Piñera se juega al todo o nada
- Opinión
En un ambiente de crispada expectativa y generalizada desorientación, el país aguarda con talante sombrío y agarrotado, el embate de la doble ola, de la crisis sanitaria y la crisis económica, previsto para fines de abril, o principios de mayo.
Dos tipos de comportamiento resaltan en el manejo de la crisis del gobierno; al menos en la etapa de la velada de armas.
Hay quienes creen que dispone de información que no comparte, y utiliza como insumo en la toma de decisiones. Pero lo visible, en el nivel público, es que tanto la información como las decisiones han sido confusas, opacas y contradictorias, en los tres ámbitos sanitarios comprendidos por la emergencia: la infraestructura, en este caso, el número de ventiladores mecánicos disponibles; el diagnóstico, vale decir la cantidad y calidad de los exámenes de detección; y el tratamiento; o sea, el aislamiento sanitario, sean aduanas o cordones sanitarios y cuarentena, parcial o total.
En segundo rasgo distintivo del gobierno de Sebastián Piñera en la previa de la eclosión de la pandemia ha sido su absoluta falta de escrúpulos, y su proverbial sentido de la oportunidad, en el aprovechamiento de la momentánea parálisis del movimiento social y los trabajadores organizados, para imponer hasta las heces la agenda del neoliberalismo estratégico, completar el Plan Laboral de su hermano José, y arrasar con lo que quedaba en pie de los derechos colectivos del trabajo; todo por cierto, en nombre del bienestar y la calidad de vida de los trabajadores.
En una apuesta muy riesgosa, escogió liberar al capital de su vínculo con el trabajo, sin detener el aparato productivo; lo que, en la práctica, se manifiesta de dos maneras.
El empresario que no pueda resistir la crisis, queda facultado para detener su actividad productiva o comercial, sin costo laboral. Pero el que quiere y puede, tiene a su disposición no solo la dotación laboral, sino también la infraestructura pública y de servicios, necesaria para mantener la actividad. De hecho, ni las transnacionales del cobre, ni el sector de la gran industria, ni los servicios, ni el sector financiero, ni el retail, han parado; esto es, el núcleo estratégico del modelo, que por lo demás, recupera el gasto previsional, por la vía de las inversiones de las AFP.
En el primer caso, al costo del deterioro del ingreso de los/as trabajadores/as y sufrimiento de los sectores más vulnerables, los castigados de siempre; y al precio, en el segundo, de la salud de la población.
No hay nada especulativo en ello. Es una opción.
Lo ha dicho sin ambages, el propio Piñera, al ser consultado sobre la cuarentena total:
«Nosotros tenemos que proteger la salud de las personas y la vida de aquellos que están en riesgo, pero también tenemos que preocuparnos que los que estén en casa tengan electricidad, agua potable, telecomunicaciones, medicamentos, alimentos. Los que proponen cuarentena total, yo les digo: ¿y quién se va a preocupar de la generación eléctrica, del agua potable, de los medicamentos? Entonces hay que preocuparse no solamente de cómo protegemos la salud. Cómo protegemos la salud de los chilenos y los abastecemos de los bienes y servicios básicos para la vida». (1)
En el plano sanitario, la apuesta del gobierno, también al filo de la navaja, consiste en manejar la tasa de contagio por debajo de la capacidad de respuesta del sistema de salud.
De momento, la curva del número de contagios y la carga de letalidad se mantienen en el parámetro.
Pero faltan dos o tres semanas para el inicio de la fase aguda de la crisis, según la opinión generalizada.
Entonces se sabrá si la apuesta de Piñera tenía fundamento, porque de lo contrario, podría estar sucediendo una catástrofe social de dolorosas proporciones.
En las próximas tres semanas, el número de infectados debiera asumir un crecimiento exponencial.
En el discurso del gobierno, todo está bajo control.
Pero los datos no lo avalan. Son contradictorios, más bien.
Al momento de redactarse estas líneas, la estadística oficial da cuenta de 8.807 contagiados, 105 fallecidos y 3.299 recuperados, categoría más que discutible, como se verá a continuación.
La capacidad instalada del sistema de salud ha absorbido la presión.
En su reporte del 14 de abril, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, detalló que hay 379 pacientes internados en alguna Unidad de Tratamiento Intensivo, por causa del coronavirus; de ellos, 323 conectados a ventilador mecánico, y que en el sistema integrado de salud público-privado, hay 524 ventiladores disponibles. (2)
Si ese es el techo, habrá problemas, toda vez que la capacidad de respuesta del sistema alcanzará su punto de saturación en torno a los 20 mil pacientes infectados.
Hay un detalle importante a tener en cuenta.
Piñera y Mañalich se jactan repetidamente de la calidad del sistema sanitario chileno para enfrentar la crisis. Pero se trata de un sistema integrado, dirigido centralmente por el Estado, impuesto en virtud de las facultades ejecutivas permitidas por el actual Estado de Catástrofe.
Si esa es la estructura elegida por un gobierno neoliberal para enfrentar una de las mayores emergencias sanitarias en la historia del país, ¿qué justificaría volver a la segmentación preexistente, que no sea el lucro en la salud?
Comedia de equivocaciones
En este tenso equilibrio inestable, no ayuda, precisamente, a contener el pánico, la comedia de descoordinaciones y errores no forzados del gobierno, en que frecuentemente terminan sus estratagemas comunicacionales y juegos de simulación.
Incorregible e incontinente, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, aseguró que el gobierno ha previsto diversos escenarios, todos, naturalmente, bajo control:
«El más grave, uno con 100 mil enfermos simultáneamente, 16 mil de ellos hospitalizados y de ellos, 8 mil en tratamiento intensivo en camas críticas y 4 mil con algún tipo de ayuda o ventilación artificial».
«Es algo para lo cual nos venimos preparando desde enero. Hoy día si usted quiere comprar un respirador artificial no está, había que haberlo comprado en el momento oportuno, eso fue lo que hizo Chile», agregó. (3)
El 29 de marzo, en entrevista con la periodista Macarena Pizarro, de Chilevisión, Piñera dijo que la adquisición de los respiradores había sido en enero. En esa conversación el presidente aseguró que esa era la razón por la que iban a llegar a tiempo, a cubrir la demanda en el sistema de salud:
«Si usted hoy quiere comprar un respirador no existe en ninguna parte. Chile los compró con anticipación. Chile los va a tener porque los encargamos en el mes de enero».
En un mundo interconectado, donde todo se conoce instantáneamente, resulta increíble que Piñera no entienda que antes se pilla al mentiroso que al cojo.
Cifras hiperventiladas
Evidentemente, las cifras reales son diferentes.
