ABC para tiempos de Constituyente

08/05/2017
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  • Opinión
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  1. Los tips

 

  • La Asamblea Nacional Constituyente es el último mecanismo de modificación constitucional previsto en la Carta Magna. En el caso de la Constitución de 1999 los tres mecanismos han sido activados, la enmienda, la reforma y ahora, la Asamblea Nacional Constituyente.

 

  • La Constitución es la norma suprema de la República Bolivariana de Venezuela. Su adopción y modificación son asuntos de estricto orden interno.

 

  • El objeto de una Constitución, según la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia que permitió convocar a la ANC 99 es “establecer un orden racional claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la subversión, el golpe de Estado, las intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los delitos políticos.”

 

  • La elección de los representantes a la ANC será universal, directa y secreta. Habrán representantes territoriales y sectoriales, de acuerdo a lo que dispongan las bases comiciales cuya consulta está prevista para el día lunes 8 de mayo de 2017, con los partidos de oposición. Los únicos representantes excluidos de este sistema electoral son los de los pueblos indígenas cuyas tradiciones se respetan en la materia.

 

  • El cómo, el quien y el para que quedaron constitucionalmente dispuestos en los artículos 347 y 348 de la Carta Magna.

 

  • En la historia contemporánea de Venezuela se recuerdan dos Asambleas Nacionales Constituyente, la de 1946 y la de 1999, a ambas se opuso la oligarquía y la jerarquía de la Iglesia Católica.

 

  • Un grupo importante de los políticos y juristas que hoy se oponen a la Constituyente de 2017, también lo hicieron de manera manifiesta a la de 1999.

 

2. El contexto

 

Para marzo del año en curso, antes incluso que la Fiscal General de la República se pronunciara e interviniera el Consejo de Seguridad de la Nación, publique dos artículos en los cuales describía la situación que vivimos como un conflicto de Estado, en el cual, los valores más importantes de la República así como su estabilidad se encuentran sometidas a una de las situaciones más peligrosas que ha enfrentado en su historia.

 

La nota contextual para este texto mantiene lo allí afirmado. Estamos ante una crisis de Estado, que se generó el día 29 de julio de 2016 cuando el Poder Legislativo se declaró en rebeldía ante las órdenes del Poder Judicial.

 

Situación que no ha cambiado sino que se ha venido agudizando cuando desde el Legislativo no tan sólo no se ha acatado la orden de la justicia sino que se ha procedido a adoptar, bajo el nombre de acuerdos, los más inverosímiles pronunciamientos contra toda la institucionalidad venezolana, y, finalmente se ha tomado la iniciativa de actuar como un  gobierno paralelo que, con cierta aceptación extranjera, solicita se retiren los contratos o se intervenga política y militarmente, en el país.

 

Con ello como marco general, se han venido produciendo una serie de actos hipotéticamente enmarcados como protestas. Se aclara, todas aquellas concentraciones de calle, móviles o inmóviles, para denunciar o exigir, mientras hayan cumplido las normas que las rigen, no son objeto de este análisis sino todos los actos ilegales, incluso terroristas, que las han acompañado.

 

Nos referimos a actos prohibidos en tiempos de paz y de guerra, tales como los ataques a los centros de salud, los llamados a la guerra y a la insurgencia desde la radio o desde la Asamblea Nacional, la profanación de tumbas, el cierre de las vías públicas, la utilización de armas de fuego y objetos empleados como tal, así como finalmente, las amenazas genéricas e individualizadas, cumplidas o no, de matar y  destruir, desde las redes sociales.

 

El Estado no es el Poder Ejecutivo, el Estado es la suma indivisible de cinco funciones públicas llamadas internamente poderes. Estos, actúan juntos bajo un deber de coordinación en aras de lograr los fines supremos del país. A ellos, todos y todas estamos sometidos  tanto como estos están sometidos a la Constitución, norma a la cual, nadie puede resistirse.

 

Por ello, que nadie puede salir a acusar a Venezuela, desde un espacio público, como si de todos los asuntos fuera responsable el Presidente de la República. Por ejemplo, de la lucha contra la delincuencia y de las violaciones a derechos humanos, es principalmente responsable el Poder Ciudadano, en especial, en el órgano de la Fiscalía General de la República. Tal como lo recordó, en días recientes, el Ministro Aristóbulo Isturiz.

 

En ello, hay que observar por ejemplo como una de las reivindicaciones presuntas de las protestas era solicitar elecciones. Al respecto, ciertamente en Venezuela está retrasada la convocatoria a elecciones regionales, lo cual, es responsabilidad del Poder Electoral y debe hacerse, sin que por ello pueda derivarse de un supuesto real, una exigencia jurídicamente descabellada como la posibilidad de exigir unas elecciones presidenciales antes del lapso.

 

En este contexto, es donde tenemos que ver con detalle la diferencia que existe entre las causas y las excusas, puesto que cada manifestación se convoca en base a supuestos nuevos y no se comportan como una continuada actividad motivada en una sola, o un conjunto permanente, de causas. Siendo el más patético de los ejemplos cómo ahora hay quienes directamente indican que no son las elecciones regionales lo que persiguen.

 

Pero esto ha sido históricamente lo que ha ocurrido cada tanto cuando la oposición decide que su vía es la calle. Lo realmente preocupante es como en el presente todas las actuaciones tienen una fuerza simbólica destinada a construir esa imagen de Venezuela como un pueblo extraño, desesperado, donde los ricos encarnan y toman las banderas mundiales de los desposeídos.

