, 4.5 millones dólares directamente para su campaña, y después, ya en el gobierno, otros 400 millones de pesos para repartir dinero con el objetivo de que se aprobara la reforma energética, dentro del Pacto por México.
Reiteró que sólo fue un instrumento –intrumentalizado—, que sólo cumplió órdenes, que fue usado, primero para la campaña presidencial de 2012 y después, ya en el poder, desde la emblemática y estratégica Petróleos Mexicanos (Pemex), asegurar que la reforma pasara en el Congreso y, con ello, asegurar el negocio para la empresa brasileña.
En la práctica, la reforma, mejor dicho, la contrarreforma energética significo dejar en la inanición presupuestal a Pemex, en vías de convertirse en una empresa chatarra, a favor de la privatización del sector. Como afirma Arturo Huerta, del Posgrado de Economía de la UNAM, la privatización “fue derivada de la política de austeridad fiscal (superávit primario, donde el gobierno gasta menos que sus ingresos, excluido el pago de la deuda) que viene predominando desde 1983, que llevó a los gobiernos a dejar de invertir en Pemex la CFE (Comisión Federal de Electricidad y en infraestructura, por lo que abrió las puertas de inversión al capital privado nacional y extranjero” (La Jornada de Oriente, 11/8/2020).
Tarde, como es nuestra costumbre, las triquiñuelas de Odebrecht en México saldrán a la luz, cuando en otros países, como en Brasil y Perú (donde se suicidó el ex presidente Alan García), hay encarcelados de alto nivel.
Como sucede siempre, el juicio mediático precede al proceso judicial, pero como bien dice, el 12 de agosto, el presidente: “Tiene que haber un sustento, pruebas, testigos. Se habla de un video, yo quisiera verlo, como todos los mexicanos”. Y para no involucrarse, por aquello de que la fiscalía es autónoma. Para no condenar a los ex presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, López Obrador se aplica la de Pilatos: lavarse las manos, y se inclina por el juicio de un tribunal popular… Todo, bajo el debido proceso.
“A mí lo que me más me importa es que moralicemos México”.
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El 11 de agosto, Joe Biden elige a Kamala Harris, senadora por California, como su compañera de fórmula del Partido Demócrata para la próxima elección presidencial del 3 de noviembre. Nació en 1965 y en 2003, fue elegida fiscal de distrito en San Francisco y en 2010 en fiscal en California, antes de llegar al Senado en 2016.
“Mi nombre se pronuncia comma-la’, como el signo de puntuación. Significa flor de loto, el cual es un símbolo importante en la cultura india. El loto crece bajo el agua, la flor sale a la superficie, mientras sus raíces quedan firmemente plantadas en el fondo del río”. Una explicación que aparece en su temprana biografía, de 2019 (El País, 13/8/2020). (El País, 13/8/2020).
Harris, en sus tiempos de procuradora del estado más rico del país –California, la quinta economía del mundo—, se asumía como una fiscal progresista. Harris “ha sido una líder en justicia penal y matrimonio igualitario. Se ha centrado en las desigualdades raciales como resultado del coronavirus”, dijo Biden.
En marzo, había afirmado que “hay varias mujeres preparadas para ser presidente mañana”.
En uno de los debates entre precandidatos a la nominación presidencial demócrata, Harris fue particularmente dura con Biden, al recordar que “había una niña en California que era parte de la segunda clase para integrar las escuelas públicas y la llevaban en autobús a la escuela todos los días. Esa niña era yo”. Duro comentario en ese momento, pero que un año después no contó a la hora de decidir quién lo acompañaría en esta aventura electoral.
En un primer momento apoyó la iniciativa de ley; Medicare para todos, de Bernie Sanders, pero después la abandonó, cuando, en medio de la pandemia, hay un desastre en el sistema de salud. Pero, está a favor del programa: Cubrebocas para todos, de Sanders. También, favorece que se den dos mil dólares para quienes ganen menos de 120 mil dólares anuales, como ayuda económica durante la crisis (Daily Beast, 8/11/2020).
Nació en Oakland, de padre jamaiquino y madre india (de la India), poniéndose más el acento en su ascendencia afroamericana. Pero, que no se olvide Martin Luther King abrevó en Mahatma Gandhi.
El 12 de agosto, en su primera aparición al lado de Joe Biden, Kamala Harris dijo: “Mi madre y mi padre vinieron de lados opuestos del mundo para llegar a Estados Unidos, una de la India y otro de Jamaica en busca de una educación de clase mundial. Pero lo que los unió fue el movimiento de derechos civiles de la década de los 60. Así es como se conocieron, como estudiantes en las calles de Oakland (California), marchando y gritando por esto que se llama justicia, en una lucha que continúa hoy” (Time, 8/15/2020).
