A 4 años del “fantasma” de la guerra económica
- Opinión
La respuesta política del gobierno de Estados Unidos al régimen de Allende consistió en un tejido de diplomacia, secreto, y hebras militares y económicas.
La presión económica exhortada por Estados Unidos formó una parte importante de la mezcla. Es imposible comprender el efecto de la acción encubierta sin conocer la presión económica que le acompañó.
Acción encubierta en Chile 1963-1973. Informe de la Comisión del Senado de EE. UU. 18 de diciembre de 1975
A 4 años de incesantes y cada vez más intensas agresiones económicas contra el pueblo venezolano, hay quienes continúan afirmando que la guerra económica es un fantasma creado por el chavismo como pretexto para esconder el fracaso del modelo socialista.
El desabastecimiento y la inflación, que desde hace 4 años estamos padeciendo los venezolanos, son el resultado de acciones programadas, selectivas e inducidas por parte de quienes, con intenciones políticas, han agredido de manera atroz a todo un pueblo, buscando la desestabilización social, para de esa manera, no solo hacerse del poder, o del petróleo, sino sobre todo para impedir que un modelo alternativo al capitalismo se consolide y muestre sus logros.
Estas prácticas de sabotaje a los modelos socialistas por parte de los grandes capitales transnacionales, auspiciados por Estados Unidos y con el apoyo de los factores políticos locales, no son novedosas, han sido probadas y aplicadas en otros momentos, en otros lugares.
El 18 de diciembre de 1975, la Comisión del Senado de EE. UU., designada para estudiar las operaciones gubernamentales concernientes a las actividades de inteligencia en el derrocamiento de Salvador Allende, hizo público un informe, mejor conocido como el Informe Church (por el senador que presidió la Comisión) en el cual reconocen la participación de la CIA en el golpe de Estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973. Asimismo reconocen que un componente importante de tales acciones correspondieron a presiones económicas.
Se lee en el mencionado informe: “La postura pública ‘fría pero correcta’ y las intensas actividades clandestinas formaron dos terceras partes del proceso de acciones oficiales [por parte de Estados Unidos]. La tercera fue presión económica, tanto manifiesta como encubierta, intentando exacerbar las dificultades en que estaba la economía chilena. Los Estados Unidos recortaron la ayuda económica, negaron créditos, e hicieron esfuerzos −parcialmente satisfactorios− para conseguir la cooperación de las instituciones financieras internacionales y la empresa privada apretando la ‘oprimida’ economía de Chile. Esa ‘opresión’ internacional intensificó el efecto de las medidas económicas llevadas a cabo por grupos de la oposición dentro de Chile, particularmente las dañinas huelgas en los sectores del transporte y la minería. Por ejemplo, los efectos combinados de la restricción del crédito internacional y las huelgas nacionales en el sector del cobre fueron devastadoras para el intercambio exterior de Chile.” [1]
Apenas Allende ganó las elecciones presidenciales el 4 de septiembre de 1970, la reacción en Washington fue inmediata. El 8 de septiembre se reunió la Comisión 40 (presidida por Henry Kissinger, entonces secretario de Seguridad) para discutir qué medidas debían tomarse antes de que Allende asumiera el cargo el 24 de octubre. El 15 de septiembre, el presidente Nixon informó al jefe de la CIA Richard Helms que “el régimen de Allende en Chile no sería aceptado por Estados Unidos y dio instrucciones a la CIA para que pasaran a jugar un papel directamente y organizaran un golpe de Estado militar en Chile para evitar la llegada de Allende a la presidencia.” [2]
Dedicamos este artículo a quienes aún dudan de la participación de Estados Unidos y de las grandes corporaciones transnacionales en el derrocamiento de gobiernos democráticos, a quienes dudan que las agresiones económicas, manifiestas o encubiertas, han formado parte de los planes de injerencia e intervención sobre aquellos pueblos que deciden transitar hacia modelos de justicia social e igualdad.
Compartimos una selección de fragmentos del Informe Church, que como hemos mencionado fue suscrito por los propios senadores norteamericanos, y en el cual queda en evidencia la guerra económica contra el pueblo chileno durante el gobierno democrático de Salvador Allende.