 

Esta es la situación peligrosa porque como bien lo explica Halimi antes de convencer a cualquier norteamericano o europeo promedio de tocar un país extranjero hay que hacerle sentir que el otro es un ser dotado de una maldad histórica cuya existencia no tan solo lesiona a un pueblo que queda del otro lado del mundo sino que ese mismo pueblo es una amenaza para ellos.

 

En Venezuela, se posa ante las tanquetas, se corre desnudo como en Hiroshima, de trenza el cabello como en Chiapas, se utilizan cascos blancos como en Siria. Se construye ese escenario donde se justifica una intervención militar y esto, es el aspecto que no cuentan quienes acusan tan vehemente que mantenerse en las filas del chavismo es algún tipo de ceguera.

 

No tan sólo esto tenemos que verlo en el escenario internacional donde se presentan demandas frente a cada organización internacional, o, donde se hacen crónicas en todos los telediarios sobre Caracas como si esta fuera la capital de todo el sistema solar sino en nuestra propia historia porque lo más cercano a ello que estuvimos en el siglo XX fue cuando el bloqueo naval cuando el Presidente Cipriano Castro fue, con las posibilidades de la época, tan expuesto y humillado como lo es hoy, Nicolás Maduro.

 

Por ende, es que el supuesto de hecho para llamar a una Constituyente está plenamente configurado puesto que los pueblos se dotan de una nueva Constitución cuando pretenden “establecer un orden racional claro y estable que evite, en la medida de  lo posible, la subversión, el golpe de Estado, las intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los delitos políticos.”

 

Finalmente, la pregunta fundamental que todos los venezolanos hemos de plantearnos es cual sería, dentro de nuestro sistema político e histórico,  la otra respuesta posible cuando, incluso los más reservados de los análisis siguen determinando que existe dentro del pueblo de Venezuela una vocación de paz, una conformación política donde si bien existe una oposición numerosa que para algunos puede ser mayoritaria, conviven con millones de personas que apoyan un modelo y un gobierno bolivariano.

 

La propuesta de la Constituyente representa el triunfo dentro de las filas bolivarianas de la propuesta electoral y pacífica sobre cualquier forma de propuesta violenta. Ahora, es labor de todos los venezolanos que triunfe como escenario donde podremos medirnos, vernos las caras, determinar qué país queremos, como reconfigurar un escenario donde la delincuencia no solo es un factor que daña nuestra calidad de vida sino que sus principales actores no son ni siquiera mayores de edad, y, donde finalmente el problema económico angustia a nuestra población.

 

3. La Constituyente

 

La Asamblea Nacional Constituyente es el foro originario, como tal, es ante todo un espacio soberano. Pensarlo y hacerlo es descartar la posibilidad de influencia, directa o mediante presiones, que tienen sobre esta tierra libertadora, los intereses foráneos. Es también el momento donde se marcará el rumbo político del país, por ende, se confrontaran los dos modelos. Es el espacio donde conoceremos el tan callado proyecto político de la derecha que se agota a tan solo pedir la salida del Presidente sin proponer el plan, económico o social, para el momento después, así como, se mostrará, la versión actual del proyecto bolivariano con su desarrollo legal y practico de la noción de democracia participativa y protagónica, o, de justicia social.

 

Un escenario donde existan sectores que se excluyan sería una lamentable situación política porque demostraría que pretenden perpetuarse en un conflicto que ya tiene un saldo irreparable, en vidas, en horas de clase, en disminución del ya deficiente PIB, etc. Esto, sin pensar que significará para nosotros y para nuestros niños, dejar que Venezuela se convierta en Siria, en Libia, en Ucrania, en Sudan, o cualquier otro triste ejemplo.

 

Al respecto y esto es lo que se logra con llamar a participar de manera territorial y sectorial, la Constituyente será el espacio para que los grupos de personas que han venido solicitando interpretaciones o leyes que protejan sus derechos de manera expresa los exijan. Hablamos del tiempo de decidir que hacemos en Venezuela con el aborto, el matrimonio igualitario, la eutanasia, la protección ante la violencia digital, la discriminación por discapacidad. Esto por ser temas que cuentan en Venezuela con organizaciones no gubernamentales –por la derecha- y movimientos sociales –por la izquierda-, debidamente conformados y activos.

 

También es el tiempo de nuestras preguntas fundamentales en materia económica y social, como, que protección ha de brindarse a lo ya obtenido y que garantía se tiene de que las políticas se universalicen; cual es la política fiscal para promover la economía; como dividimos el ingreso que obtenemos de las divisas; como se castiga la delincuencia, y, que derechos tienen las víctimas.

 

Hay quienes quieren impulsar la idea que ir a la Constituyente es traicionar el legado del Comandante Chávez y debemos considerar al respecto, que Chávez propuso un país politizado, uno de vías democráticas, uno, irreductiblemente libre y soberano. Pretender que la situación que vivimos puede enfrentarse con simple inercia o que el derecho no tiene que ajustarse es negarle su principal función de mantener la paz. Pero en lo concreto es también olvidar que Chávez en vida propuso una enmienda y una reforma y nos pidió antes de irse que nos preparásemos, pues con su ida se abría el tiempo de unidad, lucha, batalla y victoria.

 

https://anicrisbracho.wordpress.com/author/anacristinabracho/

https://www.alainet.org/en/node/185325
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