De enjuiciamientos, retrocesos y luchas
- Opinión
La política brasileña viene revirtiéndose mes tras mes. Con un congreso nacional altamente conservador las pautas que interesan a los poderosos de siempre siguen siendo conseguidas sin tropiezos. Cuestiones relacionadas con las llamadas bancadas de la bala (que defiende la liberación de las armas), de la biblia (los pentecostales) y del buey (los terratenientes), no encuentran obstáculos. Los conservadores son mayoría y todo lo que les conviene es aprobado. Así, uno detrás del otro, los temas de interés de los trabajadores o de los movimientos sociales son solapados, llevando a mucha gente a protestas y manifestaciones. El presidente de la casa, Eduardo Cunha (PMDB), ha protagonizado escenas típicas de una casa grande, en la cual el señor, resentido porque le dieron los dulces, se venga perversamente. Al no conseguir el apoyo del PT - partido de la presidenta - para evitar su caída debido a su participación en casos de corrupción, ha decidido pedir el enjuiciamiento de Dilma.
Todo eso es la culminación de un proceso de intrigas que ya se estaba desarrollando entre los bastidores de la política, una vez que el gobierno escogió a esas personas como aliadas, además de toda la crítica recibida por parte de sus partidarios y analistas. La cosa ha llegado a un nivel tan grotesco que el propio vicepresidente, que camina con Dilma desde el primer mandato, ha mandado una carta -inmediatamente divulgada para los medios - que podría ser considerada risible si no fuera, en verdad, un paso más de esa forma vil de hacer la política. Satisfecho por la posibilidad de un enjuiciamiento, que lo colocaría en la sucesión presidencial, Michel Temer, ha tratado de lavar su ropa sucia, hablando de chismes y resentimientos con una presidenta que -según él - lo tenía como un artefacto decorativo sin importancia. Sentimiento que, increíblemente ya estaba sintiendo desde el primer mandato, pero que solo ahora ha decidido hacerlo público.
La comedia palaciega de venganzas y chismes podría servir para un buen guion de una novela de Televisa, pero, en verdad, lo que hizo fue promover una nueva ola de ocupación de las calles por dos tipos de movimientos. Uno de ellos, ya conocido desde 2013, es el anti-PT. Bajo la bandera de "enjuiciamiento ya", intentaron fomentar marchas y actos públicos por todo el país. Y, tal cual las acciones de los ya citados Cunha y Temer, fueron un rotundo fracaso. Con un propagandista conocido del público, el actor Alexandre Frota, las manifestaciones no han conseguido despegar, juntando muy poca gente, incluso en São Paulo, donde siempre eran más fuertes. Pero aun en su fracaso, tuvieron una amplia cobertura de los medios.
Por otro lado, los partidarios de la presidenta y los preocupados por la no ruptura del proceso democrático también han llamado a movilizaciones - que fueran muy masivas - en todo el país. Por las calles se levantaron los carteles con la consigna "Fuera Cunha" y al grito de "no habrá golpe". La militancia petista, que estaba desaparecida, retornó a la calle, intentando movilizar a la población en apoyo a la presidenta. Así, lo que se ha visto ha sido la misma vieja paradoja que ya se estaba expresando hace meses: el apoyo a Dilma, contra el golpe, pero al mismo tiempo también la protesta contra el ajuste fiscal y la pérdida de derechos promovidos por la misma presidenta que defendían.
El hecho es que el enjuiciamiento de la presidenta no cambiaría nada substancialmente en Brasil. Por si acaso, si él que asumiera fuese Temer, el gobierno seguiría su marcha conservadora, tal como pasa ahora. Incluso, lo que parece es que el movimiento que grita en contra de Dilma poco le importa las políticas que están en curso. El foco es únicamente el PT, partido que ellos identifican como "de izquierda" o "comunista" aunque no hay casi ningún trazo de izquierda en las acciones del gobierno petista.
