El Presidente de la República, Laurentino Cortizo, afirmó en cadena nacional, que destinará 40 millones de dólares para compras de equipos, pruebas e insumos médicos. No dijo adónde irán a parar éstos. Si al sistema público, a la Caja del Seguro Social o a los centros médicos privados o a todas.

Segundo, que ocupará 20 millones de dólares para la compra de granos y carnes. Lo que no dijo fue a quién. Si a productores panameños o si mantendrán las políticas de importaciones. Tampoco dijo como distribuirán esas carnes y granos. ¿Lo distribuirán directamente a la población o si lo entregarán a las cadenas de supermercados para que revendan a la población? Si es directamente a la población, ¿cuáles serían las cadenas de suministro que harían llegar los alimentos a los hogares?

Estas inquietudes no son caprichosas. La primera, es para que la población conozca donde terminarán a parar los recursos públicos. Si a las instituciones públicas o a manos privadas. La segunda inquietud corresponde a saber si fortalecerán a la producción panameña o si mantendrán las especulaciones y el enriquecimiento de los intermediarios (importadores), en detrimento de los productores panameños.

La última, y tal vez la más importante, tendrá la población qué comer directamente o si la compra de estos alimentos servirá de especulación y acumulación de riquezas de las cadenas de supermercados.

¿Qué será de aquellos que viven del día a día? ¿Podrán ellos mantenerse en sus hogares como mandan las instrucciones del Ministerio de Salud? ¿El Estado o la sociedad panameña, en su conjunto, han planificado una solución para ellos? Es cerca del 50% de la fuerza de trabajo del país. Un día sin trabajo para ellos equivale a un día sin comida en su seno familiar. No es para menos. Otro grueso son los trabajadores manuales, asalariados, insertados en las actividades de servicio. Estos permanecen exponiéndose al coronavirus en sus jornadas de trabajo a pesar de la declaración de Estado de Emergencia por parte del Ejecutivo. Tampoco, cuentan con las condiciones de salud laboral pertinente para evitar el contagio.

¿Qué tipo de Estado de Emergencia es éste? ¿Dónde está la fuerza de cumplimiento del Estado sobre los patronos y su paterno? Algo en común tienen estos dos grupos de trabajadores: “Cuentan solamente en tanto productores, en tanto que son creadores de bienes/servicios de consumo. No cuentan, sin embargo, como consumidores” y son explotados hasta el límite de las posibilidades. Específicamente, están sometidos diariamente a una mayor intensidad del ritmo de trabajo, a la prolongación de las jornadas de trabajo y, en algunos casos, reciben una paga por debajo del valor real de su fuerza de trabajo. Otra capa de trabajadores, profesionales éstos o especializados, se ocupan de sus labores o no -virtualmente- desde sus hogares, salvos de contraer el virus. Mientras un grupo ínfimo goza de las riquezas que crean todos los anteriores y trazan a la medida de sus intereses los destinos de la nación.

Pero la pregunta que resalta aquí es si en Panamá existen dos o tres tipos de categorías de ciudadanos. Los hechos empíricos señalan que si y debería ser una preocupación de todos por resolver. Esto me conduce a concluir, a priori, que la posibilidad de contraer el coronavirus está asociada a la posición que uno ocupe en la estructura social. Esto es ignorado por los expertos y los medios de comunicación, reduciendo sus abordajes a enfoques salubristas y epidemiológicos. Mientras las autoridades mandan a permanecer en el hogar, los trabajadores más empobrecidos caminan a su faena diaria como Juan el albañil

20.03.20

-Mario Enrique De león, Sociólogo, Universidad de Panamá, investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), “Justo Arosemena”. Becado IDEN-SENACYT. Maestrando en Ciencias Sociales. Correo: mariodeleon.ilg@gmail.com