El reportaje Registros de Mercado Público indican que se sumarán 1.532 ventiladores a la red de salud, pero no se sabe cuándo llegan, de Ciper; revela que de ese total, 1.434 corresponden a compras, por un total de $23.400 millones, y 98 a arriendos.
De acuerdo con las cifras del reportaje, antes de la crisis, red de salud pública contaba con 1.229 ventiladores. De ellos, entre el 85 y el 90% estaban en uso por pacientes con otras patologías, de forma que quedaban alrededor de 200 máquinas disponibles para la emergencia.
A la pasada, mostró que Piñera volvió a mentir: las compras no se iniciaron en enero. El primer registro de esas adquisiciones remonta al 13 de marzo.
El dato es corroborado por el artículo Piñera aseguró que Chile se adelantó al mundo y compró ventiladores mecánicos en enero, pero el Minsal registra la adquisición solo de uno durante ese mes, del periódico electrónico Interferencia, que revisó las compras públicas realizadas por las subsecretarías de Salud Pública, Redes Asistenciales y Cenabast, en enero.
El único registro en ese mes, corresponde a la adquisición de un ventilador por el Instituto Nacional del Tórax. La compra fue hecha a Andover Alianza Médica SA., al precio de $9.660.000 sin IVA.
Supuestamente, cuando los nuevos 1.532 ventiladores adquiridos en Mercado Público se integrarán al sistema, Chile quedaría apertrechado con 2.663 de ellos.
Todavía a fines de febrero, Mañalich sostenía que Chile tenía «uno de los mejores sistemas de salud del planeta Tierra«.
Según el ministro, además se sumarían durante la crisis: 589 ventiladores por «reclutamiento adicional entre el sistema público y privado», 500 por «reconversión de máquinas de anestesia» que también pueden operar como ventiladores y 200 de uso pediátrico que serán adaptados para atender a adultos.
En las cuentas del ministro, 3.315 unidades.
La guerra de los ventiladores
Hay que sumar todavía 500 unidades donadas por China, que, por virtud de la paradoja, abrieron un ángulo inesperado; sin perjuicio de que inicialmente se habló de mil.
El ministro Mañalich trazó una verdadera trama de espionaje, a propósito del avión de la FACh que iría a retirar la donación, en fecha indeterminada, en plena «guerra de los ventiladores»:
«En relación a la pregunta de la llegada de insumos y las vías por las que estos insumos van a ser ingresados al país, hemos decidido, dado que se ha declarado una suerte de guerra de los respiradores en el mundo, con incautaciones, manejar esa información en estricto secreto, para precisamente proteger la llegada de ese equipamiento a nuestro país».
El Canciller, Teodoro Ribera, le puso todavía más colorinche:
«Traer los insumos es un tema logístico relevante, sobrevolar los territorios soberanos de varios países, tenemos que buscar países con los cuales tengamos mayores aproximaciones y quizás acuerdos. Recientemente, la Cancillería llegó a un acuerdo con Australia, Nueva Zelandia, Colombia, etc., para colaborar en el traslado de medicamentos y los implementos médicos». (4)
Entonces, afloró la primera interrogante: si se necesitaba semejante operativo para traer una donación oficial, ¿qué garantiza la llegada de los 1.532 equipos importados a partir del 13 de marzo, en tiempos en que la aviación comercial y el transporte naviero están, literalmente, en tierra?
En suma, había una capacidad potencial de 3.815 unidades, pero no se sabía cuándo llegarán los dos mil nuevos ventiladores efectivos; ni en qué minuto entrarían en régimen los 700 equipos reacondicionados, anunciados por Mañalich.
Como apunta un observador:
«El 18 de marzo el Presidente dijo que el gobierno estaba preparado para un escenario en que hubiera 100.000 contagiados y se necesitaran 8.000 camas críticas (en otras ocasiones ha dicho que tenemos 5.000 camas críticas y en otras aún, el ministro Jaime Mañalich ha asegurado que podemos atender a 15.000 pacientes, toda una danza de cifras que marea). (5)
En ese confuso escenario, el 2 de abril, el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, señaló en entrevista a Chilevisión que la totalidad de los equipos adquiridos por el Ministerio de Salud estarían disponibles antes del 30 de mayo.
Sin embargo, como la mentira, al igual que la gallina, es de vuelo corto, más aún si se ha proferido con publicidad, no tardó en quedar claro que los ventiladores de marras, aquellos que, según Piñera, salieron a comprar en enero, anticipándose a otros, no eran sino las cuentas de la lechera de la estrategia comunicacional, de que en Chile se hacen las cosas bien, y que el gobierno tiene diversos planes de contingencia.
En efecto, el 9 de abril se supo que, de los seis proveedores comprados por el Estado, cinco reconocieron que era imposible establecer una fecha de entrega de los productos.
Para no perderlas todas, Mañalich dio vuelta el argumento: fue el gobierno el Gobierno el que prescindió de ellos, «porque no son capaces de dar respuesta a nuestro requerimiento». (6)
El plan B del gobierno luce, por decir lo menos, vago y poco transparente:
«Estamos importando directamente como Gobierno, ya han llegado varios de hecho por mecanismos que no queremos revelar porque tenemos esta guerra internacional de los respiradores, que significa que, si no lo hacemos con el cuidado suficiente, esos respiradores van a ser requisados en alguna nación con un grave perjuicio para Chile» .
No mucho más sólida es la expectativa creada con el desarrollo de ventiladores en el ámbito local. El ministro reveló que existen 16 prototipos en desarrollo, de organismos privados, públicos y universidades:
«Hay varios experimentos -los voy a llamar por ahora, esperanzas, tal vez es el nombre adecuado- de fabricación local de respiradores en base a planos de ingeniería que distintas instituciones del mundo han liberado sin patente para fabricar respiradores. Hoy se va a hacer un ensayo con uno de ellos» .
Mañalich sabe que eso es terreno pantanoso, por lo cual agregó:
«No puedo yo, hasta no comprobar efectivamente el funcionamiento y la certificación correspondiente del Instituto de Salud Pública que es muy estricta, decir que esta va a ser una solución porque sería levantar una esperanza que no corresponde a este momento».
Mañalich sabe también que ni Mandrake el mago sería capaz de lograr la certificación en un plazo compatible con las urgencias de la pandemia, de modo que el gambito de la producción nacional nunca dejó de ser demagogia de mal gusto, en tiempos de tragedia potencialmente posible.
Despejando el festival de chambonadas, queda en pie que la cantidad de ventiladores para enfrentar la primera ola de la pandemia, se reduce a la dotación actual de 1.229, provenientes del sistema público, y 589 del ámbito privado.
Habida cuenta que, de ese total, alrededor del 80% está en uso por pacientes de otras patologías, quedan para el Covid-19, 246 ventiladores en el sistema público y 118 en el privado.