Es pertinente citar aquí a Engels, quien, en el Anti-Düring (1878), valora a la libertad y la igualdad como derechos humanos, pero como “es significativo el carácter específicamente burgués de estos derechos humanos, que la constitución estadunidense, la primera en reconocer los derechos del hombre, al mismo tiempo confirma la esclavitud de las razas de color que existen en América: los privilegios de clase están prohibidos, los privilegios de raza sancionados”.
A raíz del asesinato de George Floyd, el 25 de mayo, que derivó en protestas multitudinarias y la represión policiaca, Harris se unió al grupo que busca una reforma de los cuerpos policiacos. De allí que visualice en Estados Unidos tres crisis simultáneas: económica, de salud y racial (racismo sistémico).
Como dice Rolling Stone (8/12/2020): “Es posible que Biden haya seleccionado a la primera presidenta de Estados Unidos el martes” (11 de agosto). Una mujer “inteligente, firme y lista para ser líder. Kamala es esa persona”, subrayó Biden, de 77 años, respecto a Harris, de 55 años.
Las mujeres negras significan un voto leal y confiable del Partido Demócrata: en las elecciones de 2016, el 98 por ciento lo hicieron por Hillary Clinton, mientras que la mitad de las mujeres blancas lo hicieron por Trump.
Hace unas semanas, Harris encabezó un evento para Biden “en Raleigh, Carolina del Norte, “campo de batalla donde el doble atractivo de Harris para los votantes negros y las mujeres blancas con educación universitaria podría impulsar las perspectivas de los demócratas” (Time, 7/29/2020).
Este hecho demuestra que en política no hay tiempo para rencores y que ya tenía contemplada como compañera de fórmula, según lo revelan sus notas personales, donde incluye sus tres objetivos: Restaurar el alma de la nación, reconstruir la clase media y unir al país”.
Dos situaciones la podrían definir: siendo procuradora de California, se negó a condenar a muerte a un joven pandillero que mató a un oficial de policía y amenazó con procesar a los padres de hijos que asistían regularmente a clases, con el enojo de muchos.
Al conocer la elección de Biden, el presidente Trump calificó a Kamala Harris como falsa, aunque tanto él como su hija Ivanka contribuyeron en 2014, cuando Harris se reeligió como procuradora de California (Time, 8/12/2020). Y el vicepresidente Mike Pence diga que el Partido Demócrata ha sido secuestrado por la izquierda radical (The Guardian, 8/12/2020).
Con más de 20 años de diferencia entre los dos, ¿por qué se inclinó Biden por Harris? La conoció a través de su hijo Beau Biden, quien murió de cáncer en 2015, cuando ambos buscaban llegar al Senado por sus respectivas entidades (Harris por California y Biden por Delaware). Beau tenía en alta estima a Kamala, y ese sentimiento se lo transmitió a su padre, que después se confirmó cuando la conoció, siendo él, vicepresidente. “Tenía un enorme respeto por ella y su trabajo”, dijo el ex vicepresidente.
“Pensé mucho en eso al momento de tomar esta decisión. No existe una opinión que valore más que la de Brau y estoy orgulloso de tener a Kamala junto a mí en esta campaña”, aseguró Joe Biden. Palabras que comparte su esposa: “Nuestro hijo habló muy bien de ella y de lo genial que era”. A su vez, Harris dijo de Beau Biden: Era el mejor de nosotros (Daily Beast, 8/14/2020).
Debido a esa brecha generacional, Biden se ve como una figura de transición. En los hechos, habrá que ver si hacia la izquierda o hacia la derecha. Pero, tomando como referente al mismo presidente Trump: ¿qué tanto a la derecha se pudiera transitar más? Sobre todo, con un brote social en aras de convertirse en un amplio movimiento. En tales condiciones, la elección será más un voto anti Trump que a favor de Biden-Harris.
La abogada y activista Malaika Jabali no se siente muy entusiasmada por Harris, y recuerda como, siendo procuradora durante la crisis de 2007 y 2008, cuando miles de personas fueron desalojadas de sus casas a causa de ejecuciones hipotecarias, en cambio no procesó a Steve Mnuchin, director de One West Bank, acusado de fraude hipotecario,
Aunque se considera como una liberal moderada, algunos la consideran, dentro del Senado, la política más progresista, sólo detrás de Elizabeth Warren. Al conocer la decisión de Biden, Hillary Clinton se mostró encantada, y Barack Obama la consideró “la socia ideal” para Biden.
Después de todo, el Partido Demócrata se inclinó por (ante) el statu quo de Washington, observa Alan Macleod. Gente de izquierda la ven como una policía de alto nivel. Y en el extremo se la mira como “un algoritmo político, programado por el lobby israelí”.
