El legado del Che Guevara
- Análisis
Introducción
Este año se celebra el 50 aniversario del asesinato del Che Guevara en las montañas de Bolivia, por las fuerzas militares bolivianas, ordenadas por la CIA. A pesar de ya estar preso, mantener vivo al Che Guevara, en esos días de octubre de 1967, era una amenaza para el imperialismo, y aún más para la coyuntura que estaban implantando, con los nuevos planes de contra insurgencia y de seguridad nacional, que resultaron en golpes militares y en la instalación de dictaduras en prácticamente todos los países de América Latina entre las décadas del 60 y 70.
La figura del Che Guevara siempre fue muy controvertida. Odiada por la derecha y las fuerzas reaccionarias en todo el continente. Y polémica, incluso entre los sectores progresistas y de izquierda.
En ese entonces, la izquierda estaba muy dogmatizada y a cada tesis, se formaba un nuevo grupo. Cada grupo caracterizaba al Che de acuerdo a sus manuales, y algunos lo clasificaron apenas de aventurero, de idealista. Finalmente, era más cómodo seguir la tradición burocrática y pacífica de algunos partidos que se autodefinían comunistas. Estaban los que se asustaban con su praxis. También era pedir demasiado para un militante común seguir tamaña osadía. Y otros llegaron a desestimar sus ideas, transformando su ejemplo en mero estímulo a un falso heroísmo desvinculado de las masas, según las tesis de Regis Debray, que defendía la idea de que “bastaba un pequeño grupo de hombres bien armados y con disposición para subir las montañas y crear un foco para que las masas explotadas los siguiesen”. Era el “foquismo”.
Definitivamente no eran esas las ideas del Che, y tampoco la estrategia para tomar el poder. Y hasta en su manual “Guerra de guerrillas”, escrito a partir de la experiencia concreta en la Revolución Cubana, están claramente presentes los principios de que una guerrilla solo tiene sentido como parte de la lucha de masas, como un medio, y no un fin. Ahí, inclusive habla sobre la necesidad de las diversas condiciones subjetivas, objetivas y de correlación de fuerzas, para su desencadenamiento.
Pero siendo tan polémico y tan mal interpretado en términos de estrategias y tácticas, y habiendo triunfado en Cuba, pero derrotado en el Congo y Bolivia; ¿cuál sería concretamente el legado del Che?
No se puede idealizar la figura del Che como si fuese un súper-hombre. Ni dogmatizarlo como ejemplo único y absoluto. Pero tampoco exorcizarlo, reduciéndolo a un mito. El Che representa la síntesis de un periodo histórico revolucionario de nuestro continente. Sus ideas, sus ideales, su praxis, formaron una simbología de los sentimientos y de la práctica de todo un movimiento revolucionario, de varias organizaciones populares en Cuba y toda América Latina.
Por lo tanto, al referenciarlo, se debe tener en mente que él se transformó en referencia política, porque representa una síntesis de la experiencia histórica de varios pueblos latinoamericanos.
Y tal vez haya sido tan fuerte su figura como síntesis, porque, como dicen los historiadores y sus contemporáneos, el Che fue uno de los pocos revolucionarios que consiguió vivir intensamente, de forma coherente y cotidianamente, todo lo que pensaba.
“Mi padre, -dice Aleidita en una declaración- procuró vivir todos los días de forma coherente con lo que pensaba.”
Y es de esa práctica coherente, cotidiana, que se encuentra el mayor legado del Che para la actual generación de idealistas y revolucionarios.
En resumen, se pueden identificar diez grandes valores que representaría en legado del Che para la historia de América Latina.
- El Humanismo
El hombre debe ser el objetivo principal. Su bienestar, su superación en cuanto a lo que se busca perfeccionar, la búsqueda de la felicidad, la procura de vivir en una sociedad más justa. La lucha, el partido, la guerrilla, siempre son interpretados por el Che como medios. El fin es alcanzar una sociedad de hombres y mujeres libres y en fraternidad. Es por eso que, incluso después de haber tomado el poder, en el caso de Cuba, lo que seguía era una lucha incesante por la construcción de una sociedad diferente. En este humanismo guevariano, se profundizan los ideales de Marx y se recupera la visión más generosa del objetivo principal de una revolución social. Al contrario de la práctica de algunos partidos de izquierda, que transformaron la conquista del poder, del control del estado y el fortalecimiento de su organización en un fin en sí mismo.