Podríanse sumar los 500 ventiladores donados por el gobierno chino, siempre que los temibles agentes del recontra-espionaje logren traerlos al país.
Este es el panorama que se desprende de las distintas vocerías ministeriales.
El periódico electrónico Interferencia avanzó un paso, y dio por buenas todas las cifras mencionadas en el plan B de Mañalich: a saber;
– Los 500 ventiladores donados por China,
– Los 500 ventiladores que pueden provenir de camas quirúrgicas reconvertidas, cuyos sistemas de anestesiología requieren de respiración artificial.
– Los 200 ventiladores que pertenecen a camas UCI de pediatría, las cuales podrían reconvertirse en camas de adultos de menos de 65 kilos.
En esa aritmética, afirma, la cantidad de ventiladores disponibles solo para pacientes Covid-19 es de 1.628:
«En números redondos, si se considera que un 5% de los pacientes diagnosticados con Covid-19 tendrán que requerir de ventiladores mecánicos, entonces al llegar a una cantidad de 30.000 se estará por sobre la frontera de los 1.500. Como referente epidemiológico, y sin considerar la infraestructura hospitalaria de cada país, ni sus dimensiones poblacionales ni su composición etaria, el 16 de marzo Italia alcanzó esa cifra de 30.000 contagiados, mientras que España lo hizo el 21 de ese mes y el 22, Estados Unidos».
En el caso chileno, esto significa que, a partir de ese momento, todo paciente que no acceda a ventilador mecánico, tendrá alta posibilidad de fallecer.
A nivel regional y local, los colapsos pueden eclosionar de manera diferenciada, antes de la cifra global de contagios, con menos recursos para la emergencia.
Tampoco hay proyección de la capacidad logística interna, para movilizar ventiladores disponibles o de enfermos que lo requieren a lo largo del territorio.
En suma, en torno al principal insumo técnico para enfrentar la pandemia, en vísperas de la eclosión, flota implícita la pregunta principal:
¿Habrá suficientes ventiladores para el momento del pináculo de contagios con el Covid-19?
Las dudas en el diagnóstico
La misma atmósfera de incertidumbre predomina en otra variable clave en una catástrofe multidimensional: la información.
Mañalich acredita post doctorado en montaje de escenarios estadísticos. No en vano «solucionó» las listas de esperas por la vía administrativa, en el primer gobierno de Piñera.
En Chile, la tasa de contagiados se calcula sobre la base del número de test realizados:
«La única confirmación válida para el diagnóstico de COVID-19 es un resultado positivo en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) de una muestra de secreción de la vía respiratoria, que detecta material genético de SARS-CoV-2». (7)
La información oficial ofrecida por el ministro de Salud ha sido muy cuestionada.
Los servicios de salud tienen la instrucción de hacer el examen solo a pacientes con síntomas. Luego, quedan fuera del universo los infectados asintomáticos, lo que sesga la muestra a la baja.
No solo eso. Los contagiados asintomáticos no detectados constituyen el principal foco de contagio. De no controlarse a tiempo, pueden elevar la curva de contagio a niveles exponenciales.
La estadística oficial no especifica la cantidad de exámenes diarios, ni desagrega por comuna, ni entrega la localización de casos de contagio que necesita la comunidad científica para formular proyecciones; tampoco incluye la distribución etaria de los fallecidos; si bien se reconoce un mejoramiento del suministro de información en los últimos reportes.
Salud con Lupa, un medio especializado en salud, apuntó:
«La falta de transparencia dificulta medir el impacto de la pandemia, en un país con un sistema de salud saturado, en estado de descomposición política y revuelta social».
La desconfianza campea en todos los niveles. Las cifras del gobierno son rebatidas por organismos técnicos. A la inversa, las medidas recomendadas por estos, en especial las que apuntan a cortar las cadenas de transmisión, son ignoradas con displicencia por aquel.
El sábado 21 de marzo, día en que murió la primera víctima, el comité asesor COVID-19, que trabaja con el Gobierno, dejó constancia en su minuta:
«Falta mayor claridad en todo el proceso de toma de exámenes, en los laboratorios habilitados en funciones y sus capacidades, en el plan de implementación de laboratorios en cada una de las regiones del país. Lo anterior es clave para asegurar razonablemente que se puede hacer una pesquisa oportuna de casos a nivel nacional». (8)
El 2 de abril, el secretario general del Colegio Médico, José Miguel Bernucci, desmintió al ministro de Salud sobre el número de exámenes diarios, quién ese mismo día afirmó que se hacían más de siete mil:
«No queremos aparecer aportillando, pero la verdad es que el ministro no la hace tan fácil porque de repente sale con ciertas cosas que a todos nos deja «plop» y tratamos de encontrarle la explicación y la verdad es que no podemos encontrarla».
«Cuando dice que se hacían siete mil exámenes eso jamás fue así. Jamás en Chile se han hecho siete mil exámenes diarios y en eso quiero ser super claro», agregó. (9)
Sobre el número de exámenes, aclaró:
«La realidad es que en nuestro país se están haciendo entre 1.500 a 2.200 exámenes diarios».
«Para agilizar el testeo, hemos propuesto descentralizar la realización de exámenes, ya que sólo se están realizando en urgencias hospitalarias, hemos pedido que se saquen de las urgencias y llevarlos a los consultorios de atención primaria», apuntó.
Ese mismo día, la Sociedad Chilena de Infectología emitió un informe, redactado por las doctoras Jeannette Dabanch y Mónica Lafourcade, que alertó sobre el riesgo de falta de insumos a corto plazo, fundamentales para realizar el diagnóstico de casos. (10)
En relación a insumos para la obtención y toma de muestras en una condición crítica, detalló que algunos laboratorios han recibido kits del Ministerio de Salud para toma y transporte de muestras para realizar RT-PCR, que no cumplen con los requisitos para una adecuada toma de muestra que asegure el buen rendimiento del test.
En otros casos, utilización de torulas rígidas no aptas para una adecuada toma de muestra, pues no logran acceder a la nasofaringe, sitio ideal para la obtención de muestra representativa.
Además, se ha distribuido un medio de transporte viral cuyos componentes no se precisan y que no cuentan con el respaldo adecuado de la literatura para asegurar su desempeño.
Sumado a lo anterior, el volumen del medio es insuficiente para realizar la extracción automatizada o repetir el estudio y procesamiento de la muestra si fuese necesario.
«Si la muestra que se obtiene es de mala calidad, se arriesga a resultados que pueden ser falsos negativos», advierte.
El sitio especializado Salud con Lupa rastreó los reportes del Ministerio de Salud sobre la situación de la epidemia en Chile disponibles de forma pública en su sitio web, para identificar la cantidad y tipo de exámenes realizados a diario, las proyecciones que guían la estrategia sanitaria del Gobierno y la disponibilidad real de camas hospitalarias.