Lo que la clase dominante brasileña no tolera, así como aquellos que la siguen en el mejor estilo de la servidumbre voluntaria - y que no es un número despreciable - es la atención a los más empobrecidos que el gobierno ha dado desde el mandato de Luis Inácio, con los programas de Hambre Cero y Bolsa Familia, que han sacado de la pobreza extrema a más de 40 millones de personas. Estos tampoco son datos despreciables, aunque el volumen de recursos que han sido dirigidos a esos programas sea ínfimo, poco más de 25 mil millones. Piensen en un presupuesto que sobrepasa el un millón de billones y que destina el 45% para el pago de los intereses de la deuda. Pero, aun así, hay quien cree que es un absurdo que el gobierno haya aumentado los gastos para las políticas sociales - dirigidas a los pobres - que se incrementaron del 3,2% en 2004 al 9,2% en 2012.
Las políticas sociales han permitido mantener a la gente un nivel mínimo de supervivencia y aun así perturban demasiado a los sectores dominantes. Por otro lado, no se ve a esa turba que grita "fuera PT" protestar contra la asignación de más de 900 mil millones de reales para la banca, para el pago de una deuda que, por supuesto, es ilegal. Ese grito – paradójicamente - está en el lado del grupo que ha salido a las calles defendiendo al gobierno. Y es que para la clase dominante - aliada de los grandes capitalistas internacionales - todo lo que recibe de privilegios del gobierno no es suficiente. Y cuanto más el gobierno concede, más insaciable se queda.
En el curso del gobierno petista, el sector agrario, el latifundio, realmente ha sido uno de los más beneficiados. La ministra de Agricultura es la representante de ese grupo. Han sido invertidos muchos millones en infraestructura de carreteras, irrigación, hidroeléctricas. Y los pequeños productores lo que tienen son las migajas. La reforma agraria está paralizada totalmente. En el campo de la demarcación de tierras indígenas lo que se ha visto es el abandono. Los indígenas están siendo asesinados por todos los lados del país sin que el gobierno haga nada. Silencio total en el palacio del gobierno. Y para los trabajadores lo que hay es la pérdida de derechos. Todo las recetas neoliberales siguen aplicándose sin piedad. En los últimos meses, el ajuste fiscal ha apretado el cinturón de millones y los que protestaban gritaban "fuera Levy" - que era el ministro - como si él no fuera nombrado por Dilma.
Por fin, las calles han pedido la cabeza de Levy y la presidenta pidió su dimisión. Golpe maestro. Haz la voluntad de los que la apoyan, pero mantiene todo como está. El nuevo ministro ya ha anunciado que seguirá con el ajuste fiscal y que hará la nueva reforma en las pensiones. Entonces. ¿Cómo defender un gobierno que insiste en pasar el grueso de la cuenta a los trabajadores, en tanto sigue pagando religiosamente a la banca la deuda odiosa?
En el descampado del Planalto central la trama de chismes e intrigas parece estar acabando. Eduardo Cunha, debilitado, tiene grandes chances de perder la mano. Dilma, animada con las marchas en su favor, ha jugado hacia el lado de la afición y gana un poco más de tiempo hasta que todos perciban que nada ha cambiado de hecho. Y así seguirá el Brasil, profundizando la crisis, traspasando el peso de la misma a los trabajadores. Es un hecho que los programas de combate a la pobreza seguirán y ellos son muy importantes para los que son dependientes de esa mínima posibilidad de vida, pero eso no puede ser suficiente. El gobierno del PT no ha cumplido con lo que ha prometido. El gobierno del PT no se involucra con las demandas populares. Actúa como todos. Hace concesiones un rato por aquí, otro para allá, pero sin tocar las estructuras. Dilma debe permanecer, pero hasta al final de su mandato nada de nuevo pasará. Por lo menos nada que represente un gran cambio estructural. Pequeños pasos que a veces nos alegran y provocan esperanzas. Pequeños pasos que nos obscurecen la vista. Pequeños pasos que nos llevan a pensar que sería peor sin ellos en el poder.
Pero, hacia adelante, la realidad abre los ojos y muestra que todo sigue como antes. A los trabajadores no les queda más que seguir con la lucha reñida por derechos, por las reformas, por la transformación. Ni un paso atrás, es verdad. Pero, tampoco ningún engaño. Vamos con lo que tenemos, es cierto, pero con la comprensión de que eso no es suficiente. Hay un largo camino para la construcción de una alternativa efectivamente popular y revolucionaria. Un largo camino...
Elaine Tavares
Periodista del Instituto de Estudios Latinoamericanos/UFSC
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