Sancione primero, averigüe después

02/04/2018
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Más de un venezolano al leer el título recordará una frase tristemente célebre de nuestra historia. Aquella que significó el núcleo de la doctrina del terrorismo de Estado de la IV República. Aquella que venía impregnada del fétido olor que emanaba de la ley de vagos y maleantes, la que autorizaba siempre a la policía a disparar en el barrio, la que fue el corazón de los procedimientos anti guerrilla y de los que se usaron cuando, el pueblo desde Guarenas tomó Caracas.

 

…Los números no oficiales nos hablan de dos mil muertos en tres días en una sola ciudad y quieren que no lo recordemos, que esto sea “materia vista”…

 

Sancionar primero y averiguar después significa guardar muy bien dobladito todo el derecho a ser juzgado. Es omitir, el artículo 49 de nuestra Constitución y parte fundamental de la Declaración Universal de los Derechos Humanos pero sobretodo es un hábito de la campaña abierta de acoso a Venezuela.

 

Lo hicieron inicialmente los norteamericanos con sus primeras sanciones y lo han seguido haciendo. También lo hizo la Unión Europea y estos dos nuevos países que salieron al ruedo, Suiza y Panamá. Dos pequeños países que son históricamente grises en la geopolítica mundial al punto de usar como bandera ser países neutros.

 

…Poco empáticos, dotados de un clima, de una posición o de una afición al chocolate que les permite vivir fuera de los círculos de las preocupaciones y las confrontaciones de todas las épocas…

 

Por eso, el peso que no tienen en geopolítica lo compensan con la fuerza simbólica de ser países, dichos, pacifistas. Por ello nadie ha de extrañarse que el rechazo al chavismo sea cada vez considerado menos una postura política y cada vez más una exigencia moral, casi, parte de lo nuclearmente humano.

 

Volveremos a ello pero queremos ver este tema, decíamos, han sido sancionados por países extranjeros funcionarios venezolanos que nunca han sido juzgados. Las sanciones, en principio económicas, no incluyen ni siquiera una presunción de qué bienes, a nombre de quién, desde cuándo, en qué lugar están los activos que van a congelar. Incluso puede que muchos de los sancionados no hayan estado jamás en los países que les sancionan, ni sepan qué bancos funcionan en esos lugares.

 

Ya para nosotros el asunto se torna normal. Una raya más, una acción más y todos sabemos cosas importantes: Panamá tiene asuntos económicos pendientes con Venezuela, un ex Presidente investigado por corrupción y un manejo bancario tan turbio que hace apenas dos años reventaba el famoso caso de los Panama Papers; Suiza, además de comprar cacao porcelana venezolano es el enclave de buena parte de la industria farmacéutica mundial. Es decir, son dos países que geopolíticamente irrelevantes son económicamente considerables.

 

…Dos que podrían haber liberado aranceles, donado mercancía o despatentado medicinas pero que no, aplican esa fórmula de repetir que en Venezuela ellos saben que hay un puñado de personas que son malas…

 

¿Cuál es la forma de gobierno de Suiza? ¿Cada cuánto hay elecciones allá? ¿Quién es el Presidente de la Asamblea Nacional panameña? ¿Quién es el magistrado conservador de la Corte de Justicia suiza o la jueza progresista? ¿Alguno de ustedes lo sabe? Yo no.

 

Ellos tampoco lo saben de los venezolanos. La lista de sancionados es un copypaste que salió de algún lugar en el que sobre nuestra realidad alterada se escribe un guion cinematográfico. Aquel señor sin duda con abrigo negro, lentes gruesos y bufanda gris que se paró a tomar café en Zúrich, jamás ha escuchado hablar del Mazo Dando, tampoco la que toma un metro en Berna.

 

No lo saben, aunque la prensa se los diga todos los días o los acosen baners con la foto de Maduro anunciando que su postura ante cualquier cosa es incorrecta. Lo que sabe aquella señora que camina pisando bajo el frío una calle donde no cuelga ni una hoja es que hay algo malo, un cáncer, algo, que hay que sacar en aquel país que no sabría ubicar en el mapa.

 

La reputación de nuestros funcionarios, la suerte de sus hijos, la vergüenza de sus padres no son más que un daño colateral que sufren algunos de la necesidad de ubicar al chavismo como ese cáncer que es tan malo que solo necesitamos saber que debe acabarse.