Su análisis concluyó:
«La información publicada por la autoridad es intermitente: no se encuentran reportes epidemiológicos de todos los días, no tienen el mismo formato, ni incluyen los mismos tipos de datos. Todo esto hace imposible un seguimiento serio de la evolución del avance del virus en el país». (11)
El 16 de marzo, día en que Chile entró en la Fase 4 de expansión del virus, no hubo reporte epidemiológico alguno.
El 21 de marzo por primera vez el reporte incluye información sobre el número de tests realizados, 19 días después del primer contagio. Los dos reportes siguientes no contienen esa información. El 24 de marzo regresa el número al documento, pero en los siguientes vuelve a desaparecer.
«Llevamos semanas pidiendo cosas tan sencillas como que digan cuáles son todos los centros del país que están haciendo el test y cuál es la capacidad diaria que tienen. Esa información, así de sencilla, ha sido imposible obtenerla», asegura el doctor Cristóbal Cuadrado, secretario de Salud Pública del Colegio Médico.
«Hay una serie de situaciones que, por lo mínimo, están generando confusión y dudas razonables de qué tanto se puede confiar en la información que entrega la autoridad. Y más preocupante aún, de qué tan informada está la autoridad en datos confiables que les permitan tomar buenas decisiones, porque por una parte está la transparencia hacia afuera, pero por otra parte está realmente qué grado de conocimiento se tiene de datos que son clave para tomar decisiones en los momentos oportunos», reclama el doctor Cuadrado.
El 30 de marzo, el Gobierno compartió por primera vez un reporte elaborado por el departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud sobre el Covid-19 que incluía la información de contagios por comuna, tal como han pedido insistentemente numerosos especialistas.
El reporte indica que hasta el 29 de marzo se habían confirmado 2.449 casos de COVID-19 por laboratorios en el país, pero no incluyó la cantidad de exámenes tomados, ni las proyecciones de la crisis sanitaria.
El 27 de marzo, Piñera hizo un balance de la crisis sanitaria a nivel nacional en el primer Consejo de Gabinete virtual.
Una ocasión irresistible como para no mandarse las partes:
«Creo que Chile es el país que ha hecho más tests por habitante en América Latina. Estamos aumentando significativamente el número de test, por ejemplo, antes de ayer hicimos 3.290 testeos, ayer 4.886, y hoy 7.387, es decir, estamos aumentando significativamente el número de testeos».
Sin embargo, la investigación de Salud con Lupa muestra que, como siempre sucede, las cifras entregadas por Piñera carecen de respaldo en los informes epidemiológicos de la autoridad sanitaria:
«Los reportes oficiales del Minsal de los días 25, 26 y 27 de marzo, no incluyen ningún dato sobre la cantidad de exámenes realizados. El que sí trae esa cifra es el reporte del domingo 29, y muestra que en las últimas 24 horas se tomaron 1.867 exámenes a nivel país. Muy por debajo de los números indicados por el Presidente Piñera. Cabe destacar que en ningún reporte hasta la fecha se han entregado datos sistematizados de los tipos de tests que se están aplicando, o su distribución a lo largo del país».
El tema del número de test es decisivo para elaborar proyecciones que orienten las políticas públicas. Para el economista Eduardo Engel, el número de casos de la muestra está sub-representado:
«En la última semana hay una caída del 18% en el número del test respecto de la semana anterior. Un indicador a nivel mundial de si tienes suficientes test o no, es el porcentaje que da positivo, y cuando tienes suficientes test, ese porcentaje es relativamente bajo. En los países que testean harto, los positivos son en torno al 5%, 4% o 3%. Y en Chile en vez de venir bajando, viene subiendo, por un problema que ha salido en la prensa: el problema (escasez) con los reactivos que se usan para procesar las muestras del test PCR. Entonces, este 6%, lo más probable es que cuando se levante la cuarentena -y dado que se está testeando poco- va a crecer a 7%, 8% o 9%, que son porcentajes muy altos si queremos evitar que colapse el sistema de salud». (12)
En su reporte del 14 de abril, Mañalich señaló que, a la fecha, se habían realizado 87.800 exámenes; 2.759 en las últimas 24 horas.
En resumidas cuentas, no se conoce ni el número de exámenes diarios ni la cifra de contagiados no detectados. Por tanto, las cifras reales son necesariamente mayores que la muestra, de la que se jacta el gobierno, y tan sesudas conclusiones motiva a opinólogos de todos pelajes, en los matinales de la televisión abierta.
De otra parte, incluir entre los recuperados a cualquier persona que haya hecho cuarentena de 14 días, y agregar a los muertos, porque no contagian e igual egresan del sistema, podrá maquillar las cifras, pero equivale a hacer trampas en el solitario.
Este criterio es radicalmente cuestionado por la Confederación Nacional de Profesionales Universitarios de los Servicios de Salud, Fenpruss:
«La cantidad de casos recuperados, que según las cifras referidas por la autoridad es de 1.909 personas, es dato que ha causado alerta en diversos actores académicos y clínicos del país. ¿Qué tiene de malo esta cifra? Que no tiene sustento técnico en recomendaciones internacionales y no utiliza ninguna prueba diagnóstica de laboratorio para corroborarla, tan solo se basa en un criterio temporal que es el de los 14 días desde la confirmación del contagio». (13)
Emplazado el ministro de Salud a revelar sus respaldos científicos, balbuceó confusas y cambiantes versiones, tales como “estamos adoptando el protocolo de la Universidad Johns Hopkins”, protocolo que no existe; para reconocer, finalmente, que se trata de «un modelo que hicimos en Chile, con el respaldo de expertos internacionales”.
Al final del día, débase a errores metodológicos, o a manipulación estadística, no tiene mucho sentido ocultar las cifras, o no transparentarlas del todo, por cuanto si el vórtice de la ola desborda el dique del gobierno, al igual que un hoyo negro, lo va a devorar todo, incluidas las estadísticas.
Así como van las cosas, cuando la crisis alcance su fase paroxística, en Chile la única estadística fiable será la del número de muertos.
Inmunidad de manada
El panorama de la tercera de las variables relevantes de política sanitaria, el aislamiento y la cuarentena, es tan confuso y contradictorio, como todo lo tocante a la pandemia administrada por un gobierno neoliberal, limítrofe con el fascismo.
La estrategia del gobierno se enmarca en lo que se conoce como inmunidad de rebaño o de manada, lo cual significa aceptar el contagio de la población, pero en un período lo suficientemente prolongado como para no colapsar el sistema de salud.
Es la misma que en su momento adoptaron Estados Unidos, Reino Unido, España, Francia e Italia.
Es una apuesta al límite, orientada menos por la salud que la economía.
