Volvió Guaidó y no pasó nada
- Opinión
El “heroico regreso” de Juan Guaidó no fue acompañado por la dirigencia de la oposición venezolana y tampoco existió en los noticieros centrales de las grandes cadenas de televisión estadounidenses, NBC ABC, CBS, las principales de EEUU y la mayor fuente de información (y manipulación) del público estadounidense
Juan Guaidó, el autoproclamado presidente guionado desde EEUU, finalmente llegó al país y entró por el aeropuerto de Maiquetía como un ciudadano más (aun cuando había salido por caminos verdes). Lo que sorprendió no fue el bullicioso y agresivo grupo de opositores que lo recibió, sino la presencia de los embajadores de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Perú, Ecuador, Alemania, España, Francia, Holanda, Portugal y Rumania y el encargado de negocios de EEUU.
Y para sorpresa de los periodistas extranjeros –para los neófitos en la cobertura venezolana-, éstos formulaban declaraciones poco diplomáticas, denunciando la “dictadura” y amenazando al gobierno por si algo le pasara a Guaidó.
La presencia de los representantes de gobiernos latinoamericanos, cómplices de la aventura estadounidense no debiera sorprender. No necesitan disfraz ni en pleno carnaval. Los diplomáticos de países europeos, lejos de la crisis que afectan a sus propios países, operaron en el aeropuerto de Maiquetía como si fuera una más de sus viejas colonias.
El traslado de la "ayuda humanitaria" intentado el 23 de febrero fue para el antichavismo pretexto para intentar ocupar una franja de suelo venezolano en la frontera colombiana, fracturar al ejército, capitalizar el descontento social provocado por el embargo y la ineficacia del gobierno, e instalar allí la sede del gobierno paralelo. Fracasó. Y pasaron más de cinco semanas desde que Guiadó se autoproclamó, pero el único presidente de Venezuela sigue siendo Nicolás Maduro.
El periodista mexicano Luis Hernández Navarro informó en la Jornada que los grupos de choque opositores que aterrorizaron Cúcuta estaban armados con piedras, bazucas caseras, cocteles molotov y armas de fuego. Atacaron simultáneamente desde Colombia y Venezuela, en los puentes internacionales Simón Bolívar, Las Tienditas y Francisco de Paula Santander. Levantaron guarimbas del lado venezolano (quemaron autobuses y llantas, cercaron las calles con alambres) para sitiar a las fuerzas armadas y a los civiles (incluyendo milicias y colectivos) que defendían el suelo venezolano de la incursión desde Cúcuta.
En algunos puntos, lograron impedir durante horas que los chavistas se abastecieran de agua y alimentos o que entraran refuerzos. Sin embargo, no pudieron sostener sus posiciones. Los combates duraron 15 horas. Fueron heridos 315 maduristas. Dos militares fueron quemados vivos. Desde Las Tienditas, ocho francotiradores antichavistas dispararon a la gente. Y la noche del 23, unos 60 civiles armados atacaron en Ureña el cuartel militar de La Mulata, y exigieron infructuosamente la rendición de la tropa. La batalla duró poco más de una hora, añadió.
¿Por qué no fue preso?
El gran tema en discusión en Venezuela y sobre todo en las llamadas redes sociales, es qué debiera hacer el gobierno con Guaidó, quien logró la fama en un mes gracias al despliegue de los medios trasnacionales y cartelizados y los faknews de los periodistas-sicarios, y volvió al país con el rabo entre las patas, tras sumar el fracaso de la llamada Operación Cúcuta.
Para muchos, Guaidó debería ir a prisión por haber violado la prohibición de salida del país que se le había impuesto, pero –dicen analistas bolivarianos- eso precisamente es lo que estaban esperando los agresores de Washington y la UE, para victimizarlo y a la vez querer justificar lo que no lograron el 23 F, el Día D marcado para la caída de Nicolás Maduro, que se convirtió en D de derrota. Guaidó reconoció ante quienes lo escuchaban el lunes en la concentración de Las Mercedes, que “el 23F no fue un triunfo como pensábamos”.
“Es un problema político, no jurídico”, señalan en las redes. El ministro Ernesto Villegas tuiteó: “La pelea de Venezuela es con el dueño del circo, no con sus payasos. Todo tiene su hora”. Guaidó preso era más útil para EEUU y sus planes, pero… Hay quienes alertan de la posibilidad de que sea asesinado, para culpar al gobierno. Como “mártir” puede serles más útil.
Nuevo ciclo, nuevas alertas
El gobierno venezolano duda de las matrices emitidas desde Washington que suavizan la agresión y los planes de injerencia en el país, nueva “hoja de ruta” que califican de “adormecedores” para que bajen la guardia, y puso sus condiciones para un eventual diálogo con la oposición: respeto a la soberanía, derecho a la paz, levantamiento de las sanciones, un mecanismo que permita dirimir las diferencias políticas y la no injerencia de otras naciones o gobiernos en los asuntos internos del país..
El conflicto venezolano entró en un nuevo ciclo, luego de haber fracasado el intento de cambio de gobierno que tuvo su momento culminante el sábado 23 de febrero con la llamada Operación Cúcuta. Durante ese lapso se vivieron momentos de nerviosismo e inseguridad, cuando los medios trasnacionales trataban de imponer el imaginario de un poder dual, con el reconocimiento de Guaidó, realizada por varios países.
Lo distinto de este intento de derrocamiento del gobierno bolivariano es que se sustentó en una intervención política extranjera, organizando desde Washington una coalición de países para alcanzar ese objetivo de forma forzada y a través del enfrentamiento, lo que colinde abiertamente con todo la legislación internacional.
En agosto de 2017 Donald Trump anunció que no descartaba la opción de una intervención armada, y lo viene repitiendo desde entonces, encontrando eco en Juan Guaidó y en su gabinete de crisis, desde el consejero de seguridad John Bolton al ultraconservador senador Marco Rubio, opción ampliamente rechazada por la comunidad internacional: Rusia, la Unión Europea, China e incluso los integrantes del Grupo de Lima mostraron su desacuerdo con el uso de la fuerza.
El analista Leopoldo Puchi señala que ésta es una “posición que lo sitúa fuera de los principios de patriotismo propios de cualquier nación, y en particular de las suramericanas, fundadas en la gesta independentista. Y lo que llama más la atención es que hasta el momento públicamente ningún dirigente de oposición haya contestado esa declaración”.
Mientras tanto, la gran mayoría del pueblo venezolano festeja el Carnaval, en las playas repletas de gente, o en sus barrios. Nadie se disfrazó de “presidente encargado” y quien lo hizo, está nuevamente en Venezuela, en un regreso sin gloria. Sólo se paró el festejo para recodar el sexto aniversario de la muerte del expresidente Hugo Chávez y demostrar que el chavismo sigue vivo: quizá eso tampoco lo divulguen por televisión.
Álvaro Verzi Rangel
Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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