Ese humanismo está presente también cuando defiende la idea de que lo que transforma a una persona en un verdadero revolucionario, es cuando se permanentemente, por un profundo sentimiento de amor a sus semejantes.
- Rebelarse contra cualquier injusticia social
Esa frase se tornó un principio de práctica para cualquier revolucionario. El Che defendía que la práctica de toda persona que pretenda ser revolucionaria, debería ser la suficiente indignación para rebelarse frente a cualquier injusticia cometida contra cualquier ser humano, en cualquier parte del mundo, en cualquier circunstancia.
En este principio está presente la idea fundamental de las relaciones sociales concebidas por el Che. El sentido de la igualdad y de la justicia. Y al mismo tiempo, la rebeldía y el coraje de estimular que todos los individuos busquen la igualdad, rebelándose contra cualquier situación de injusticia. Esa visión rompe la concepción individualista de apenas preocuparse consigo mismo o por los amigos. Y rompe con la ilusión que para ser un revolucionario, es necesario tener teoría, estar en una organización revolucionaria. Enorgullecerse con dogmas y símbolos y olvidarse de la práctica cotidiana, donde, en cualquier momento y en pequeñas cosas, se puede ser un gran revolucionario al luchar contra esas injusticias. Contra esas situaciones de opresión que las sociedades de clase y el capitalismo producen.
- El latinoamericanismo
La idea de la identidad latinoamericana de los pueblos que habitan este continente, a pesar de las diferencias culturales y étnicas, estuvo presente desde las luchas por la independencia. Con frecuencia, se cita a Simón Bolívar, y especialmente a José Martí. Esos ideales están presentes en muchas obras literarias, en discursos políticos y programas partidarios, en todos los países del continente. Pero ciertamente, la del Che fue la expresión más contundente de este carácter, por su ejemplo de vida.
La historia le reservó la oportunidad de haber nacido en Argentina, haber recorrido por tierra el continente y haber conocido de cerca sus males. Se apasiono por la causa de los pueblos latino-americanos. Así se dedicó con el mismo ardor en Guatemala, en la preparación del Granma, en México, en las montañas en Cuba. En el gobierno revolucionario, en los estrados de la ONU y en el altiplano boliviano.
Su vida puso en práctica el ideario de Martí. Y consolidó ese espíritu latino-americano. Porque contribuyó a la comprensión de que las causas y los problemas sociales del pueblo en los diferentes países son las mismas. De que el papel imperialista de los EEUU oprime a todos. Y que la solución, a largo plazo, va a unir a todos en un camino semejante y latino-americano. Ningún país aislado, conseguirá construir una sociedad justa y fraterna en América Latina. Incluso en el caso de la victoria de la revolución cubana, nótense los sacrificios impuestos al pueblo cubano por el bloqueo norte-americano y la inviabilidad reciente de otras revoluciones en América Central, el Caribe y América del Sur.
- El espíritu misionero
El espíritu misionero presente en el ideario del Che y en su práctica, está basado en el sentimiento de solidaridad, no de aventura. El Che acostumbraba decir que “la más bella cualidad de una persona es el sentimiento de solidaridad”. Y fue con ese sentimiento que él predicó el espíritu misionero. Despegarse de las tareas cotidianas, del comodísimo, de la vida organizada. Y estar dispuesto a abandonar ese comodísimo e ir a otros lugares, otros poblados, y hasta otros países. Contribuir de alguna forma, con humildad, para que otras personas puedan vivir mejor. Ese espíritu misionero lo llevo a muchos lugares. Pero siempre con el mismo sentimiento de solidaridad. Jamás para enseñar, dar órdenes, imponer o buscar algún provecho personal.
Ese sentimiento de solidario es lo que hasta hoy estimula millares de revolucionarios cubanos a contribuir con sus conocimientos, con su buena voluntad, en el campo de la salud, de las técnicas, con otros pueblos, en casi todos los continentes.