Entre cortar la cadena de transmisión del virus o mantener la cadena de la producción; el gobierno de Piñera eligió la segunda opción; igual que sus colegas, tan neoliberales como él.
Así les ha ido (14).
Con 632.878 contagiados, y 27.850 muertos Estados Unidos ocupa, por lejos, el primer lugar en la estadística.
España lo sigue con 177.633 contagiados y en tercer lugar en el número de muertos: 18.579.
Italia, ocupa la tercera posición del número de infectados -165.155- y la segunda en el número de fallecidos, 21.645.
Francia aparece en quinto lugar en el número de infectados, y cuarto en el número de muertos, 17.167.
Gran Bretaña marcha en el sexto lugar del número de infectados, y quinto en el número de decesos, con 12.868.
Ostenta el irónico récord de haber tenido al primer ministro, Boris Johnson, el mismo que recién el 22 de marzo adoptó las primeras medidas de aislamiento riguroso, cuando ya iban 234 muertos, internado en una unidad de tratamiento intensivo, conectado a un ventilador.
Es estadísticamente probable que la curva de crecimiento de infectados y fallecidos en Chile coincida con la de esos países, tan indolentes al sacrificio de la población prescindible, como el gobierno de Piñera.
Sus medidas de aislamiento sanitario y cuarentena, tan livianas e imprecisas como las de esos países, debieran generar análogos comportamientos en la proporción de contagiados y muertos, salvo alguna inexplicable singularidad.
En ese orden de ideas, independiente de las pachotadas del presidente y su ministro de Salud, si las cifras de contagio alcanzan la misma proporción que en esos países, el sistema de salud de Chile colapsará bajo el presión de la crisis, tal como sucedió con el de sus antecesores en la misma política sanitaria; bastante mejores que el nuestro, por lo demás.
Y morirán los que tengan que morir, no más.
En ese trance, los mercenarios del discurso, los plumarios que todo lo justifican y los desvergonzados que nunca pierden, recitarán con rostro pétreo: «y qué esperaban, es una pandemia que ha golpeado a todo el mundo»; «una catástrofe como esta, no la previno nadie»; «le habría tocado a cualquiera», «no se podía haberlo hecho mejor», «se tomaron todos los resguardos que teníamos al alcance»; y otras sandeces por el estilo.
Para la memoria historia, y poner en su lugar al fariseísmo oportunista, es necesario dejar establecido que había políticas alternativas, más solventes en términos sanitarios, y equitativas desde el punto de vista social, en cuanto a la distribución del sacrificio.
China y Corea del sur son los dos países que mejor han enfrentado la crisis.
Con 83.356 mil infectados, séptimo en el ranking de la universidad Johns Hopkins, y 3.346 muertos, 3.222 en la provincia de Hubei, China hoy está fuera de la crisis, en proceso de recuperar la actividad normal.
Su estrategia consistió en aislar rigurosamente la provincia de Hubei, dentro de ella la ciudad de Wuhan, y al interior de ambas, decretar una no menos estricta cuarentena.
En tres semanas Corea del Sur pasó de ser el segundo país con más contagios en el mundo, a frenar exponencialmente la tasa de infecciones, en virtud de una respuesta que combinó diagnóstico y aislamiento; además de transparencia, tecnología y, ante todo, una actitud responsable de instituciones y ciudadanos.
De 909 casos que llegó a registrar el pasado 29 de febrero, bajó a 74 nuevos contagios el 16 de marzo. Hoy acumula 10.591 infectados y solo 225 muertos, la tasa más bala del mundo.
Exactamente lo contrario de lo que ha hecho el gobierno de Piñera.
Un reporte de Espacio Público del 8 de abril pasado, al día siguiente de que el gobierno levantara la cuarentena en cinco comunas de Santiago, señaló:
«En el transcurso de la última semana, los contagios crecieron 112% en las comunas sin cuarentena, anotando una tasa de aumento promedio diaria de 11,3%. Esto quiere decir, entre otras cosas, que en aquellos sectores que no estuvieron con esta medida restrictiva, los casos confirmados de Covid-19 se podrían duplicar en menos de siete días. Por otro lado, en las comunas que permanecieron bajo cuarentena, hubo un crecimiento semanal de 50,3%, y una tasa promedio diaria de 6,0%. (15)
Agrega:
“La diferencia anterior sugiere que la cuarentena tuvo impacto. Sin embargo, la tasa diaria de crecimiento de 6% en comunas con cuarentena significa que estos se duplican cada 12 días, lo cual puede no ser suficiente para evitar un colapso del sistema de salud. Más aun, es probable que luego de levantar la cuarentena, esta tasa aumente”.
La estrategia del gobierno es reactiva.
El ministro Mañalich la denomina cuarentena estratégica y dinámica, consistente en que algunas comunas entran y otras salen de cuarentena u otra medida de aislamiento sanitario, dependiendo de la situación epidemiológica de la localidad.
Explicó que la decisión se adopta en consideración a diversos factores:
“El número de casos nuevos es el principal. Pero también intervienen otros, como la fragilidad de la comunidad; por ejemplo, cuantos hogares de adultos mayores hay en la zona, cual es el perfil etario, cuantos enfermos crónicos que se atienden en los programas municipales, etc.”.
En función de esa estrategia, Mañalich agregó:
“Lo que vamos a observar en las próximas semanas en el país es que va a haber localidades, fundamentalmente comunas, que van a salir de esta cuarentena y otras que van a entrar. Y esto va a ser informado todos los días martes”. (16)
Dos especialistas discuten esa estrategia.
El ya citado Eduardo Engel, que además de economista, es ingeniero civil matemático y doctor en estadística, apuntó:
«La pregunta es si las medidas que se están tomando son suficientes para evitar ese número grande de enfermos críticos, con el que el sistema de salud no da abasto. Y ahí, con la información disponible, da la impresión de que es muy riesgosa la estrategia que está siguiendo el gobierno. Está suponiendo que tiene información de mucha calidad y que va a poder tomar medidas a tiempo, de modo de evitar que esto se salga de control en algunas ciudades o comunas del país. Y yo creo que la información que tienen es de una calidad que hace difícil esta estrategia tan en detalle, tan focalizada».
A su turno, el profesor asistente del Centro de Nanotecnología Aplicada de la Universidad Mayor, Rafael González, manifestó:
“Es difícil entender por qué la autoridad sanitaria ha sido mucho menos cauta que la mayoría de los países de la región; y por qué las medidas de contención implementadas van, en su conjunto y severidad, en una dirección distinta a la que sugiere gran parte de la comunidad científica internacional”.
En su opinión, el número de contagios confirmados se duplica en Chile cada 6 días -al comparar el cambio entre el 27 de marzo y el 2 de abril- por lo que el panorama no es alentador.