Los primeros planes de Estados Unidos se dirigieron a impedir que Allende asumiera la presidencia. En tal sentido, planificaron un golpe de Estado antes del 24 de octubre de 1973, buscaron el apoyo de la fuerza militar, no obstante, el propio embajador de Estados Unidos en Chile, Edwards Korry, informó que los militares no se movilizarían en contra de Allende a menos que se produzca un caos nacional y violencia generalizada. Al respecto se lee en el Informe Church: “El 29 de septiembre de 1970 se reunió la Comisión 40. Se acordó que el gambito por Frei había sido sobrepasado por los acontecimientos y estaba muerto [hubo intentos para convencer a Frei de que apoyara el golpe de Estado contra Allende]. La ‘segunda mejor opción’ −el gabinete dimisionario reemplazado con un gabinete militar− fue también condenado a muerte. El punto estaba entonces en que no habría posibles acciones militares a menos que se pudieran establecer medidas de presión económicas en Chile. Se acordó que se intentaría que los empresarios americanos se posicionaran en la línea de Estados Unidos que esperaba una inmediata acción económica. “En general, la Comisión 40 aprobó recortes de todos los créditos, presiones a empresas para reducir sus inversiones en Chile e involucrar a otras naciones a cooperar en su aventura. Estas acciones de la Comisión 40, y el establecimiento de una ínteragencia trabajando en grupo para coordinar abiertamente actividades económicas hacia Chile (compuesta por el jefe de la CIA de la División del Hemisferio Occidental y representantes del Estado, el NSC, y el Tesoro) afectó negativamente la economía chilena; generó un gran pánico financiero. Sin embargo, los intentos de Estados Unidos para generar una crisis económica no tuvieron el impacto deseado en la votación del 24 de octubre, ni tampoco estimularon una intervención militar para evitar el ascenso de Allende.” [3]
Según el informe Church, las acciones encubiertas contra el gobierno de Allende se componían de tres técnicas: 1) apoyo a los partidos políticos de la oposición, 2) propaganda y apoyo para la oposición de medios, 3) apoyo a organizaciones del sector privado. [4]
Con respecto a la política económica exterior de Estados Unidos hacia Allende, se lee en el informe: “La política económica exterior de Estados Unidos hacia el gobierno de Allende fue gestada en los más altos niveles del gobierno de los Estados Unidos, y coordinada por grupos de trabajo interagencias. La política estaba claramente enmarcada durante el periodo del Plan de Acciones II. Las notas de Richard Helms del 15 de septiembre reunido con el presidente Nixon, reunión en la cual se inició el Plan de Acciones II, contiene la siguiente indicación: ‘Hacer gritar la economía’. Una semana más tarde el embajador Korry informó diciéndole a Frei, a través de su ministro de defensa, que ‘Ni un solo tornillo o tuerca se permitirá que llegue a Chile bajo el gobierno de Allende’ (…) La política de presión económica −articulada en NSDM 93 de noviembre de 1970 − [5] fue llevada a cabo a través de varios medios. Toda nueva asistencia exterior bilateral fue parada, a pesar de que los desembolsos continuarían bajo préstamos hechos anteriormente. Estados Unidos usarían su posición predominante en instituciones financieras internacionales para congelar el flujo de nuevos créditos multilaterales u otras ayudas financieras. Para aumentar su aceptación, la ayuda financiera o las garantías a las inversiones privadas de Estados Unidos en Chile concluirían, y los empresarios de Estados Unidos se enterarían de la preocupación del gobierno y sus restricciones políticas”. [6]
Mientras el Departamento de Estado, la CIA, y el Departamento de Comercio participaban en la política económica de Estados Unidos hacía Chile, un punto central en la ejecución de esta política recayó en el Departamento del Tesoro, el cual instruía a representantes de Estados Unidos en instituciones multilaterales de crédito para vetar los préstamos a Chile. Al respecto, los senadores afirmaron: “Parece claro por el camino que tomó Estados Unidos en sus acciones económicas y la naturaleza de los debates dentro del Poder Ejecutivo que la política económica de Estados Unidos estaba dirigida más por la oposición política al régimen de Allende que por juicios puramente técnicos sobre las finanzas de Chile. La postura del Banco de Exportación-Importación, una institución pública de Estados Unidos, refleja el tono de la política económica de Estados Unidos hacía Chile durante el periodo de Allende. En el otoño de 1970, el Banco desplazó la categoría en créditos de Chile de ‘B’, la segunda categoría, a ‘D’, la última categoría. Debido a que esta baremo [una especie de índice de riesgo-país] servía para evaluaciones semejantes que se efectuaban por bancos privados, corporaciones, e inversores privados internacionales, ello agravó el problema de Chile para atraer y retener el flujo de capital a través de inversiones extranjeras.” [7]
Las corporaciones multinacionales también participaron de manera activa y protagónica en los planes de derrocamiento de Salvador Allende, generando caos social para provocar la alzada militar y la intervención estadounidense.
