Decía mi querido colega y amigo Fausto Fernández Ponte –cito de memoria– que un pesimista con frecuencia es una persona bien informada. No le faltaba razón al veracruzano de Coatzacoalcos, fallecido el 6 de septiembre de 2010, tras medio siglo de bregar ejemplarmente por los caminos del periodismo.

Definiciones aparte, acaso también le asista la razón al titular del Ejecutivo federal cuando rodeado por los suyos –que le reunió Eruviel Ávila, en Santiago Tlaxomulco, el viernes 11 y quienes desde temprano ensayaron las “entusiastas” porras–, reclamó a los que “muestran una actitud pesimista” sobre la marcha de la economía del país, que hace 12 años, en el primer trienio de Vicente Fox se habían perdido 500 mil puestos de trabajo y hace tres años con Felipe Calderón en el mismo lapso 60 mil empleos.

Para fortuna de los que viven de su trabajo, de diciembre de 2012 a agosto de 2015, con Enrique Peña Nieto fueron creados “casi un millón y medio de plazas”. Excelente la diferencia, sólo que sin incurrir en pesimismo vale registrar que México requiere de un millón de empleos anuales nada más por los cambios demográficos, es decir, sin contar los muchos que se perdieron con la crisis financiera global de 2008 y que aún mantiene serias secuelas en la economía de la aldea. Pero el gobernador del Banco de México y entonces secretario de Hacienda pronosticó que se trataría de “un catarrito” para la economía mexicana la tempestad estadunidense, y ahora los organismos financieros públicos y privados, locales y multinacionales, lo consideran casi un genio.

Y sobre la calidad de los empleos generados rescato el juicio del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, que advierte sobre “la precarización del ingreso de las familias, que en los últimos años se ha reducido como consecuencia de la generación de puestos de trabajo con salarios bajos” (Notimex, 12-IX). Mas el anuncio oficial divulgaba la creación de miles de empleos “de clase mundial”.

Otro logro del gobierno saturado de mexiquenses e hidalguenses, como el anterior lo fue de michoacanos y antes de guanajuatenses, como si la gobernanza fuera asunto de paisanajes y amigos, es la más baja tasa de inflación de que se tenga registro, de acuerdo al Instituto Nacional de Geografía.

El mismo CEESP explica el comportamiento a la baja de la inflación por el “bajo crecimiento de la economía, lo cual ha tenido incidencia en el consumo y ha limitado presiones provenientes de la demanda”, también incidió “la precarización del ingreso de las familias” y el “efecto de la disminución en los precios de insumos de uso generalizado, como los de energéticos, las materias primas y los servicios de telecomunicaciones”.

Peña Nieto mencionó un tercer “dato alentador”, el reporte de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales según el cual las ventas aumentaron 7.8 por ciento (agosto 2014-agosto 2015), “cifra que incluso es mayor a lo que en promedio está creciendo nuestra economía”.

Justo allí está el mayor pero que esgrimen los pesimistas, la economía persiste en un crecimiento mediocre (Luis Videgaray), después de 33 años de cambio de rumbo, modernizaciones y reformas.

El entorno global o la crisis que vino de fuera, como le llama Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, y la tardanza en realizar las reformas de gran calado son las nuevas justificaciones para defender como dogma de fe un modelo que ya dio de sí, además de los errores del gobierno formado con criterios ajenos al mercado y la competencia.

forum@forumenlinea.com, Twitter: @IbarraAguirreEd, www.forumenlinea.com, www.facebook.com/forumenlinea