Agregó:
«Por otra parte, el número de pacientes confirmados en Chile se vuelve un indicador cada día menos confiable, por lo limitado de la capacidad de testeo. Así, cada día es más difícil relacionar el número de contagiados con la necesidad sanitaria. Aumentar los exámenes diarios se vuelve otra medida imperativa, aunque la medida más importante, sigue siendo la cuarentena total u otra medida drástica de aislamiento de contagiados». (17)
La cuarentena de los pobres
En la república neoliberal, la probabilidad de que las tasas de contagio y mortalidad del covid-19 se distribuyan en el techo de la banda, se correlaciona con la crisis económica y social, que antecedía y sucederá a la crisis sanitaria.
La cuarentena y el aislamiento social son, probadamente, el único mecanismo social capaz de abatir el flagelo, al menos hasta que una vacuna elimine el problema.
En Chile, eso no es posible por razones de doble índole.
La contradictoria política laboral del gobierno confina al hogar a aquellos trabajadores que no puedan hacer teletrabajo, reduce drásticamente su ingreso y consume sus ahorros de cesantía, mientras que los trabajadores de las áreas consideradas críticas, deben concurrir a sus fuentes laborales sin las debidas de protección, en un transporte público que no ofrece ninguna seguridad.
Las aglomeraciones en el metro, la semana del 23 de marzo, al día siguiente de que entrara en vigor el toque de queda, son el producto combinado de impericia, imprevisión e irresponsabilidad.
Quién sabe qué focos de contagio activó.
Aun si el gobierno lo dispusiera, lo cual tampoco es su intención, no hay condiciones para un aislamiento sanitario eficaz.
Un sector importante de la población quedó en una estrechez económica muy seria.
Según la Fundación Sol, 3,6 millones de personas, equivalente al 39% de la fuerza laboral, que no tienen contrato de trabajo. Y el 70% de los trabajadores -sin distinguir si tienen esa protección o no- gana menos de $ 550 mil líquidos al mes.
Ello explica por qué hay gente que insiste en salir a la calle, a buscar la vida.
La presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, señala:
«Hay muchas personas que pueden no tener consciencia de lo que ocurre, pero hay otras que están saliendo obligadas, porque van a trabajar, porque son vendedores ambulantes, porque no tienen tranquilidad ni seguridad de las condiciones mínimas para estar en cuarentena».
De manera asaz inesperada, en defensa de la estrategia de aislamiento dinámico, el ministro Mañalich empezó a argumentar el costo del aislamiento social:
«Se ha visto un aumento en el consumo de alcohol y drogas; mayor angustia y ansiedad, sensación de soledad, incrementos en el número de depresiones y un crecimiento de casos de violencia intrafamiliar».
¿Y qué esperaba, es un país donde el 60% de la población habita en viviendas sobrepobladas y precarias?
¿Cómo se puede hacer cuarentena en una vivienda social de 42 mts/2, donde se arraciman 15 personas de tres familias distintas?
Es, por tanto, predecible que en el cordón periférico de los cascos urbanos de las principales ciudades se distribuirá mayormente la cadena de contagio.
La pandemia de Covid-19 está esculpiendo en sufrimiento social las desigualdades del modelo; en chocante contraste con aquellos empresarios del primer círculo, que violaron la cuarentena en helicóptero, para dirigirse a sus residencias, en las playas de Cachagua y Zapallar.
Sufrimiento social
En el artículo Por qué el plan económico ante el Covid-19 es insuficiente y lo agrava el dictamen que permite no pagar remuneraciones, los economistas Marcos Kremerman y Gonzalo Durán trazan un cuadro muy preciso de la población laboral precaria, y de las penalidades a las que lo someterá la brutal política del gobierno:
«En primer lugar, están los trabajadores independientes (25,6% en el gráfico 1, total nacional). La mayoría de ellos, trabaja en la calle, en comercio ambulante, etc. En segundo lugar, están los trabajadores informales (10,9% en el gráfico 1, total nacional). Esto es, quienes trabajan bajo una relación de subordinación (la mayoría de ellos recibe órdenes y cumple horarios), pero que no cuentan con un contrato de trabajo escrito y por lo tanto operan en la clandestinidad, sin seguridades y sin opciones de asociarse en organizaciones sindicales. Finalmente, están los trabajadores bajo el sistema de boleta de honorarios (regidos por el código civil), en cuyo caso existe un contrato de prestación de servicios, también carente de garantías laborales mínimas».
Por la implacable (i)lógica del sistema, los grupos más castigados por una inserción laboral endeble y precaria son los deciles más pobres. Mientras que los/as ocupados/as que pertenecen al 10% más pobre labora un 62,2% en trabajos sin ningún tipo de protección laboral o tienen protecciones mínimas (honorarios), en el caso de quienes pertenecen al 10% de mayores ingresos la cifra llega a un 33,8%, lejos de ser baja.
Los autores agregan que Chile presenta una de las más altas tasas de empleo temporal, entendido como aquel que se encuentra bajo contratos de trabajo de tiempo definido: 28%.
El panorama de los contratos que prometen ser indefinidos, analizados por su duración efectiva, no es mucho mejor.
El 50% de los trabajadores/as con contrato de trabajo indefinidos y que cotizan, duran menos de 15 meses en sus puestos de trabajo, según la base de datos del seguro de cesantía.
En palabras de los autores, se trata de una especie de contratos indefinidos «efímeros», que dan cuenta de una formalidad de cartón, precaria:
«Los datos presentados nos permiten identificar al menos tres tipos de problemas que afectan a los hogares chilenos: desprotección por la no existencia de contratos laborales y alta informalidad; una vulnerabilidad concentrada en los deciles más pobres, pues son los que tienen más empleos informales, pero una vulnerabilidad que cruza también horizontalmente los distintos grupos, si se asume que la protección la da el contrato de trabajo. Por último, un tercer componente a tomar en cuenta es la duración efectiva de los contratos. Ello tiene un directo impacto en el real acceso de los chilenos a los «beneficios» del seguro de cesantía, uno de los componentes clave de las medidas anunciadas por Hacienda para enfrentar la crisis del coronavirus».
Para «proteger los ingresos» de estas familias, el gobierno se limitó a dos medidas: el bono Covid y la «Ley de Protección a los Ingresos Laborales», el más colosal despido masivo de la historia de Chile, si es que no del propio sistema capitalista.
Bono Covid-19: saludo a la bandera con letra chica
El bono Covid-19 es un subsidio de $50.000 por carga a los beneficiarios del Subsidio Único Familiar (SUF), que se entregará por una vez.
En cada ocasión que lo menciona, Piñera tiene el mal gusto de recordar que impetra un costo de US$167 millones para el fisco.