Se lee en el informe de los senadores: “Además de proporcionar información y cobertura a la CIA, las corporaciones multinacionales también participaron en tentativas secretas para influir en la política chilena (…) No solo es ITT [International Telephone and Telegraph, Inc] el más sobresaliente y público ejemplo, sino que mucha información ha sido recogida de las relaciones CIA/ITT (…) En 1970, el gobierno de Estados Unidos y varias corporaciones multinacionales se unieron en oposición a la candidatura y más tarde presidencia de Salvador Allende. Esta conexión CIA-Corporaciones Multinacionales se puede dividir en dos fases. La fase I comprende acciones llevadas a cabo tanto por la CIA o Estados Unidos −apoyado por compañías multinacionales en un época en que la política oficial de Estados Unidos era de no dar apoyo, incluso secretamente, a cualquier candidato o partido de Chile−. Durante esta fase la Agencia fue, sin embargo, autorizada para comprometerse en una operación secreta de ‘ruina’ diseñada para derrotar a Salvador Allende. La fase II abarca las relaciones entre las agencias de inteligencia y las corporaciones multinacionales después de las elecciones generales en septiembre de 1970. Durante la fase II, el gobierno de Estados Unidos se opuso a Allende y apoyó a elementos de la oposición. El gobierno buscó la cooperación de las corporaciones multinacionales en este esfuerzo.” [8]
Entre las conclusiones de los senadores citamos: “La acción encubierta ha sido un elemento clave de la política exterior de Estados Unidos hacia Chile. El eslabón entre la acción encubierta y la política exterior fue obvio durante la década entre 1964 y 1974 (…) Durante 1970 el gobierno de Estados Unidos intentó, secretamente, evitar que Allende llegara a la presidencia de Chile. Cuando todo esto falló, el apoyo secreto a su oposición formó una tríada de acciones oficiales: ayuda encubierta a fuerzas de la oposición, una postura diplomática ‘fría pero correcta’, y presión económica.” [9]
Los senadores, en sus conclusiones se lamentan al reconocer que Estados Unidos apoyó el derrocamiento de un gobierno democrático, se referían al de Salvador Allende. Citamos textualmente: “Del apoyo a fuerzas que Estados Unidos consideró como democráticas y progresistas en Chile, al final hemos terminado apoyando y animando el derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente [el de Salvador Allende].” [10]
A pesar de las agresiones económicas contra el pueblo chileno, el supuesto “fracasado” modelo socialista garantizó incrementos del producto interno bruto per cápita entre 1970 y 1973: este pasó de 608 dólares en 1970 a 646 dólares en 1971 y a 657 en 1972. La tasa de crecimiento económico del bienio 1971.1972 fue de 4%, la más alta de América Latina, después de Brasil. [11]
La disponibilidad de alimentos por habitante, según cálculos de FAO se incrementó entre 1970 y 1973 (16,6% en el caso del trigo, 18,3% el maíz y 21,6% el arroz) [12]. Sin embargo, se evidenció escasez de estos rubros, consecuencia de la alteración de los canales de distribución, mecanismo que formó parte de las agresiones contra la población chilena, denuncia hecha por Allende en diciembre de 1972 ante la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas.
La producción de cobre de la gran minería fue aumentando de 541 mil toneladas en 1970 a 571 mil en 1971, de 592 mil en 1972 a 615 mil toneladas en 1973. Nunca antes Chile produjo más cobre que durante los años 1971-73, a pesar de la caída importante del precio del cobre en los mercados internacionales, este pasó de 64,2 centavos de dólar la libra en 1970 a 48,6 en 1972, recuperándose en 1973 a un precio de 80,00 centavos de dólar. En materia de electricidad, la producción total aumentó en 16% en 1971, y luego en 10% en 1972, todo ello derivado de la mayor demanda originada por la actividad económica interna. [13]
Mientras la resistencia popular en Chile era Ia expresión de la voluntad de ser una nación soberana, dos causas se conjugaron para que Chile perdiera su independencia: el gobierno de Estados Unidos y las Fuerzas Armadas traidoras de Chile que se aliaron conscientemente al imperialismo norteamericano.” [14]
A 4 años de TRABAJO el producto interno bruto per cápita en Venezuela sigue registrando niveles superiores a los últimos 30 años; la tasa de desocupación se mantiene en 6,6%; la disponibilidad de alimentos por persona es superior a la mínima establecida por la FAO; el Índice de Desarrollo Humano se mantiene en un nivel alto; el gobierno nacional sigue entregando viviendas; más de 4 millones de niños reciben alimentos gratuitos en sus escuelas; más de 3 millones de personas reciben sus pensiones; alrededor de 60 mil millones de dólares de deuda externa han sido cancelados, ha sido protegido el salario ante la desproporcionada inflación inducida, entre otros.
A 4 años de la GUERRA ECONÓMICA, el pueblo democrático y pacífico resiste a las agresiones, al fascismo, al imperialismo y a las pretensiones de intervención extranjera.
A 4 años de LEALTAD la Fuerza Armada Nacional Bolivariana continúa defendiendo la independencia y la soberanía de la Patria de Bolívar.
Notas y referencias
[1] Covert Action in Chile. 1963-1973. Staff report of the select committee to study governmental operations with respect to intelligence activities United States Senate. 18 de diciembre de 1975.
[2] Ibidem
[3] Ibidem
[4] Ibidem
[5] Documento desclasificado que puede ser consultado aquí.
[6] Ibidem
[7] Ibidem
[8] Ibidem
[9] Ibidem
[10] Ibidem
[11] Martner G., Los mil días de una economía sitiada. Universidad Central de Venezuela, 1975.
[12] Ibidem
[13] Ibidem
[14] Uribe Armando, El libro Negro de la intervención norteamericana en Chile. Siglo XXI Editores. 1974
Pasqualina Curcio Curcio
Profesora Titular
Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Simón Bolívar-Venezuela
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