Se cita a The New Times, que muestra que Harris, como fiscal, mantuvo condenas erróneas debido a “la manipulación de pruebas, el falso testimonio y la supresión de información crucial. En 2014, su equipo legal argumentó que si se liberaran presos con mínimas penas, California “perdería una importante reserva de mano de obra barata”, incluyendo a bomberos que perciben un dólar la hora por apagar fuegos mortales” (Mint Press, 8/12/2020).
Willian Rivers Pitt mira la contienda electoral de 2020 como una carrera entre la centro-derecha y la extrema derecha. “Biden/Harris es, en numerosos aspectos, la candidatura presidencial demócrata más inclinada a la derecha que personalmente he visto”. Por eso, Trump y su equipo van a requerir un pincel de propulsión nuclear para pintarlos de extrema izquierda. “Wall Street está satisfecho con la elección de Biden”. (Truthout, 8/12/2020).
“Biden sabe que al construir un equipo fuerte, es imperativo rodearse de personas que no tengan miedo de decir exactamente lo que piensan, especialmente cuando piensan que estás equivocado. Harris tiene las agallas de hacer eso por Biden, al igual que éste lo hizo por Obama. Puede ser el papel más importante que puede desempeñar un vicepresidente. Y en los últimos años, hemos visto lo que sucede cuando un vicepresidente (Mike Pence) insiste en que un emperador desnudo está completamente vestido”, dice Michael Bloomberg, quien fue precandidato demócrata (El Financiero, 12/8/2020).
A propósito, “Biden ha prometido que no habrá indultos para Trump si gana, no ‘mirar hacia adelante’ y alejarse de los crímenes de esta administración”, dice Rivers Pitt, quien subraya una declaración machista del presidente: Biden ha insultado a los hombres al elegir a Harris (!!).
Dos lecciones se pueden inferir, hoy en día: 1) Joe Biden, que fue vicepresidente de un afroamericano (Barack Obama), eligió como su vicepresidenta a una afroamericana, que pudiera ser la primera presidenta. En momentos tan decisivos y candentes para Estados Unidos, es una espera de más 400 años para una comunidad, pero también un ejercicio de real politik. 2) Con la bendición del capital financiero, la dupla demócrata estaría lista –a despecho del movimiento contestatario Ocuppy Wall St. que emergió de la crisis de 2008, cuyo candidato natural parecía ser Bernie Sanders— a ocupar la Casa Blanca.
En medio de la triple crisis, económica, de salud y racial, se prevé que será una campaña plena de insultos y descalificaciones, tanto personales como ideológicas y programáticas.
“En este entorno tenso, un candidato demócrata de centro-derecha con dudosas dotes de justicia social se enfrentará a la administración presidencial más descaradamente fascista de la historia”, concluye William Rivers Pitt.
“Nerón tocó el arpa mientras Roma ardía; Trump juega golf”, dijo Bernie Sanders, el 17 de agosto, en la noche del primer día de la Convención Nacional Demócrata, virtual. Por parte, Michelle Obama afirmó: “Si cree que las cosas no pueden empeorar, créanme que pueden”.
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La pandemia, como era obvio, ha cambiado el panorama electoral en Estados Unidos. Joe Biden, vicepresidente con Barack Obama, al postularse hace un año lo dijo que la elección es “una batalla por el alma de la nación”. Pero, también, “ha traído una nueva urgencia a temas como el acceso a la atención médica, la desigualdad y la red de seguridad social, al tiempo que ha elimina los temas preferidos de Trump, como los de inmigración y comercio” (Time, 8/6/2020).
Aunque la gente se inclina más por la salud y el uso del tapabocas, tal y como sucede allí y en todas partes, no todos siguen y respetan las condiciones mínimas de sanidad. Por ejemplo, el regreso a clases de manera presencial, que en Estados Unidos que está realizando y que puede ser caótico. Así lo muestra un reportaje de una escuela en Georgia, con pasillos abarrotados de estudiantes, muy pocos con tapabocas. Y por subir esas imágenes por la red, alumnos tan sido suspendidos temporalmente (Truthout, 8/7/2020).
Al menos Biden-Harris ya tiene el voto de Sharon Stone. A raíz de que su hermana, Kelly, contrajo el Covid-19, la actriz se unió al grupo que hace campaña en pro del tapabocas (The Guardian, 8/17/2020).