Hay cuatro condiciones para ser «causante» dentro de un hogar beneficiario del SUF: I) los menores hasta los 18 años de edad; en el caso de los mayores de 6 años deben acreditar matrícula regular en el sistema educacional); II) los inválidos de cualquier edad que vivan a expensas del beneficiario; III las madres de menores, no los padres, cuyos hijos vivan a sus expensas y por los cuales perciben subsidio familiar y IV, las mujeres embarazadas.
Hay hogares que pueden llegar a percibir hasta $150.000. Es el caso de un hogar con dos personas menores de 18 años, y una madre que no cuenta con los recursos para mantener a sus hijos; o un hogar monoparental, con una madre que trabaja de manera informal en el comercio, con hijos menores de 18 años que viven a sus expensas.
Kremerman y Durán apuntan a que la línea de la pobreza para un hogar promedio de cuatro personas es de $448.324.
En consecuencia, argumentan, lo lógico, desde el punto de vista no solo humanitario, sino también de raciocinio económico, es que esa misma cantidad se le entregue como piso básico mensual, a esos hogares, hasta que recuperen su capacidad de generar ingresos.
Mecanismos y recursos para ello hay. Lo que falta es voluntad política, porque sería una intervención del Estado que alteraría el principio de neutralidad de las cuentas nacionales.
Piñera no se cansa de repetir que el bono alcanzará al 60% de la población más vulnerable del país. Pero si beneficia solo a los hogares que reciben SUF, queda fuera un grupo significativo de población vulnerable.
Es el caso de hogares de personas solas, o de parejas sin hijos. Aunque pertenezcan al 60% más pobre, no van a recibir el bono, porque no son causantes.
La cobertura del bono para trabajadores desprotegidos es insuficiente. De acuerdo a los datos de la Fundación SOL, en Chile 3,6 millones de personas carecen de un contrato o relación laboral que los proteja. De ese grupo menos de un 15% recibirá el bono por una o más cargas.
El grueso de los beneficiarios directos del SUF son personas sin trabajo (85%).
Los autores reseñados, deducen:
«Esto quiere decir que, prácticamente, nueve de cada 10 trabajadores/as sin contrato de trabajo no son tocados por la medida, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países. Entonces este bono es más bien una política social que laboral. Las implicancias de ello son complejas. Porque si la política no está pensada para los trabajadores y trabajadoras, estos grupos no podrán quedarse en su casa para cuidarse y no contagiarse del coronavirus».
En su opinión, el mayor problema radica en que será pagado por única vez:
«Está claro que los problemas asociados al coronavirus se van a extender por meses y por lo tanto un pago único resuelve algo muy circunstancial. De hecho, si se revisa la experiencia en América Latina o en países como Estados Unidos, Escocia, Dinamarca, Alemania y España, se puede ver que hay un Estado que privilegia a los trabajadores más vulnerables y con beneficios que se extienden por varios meses».
Concluyen:
«A nivel comparado y tomando en cuenta las precarias condiciones laborales, se trata de un bono insuficiente porque es de bajo el monto, se entrega una sola vez y no contempla parte importante del universo de trabajadores vulnerables».
Los trabajadores se pagan el sueldo
Nunca dejará de ser útil resaltar cada vez que se presente, el doblez, el equívoco y la camaleónica capacidad de camuflarse en su contrario, del discurso del gobierno de Piñera.
De esa guisa, el impresentable atropello a los derechos laborales se denomina indistintamente, ley de «protección a los ingresos laborales» o «protección del empleo»; de la misma manera que dejar morir a personas de la tercera edad, con enfermedades preexistentes, se denomina, en el discurso de este gobierno, “manejo compasivo”.
.
Establece:
«Se garantizará el pago de ingresos de quienes por motivos de la emergencia deban permanecer en su hogar sin posibilidad de realizar las labores a distancia (teletrabajo). Esta garantía se permitirá cuando: (a) exista acuerdo mutuo con su empleador; (b) haya un mandato de la autoridad sanitaria. Cumplidas estas condiciones, el trabajador pasará a recibir ingresos desde el seguro de cesantía».
Esta «creativa» medida del gobierno de Piñera presenta al menos tres órdenes de problemas.
En primer lugar, se nutre de los aportes de los propios trabajadores; toda vez que cotizan mensualmente el 0,6% de su remuneración para el seguro de cesantía.
Luego, la ley plantea que para acceder a esta «protección», tienen que confluir dos causas: 1) tiene que existir mutuo acuerdo con el empleador y 2) tiene que haber un mandato de la autoridad sanitaria.
El trabajo de Kremerman y Durán, ya reseñado, plantea que la idea del «mutuo acuerdo» es una ilusión en Chile, debido a los niveles de precarización, endeudamiento, baja sindicalización, por lo cual la posibilidad de pactar un acuerdo y establecer los argumentos de ambas partes es muy limitada:
«Al revés, en general se trata de decisiones unilaterales, donde el trabajador o trabajadora queda en una posición de «tómalo o déjalo». Además, como hemos dicho y visto a lo largo de estas semanas, en nuestro país el temor a perder el empleo es mucho mayor al temor de contagiarse por el coronavirus. Entonces este mutuo acuerdo es bien engañoso y los trabajadores no tendrán el poder para defender la posibilidad de que se mantenga el pago de su salario completo por el tiempo que no sea posible acudir al lugar de trabajo ni realizar teletrabajo».
El tercer problema radica en las limitaciones propias del seguro de cesantía.
Con 4 millones 700 mil trabajadores que cotizan regularmente, el seguro de cesantía cubre a poco más del 50% de la fuerza de trabajo ocupada, pero como señala el artículo de Kremerman y Durán, dista de ser un universo homogéneo: hay contratos indefinidos y contrato a plazo fijo; una proporción de cotizantes lleva años haciéndolo, mientras que otros apenas cumplen algunos meses; están los sueldos altos y la gran mayoría que gana 500 mil pesos o menos.
Estas diferencias afectan la calidad de las «prestaciones».
El seguro de cesantía se compone de dos fondos: las cuentas individuales y el fondo solidario. Cuando se acaban los recursos de las primeras, se activa el segundo.
Pero las condiciones no son las mismas. Las «tablas de pagos» del seguro de cesantía describen su pendiente negativa.
Un trabajador con contrato indefinido que se acoge a esta medida podría recibir el primer mes un pago correspondiente al 70% de su remuneración promedio de los últimos 12 meses. Si bien se acerca a lo que ganaba, ya es un ajuste de la tercera parte de su capacidad adquisitiva. El segundo pago es un 55% de la remuneración promedio; el tercer pago baja al 45%, al 40% y finalmente al 30%, si los fondos individuales lo permiten.
En el caso de los trabajadores con contrato a plazo fijo, la tabla de pagos empieza en el 50% del salario promedio de los últimos 12 meses. Es decir, su primer ingreso en condiciones de crisis será 50% inferior.