- El espíritu de sacrificio
El espíritu de sacrificio no fue un discurso moralista, falso, o religioso, para buscar el paraíso a cambio, la vida eterna. Tampoco un desvío masoquista. Sino que hacia parte de la vida. La peor tarea, en cualquier trabajo o misión, era asumida por el Che. Y predicaba que todo militante revolucionario debería asumir siempre esa obligación. Con esos valores, se tendría moral suficiente para servir de ejemplo a todo el pueblo para la construcción de una sociedad diferente.
- El ejemplo del trabajo
El trabajo siempre fue visto por Che como una fuerza transformadora del hombre, como base de la construcción de toda la riqueza en la sociedad. Pero sobre todo de los conceptos y filosóficos, el legado de él es tener practicado la idea básica que “nadie puede pedir para otro hacer alguna cosa, sin hacerla primero”.
Por ello, en muchas ocasiones, él era el primero a realizar sus tareas, el primero a empezar el trabajo. Primero, buscaba él mismo hacer, para después pedir para que los demás también pudiesen hacerlo y seguir adelante.
Esse espírito está presente na enorme contribuição que Che deu na organização dos trabalhos massivos, na forma de mutirão, onde toda a população adulta era convocada a se engajar.
Ese mismo espíritu estaba presente en la enorme contribución que Che nos he dado en la organización de los trabajos masivos, en la forma de brigadas, donde toda la población adulta era convocada a si comprometer.
Este mismo espíritu estaba presente en el planeamiento y en los debates políticos con los trabajadores y con la sociedad cubana, en el proceso de construcción del socialismo. Muestreando que una sociedad más justa, con mejor bienestar, no si construye con discursos, o apenas ideales, pero que dependía, fundamentalmente, del aumento de la producción de bienes, de mercancías, de riquezas. Y eso solamente sería posible con mucho trabajo. O sea, una sociedad más avanzada y más justa solamente sería alcanzada con mucho trabajo de la actual generación, para poder construir un futuro más digno para las generaciones futuras.
- El despojo de bienes materiales
Che ha pasado por los puestos más importantes en el Estado cubano. Fue Ministro, presidente del Banco Central, he participado de inúmeras delegaciones internacionales representando al Gobierno y al pueblo cubano. Podría ter se acomodado en los cargos y en la vida tranquila que su trayectoria le había garantizado.
Cuando si despidió de los hijos, rumbo a Bolivia, tuve el cuidado de los señalar que no les dejaba nada de bienes materiales, y esperaba que el Estado Revolucionario les garantizase el mismo bienestar y educación que debería garantizar a todos los hijos del pueblo.
- Hábitos siempre fueron simples y modestos. Casi franciscanos.
Ese espíritu de la persono no se apegar a los bienes materiales, como se fuesen la única fuente de felicidad, estuve presente en su predicación.
Se contrapone con la necesidad del hombre tener acceso a los conocimientos, a los bienes culturales, a la educación y a una vida solidaria e igualitaria, como base da felicidad. Los bienes relacionados con las necesidades básicas del hombre son fundamentales. Pero la práctica del individualismo, del egoísmo, de la acumulación de bienes como ostentación de la diferenciación social, minaría la moral, para la construcción de una sociedad más justa.
En este principio también se basa la práctica estimulada por Che, de trabajo voluntario. Veía en el trabajo voluntario, ejercidos en las horas de descanso, los sábados, domingos y feriados, una manera de practicar ese desapego por las cosas materiales, y la manera de practicar actos concretos de solidaridad social. Creía también que los grandes problemas concretos de la sociedad cubana seria posibles de resolver, de manera más rápida, se hubiese una donación, una entrega mayor de todos en el ejercicio de trabajo voluntario sin remuneración.
- La creencia en la fuerza de las masas
La fuerza popular y la capacidad transformadora de las masas organizadas están presentes en todo pensamiento político de Che. Mismo en la teorización de estrategias militares, contrario de la difusión del foquismo, Che predicaba que solamente sería posible la victoria revolucionaria, se consiguiera organizar un verdadero ejército popular, de todo el pueblo.
