La lacra del racismo
- Opinión
Ecuador, ¿país racista? Parece que no se ha superado el colonialismo europeo. Desde el principio del levantamiento del mes pasado no han faltado las expresiones y actitudes racistas. Empezaron Nebot y Lasso; luego vinieron las afirmaciones de que los indígenas no están en capacidad de gobernar el país; unas encopetadas salieron en redes sociales haciendo burlas ofensivas sobre las plumas de los indígenas del Oriente; tampoco se quedaron atrás los ciudadanos de a pie.
El racismo no es más que un complejo de inferioridad no superado. Y para los creyentes es pecado contra Dios ya que no somos capaces de admitir que todas y todos somos iguales en dignidad por ser hijos del mismo Dios. Uno se pregunta por qué la mayoría de los mestizos son racistas contra los indígenas si su sangre proviene mayoritariamente de esta raíz indígena. ¿No será porque se identifican con el europeo que vino a estas tierras para matar, violar y robar? Pasa también algo parecido pasa con los negros: ¡Cuánto racismo contra ellos también! ¿Por qué no aceptamos que todos venimos de África? El racismo es algo enfermizo que nace del orgullo y el egoísmo.
El mes pasado el papa Francisco advirtió a los participantes del Sínodo de no caer en este vicio del racismo. Habló primero del colonialismo o más bien de “nuevos colonialismos” disfrazados de clericalismo, autoritarismo e imposiciones. Estas son sus palabras: “En nuestro país, un lema “civilización y barbarie” sirvió para dividir, para aniquilar y llegó al culmen, hacia fines de los años 80, a aniquilar la mayoría de los pueblos originarios, porque eran “barbarie” y la “civilización” venía de otro lado. Es el desprecio de los pueblos… todavía sigue en mi patria, con palabras ofensivas, y entonces se habla de civilización de segundo grado, los que vienen de la barbarie… siempre ese alejarnos de la realidad de un pueblo calificándolo y poniendo distancias…
Ayer me dio mucha pena escuchar aquí dentro un comentario burlón, sobre ese señor piadoso que llevó las ofrendas con plumas en la cabeza. Decime: ¿Qué diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el “tricornio” que usan algunos oficiales de nuestros dicasterios? Entonces corremos el riesgo de proponer medidas simplemente pragmáticas, cuando por el contrario se nos pide una contemplación de los pueblos, una capacidad de admiración… Pensando hoy en estas élites católicas y cristianas a veces, me acordé de una frase de Péguy: ‘Porque no tienen el coraje de estar con el mundo, ellos se creen de estar con Dios. Porque no tienen el coraje de comprometerse en las opciones del hombre, en las opciones de vida del hombre, se creen de luchar por Dios. Porque no aman con ninguno, se creen de amar a Dios’.”
Frente a las sabidurías de los pueblos originarios, la belleza de sus cultos, la fuerza de sus espiritualidades, el teólogo argentino Francisco Bosch escribió un artículo titulado: “La civilización de los Bárbaros”. Mirando a la decadencia moral y política de los países desarrollados del norte encarnada en sus gobiernos con su capitalismo desenfrenado y sus guerras ‘humanitarias’, nos damos que la barbarie está ahora dónde ellos. Escribe: “Los ‘emplumados’ encaminan las carabelas en sentido opuesto. Cargan allí sus redes, sus colores, sus sabores, sus relatos, sus fiestas. Llevan en su piel los gritos de sus hermanxs y de su tierra bendita… Los países desarrollados se han enriquecido en gran medida gracias al colonialismo. Ignoran esto, y esperan continuar con su vida cómoda. La pregunta es: ¿cómo llevar la conversión a los antiguos colonizadores?... Quinientos años después, los ‘desalmados’ son sujetos de la nueva controversia de época: ¿Cuáles son los vínculos fundamentales para sostener la vida en el planeta? Los maestros de esta nueva disputa son los pueblos indios de Nuestra América, que nombran ‘Buen vivir’ al Proyecto de Reino de Dios de nuestro hermano de Jesús… El Papa Francisco parece decidido a gastar las fuerzas de su vejez en ese despertar: la voz de lxs de abajo va a salvar el mundo. Hay que volver a escucharlos por vocación creyente, por necesidad de supervivencia, por exigencia histórica… Quizás ya no tengamos un Arca de Noé para salvar a algunos, pero sí nos quede una canoa donde caben todos los saberes y vínculos primordiales”.
El planeta Tierra es nuestra única ‘canoa’ en la que nos podemos enriquecer, como iguales, mediante nuestras sabidurías y espiritualidades, nuevas y antiguas. El racismo y la cerrazón son las muestras de una gran pequeñez.
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