También hay mínimos y máximos, que dependen de si los recursos provienen de la cuenta individual o del fondo solidario.
Si el salario es de $1 millón 200 mil, el monto del primer pago podría ser mucho menor si se financia con los recursos del fondo solidario. En ese caso, no va a recibir el 70% de $1,2 millones -$840.000- sino $624.241, tope de para quienes recurren al fondo porque sus cuentas individuales no alcanzan.
Con el fin de anticipar una avalancha de suspensiones de relaciones laborales, la ley contempla inyectar recursos al Fondo Solidario por US$2.000 millones de dólares, una vez que los recursos de las cuentas individuales se agoten.
Se ha mencionado que el financiamiento de esos dos mil millones de dólares provendrá del Fondo de Reserva de Pensiones.
El reportaje de los economistas de la Fundación SOL, plantea:
«Es altamente cuestionable, pues ese fondo se creó en 2006 para enfrentar contingencias del Pilar Solidario, el cual paga la Pensión Básica Solidaria y el Aporte Previsional Solidario y podría requerir recursos extras para enfrentar esta contingencia. Vale decir, se viste un santo para desvestir a otro».
Piñera se juega el pellejo
Ese era el panorama al 15 de abril de 2020, a dos semanas del cruce entre la crisis económica y la crisis sanitaria, previsto para fines de abril.
Acorralado por la crisis social, y, por tanto, con poco que perder, Piñera aprovechó la crisis sanitaria con visión estratégica, para impulsar la agenda de neoliberalismo estratégico, en el crítico nudo de la relación capital trabajo, o si se prefiere en su versión edulcorada, las relaciones laborales.
Con una audacia de escasos precedentes, desreguló el mercado del trabajo hasta regresarlo al estado de naturaleza que invariablemente reclaman los gremios empresariales: cuando el ciclo económico está activo, el capital contrata trabajo al precio determinado por el mercado; en cambio, cuando se contrae; sea por las contradicciones internas del sistema, o por contingencias como la que azota al planeta, prescinde de la contratación de trabajo, sin costo laboral.
Podrá aducirse que es una medida adoptada al abrigo de una amenaza de pandemia, en estado de emergencia, con las Fuerzas Armadas en la calle, y el movimiento social y sindical maniatado, y que no durará mucho más que un gusano en el pico del pavo.
Pero en el plano teórico, es de una originalidad comparable al sistema privado de pensiones y al código laboral de su hermano José.
En esa apuesta, Piñera juega al todo o nada.
Sus posibilidades de éxito son escasas, en la medida en que dependen de la conjunción de tres variables, que ya por separado lucen problemáticas: que no se dispare la pandemia, que la crisis económica se presente a un ritmo tan pausado como ella, y que la población, atenazada por el temor a la peste, se conforme con las migajas de la «Ley del Protección del Empleo» y el bono Covid-19.
Si gana, será un revulsivo que lo catapulte del piso de las encuestas, y le extienda sobrevida al capitalismo desbocado por tiempo indeterminado, o como dijo Pinochet, ¡hasta nueva orden!
Pero, precisamente por llevar estas variables al límite, cualquier desajuste en su delicado alineamiento podría conducir a una catástrofe de dimensiones históricas, de aquellas que ocasionan cambios de ciclo.
Lo sabremos pronto.
Una pausa y ya volvemos.
Fuente: Red Digital
https://reddigital.cl/2020/04/16/triple-crisis-sanitaria-economica-social-pinera-se-juega-al-nada/
Notas:
(1) Presidente Piñera: “Chile está mucho mejor preparado que Italia para enfrentar esta situación”; https://www.latercera.com/politica/noticia/pinera-y-estado-de-catastrofe-podemos-confiscar-bienes-que-son-esenciales-para-las-personas-y-ponerlos-a-disposicion-de-la-gente/HUQGNFGE3NFPRII3LDS5IAHHWM/
(2) https://www.youtube.com/watch?v=h1_T-T5UJYk
(3) Ibidem nota 1.
(4) Mañalich advierte que existe una “guerra de respiradores” a raíz de diversas incautaciones; https://www.latercera.com/nacional/noticia/manalich-advierte-que-existe-una-guerra-de-respiradores-a-raiz-de-diversas-incautaciones/Y6CWQI5VYNHQJHBFSVPP4QAVLQ/
(5) Aplanando la curva: desafiar a la pandemia parece una mala idea; https://ciperchile.cl/2020/04/06/aplanando-la-curva-desafiar-a-la-pandemia-parece-una-mala-idea/
(6) Gobierno confirma que sorteó la «guerra de ventiladores» con llegada de primeros insumos importados; https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2020/04/09/gobierno-confirma-que-sorteo-la-guerra-de-ventiladores-con-llegada-de-primeros-insumos-importados.shtml
(7) Séptimo Informe epidemiológico enfermedad por COVID-19; Departamento de Epidemiología; ministerio de Salud; https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2018/06/la-computacion-en-nube.png
(8) Desde Chile: la falta de transparencia del Gobierno impide vigilar la pandemia; https://saludconlupa.com/noticias/desde-chile-la-falta-de-transparencia-del-gobierno-impide-vigilar-la-pandemia/
(9) Colegio Médico desmiente a Mañalich: «Cuando dijo que se hacían 7 mil exámenes, eso jamás fue así»; https://www.theclinic.cl/2020/04/02/colegio-medico-desmiente-a-manalich-cuando-dijo-que-se-hacian-7-mil-examenes-eso-jamas-fue-asi/
(10) Sociedad Chilena de Infectología. Alerta por disponibilidad y calidad de insumos para toma de muestra y técnicas diagnósticas deSARS-CoV-2 en contexto de pandemia en Chile; http://www.sochinf.cl/portal/templates/sochinf2008/documentos/2020/MESA_TECNICA_DE_DG_COVID19_SOCHINF.pdf
(11) Ibidem nota 8
(12) Covid-19: Eduardo Engel cuestiona la estadística del gobierno y la eficacia de las medidas que está tomando; https://ciperchile.cl/2020/04/09/covid-19-eduardo-engel-cuestiona-la-estadistica-del-gobierno-y-la-eficacia-de-las-medidas-que-esta-tomando/
(13) A un mes del COVID-19: Las inconsistencias en la gestión y política de la autoridad; https://fenpruss.cl/?p=7054
(14) Coronavirus Resource Center; Johns Hopkins University; https://coronavirus.jhu.edu/map.html Cifras a abril 15, 2020.
(15) Ibidem nota 12.
(16) Ministro de Salud informa sobre casos recuperados y estrategia de cuarentena dinámica https://www.minsal.cl/ministro-de-salud-informa-sobre-casos-recuperados-y-estrategia-de-cuarentena-dinamica/
(17) Ibidem nota 5
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