El intervencionismo de hoy en día

08/05/2017
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El mundo en que ahora nos toca vivir afronta un inflamado proceso de desestabilizador, forjador de guerras y miseria capitaneado por la política criminal de los Estados Unidos, sus socios y las plutocracias. Lamentable realidad, la matriz agresora es el hegemón del norte, para donde se mire, lo mismo da si es un pequeño país que una potencia rival, tanto le provoca un mercado que un recurso natural, pues el eje de su intervencionismo es la ambición de poder, hegemonía y riquezas.

 

Estados Unidos ejerce un derecho de opresión transnacional, un intervencionismo permanente, el asedio constante, la violación de la paz mundial, el chantaje político, las sanciones económicas. ¿Qué derecho tiene ese régimen cabeza del capitalismo imperialista a intervenir por ejemplo en América Latina y sus pueblos? Muy simple, el derecho imperial de pretender seguir haciendo lo que le place con una falsa bandera de libertad de la llamada comunidad internacional siempre que sea trazada por este.

 

Los yanquis y las potencias europeas en este momento han decidido desmantelar los sueños de nuestros pueblos, con la línea de antaño, restaurar el conservadurismo, las viejas dictaduras y represiones bajo el mando neoliberal. Como vamos viendo, no les importa que esa política les esté llevando a sembrar una grave tensión social desencadenante de nuevas resistencias de frente a su sistema a pesar de tanta opresión.

 

Las castas oligárquicas están siendo reorganizadas por los gringos y sus lacayos que vienen por todo, quieren hacer de la región un inmenso archipiélago de protectorados, un territorio social, económica y culturalmente desmembrado que entregue todas sus riquezas y fuerzas a sus centros de poder global. Véase las tendencias neoliberales de Brasil, Argentina, Colombia, México y chile; sometidos a la voluntad transnacionalizadora, al ciclo económico del norte.

 

Su asedio a los pueblos es general, su revanchismo frente a los procesos sociales y revolucionarios que tienen la osadía de enfrentarles no tiene límites ni compasiones. La clase burguesa no tiene escrúpulos frente a los pueblos y sus resistencias, sólo reconocen sus juegos de poderes, sus instancias y negocios sin importarles cuánto se hundieron en corrupciones, amenazas, mentiras, crímenes, violencias, despojos y ruinas económicas contra las mayorías.

 

Ciertamente el FMI, la OEA, los TLCs, la DEA, la CIA, USAID, transnacionales, Departamento de Estado, embajadas yanquis, flotas, bases y tantísimas cosas más, son los instrumentos que amenazan a la región por igual, se trate de países totalmente sometidos o de pueblos en lucha. Son parte del mal que tiene a Nuestra América sometida a la miseria y la dependencia, a las desigualdades sociales y la política de dominación.

 

Venezuela, esa nación criminalizada, sometida a una guerra multilateral, asechada por desencajar en el viejo sistema de naciones patio trasero; vive los tiempos del llamado de la patria, del momento histórico entre avanzar un poco más en su largo proceso liberador bolivariano y revolucionario, o ser doblegada por completo al imperialismo que hace cuentas de sus enormes riquezas por las que es capaz de cualquier masacre como sobradamente ha hecho y pregonado.

 

Mucho han tramado los yanquis para esto, actualmente presionan con sus medios e instrumentos más modernos en materia de guerra de cuarta generación, y no obstante el pueblo chavista ha sabido pasar las duras y las maduras, padeciendo los estragos de calumnias, terrorismos, disociación clasemediera, uso del crimen en política, etc.

 

Disociación particularmente de sectores mediatizados con el recurso de traer solo situaciones y ejemplos afines a sus propósitos, manipulando hechos, en tanto la verdad auténtica siempre reclama los contrastes para recoger el conjunto de cualquier problemática y vislumbrar toda su envergadura social. De pronto, este país que salió de la oscuridad neoliberal, se levantó, construyó e instruyó, en medio de dificultades ya vencidas, y de otros grandes problemas que siguen pesando en su contra; pero nada le vale a las hegemonías imperiales, porque es una cuestión de clases sociales. No les entra en su mollera que los pueblos quieran ser libres; nos quieren indiferentes, divididos y doblegados, nos requieren inconscientes y alienados, te prefieren atemorizado y de rodillas, te quieren sin esperanzas ni alternativas.

 

Los pueblos y sus auténticos liderazgos resisten, tienen capacidad de corregirse, de mejorar, de proponer, de orientarse, de batallar diariamente, continuamente, redimensionadamente, compactadamente. Tenemos que ser consecuentes en el impulso de las banderas, de las grandes y pequeñas metas, de distinguir al amigo, al aliado, a la luchadora, al aporte, a la solidaridad, a la direccionalidad del proyecto socialista, a la necesidad de vencer a la burguesía, el imperialismo y sus cipayos.

 

En efecto, los políticos y organizaciones de la burguesía se volvieron un cuerpo extraño al pueblo, lo que es peor, instrumentos bajo cuerda, extensiones de la política del lobbismo, de las dependencias norteamericanas, de las oligarquías mayameras, de todo lo que el capitalismo representa y representó para los pueblos latinoamericano-caribeños. Nuestros pueblos, las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias ya vimos esta película, a pesar de las tantas circunstancias de nuestros países y movimientos, nada bueno podemos esperar de las clases explotadoras y opresoras, no estamos con estas, estamos con el pueblo venezolano para que se alerte, luche y salvaguarde sus grandes obras, para que resuelva sus propios problemas, para que dé nuevos ejemplos en el camino de nuestros héroes, heroínas e historias de luchas.

 

La osadía del pueblo venezolano no únicamente consiste en haber resistido hasta ahora ante tantas agresiones y ante el colosal intervencionismo que lleva 18 años, la afrenta más dura para el imperialismo está en que no se ha quebrantado ante lo que su propia clase ya se hubiese hecho suicidio, que es, el resistir con limitados recursos en medio de la feroz guerra económica. El imperialismo y la plutocracia interna no alcanzan a entenderlo todavía, que no es sólo por el bienestar económico de las clases populares, sino por la emancipación de su yugo y tutela. El imperialismo y las grandes burguesías son incompatibles con los intereses de las clases y sectores populares, a la propuesta de paz lanzan la campaña de terrorismo, al debate en el pueblo le sobreponen la negociación en la oscuridad, a la constituyente popular le contraponen la rendición total del proceso.

 

Y algo más de fondo, que las clases opresoras no toleran porque se sale de su modo de ser y pensar; la proyección de un nuevo poder de liberación, prefigurado en torno a la tarea del poder popular y el socialismo, batalla de gigantes, de gente sencilla con mucho amor a la vida, de gentes muy alegres y decididas en medio de las adversidades. Ante tanto esfuerzo y sacrificio queda el enorme reconocimiento y la obligación de solidaridad con este bravo pueblo.

 

 

https://www.alainet.org/en/node/185315?language=es
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