Redes sociales versus prensa ‘oficial’: ¿quién miente más?

12/05/2016
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 prensa chile
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Pese a la multiplicidad de notas poco confiables que hay en las redes sociales, estas no se equivocaron al pronosticar lo que hoy ocurre en el país, mientras la prensa ‘oficial’ continúa, peligrosamente, omitiendo y amañando información.

 

Cuando la gente –mayoritariamente– afirma que el Congreso Nacional es una cueva de ladrones, ¿exagera o acierta? La prensa ‘oficial’, las dos grandes cadenas de medios informativos (o desinformativos), EMOL y COPESA, intenta desacreditar las redes sociales tildándolas de los pecados que ella comete, con su falsa dignidad sustentada en décadas de mentiras y ‘amañamiento’ de las noticias.

 

Lo cierto es que se ha perdido toda confianza en los moradores de esa cueva de Ali-Babá que conocemos con el pomposo nombre de Poder Legislativo. No hay contubernio, negociado, asunto tramposo, traición ni corruptela que –salvo contadas excepciones– hayan omitido en el último cuarto de siglo, beneficiando a los poderosos y perjudicando a la mayoría. Y lo han hecho conscientemente, sin lugar a dudas.

 

En medio de los desastres que afligen al país, los parlamentarios salen a pontificar contra sus propios yerros… culpando al empedrado, desde luego. El mismísimo gobierno, perdido en la inmensidad de su ineficacia, utiliza el único remedio que conoce, la entrega de un bono por aquí, otro bono por allá, sin resolver nada e incrementando el rechazo ciudadano.

 

Los principales dirigentes de la falsa oposición (uña y mugre con el bloque oficialista), provocan ira y carcajadas cada vez que emiten declaraciones. Hasta hace algunos meses, las mentadas declaraciones arrancaban sonrisas irónicas. Hoy hacen apretar puños y rechinar dientes. La imagen de la casta política chilena está al mismo nivel de la imagen de las cofradías megaempresariales: por los suelos.

 

Son gemelas paridas por la codicia, la corrupción y la depredación medioambiental y social. Por ello se protegen, se apapachan y se apoyan unos a otros: saben que no pueden sobrevivir por separado.

 

En esencia, lo importante para los poderosos comerciantes y mega empresarios es el mantenimiento de un sistema injusto en lo económico y clasista en lo social. Pero, no hay mal que dure cien años… aunque lo proteja el dinero y la política. Definitivamente, nuestras regiones no son aptas para soportar este sistema neoliberal impuesto a machete y farándula por un duopolio que gobierna desde 1990. No es eficaz ni sustentable. Lo prueba la grave crisis medioambiental de Chiloé, que desnudó las carencias que afligen a millones de compatriotas que viven lejos del ombligo de Chile.

 

El duopolio que regenta el país desde 1990 echó por tierra el principio básico de toda democracia, la separación de los poderes del estado. Acá, esos poderes están férreamente unidos por la argamasa billetuda de los grandes capitalistas que se benefician de esta “democracia protegida de la Democracia”.

 

Lily Pérez, una devota derechista toda su vida, hoy miembro del movimiento “Amplitud”, alarmada por el color ultrista que están retomando RN y la UDI, declaró hace algunos días: “nuestra derecha se ha puesto extremadamente momia” (sic).

 

¿Dónde está la novedad? Los “periodistas” de la televisión –cipayos de la derecha– se especializan en omitir informaciones, amañar informaciones, falsear informaciones. Y en mantener, ante sus patrones, esa bestial tendencia a la genuflexión propia de la traición a los valores y principios éticos de la profesión. ¿Cursaron un post grado para eso?

 

En este momento comienza a salir demasiado vapor de la caldera. En el Congreso, en La Moneda, en Casa Piedra, en la SOFOFA, nadie reacciona ante el descalabro anunciado.

 

Parece que desean “morir con las botas puestas”, hundirse con la bandera al tope, ignorando lo que sucede –no ahora, sino desde hace tiempo– en Castro, Cucao, Ancud, Puerto Montt, Valdivia, Concepción, Araucanía, Santiago, Valparaíso, Petorca, Caimanes, Coquimbo, Freirina, Antofagasta, Tocopilla, Arica… en suma en todo el país.

 

¿Habrá comenzado, lentamente como sucede siempre con las cosas graves en sus inicios, la temida “explosión social”? Si así fuese, ¿de quién es la culpa, la totalidad de la culpa?

 

Las redes sociales –que suelen difundir informaciones poco confiables– lo vienen pronosticando desde el año 2012. Recién ahora, cuatro calendarios más tarde, alguna prensa ‘oficial’ comienza a referirse a este asunto, pero en un susurro. Culpando, como corresponde, a las víctimas.

 

Como en el negro período 1973-1990, cuando culpaba a los detenidos desaparecidos de sus propios asesinatos, y de su propia desaparición.

 

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