Reducir la producción industrial de carne y lácteos puede frenar su impacto negativo en el clima
- Análisis
En un nuevo informe, GRAIN describe el aporte de la producción industrial de carne y lácteos al cambio climático global, concluyendo que la reducción de su producción y su consumo es una de las acciones más importantes que podemos realizar para enfrentar la crisis climática ahora.
A comienzos de este mes las principales corporaciones y élites económicas del mundo se reunieron en el encuentro anual del Foro Económico Mundial en Davos. Mucho más que otras veces, el cambio climático figuró de manera destacada en la agenda —especialmente, cómo podría aprovecharse para conseguir mayores beneficios de las corporaciones. “Para muchas compañías y sus directorios el cambio climático es una parte central de la agenda de crecimiento”, señaló Dominic Waughray, director de la cooperación público-privado en el Foro Económico Mundial.
No podemos obviar que las corporaciones tuvieron un papel importante en originar la crisis climática. Y si bien las compañías del área de la energía son los objetivos más frecuentes del activismo climático, un nuevo informe de GRAIN muestra que las grandes corporaciones productoras de alimentos—en especial el sector de la carne y los lácteos—contribuyen en una enorme medida a la crisis climática global. Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, sólo la producción de carne genera más emisiones de gases con efecto de invernadero que todo el transporte mundial en conjunto.
Pero no toda la carne y los lácteos son producidos de la misma manera. En la mayor parte del Sur Global, el ganado es criado principalmente por campesinos, productores en pequeño, que practican una agricultura mixta de baja emisión, más de 200 millones de pastores y ganaderos que a menudo pastan sus animales en áreas donde no pueden plantar sus cultivos. Estos sistemas de producción y consumo no solamente contribuyen un mínimo al cambio climático, también mejoran la nutrición familiar, aumentan el sustento familiar y son parte integral de las tradiciones religiosas y culturales.
“Es crucial hacer la distinción entre los diferentes sistemas,” señala la investigadora de GRAIN, Renée Vellvé. “Las operaciones a gran escala, en establos confinados, controladas por un puñado de corporaciones, liberan gases con efecto de invernadero de manera masiva hacia la atmósfera—de la producción de alimento animal a las enormes lagunas de estiércol y el transporte a largas distancias. Sin mencionar el impacto negativo adicional sobre el ambiente, las condiciones laborales y la salud pública.”
De acuerdo a este informe, debe reducirse el poder de las corporaciones de la carne y los lácteos y la rápida expansión de la producción industrial de ganado y los cultivos para producción de alimento animal que hacen un uso intensivo de agroquímicos, si emprender acciones significativas para enfrentar el cambio climático. Esto significa rechazar políticas como el subsidio a las corporaciones y los acuerdos de libre comercio, que promueven las agrofactorías.
“No se trata simplemente de promover un cambio en los hábitos de consumo individual o decirles a las personas que consuman menos carne”, señala el coordinador de GRAIN Henk Hobbelink. “Necesitamos desmantelar las estructuras que promueven la expansión de la producción industrial de carne y lácteos, las que benefician a las grandes corporaciones y dañan a los pequeños agricultores y a los consumidores. Algunos gobiernos han comenzado a publicar recomendaciones para que la gente coma menos carne, pero mientras sigan estimulando la producción industrial de carne barata con subsidios y acuerdos comerciales, esto no hará mucha diferencia”
En efecto, disminuir la producción de carne y lácteos—especialmente en Norte América, Europa y algunos otros países con gran nivel de consumo como Brasil—tendría un importante impacto en el clima terrestre. El metano, el principal gas con efecto de invernadero proveniente de la ganadería, permanece en la atmósfera menos tiempo que el dióxido de carbono y retiene 28 veces más calor. En consecuencia, disminuir la producción de metano podría tener un rápido efecto.
Según se determinó en un estudio reciente, si simplemente las personas mantienen su consumo de carne de acuerdo a las directrices recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, ¡El mundo reduciría en un 40 por ciento todas las emisiones actuales de gases con efecto de invernadero!
Las corporaciones y los grandes bancos en Davos no tienen la solución al caos climático. Pero legisladores y movimientos sociales informados pueden provocar una gran mella al cambio climático si toman el toro por las astas y realizan las acciones para reducir la producción industrial de carne y lácteos.
9 de febrero, 2017
Informe completo puede bajarse en el PDF
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