Como si no tuviera suficientes problemas –muchos de ellos creados por él mismo—, el presidente Trump abrió otro frente, con su intención de dar un financiamiento de emergencia al emblemático Servicio Postal (USPO, fundado en mayo de 1775, rememora The Progressive) y uno de los más eficientes del mundo (pero, ahora una tarjeta me llegó tres meses después). Él se opone al voto por correo, con la pandemia presente, mucha gente preferirá sufragar por ese medio que acudir directamente a las urnas. Su apuesta es que una baja votación juega a su favor, a fin de mantenerse otros cuatro años en la Casa Blanca. Según el mandatario, una copiosa votación por correo, esto conducirá a un gran fraude electoral.
A la tensión entre salud y economía, Trump ha agregado la electoral. Así lo perciben tanto Barack Obama como Bernie Sanders. El presidente “está obligando a la gente a elegir entre enfermarse, incluso morir, o votar”; con ello, “está moviendo nuestro país en una dirección autoritaria”, dice el senador independiente por Vermont, que agrega en un tweeter: “No dejaremos que Trump sabotee el Servicio Postal o que destruya nuestra democracia”. El ex presidente ve un intento de socavar parte de la infraestructura de la vida estadunidense: el voto (Truthout, 8/15/2020).
Se piensa que, en caso de perder, hará lo imposible por anular la elección, y hasta el 20 de enero, día que comienza el periodo presidencial, tendrá tiempo suficiente para favorecer sus intereses.
En pleno rebrote, y a dos semanas de que se inicie el ciclo escolar, la Academia Estadunidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) informa que en las últimas dos semanas de julio, 97 mil niños dieron positivo al Covid-19 (Los Angeles Times, 8/5/2020).
Estados Unidos está perdiendo la guerra contra el Covid-19, debido a una serie de factores, entre los que sobresalen un fracasado liderazgo político y desconfianza hacia los científicos. También allá se da la polémica sobre el uso no del tapabocas, a partir de la postura indolente del presidente. Y habla acerca de “encuentro violentos entre los escépticos y los usan”. Sin contar, el asunto de las pruebas, insuficientes y con dos semanas para dar los resultados. En fin, “para Trump, el número de casos no es una cuestión de salud pública, es más como un puntaje de golf”, en que el hoyo 18 es el 3 de noviembre (Time, 8/13/2020).
Donald Trump y Jair Bolsonaro (Brasil) encabezan la lista de líderes autoritarios o nacionalistas de derecha, cuyos países “han intensificado la pandemia, creando más muertes e incertidumbre”. India y Rusia siguen en la lista. “La respuesta de cada líder ha estado marcada por la prisa por proteger la actividad económica y promover la normalización de una plaga mortal sobre los medios de vida y la salud de los trabajadores”.
En el caso particular de Estados Unidos, “debe reconocerse la cosmovisión neofascista emergente, que se reduce al desprecio cínico por la vida de los ‘ordinarios’, es el catalizador de casos y muertes”. Al 13 de agosto, más cinco millones de casos y más de 163 mil muertes, con obligaciones en alquiler, renta y deuda en puerta. “Mientras eleva una gigantesca redistribución de la riqueza, Trump amenaza con retener los fondos de las escuelas” (Truthout, 8/16/2020).
Aquí, en México, continúan los dimes y diretes en torno a la pandemia: más sobre la estrategia gubernamental que sobre la responsabilidad de la gente. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha tenido que cambiar la presentación de sus gráficas, de líneas a barras, para tratar de convencernos de que ya se aplanó la curva. Aparecen nuevos nombres que acompañan a Susana (Distancia): Prudencia (color naranja), Esperanza (color amarillo) y Aurora (color verde).
No se diga sobre el uso del tapabocas. Mario Molina, Premio Nobel de Química, aconseja a los presidentes López Obrador y Trump que se lo pongan; ellos renuentes, berrinchudos, que debieran predicar con el ejemplo.
“La ciencia ya nos dice lo que tenemos que hacer, desafortunadamente la política aún no”.
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Ahora que estamos en tránsito a una nueva normalidad, recomiendo la lectura de Persona normal, de Benito Taibo. Que sirva de guía hacia una plena normalidad que, se insiste, ya no es la de antes, sino una nueva (¿mejor?) a la que muchos se resisten, al no hacer uso de algo tan elemental como el tapabocas.
El 13 de agosto, día de San Hipólito, fue el aniversario 499 de la caída de la Gran Tenochtitlan (sin acento, como sugería Salvador Novo). Sobre ella se edificó otra ciudad, ésta colonial: la Ciudad de México, que “de su tráfago y concurso, / lo que en ella se vende y se contrata / ¿en qué suma cabrá o en qué discurso?”, cuenta Bernardo de Balbuena en Grandeza Mexicana, de1604 (Biblioteca del Estudiante Universitario. UNAM), y que por un ancestral centralismo, heredó su nombre a todo un vasto territorio.
También, el 13 de agosto, es el Día Internacional de los Zurdos y el Día de Acción contra el Socialismo.
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