La “Universidad sin condición” para el ecosocialismo
- Opinión
Motivado por una serie de reflexiones, que datan desde la últimas dos décadas del siglo pasado, sobre los cambios de paradigmas del conocimiento que las universidades del mundo debiesen asumir, aparece un texto proclamando la Universidad sin Condición, (2002). De este legado, emergieron toda una serie de conferencias, seminarios, cursos, textos, declaraciones, donde se nos solicitaba; debatir, profundizar, orientar e impulsar iniciativas. Todo ello, encauzadas en generar las gruesas acciones, para ir confeccionando una nueva propuesta de nuevo modelo civilizatorio o contrato social para la humanidad. Propuesta que sigue teniendo vigencia en la actualidad mundial y muy especialmente en nuestra realidad nacional, cuando observamos que lamentablemente, nuestras universidades nacionales, están bien alejadas de ser la Universidad sin Condición.
Jaques Derrida el autor del libro en mención, aludía a la responsabilidad de la Universidad, como institución del conocimiento, de asumir para aquel momento su compromiso ante la globalización neo-liberal-depredadora del ambiente, para acoger a unas nuevas humanidades; este fue un llamado a responder, más allá de su función critica del principio de libertad, autonomía, resistencia, desobediencia y disidencia, a los retos de nuestros tiempos, en un sentido re-creador del mundo. Más allá de una confrontación entre conocimientos teóricos, descriptivos y constatativos, y los saberes pre-formativos, convocaba a asumir una responsabilidad “incondicional del pensamiento”, a “aliarse con fuerzas extra-académicas, para oponer una contraofensiva inventiva, con sus obras, a todos los intentos de re-apropiación (política, jurídica, económica, ambiental cultural etc.) a todas las demás figuras de la soberanía” de una nación. De manera que las universidades vendrían a ocupar su lugar “en todas las partes en donde esa incondicionalidad puede enunciarse”.
Para nuestro entender, Derrida, nos invita a dar el salto de esa racionalidad lineal del conocimiento, que se sigue imponiendo en nuestras universidades, manteniéndonos auto-cognoscitivamente aprisionados en nuestros propios espacios del saber, sin darle rienda suelta a nuestra creatividad y capacidad que todos tenemos.
De resumir, que la crisis civilizatoria, es eminentemente una crisis ambiental-ecológica, que pone en vilo la vida del planeta Tierra, también hacemos hincapié, que la crisis ambiental es, en esencia, una crisis de los conocimientos y pensamientos. De la forma cómo hemos entendido y comprendido nuestra intervención con la naturaleza y de la racionalidad que nos ha llevado, a la objetividad de la realidad y la fragmentación de la individualidad del conocimiento.
Desde tal visión, las universidades han pretendido, artificialmente presentar algunos programas e iniciativas encaminadas en solucionar o minorar las distintas tensiones ambientales y sociales. No dándose cuenta, como bien lo ha venido señalando, Leff (1998), que la crisis ambiental, también ha inducido a un cuestionamiento de las teorías y los métodos de investigación de la ciencia “normal”, para aprehender de una realidad cada vez más compleja, que desborda su capacidad para explicar estos procesos emergentes desde los paradigmas establecidos y los programas de investigación vigentes de las universidades. Las tensiones ambientales y sociales actuales no pueden solucionarse con la misma racionalidad del pensamiento lineal que se pretenden asumir. Necesariamente, se debe asumir otro tipo de racionalidad con un enfoque prospectivo; más abierta al dialogo de saberes y su diversidad. Implícito en ellos, las complejidades e incertidumbres y los avances que están exigiendo los nuevos conocimientos que están emergiendo.
La realidad anterior es reflejada y tiende a ser más reducida en las universidades venezolanas, por cuanto, éstas siguen adoleciendo de la comprensión e internalización de esta problemática social-ambiental. Todavía no conocemos espacios universitarios nacionales, donde se estén construyendo y amalgamando los tantos conocimientos que encierran y toman en cuenta la multicausalidad y las relaciones de interdependencias entre los procesos de orden social y ambiental que determinan los cambios sociales en el contexto de la globalización económica-ecológica.
En el caso venezolano pudiéramos afirmar que la crisis de pensamiento y conocimientos en que están inmersas las universidades, también se vira hacia una crisis de legitimidad institucional, por cuanto en los últimos años, a pesar de tener todas las comodidades que poseen, se han mantenido, en un permanente saboteo de actividades académicas, administrativas y laborales, para escalar hacia espacios y momentos de desestabilización social-política. Al momento escribir estas líneas, en las universidades autónomas nacionales no están dando clases desde hace semanas atrás. No se entienden las razones para ello, después de haber obtenido los sustanciales avances de la segunda Convención Colectiva de los Trabajadores Universitarios. Única, en su género por cuanto, incluye todos los sectores laborales.
Reflexionamos: ¿cuánto le cuesta al país, que nuestros estudiantes estén perdiendo clases? Sin justificación alguna.
Esta inmoralidad histórica, en no responder a ese reclamo social, como lo es: construir un nuevo saber, para construir una racionalidad social y reproductiva hacia un desarrollo sustentable, justo y equitativo se hace sentir en el pueblo venezolano. Todavía, en nuestras universidades no vemos voluntades, ni expresiones para transformar el conocimiento y superar el rezago, en cuanto a la renovación del pensamiento, conocimiento, la docencia y la investigación, en concordancia a los cambios de nuestros tiempos.
A pesar de que nuestro país, tiene un avance en la Ley Plan Patria y su Quinto Objetivo Histórico, como es “preservar la vida en el planeta y salvar la especie humana” que reclama, aceleradamente la conformación de una nueva racionalidad ambientalmente sustentable, para dinamizar las tantos nuevos pensamientos, conocimientos y acciones. También este quinto objetivo se plantea la construcción de un modelo económico productivo ecosocialista, basado en una relación armónica entre el ser humano, la sociedad y la naturaleza, que garantice el uso y aprovechamiento racional y óptimo de nuestros recursos naturales, respetando los procesos y ciclos vitales.
Propuesta, que en la aciaga guerra económica impuesta al pueblo venezolano, tendría mucho sentido, iniciar la aplicación de algunos principios de la economía ecosocialista, los cuales estamos seguros, además de aliviarnos, las presiones y tensiones sociales existentes, nos encausarían en ir confeccionado un propuesta técnico-político- económica propia, para construir un nuevo modelo civilizatorio o contrato social exigido, por la humanidad.
Referencias bibliográficas
Derrida,J (2002), La Universidad sin Condición, Madrid España. Ed. Trotta. En línea: www.ses.mx/curso2010/pdf/M3S1-Derrida Jacques.pdf
Leff, E. (1998) Saber Ambiental: Sustentabilidad, racionalidad, complejidad y poder. Ed. Siglo XXI, PNUMA, México
@17MiguelAngel
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