 

Y para acabarlo, todos los medios son válidos. Aunque aquí queramos pensar que en una Resolución General del Consejo de Derechos Humanos de la ONU exista un espaldarazo de la comunidad internacional para un pueblo que resiste las fuerzas hegemónicas que la componen. No, las sanciones han sido directas, concretas, criminales e individualizadas como manera de disimular el contenido real. Las condenas internacionales a las sanciones han sido vagas, imprecisas, teóricas, descontextualizadas.

 

Por ende, así como en una misma semana la comunidad internacional a través de la Comisión Interamericana rogaba mejores condiciones para recibir a los venezolanos, Guatemala se sumó a los países que piden visas y México a los que han tenido escándalos por las precarias condiciones a las que someten a los venezolanos, las sanciones se han incrementado mientras tan sólo hay una genérica consideración de la ONU al respecto que nada dice sobre el concreto caso venezolano.

 

Sin juicio. En el banquillo de la prensa ya más de cuatro o cinco veces. Con los pasaportes revocados o al menos fuertemente limitados. Algunos son de los líderes del chavismo y otros que son funcionarios simplemente, están siendo lesionados en sus derechos y utilizados como caballo de Troya de la ofensiva imperial.

 

Muchos no nos escandalizamos. No nos solidarizamos. No vemos crecer una postura que se ubica en la opinión pública según la cual el chavismo es tan malo que sus partidarios merecen ser perseguidos.

 

Una aspiraría que esto no ocurriese más nunca, en ninguna parte del mundo, después de que el Derecho Internacional publicó el mea culpa por el genocidio de Ruanda pero allí va, creándose esa idea, del malo absoluto a erradicar.

 

¿Quién es el malo? ¿Los treinta funcionarios? ¿Los diez millones que firmaron contra el Decreto de Obama? ¿Los ocho millones que votaron por la Constituyente? ¿Los millones que trabajan en los Ministerios y en el Estado en el sentido más amplio? ¿Los miles que nacerán este año y necesitan vacunas?

 

¿Quién es el bueno? ¿El que ya no hace política sino lobby en Washington? ¿Un Presidente rubio al que todos le tenían terror cuando se dictaba desde la mass media que era tiempo que la primera mujer llegara al Capitolio? ¿Un Presidente peruano abiertamente reconocido como gringo que liberó a un genocida y renunció cuando el escándalo de la compra de votos de su destitución se hizo incontenible?

 

¿En qué América Latina estamos? ¿Quién está pagando los platos rotos? ¿Quién los rompió? Ya es imposible dudar que la pacificación de Colombia es un nuevo proceso de masacre de líderes populares colombianos y que Quito es la puerta de un nuevo proceso de sumisión continental. Los asesinatos y sus intentos en Brasil tienen la estampa de los peores tiempos de la dictadura descubierta y late todavía el cuerpo de Santiago, el de Berta Cáceres, la cárcel del compañero Jorge Glas al que nadie le tramita los recursos en contra de su condena y nada detiene el tintineo de las calculadoras de los nuevos precios de los servicios públicos en Buenos Aires.

 

No estamos en tiempos para guardar una selfie. No sé si esto se llamará la “Restauración Conservadora” o crónicas infames del odio histórico despierto. Sé que nosotros no podemos seguir viendo las cosas como si estuvieran lejos, si tuvieran límite, como si las sanciones nos pasaran cerquita pero no nos tocaran.

 

Escribo e insisto, es tiempo de defendernos de la guerra simbólica esa que dice que el chavismo es una forma de “nazismo” del que se curará Venezuela cuando caiga “el tirano” y regresen con sus celulares nuevos corriendo por Maiquetía las miles de caras que volverán al encuentro de una Patria que no han defendido un solo día.

 

Yo no sé quién tendrá qué dinero ni qué casa ni qué yate en Suiza o en Panamá o en Miami. Es verdad, no lo sé pero sé en qué sueño creo y a quién defiendo. Recuerdo la sonrisa que dice “yo si puedo”, nuestro satélite en órbita, los niños corriendo a escuelas y la canaimita a cuesta. Y si aquí sancionan sin juicio, permítanme agradecerle sin juicio a estos compañeros, diversos y más o menos afines a mí que hayan sido y sigan siendo parte de este sueño.

https://www.alainet.org/en/node/191952?language=es
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