OEA: VIII Cumbre de las Américas

19/04/2018
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
cumbre_oea.jpg
-A +A

La VIII Cumbre de las Américas organizada por la Organización de Estados Americanos (OEA) en Perú el 13 y 14 de abril no pasará a la historia. Ella fue calificada de deslucida e intrascendente; de desabrida; de inútil y de fracasada. Tan sólo el anfitrión, el nuevo presidente no electo peruano Manuel Viscarra la consideró un  éxito. ¿Qué otra cosa podía decir?

 

Sin embargo, analizarla es pertinente. La Cumbre sí fue sintomática de las relaciones entre Washington y América Latina y el Caribe. Ella sí sirvió como reflejo de las consecuencias sobre la autonomía regional, de cambios de gobiernos progresistas por neoliberales. También mostró que la resistencia ante la ofensiva derechista es importante. Ella interpeló la izquierda y los movimientos sociales latinoamericanos sobre cómo enfrentar el nuevo contexto. Porque aunque la diplomacia derechista fracasó en la Cumbre, su ofensiva continúa.

 

OEA: Le salió el tiro por la culata

 

Al Secretario General de la OEA, Luis Almagro le salió el tiro por la culata. La VIII Cumbre de las Américas tuvo problemas de representatividad. Sólo participaron 33 de los 35 países miembros. Menos de una veintena de presidentes o jefes de gobierno. La más baja representación desde la primera cumbre de 1994, en Miami.

 

Ni siquiera participó el presidente estadounidense Donald Trump. Quedaron sin líder los adalides de la ofensiva reaccionaria contra Venezuela. Ello a pesar que Trump, a través de Tillerson, forzó la desinvitación del presidente venezolano Nicolás Maduro, por Pedro Pablo Kuczynski (PPK) a nombre del Grupo de Lima. PPK renunció el 21 de marzo pasado para evitar la destitución por corrupción por Odebrecht por el parlamento peruano. Su sucesor, Martin Viscarra, siguió con la Cumbre cuyo tema, elegido por PPK, y no es chiste, fue la “Gobernabilidad Democrática ante la Corrupción” (sic).

 

Otros presidentes y jefes de gobierno también se restaron. El presidente cubano, Raúl Castro, fue remplazado por el ministro de Comercio exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca. Se ausentaron los presidentes, Daniel Ortega de Nicaragua, los del Salvador, de Guatemala y Paraguay. El presidente ecuatoriano Lenin Moreno, dejó la cumbre por el rapto de tres periodistas en la frontera con Colombia.

 

Tras la excusa de la crisis en Siria la ausencia de Trump se debe a que no tenía victorias que anunciar. La Cumbre olía mal. No había mayoría para votar expulsión de Venezuela planeada por el Grupo de Lima. No cuajó la versión sesgada de la corrupción de los gobiernos progresistas, por la renuncia de PPK. Trump no consiguió amarrar el anuncio del nuevo TLCAN con México y Canadá. Su política antiinmigrante y xenófoba contra quienes vienen del sur del Rio Bravo incomoda hasta sus aliados.

 

La corrupción: Un caballo chúcaro

 

La VIII Cumbre de las Américas aumentó el cinismo político en la región. Los participantes adoptaron, sin mayor discusión y por aclamación los 57 puntos del Compromiso de Lima (ver el Compromiso). Un compromiso no obligatorio.

 

 

Viscarra, calificó de éxito la cumbre. ¿Qué otra cosa podría decir? Lo paradojal es que el Compromiso de Gobernabilidad Democrática ante la Corrupción, fue elaborado por el ex presidente peruano PPK. Un presidente que se salvó de la destitución por corrupción, renunciando a su cargo.

 

El nuevo presidente peruano no electo, Manuel Viscarra, no es un ejemplo de combate contra la corrupción. La Cumbre terminó sin autoridad moral. No fructificó la tesis de que la corrupción era sólo propia de los gobiernos progresistas.

 

Otros plantean[i] que la instrumentalización de la lucha de contra la corrupción por una justicia tuerta, es el nuevo instrumento de la derecha en América Latina. Se usa para justificar la guerra contra las alternativas al neoliberalismo según Silvina Romano. Fue el arma de la derecha para la destitución de Dilma Roussef en Brasil según Roberto Amaral. Se usa para destruir la campaña de Lula a la presidencia, con informaciones no sustanciadas. Usada antes en Honduras y Paraguay. Carlos Alberto Lerma afirma que la corrupción en Colombia es funcional para la mantención del sistema.

 

José Steinleger, afirma que la mitad de los presidentes de la VIII Cumbre, están acusados de corrupción incluyendo además lavado de dinero y fuga de capitales. Entre otros, el presidente no electo de Brasil Michel Temer. Mauricio Macri, denunciado en los Panamá Papers por lavado de dinero. El colombiano Juan Manuel Santos por Odebrecht. El Chileno Sebastián Piñera, ligado a numerosos escándalos de corrupción no dilucidados. Luis Guillermo Solis, (Costa Rica); Enrique Peña Nieto (México), por mencionar solo unos pocos.

 

Fallas en la Estrategia de Washington

 

 

La estrategia trumpista de restablecer la hegemonía de Washington en América Latina y el Caribe contra China y Rusia, sufrió un traspié en Perú. Falló el instrumento histórico de EUA. Hasta hoy día, muchos consideran la OEA el Ministerio de Colonias de Washington.

 

En 1948, la creación de la OEA confirmó la tutela de Washington sobre la región. Fue la culminación de intentos hegemónicos que remontan a la primera conferencia panamericana de 1889. A la llamada doctrina Monroe, que proponía sustraer la región a la influencia de potencias europeas. La OEA sirvió para expulsar a Cuba del sistema interamericano el 31 de enero de 1962; para justificar invasiones en Guatemala (1954); Santo Domingo (1965) y las dictaduras de seguridad nacional.

