Bemoles del paro de la CNTE

14/10/2015
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Si los datos brindados por la Secretaría de Educación Pública acerca del paro de 24 horas convocado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, guardan correspondencia con la realidad, resulta que la movilización magisterial fue un fracaso.

 

Para la dependencia que encabeza Aurelio Nuño, el 96 por ciento de las escuelas de educación básica del país “tuvieron clases normalmente”. En el Distrito Federal “hubo paros parciales en sólo 22 planteles de los 10 mil que existen” (5 mil públicos y el mismo número privados). En Chiapas, Guerrero y Michoacán, “se laboró en 95, 93 y 70 por ciento” de las escuelas, respectivamente.

 

Pero Oaxaca, informó la SEP, fue la entidad en la que más escuelas participaron en el paro, el 65 por ciento y el 35 por ciento laboraron.

 

Aún con los datos oficiales en la mano, resulta que la Sección 22, columna vertebral de la resistencia magisterial, logró paralizar casi dos terceras partes de los planteles. Y lo anterior sucedió después de cuatro meses “de particular gravedad, debido al arribo desmesurado de fuerzas armadas: Policía Federal, Gendarmería y Ejército a la ciudad de Oaxaca, una estrategia, que lejos de contribuir a la seguridad de la población, implica un aumento en la comisión de delitos y de la violencia en general, pero busca inhibir la movilización magisterial frente a los impactos de la reforma educativa y, por otro lado, genera un clima de incertidumbre, persecución y la criminalización del movimiento magisterial y de la protesta social en general. (Carta del Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos).

 

Si lo anterior no fuera suficiente para desalentar protestas, también fue puesto en juego un discurso patronal, a cargo de Nuño Mayer, en el que elogia con desmesura al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y expresa crecientes amenazas a la CNTE, como hacer descuentos por los paros y ahora con el despido a quien falte tres días en un mes. Antes informó a los profesores que movilizarse no es obligatorio, el marchómetro, como si entre las instrucciones que recibió de su jefe y amigo, Enrique Peña Nieto, estuviera hacer labor de zapa.

 

Consumado el paro que diversos medios documentan periodísticamente, el maestro en relaciones internacionales ahora en tareas educativas y pedagógicas –sólo para ser apuntalado como aspirante presidencial, lo que da idea de la profundidad de la reforma–, se sacó de la manga frases que resultarían hilarantes si no fueran ominosas: No dialogaremos con mentores que violen la ley; no cederé a presiones.

 

Con pose de gran intelectual, como su antecesor mexiquense, Aurelio Nuño también se muestra magnánimo: “Quien se quiera manifestar lo puede hacer, por supuesto con toda libertad, pero lo puede hacer en horarios sin afectar las clases”. Y enseguida la obsesión por repetir lo que, por cierto, postulaba Emilio Chuayffet: “No hay derecho más importante que el de los niños y las niñas a recibir una educación de calidad.” Los derechos humanos son indivisibles.

 

El paro de la CNTE muestra que es un movimiento que goza de buena salud después de la imposición por la partidocracia y el Pacto por México de la reforma educativa. Es previsible que el discurso y las prácticas excluyentes polaricen el conflicto, aíslen más al gobierno y acaben con los sueños guajiros de Aurelio Nuño y su padrino.

 

 

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