Macri contra el pueblo argentino
- Opinión
El presidente Mauricio Macri hizo otra mamarrachada al aprobar un aumento del presupuesto para los represores de la policía y la seguridad a costa de recortes sociales.
Este testaferro del neoliberalismo, sistema cuyo fracaso lo admite hasta el propio Donald Trump que abandona el libre comercio por el peligroso proteccionismo, cumple la política de ajuste del Fondo Monetario Internacional que le concedió un empréstito de contingencia para enfrentar problemas de balanza de pagos.
El préstamo, con el cual no ingresará dinero fresco y disparará la deuda externa, no resolverá ninguno de los problemas creados por el gobierno neoliberal de Macri porque son de naturaleza estructural derivados de la equivocada política económica de este señor millonario.
La reducción del tamaño del Estado, una de las medidas preferidas por el FMI junto con la privatización de las propiedades públicas, significará una espiral en el desempleo que el sector privado no podrá asumir ni solventar, agravada por un alza descomunal de las tasas de interés bancarias, la depreciación del peso y su consiguiente pérdida de poder de compra que hará pasar hambre a las familias más deprimidas y vulnerables.
En medio de ese dramático panorama se revela ahora la verdadera intención de Macri de proteger los ingresos de la policía y otros cuerpos represores incrementando el presupuesto del Ministerio de Seguridad a costa de los demás trabajadores del sector público.
El aumento presupuestario a los cuerpos represores afecta directamente a los sectores de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia y al Ministerio de Salud y Desarrollo Social con su consecuente impacto negativo en salarios y jubilaciones cuyo poder de compra se desvanece como algodón de azúcar ante la inflación.
Según algunas encuestas, aquellos argentinos que llevaron a la presidencia a Macri están muy arrepentidos por su pésima selección y se alegran de ver cómo se tambalea su régimen diseñado para beneficiar a los ricos y perjudicar a los pobres, por una crisis económica más profunda que las que acabaron con los gobiernos de Carlos Saúl Menem y Fernando La Rúa.
La gran diferencia de hoy con aquellas épocas es que la desunión de las fuerzas de izquierda y progresistas actúa a favor de la permanencia de Macri en el gobierno, aunque contradictoriamente sectores inversionistas y productores de la clase media que pensaban beneficiarse de su administración, se han convertido en un factor determinante para liquidarlo.
El asunto radica en que la crisis financiera es tan profunda que Macri ha tenido que lanzarse también contra ese sector al que afecta directamente con un impuesto brutal a las exportaciones y eliminación de cualquier subsidio o ayuda del Estado, con la idea de reducir su déficit fiscal.
El coeficiente de inteligencia de sus asesores es tan bajo que, en lugar de lamentarse de tener que solicitar un crédito stand by al FMI, se vanaglorian de su obtención cuando muy pocos gobiernos en el mundo optan por esa posibilidad pues el préstamo contingente es sinónimo de quiebra financiera, un salvavidas para evitar el default, y un compromiso con los intereses de ricos y acreedores por la confianza perdida.
La mayoría de los especialistas coinciden en que la devaluación del peso, el aumento descomunal de las tasas de interés, la mayor del mundo, y la hiperinflación no cederán por esas medidas, incluida la reconversión de ministerios sociales en secretarías que activarán la coima y vaciarán de recursos el sistema público de atención a la ciudadanía.
Encogiendo al Estado a la fuerza, descapitalizando el país, deprimiendo el gasto público y con ello el consumo social, jamás podrá crecer una economía. Por el contrario, el espíritu de recesión seguirá flotando sobre las cabezas pensantes del gobierno, de allí la negativa reacción del mercado cambiario a las decisiones de Macri.
El nuevo impuesto proclamado a bombo y platillo tasará hasta fin de 2020 los embarques de productos primarios en 4 pesos por dólar y del resto de las exportaciones en 3 pesos por dólar, cuyas pérdidas para los afectados posiblemente no sean compensadas con la devaluación del peso frente al dólar.
Ese gravamen, por supuesto, no caerá sobre los más ricos, sino principalmente sobre embarques agrícolas y mineros cuyos agentes activos pagarán la mayor parte de los 11 mil 400 millones de dólares hasta 2020 que Macri espera recaudar por esa vía.
El desempleo seguirá trepando con la reducción a menos de la mitad del número de ministerios de su Gabinete, pues las carteras afectadas de Energía, Trabajo, Educación, Salud, Agroindustria, Turismo, Ambiente, Ciencia, Modernización y Cultura convertidas en secretarías, están entre las que más personas empleaban, incluidos miles de profesionales de la clase media.
La trampa de esa reducción del Gabinete de que la superestructura clientelar de Macri solo cambiaría de puestos y no sería afectada en nada, como sí ocurre con el personal subalterno que queda desempleado, se ha hecho bien evidente con la decisión de aumentar el presupuesto al Ministerio de Seguridad para beneficiar a los cuerpos represores.
Ese es el Macri que tan a gusto hunde a la Argentina y a su gente más valiosa.
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