Nunca estuve presente en su ideario, los desvíos del putchismo o del heroísmo de un pequeño grupo que podría liberar a su pueblo.
Esa misma concepción está presente al unirse a la fuerza de las masas con el espíritu de sacrificio y el trabajo voluntario. Así fueron organizadas muchas brigadas para resolver problemas concretos de la población. Desde la limpieza pública, la construcción de viviendas populares, y el corte de la caña, hasta la defensa de la patria, cuando Cuba, por ejemplo, fue invadida por fuerzas militares organizadas por los Estados Unidos, en el famoso episodio de la Bahía de Cochinos, y en 72 horas, con la movilización de todo el pueblo en armas, consiguieron derrotar y prender todos los invasores.
- La relación dirigentes - masas
La práctica cotidiana del ejemplo del Che trae también un legado importante referente a la forma con que elle se relacionaba con las masas. Defendía y practicaba la necesaria vinculación de los dirigentes con las masas. Estaba siempre en el medio de ellas. Y buscaba escuchar sus anhelos, problemas, dificultades y críticas al proceso revolucionario.
Tuvo una práctica esencialmente anti-burocrática, anti-gabinete, anti-vanguardista, anti-dirigista. Evitando y combatiendo que un núcleo organizado del partido, pudiese saber todo sobre el pueblo y escoger el mejor camino para él. Estar siempre en el medio del pueblo era el mejor camino para errar menos.
- La formación de cuadros
La experiencia de la construcción del socialismo, la experiencia de la administración popular de un Estado Revolucionario en condiciones de subdesarrollo, llevó al Che a dedicar muchas reflexiones sobre la necesidad de la formación de cuadros. Hay muchas reflexiones registradas en discursos, artículos y ensayos sobre ese problema. Veía la necesidad de formación de cuadros como una cosa vital para el proceso revolucionario. Nuevamente, manifiesta su vinculación con la fuerza popular, al defender la idea de que una política de cuadros, era una política necesariamente dirigida para las masas. Para que entre las masas, especialmente la juventud, se pudiese formar lo mayor número posible de personas como militantes revolucionarios dentro de las necesidades técnicas y políticas. Pero, sobre todo, que con un desarrollo político, moral y cultural, representasen la práctica de valores del hombre nueve y que sirviesen de ejemplo a toda la masa.
Defendía que el cuadro debería ser altamente disciplinado. Preparado técnicamente, con amor a los estudios y a los conocimientos científicos. Con disposición para enfrentar cualquier tarea. Con capacidad de análisis de los problemas y sus causas, y con creatividad suficiente para buscar una solución. Pero, sobre todo, debería ganar respecto de los trabajadores y del pueblo, por su ejemplo y por el cariño y dedicación a sus similares.
De esta manera, las personas se transformarían en ejemplos, y siendo ejemplo, podrían ser llamados de cuadros revolucionarios.
La figura de Che Guevara está aún tan presente en nuestro medio, fundamentalmente por el legado que él nos ha dejado. La situación de vida de los pueblos de América Latina no ha cambiado. Las fuerzas productivas se desarrollaron. Pero los problemas sociales y concretos del pueblo continúan.
Cabe a las organizaciones populares que se pretenden revolucionarios, reflexionar sobre este legado. Buscar en la universalidad que existe en él, independiente de la categoría social, del medio que actúa o del país.
Creer en el legado de Che, no significa querer copiar estrategias o tácticas de la toma del poder utilizadas en Cuba o en Bolivia. Cada país, cada pueblo, cada situación tendrá su propia estrategia y tácticas, determinadas por las condiciones objetivas, subjetivas y por la correlación de fuerzas. Creer en el Che es, sobretodo, alimentar permanentemente la posibilidad de hacer la revolución. Hacer la revolución cada día. Por nuestra práctica, por el ánimo permanente de la confianza en nuestros ideales, y en la certeza de que es posible derrotar a los opresores (internos y externos) y un día construir una sociedad más justa y fraterna. Y ciertamente, como soñaron Martí y Che Guevara, latinoamericana.
Mayo, 1997
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