Siria: Los buenos, los malos y los peores
- Opinión
Suele suceder en todas las guerras que la confrontación, finalmente, no es entre los buenos y los malos sino más bien entre los malos y los peores. La actual guerra entre los países occidentales y Rusia, por una parte, y el Daesh o Estado Islámico, por otra, no es la excepción. Más allá del shock y de la conmoción emocional que ha provocado la infame masacre de inocentes en París, multiplicada al infinito por los medios, conviene tomar cierta distancia para intentar una mirada panorámica de los acontecimientos.
Lo primero que es necesario advertir es que las acciones terroristas perpetradas por el ISIS en diversas latitudes corresponden a acciones bélicas llevadas a cabo en territorio enemigo, esto quiere decir que asistimos a una guerra sui generis, en la cual el terrorismo es solo una parte del arsenal disponible. La brutalidad terrorista consiste en que las víctimas inocentes no son un “daño colateral” sino el blanco mismo de la acción.
Lo segundo que debemos considerar es que las naciones occidentales y Rusia han sido actores de esta guerra desde hace ya mucho tiempo, sea de manera indirecta, creando y apoyando a grupos insurgentes, sea de manera directa mediante bombardeos sistemáticos a posiciones del EI en Siría e Iraq. Agreguemos que más allá de las grandes declaraciones, esta intervención occidental y rusa no tiene nada de inocente y está fundamentada en intereses económicos y geopolíticos ligados a la industria petrolera y al control de zonas estratégicas.
La tercera consideración que debemos tener en cuenta es que no podemos dejar de recordar que el Daesh es un engendro político militar de factura occidental que moviliza, hoy en día, un ejército de mercenarios que se estima en treinta mil combatientes provistos de sofisticado armamento de todo tipo. Esta criatura monstruosa –verdadero lumpen político- se ha salido de todo control, pues se autofinancia y se expande a fuerza de terror, desplegando su barbarie por amplios territorios iraquíes y sirios.
La cuarta cuestión que debemos aclarar es que si bien el discurso de ISIS apela al fundamentalismo Sunita, lo cierto es que la comunidad musulmana -a nivel europeo y mundial- no reconoce a esta organización en su seno y rechaza enérgicamente su discurso de odio y sus prácticas de violencia. De modo que el Ejército Islámico, más allá de su auto denominación, representa una amenaza no solo para occidente y Rusia sino para el propio Islam.
Por último, es claro que la actual situación en Siria requiere de una urgente solución política que restituya la PAZ en la región. Una tarea a la cual están convocadas, bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas, todas las potencias beligerantes así como todo el espectro político sirio, incluido el actual gobierno en ejercicio. Una empresa nada fácil ante la divergencia de intereses entre Obama, Putin y sus respectivos aliados.
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