En las últimas semanas se produjeron dos visitas a países latinoamericanos, Cuba y Argentina, por parte del Presidente norteamericano Barack Obama, que sin duda tienen significados importantes y reflejan cambios en las relaciones bilaterales y regionales.

Con Cuba las relaciones han sido tensas en el último medio siglo –en el período anterior hubo una clara relación de dependencia, incluida la Enmienda Platt por la cual USA tomó la parte del territorio cubano donde hoy está la base militar y la cárcel de Guantánamo, lo que marcó esta relación-; luego del triunfo de la revolución liderada por Fidel y Raúl Castro se tensionaron aún más estas relaciones, se agravaron con la expulsión de Cuba de la OEA y cuando se proclamó socialista, materializándose así la ‘guerra fría’ en la región llegando al punto de máxima tensión en las relaciones interamericanas, incluido el embargo contra la isla. Terminada la ‘guerra fría’ con el derrumbe del socialismo realmente existente, USA normaliza sus relaciones con todos sus anteriores adversarios, menos con Cuba, en parte por el lobby de los exiliados cubanos en Norteamérica, que consideraban que cualquier normalización debería estar precedida por un derrocamiento del gobierno cubano.

El Presidente Obama en ese campo ha tomado una política audaz y realista; reconocer que la política del embargo y el aislamiento había fracasado e iniciar un proceso de normalización de esas relaciones, dentro del cual su visita como Jefe de Estado a Cuba es un gesto importante. Claro que también la política cubana cambió en los últimos decenios, pasó de una que alentaba revoluciones armadas en los 60s y 70s, a otra en que ha jugado un papel fundamental como país que ha contribuido con su diplomacia a la solución de conflictos. Especialmente para Colombia ha sido fundamental su apoyo en el gobierno del Presidente Santos al ser la sede de las conversaciones con las FARC –ya en la recta final de las mismas-, como lo fue en el gobierno del Presidente Uribe al ser la sede de las conversaciones con el ELN durante cerca de dos años.

No hay duda que con su visita el Presidente Obama, deja atrás finalmente la ‘guerra fría’ en la región y si bien refleja, por ahora, sólo la política de los demócratas norteamericanos –el cese del embargo está dependiendo de las mayorías republicanas en el Congreso-, va ser un punto de quiebre para unas nuevas relaciones entre la potencia hemisférica y el resto de la región.

Con Argentina, las relaciones han sido variables a lo largo del tiempo. En la época del gobierno de Juan Domingo Perón con períodos de tensión, diversas dictaduras militares a las cuales no parece haber estado ajena la política norteamericana de su momento, pasando por la llamada ‘relación carnal’ en la época de Carlos Menem y unas relaciones distantes en los gobiernos kirchneristas. Pero la visita de Obama coincide con el inicio de un nuevo gobierno, el del Presidente Macri y con los cuarenta años del golpe militar del General Videla y sus colegas –inspiradas como los demás de Latinoamérica de la época, en la llamada doctrina norteamericana de la ‘seguridad nacional’- que le dejó a la Argentina, con el pretexto de la lucha contra el comunismo, más de treinta mil detenidos-desaparecidos y todos los dramas asociados a esta tragedia nacional. El Presidente Obama, además de inaugurar unas nuevas relaciones más estrechas, asumió el compromiso de desclasificar más documentos norteamericanos correspondientes a este período, como una contribución a la comprensión de la verdad y no hay duda, al involucramiento de USA en estos hechos políticos. 

Si bien la política exterior norteamericana tiende a ser bipartidista, no hay duda que cambia de matiz si se trata de un gobierno demócrata o republicano. Un Presidente demócrata como Obama está mostrando una cara más amable y respetuosa de los norteamericanos hacia la región y esperamos que eso sea lo que se consolide en la política de USA con la región.

- Alejo Vargas Velásquez, Profesor Universidad Nacional, Colombia