Jalisco, la cuarta economía de México con 7.1% del PIB nacional, y uno de los 31 estados y la Ciudad de México que lo integran, es gobernado por Enrique Alfaro, del Movimiento Ciudadano cuando así conviene a sus proyectos para julio de 2024, posteó en redes sociales lo siguiente:

“Después de unos segundos abrí los ojos y encontré una respuesta a mis dudas. Estaba frente a mí, Natalia (su hija menor), una de mis cuatro razones para nunca rendirme. Sonreía y abrazaba a un elefante de peluche. Levantó los brazos para que la abrazara. Luego llegó mi güera y luego mi Joss. También vi a mi alrededor. Estaba en Casa Jalisco, donde la gente me puso para ser gobernador, estaba en el lugar en que siempre soñé estar. Dios había decidido que me tocara estar al frente de esta crisis en mi estado por alguna razón y entendí que no nos iba a dejar solos”, escribió el gobernador.

Y remató el que, a falta de capacidad y talento para enfrentar la pandemia en Jalisco, se traviste de crítico sistemático pero cuidadoso del presidente Andrés Manuel López Obrador y del subsecretario Hugo López-Gatell, vocero del gobierno para la pandemia de Covid 19:

“Ni madres que nos vamos a rendir… Es por ellos, por nuestros hijos, por nuestros padres, por los que amamos… Es por la gente consciente que cumple con su responsabilidad y también por los pendejos que siguen sin entender”.

Alfaro Ramírez no pudo eludir la tentación de imitar a sus antecesores, a panistas como Emilio González Márquez, de insultar a la ciudadanía, quien en 2008 mandó “a chingar a su madre” a quien no le pareciera un donativo de 30 millones de pesos tomados del erario para la construcción del Santuario de los Mártires. El blanquiazul estaba ebrio y acompañado del cardenal Juan Sandoval Íñiguez.

Ni siquiera en la borrachera se puede escudar el soñador y seleccionado por dios, no por la ciudadanía, para explicar su trato a una parte de los gobernados al reducirlos a: “Pelo que nace en el pubis y en las ingles”. O “Persona sinvergüenza o despreciable”.

Agresividad e intolerancia gubernamentales al anunciar en 10 minutos su draconiano plan de “Por el bien de todos, tolerancia cero” para imponer el confinamiento obligatorio, porque convencer no es su fuerte, como lo evidencia su alianza con la mafia de la Universidad de Guadalajara que jefatura Raúl Padilla, a quien antes criticaba.

Queda clarísimo que una cosa es hacerle al opositor de las estrategias y planes de la Secretaría de Salud federal frente al Covid 19, negar la entrega de información estatal, otra son los amagos de romper con el pacto federal –provocación que sólo se atrevió a anunciar Roberto Madrazo para chantajear a Ernesto Zedillo, el defensor de la “democracia liberal y la economía de mercado” (neoliberalismo) junto a la Fundación Libertad; y otra muy distinta hacer compras a lo borras a un empresa China que resultó “patito”, ni siquiera contestaron las llamadas telefónicas de los funcionarios de Alfaro y se quedaron con millones de pesos de los jaliscienses.

Y es normal porque los excesos demagógicos, los sueños y actuar como elegido por dios (Jesucristo, Alá, Mahoma, Yahveh) conduce a lo que un tapatío replicó: “Híjole, mano, por un momento pensé que estaba leyendo un capítulo de La rosa de Guadalupe. Casi me sacas las de cocodrilo, pobrecito, te debiste haber sentido sumamente vulnerable, rodeado de los lujos de Casa Jalisco, con decenas de elementos cuidándote, con un refrigerador lleno y la cartera igual. Esa es la realidad de la mayoría de jaliscienses, ¿verdad?”

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