Sistema-mundo capitalista en fase terminal (II)
- Opinión
De acuerdo con Joseph Stiglitz, el papel de Estados Unidos en la economía global es cada vez más disminuido (1), y desestima las formulaciones (algo descabelladas) de Trump, en cuanto a acusar a China, México y otros países, de “haber engañado” a su país en los tratados de libre comercio firmados por los EEUU.
Para Stiglitz eso no tiene lógica ni sentido, y se pregunta: ¿“cómo puede un acuerdo comercial ser injusto para todas las partes”? (2), y menos aun cuando precisamente fueron los negociadores y los intereses norteamericanos los rectores de tales procesos.
Todo esto es importante replantearlo cuando se trata de buscar las causas poco visibles de la profunda y más reciente crisis general por la que se encuentra atravesando el capitalismo global. Siempre se ha dicho que tales crisis son cíclicas y que luego de una etapa de recesión (o depresión), viene una etapa de “boom” o expansión y crecimiento renovado.
Pero a partir de la crisis desatada en todo el sistema-mundo del capitalismo en 2007 y 2008, lo que se observa es un prolongado ciclo recesivo que no cesa de pronunciarse. La relativa recuperación económica actual de Estados Unidos dista mucho de ser completa.
Primero se dijo que la economía norteamericana no tardaría en recuperarse, situación que no solo no ha ocurrido sino cada vez parece más cuesta arriba. Luego se dijo que China, el otro gran motor de la economía global, tomaría el papel de Estados Unidos como “locomotora” de la economía mundial, pero los hechos de los últimos años demuestran que el relevo histórico no es tan automático, pues esa economía, por gigantesca que sea hoy, no está del todo exenta de las tendencias recesivas de todo el sistema-mundo.
Retornando a Stiglitz, en su obra “El malestar en la globalización”, publicada a inicios de este nuevo siglo, el énfasis de tal malestar estaba enfocado en las periferias y en países de ingresos medios (eufemísticamente llamados “en desarrollo”), pero resulta que a estas alturas, cuando estamos muy cerca de concluir con la segunda década del siglo XXI, el malestar de la globalización no solo se ha profundizado sino además, se ha extendido igualmente a todo el orbe, incluyendo las propias sociedades del centro del sistema, es decir, de las sociedades a lo interno de las naciones más desarrolladas.
Todo esto me recuerda los agudos análisis de diversos economistas y expertos críticos de la economía internacional, cuya vos fue opacada y llevada a los márgenes de los medios dominantes de comunicación social en los años noventa (época en la que predominaron las alabanzas cuasi-orgásmicas en pro de los supuestos beneficios universales de la globalización), y quienes sostenían con argumentos y estadísticas sólidas, que en realidad la globalización no era un proceso que realmente se produjera entre naciones, sino, particularmente, un proceso de interrelación e intercambio entre ciertos centros o “nódulos”, muchos de ellos, conformados simplemente por grupos pequeños (pero poderosos) de entidades corporativas.
En realidad este planteamiento crítico no era totalmente nuevo. Ya mucho tiempo atrás, Karl Marx, sostenía que mientras la acumulación capitalista crecía en el centro del sistema, la periferia se empobrecía.
Empero, la novedad de estas dos últimas décadas del siglo XXI, es que ahora el descontento con el proceso de marginalización y despojo que produce esta globalización capitaneada por el gran capital transnacional, se ha tornado en malestar universal, de modo que el proceso de depauperación ha tocado ya prácticamente a todas las sociedades del planeta, incluyendo a las que tradicionalmente han sido catalogadas como ricas.
Y esto ayuda a entender no solo el ascenso de Trump a la presidencia (3) sino también la profundización de lo que personalmente vengo denominando como “globafascistización” (4).
Este sistema ya ha demostrado previamente que al no poder salir de sus ciclos periódicos de crisis, recurre al fascismo, la depauperación y el militarismo. Hoy, sin embargo, a diferencia del siglo XX, las condiciones para la implementación efectiva de tales “recetas anti-cíclicas” son mucho más restringidas.
En torno a eso que discurro en la siguiente entrega.
“La globalización de nuestro malestar”, J. Stiglitz, prensa mundial, diciembre, 2017.
Ibíd.
Según Stiglitz, dicho ascenso se debe al surgimiento de un populismo a lo interno de los EUA (Ibíd.).
Este término puede encontrarse en varios escritos publicados en la red por el autor de este artículo.
Sergio Barrios Escalante
Científico social e investigador. Editor de la revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y juventud en el Proyecto ADINA.
https://revistatulum.wordpress.com/
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