 

A fines de los ochenta, el fin de las dictaduras de seguridad nacional y de la guerra fría, llevó a que Washington reconfigurara la OEA mediante la fórmula de la Cumbre de las Américas. En la primera Cumbre, convocada por Georges Bush (padre) en 1994 se trataba de fortalecer lazos económicos creando el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Una extensión del TLCAN de Alaska a Tierra del Fuego. La elección de gobiernos progresistas hizo fracasar ese proyecto de tutela económica en 2005, en la Cumbre de Mar del Plata.

 

El otro pilar era la defensa y la promoción de la democracia restringida al estilo estadounidense. Aunque Washington consiguió adoptar la Carta democrática de Quebec en 2001, los gobiernos progresistas consiguieron en la VII Cumbre (Panamá en 2015) el reintegro de Cuba a la familia interamericana. En la nueva ofensiva esa Carta sirve de excusa para el intento de expulsar a Venezuela.

 

Fracasó momentáneamente la ofensiva antivenezolana

 

Pero, la servil gestión del Secretario General de la OEA, Luis Almagro sigue fracasando en el mandato de expulsar a Venezuela del sistema interamericano. Su tozudez reaccionaria se estrelló contra las naciones que se oponen a la ofensiva anti venezolana. Almagro quiere reeditar el oprobio cometido contra Cuba en 1961.

 

 

El grupo de Lima no consiguió convencer a nuevos gobiernos de aplicar la cláusula democrática adoptada en la Cumbre de Montreal en 2001. En Lima, los 16 países[ii] del grupo de Lima, debieron contentarse con reeditar la declaración de febrero pasado. Como se recordará, ese Grupo, fue organizado por el ex presidente peruano PPK a solicitud del vicepresidente estadounidense Mike Pence en agosto de 2017.

 

Los países de la cruzada antibolivariana aun no consiguen la mayoría necesaria para expulsar Venezuela del sistema interamericano aplicándole la Carta Democrática. La declaración de Lima, fue ampliamente difundida. Ella insiste nuevamente en el pretendido quiebre institucional y el agravamiento de la crisis política, económica, social y humanitaria en Venezuela. Llama a desconocer las elecciones en Venezuela el 20 de mayo próximo.

 

La de Lima, fue una Cumbre borrascosa. Fracasaron momentáneamente los planes anti venezolanos de la diplomacia estadounidense y de sus aliados derechistas en la región. Pero, su ofensiva continúa. Venezuela requiere como nunca la solidaridad latinoamericana. Solidaridad pero también análisis de lo ocurrido con los gobiernos progresistas, sus victorias y falencias, las izquierdas latinoamericanas. La disminución de la pobreza y las mejoras en servicios públicos no implicaron cambios de estructuras o del modo de producción extractivista. El retroceso bajo nuevos gobiernos neoliberales ya se hace sentir. El socialismo del siglo 21 requiere nuevas narrativas y un debate muy necesario, desde la izquierda.

 

Voz progresista de resistencia

 

 

Las críticas contra Venezuela dominaron la Cumbre. El presidente boliviano Evo Morales contrarrestó esa narrativa. Pero, los representantes de los movimientos sociales en la Cumbre de los Pueblos y de la sociedad civil, recordaron que los gobiernos progresistas no son los únicos actores.

 

La declaración final de la Cumbre de los Pueblos sirvió de alternativa contra la ofensiva neoconservadora y la hipocresía de hablar de gobernabilidad y corrupción en Perú, cuando “todos los presidentes de los últimos treinta años tiene cuentas pendientes por crímenes cometidos desde el poder”.

 

La declaración solidariza con el líder brasileño Lula, frente a la judicialización de la política por las élites brasileñas. En continuidad con el golpe parlamentario contra Dilma Roussef. Solidarizó con Cuba. Criticando la ilegitima presencia de grupos financiados por Washington y las fuerzas anticastristas.

 

Apoyó la Revolución Bolivariana de Venezuela exigiendo el fin de las sanciones. Rechazó la preparación de una intervención militar bajo pretexto de ayuda humanitaria. Exigió la no injerencia en las elecciones convocadas para el 20 de mayo próximos.

 

Expresó preocupación ante las posibilidades de retroceso de la Revolución Ciudadana en Ecuador y la sociedad del buen vivir. Rechazó la política racista y xenófoba de Trump contra México, de criminalización de la migración. Exigió reparación por los abusos de la MINUSTAH en Haití. Denunció las elecciones fraudulentas en Honduras. Exigió el respeto del acuerdo de paz en Colombia. Solidarizó con las movilizaciones contra Mauricio Macri en Argentina. Expresó su apoyo a los Mapuche perseguidos en Chile.

 

Ante la derrota de varios gobiernos progresistas, adquieren nuevo protagonismo los movimientos sociales. Son la trinchera de resistencia ante la ofensiva neoconservadora y de Washington. Ello interpela la necesidad que la izquierda latinoamericana actualice las narrativas capaces de concitar bloques políticos para un nuevo ciclo progresista en la región.

 

Notas

 

[i] Ver: La corrupción: Más allá de la moralina, Revista #531, ALAI, Marzo de 2018.  Consultado en https://www.alainet.org/es/revistas/531

 

[ii] Los 16 países firmantes son: Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, y el Vicepresidente de los Estados Unidos.

 

Fuente: http://marcelosolervicens.org/2018/04/cumbre-de-las-americas/#more-1374

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/en/node/192383?language=en
Subscribe to America Latina en Movimiento - RSS