Plebiscito made in USA
- Opinión
El falso plebiscito que los imperialistas norteamericanos han dictado a la oposición de derecha venezolana es una seria provocación en el largo proceso del golpe suave sobre el que están operando todas sus fuerzas. Según indican sus tres preguntas se quiere dar cobertura al rechazo gringo a la Constituyente, que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se supedite al imperialismo de acuerdo a la Asamblea Nacional, e imponer un gobierno secuaz del Norte.
No les alcanzaron tres meses de violencia por parte de sus comandos terroristas, ni 4 años de guerra económica con que tienen asediado al pueblo venezolano, ni mucho menos el desprestigio interno de los políticos de la burguesía. Persisten una vez más en crearse un recurso seudo-legal que dé cierta aceptación al intervencionismo decidido desde hace tiempo por los factores del capitalismo internacional.
Han seguido todos y cada uno de los procedimientos practicados en más de un siglo de dominación sobre Latinoamérica, entrenamiento de paramilitares, sabotajes, chantajes políticos, golpes de estado, intervenciones militares, control, bloqueo y guerra económica, compra de personalidades desplazadas y de traiciones. Todo lo cual se ha visto en las agresiones contra Cuba, Chile, Panamá, Ecuador, México, Brasil, en fin, que como bien sabemos no hay un solo país en América que no haya sido objeto de las maniobras de poder imperial, aunque algunos gobiernos se hagan los desmemoriados. Tal es el fondo de la relación entre la oligarquía norteamericana contra los pueblos de la región.
La oposición fascista y la gran burguesía venezolana presumen defender la Constitución Bolivariana, pero de acuerdo con los hechos duros, vienen empleando medios que están fuera de sus normas, como son los desacatos, el no reconocimiento del gobierno de Maduro, la agresión al pueblo, su accionar antidemocrático, los delitos de odio, la flagrante traición a su patria, la quema de alimentos y otras infraestructuras del poder popular, la negación de los derechos sociales y demás atropellos. Hasta el mismo plebiscito cae fuera del rango de la Constitución Bolivariana, tanto por su forma como por los procedimientos con que quiere conseguirlo, es decir, sin un real consenso de las mayorías, al margen de toda fuente de consulta verificable, con un recital amañado y a destiempo del curso fundamental del proceso social.
Pero lo que buscan realmente los norteamericanos es dar un rango de legitimidad a algo que ya tienen decidido de antemano. Esto es, crearse un supuesto reclamo general para establecer su “gobierno de salvación” con las fuerzas de la derecha para dividir al pueblo y gobierno bolivariano, a la vez que impedir o reducir la autoridad de la Constituyente en puertas. Es una partida geopolítica con fuerzas mermadas, que sigue invisibilizando a los sujetos sociales del proceso revolucionario, y sobre todo al pueblo como actor de primer plano, es una partida que espera el efectismo mediático con el respaldo político-militar de sus artífices y sus aliados de la OEA, para abrir el país a su verdadera manera de atender sus cosas, su intervención humanitaria e instalación de una protectoría militar.
A estas alturas, todos y cada uno de los discursos o mensajes que han difundido los gringos y sus gobiernos satélites han resultado ser mentiras de fondo con la vulgar intención de confundir a nuestros pueblos respecto de esta situación y del conjunto de problemas que ocurren en América Latina, ¡vaya que han conseguido magnificar su cortina de humo, crearon todo un mundo paralelo, surrealista, dantesco a través de sus medios!
En esta ficción de la política, sin importar la profundidad de la crisis de hegemonía y el desastre global a que conducen a la humanidad, que seguirán haciendo así, porque los guía la codicia; lo que rige las conductas imperialistas sigue ahí, no es la democracia, ni mucho menos la libertad tantas veces clamadas, son los intereses por apoderarse hasta del último reducto de recursos al que puedan tomar. Por esto no caben las ilusiones con la política imperialista y el sistema capitalista, el saldo de vulnerabilidad socioeconómica de los pueblos explotados y oprimidos por las políticas del imperialismo está a la vista, de las agresiones a todas partes donde vayan.
El plebiscito es un intento de sabotaje a la Constituyente en vista de que esta última avanza incontenible pese a toda la violencia de derecha, el chavismo recuperó su asambleísmo y su confianza en las fuerzas propias, en la certeza del camino socialista y las posibilidades de resolver internamente los problemas sociales. El plebiscito es un recurso de la OEA y los Estados Unidos, que tal como el recién montado en Puerto Rico, aparenta “bajar el tono” para dar un nuevo zarpazo, pretende legitimar una invasión con un gobierno títere (tipo impeachment brasileño de 2016, pero con marines y extrema violencia paramilitar), encabezado por la Fiscal Luisa Ortega, Julio Borges y comparsa, a quienes no importa que fracase, con que haga ruido y centrándose en actos violentos más precisos, condimente el espectáculo para fracturar el proceso constituyente popular bolivariano y sus tentativas de sublevación neoliberal. La derecha está desgastada, abochornada, desacreditada y todo lo que se quiera, pero cuenta con recursos, como la subsidiaria que es respecto del imperialismo que la seguirá usando hasta exprimirle todo lo que pueda dar de sí, dejándola como una pasa, luego conservarlos como gobierno en el exilio hasta que alguna “oportunidad” vuelva a hidratarla.
A como se expresa, la culpa de sus fracasos no solo reside en ella misma, sino en los estrategas que la han conducido en sus batallas, a recordar, Bush, Obama, Trump y sus agentes constantemente estimulados por el impulso de su destino manifiesto, levantándola una y otra vez mientras se le permita existir en su condición golpista, mantuana y fascista. El hegemón está llevando al fracaso su nave y las de todos aquellos que orbitan en su sistema.
Aunado a la experiencia política adquirida en 19 años de combates a otro nivel, en estos meses el pueblo bolivariano y chavista aprendió a distinguir que los actos violentos son ejecutados para mentir sistemáticamente, para desequilibrar la democracia popular y preparar el terreno que le arrebate sus derechos y conquistas sociales. El pueblo chavista no cayó en las trampas de la democracia burguesa, supo percibir las dobles intenciones de la intervención humanitaria, eludió los enfrentamientos hasta donde fue posible para no caer en la guerra civil que los gringos le tendían, y no jugará a la carta del plebiscito de los terroristas. La experiencia política de los pueblos es ahora lo más importante para construir las alternativas frente a los poderosos, y el pueblo bolivariano en concreto tiene al frente su Asamblea Nacional Constituyente sobre la que debe afirmar el paso, impedir le sea saboteada porque es una gran vía para ensanchar su poder popular.
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