EEUU: Hechos que deshumanizan

05/06/2020
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Imagen: https://choco7dias.com
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Uno de los actos recientes que rebajan la condición humana es, sin duda, el asesinato, en los Estados Unidos, del afroamericano George Floyd, expresión viva del “racismo o exclusión” encajada en las estructuras sociales y reflejada no solo en las conductas concretas de las personas, sino también en las condiciones de vida que genera. No se trata, por tanto, de abusos, excesos o errores en el ejercicio policial. Es racismo sistémico que mata y esa muerte tiene diferentes formas. El asesinato de Floyd es una de ellas. De momento, no ha quedado impune gracias a la presión del movimiento social y cívico. Su lucha es legítima, necesaria y encomiable.

 

Pero el racismo también produce muerte por exclusión. A modo de ejemplo citemos lo que podríamos llamar la tríada de la inequidad que niega derechos fundamentales de los afroamericanos. Primer componente, la desigualdad social. Según el Centro de Investigación Pew, en promedio los negros tienen el doble de probabilidades de ser pobres o de estar desempleados que los blancos. La diferencia de ingresos es uno de los aspectos más notables de esta desigualdad: las familias afroestadounidenses ganan poco más que la mitad de lo que ingresan las blancas.

 

Segundo componente, la tasa de mortalidad doble. En el 2016 esa tasa fue de 11,4 por cada mil nacimientos, mientras entre la blanca fue de 4,9 por cada mil, según lo registrado por los Centros de Control de Enfermedades y Prevención (CDC). Las razones por las que muere un bebé son múltiples, pero hay algunas que tienen que ver con el estado de salud de la madre, sus condiciones de vida durante el embarazo, su estado emocional y la dieta.

 

Tercer componente, esta población tiene también el doble de probabilidades de morir en enfrentamientos con la policía. La tasa de muertes en enfrentamientos es muy superior entre la población afroestadounidense en comparación con la blanca. El 24% de los muertos a manos de la policía son negros, aunque el grupo sólo constituye 13% del total de la población del país. Los adolescentes negros tienen 21 veces más probabilidades que los blancos de morir por agentes de policía. Asimismo, en una encuesta realizada por John Gramlich, investigador del centro Pew, en 2019, el 84% de los adultos negros consultados dijo que la policía los trata peor que a la comunidad blanca. Un dato indicativo más, el 44% de los afroestadounidenses entrevistados aseguró haber sido detenido injustamente por la policía debido a su raza, algo que afirmaron el 19% de los hispanos, el 16% de los asiáticos y el 9% de blancos encuestados.

 

En suma, los afroamericanos tienen, en comparación con los blancos, doble posibilidad de ser pobres, doble tasa de mortalidad infantil y doble posibilidad de morir a manos de la policía.

 

El papa Francisco, en su primera exhortación apostólica, afirmaba que, “cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Y agregaba “que esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”.

 

Revertir los procesos de deshumanización, en este caso, pasa no solo por hacer debida justicia en asesinatos como el de Floyd, sino también por garantizar los derechos humanos básicos de esta población. Y eso, por tres razones: porque son personas humanas, porque son parte de la sociedad y porque son miembros de la única raza: la humana.

 

Desde esta realidad y desde la inspiración cristiana, el discurso del juicio final de Mateo 25, es completado para todos aquellos y aquellas que humanizan el mundo: “”Vengan benditos de mi Padre, hereden el reino preparados para ustedes… porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui extranjero y me acogieron, estuve desnudo y vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y fueron a verme…[Era negro y pusieron fin a la segregación racial”].

 

De nuevo cobran sentido también las palabras de Martin Luther King: “sueño que llegará el día en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos y comprenderán que están hechos para vivir juntos en hermandad. Sueño que llegará el día en que todos los negros de este país, todas las personas de color del mundo, serán juzgadas por el contenido de su personalidad y no por el color de su piel…”.

 

En definitiva, es el sueño que hace del crecimiento de la solidaridad compartida, el fundamento de la humanización.

 

Carlos Ayala Ramírez

 Profesor del Instituto Hispano de la Escuela Jesuita de Teología (Santa Clara University). Profesor de la Escuela de Liderazgo Hispano de la Arquidiócesis de San Francisco CA. Profesor-facilitador del “Certificado de liderazgo Hispano (Boston College).

 

 

 

 

 

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