¿Y nuestros problemas aquí adentro? (I)
- Opinión
Nada cae del cielo, y hasta lo más sencillo implica en no pocas ocasiones un grado de disciplina social necesario, que incluya iniciativas y un esfuerzo a veces imprevisto. La isla está cambiando –avanza, aún si no es a la velocidad que algunos esperan-, en función de hacer sustentable al modelo de socialismo pertinente. Dos de los inconvenientes más notorios.
- El consumo etílico desmedido
Las adicciones desbaratan a las personas y a las sociedades.
Cuba no es un país donde el consumo de estupefacientes o el narcotráfico tienen posibilidades. La paz social necesaria mantiene a la comercialización y consumo de drogas constantemente colimadas.
Pero al ser una sociedad o cultura –nación- que tuvo su génesis en la esclavitud plantacionista azucarera, la producción de bebidas alcohólicas, fundamentalmente ron es un rubro quizás excesivamente importante dentro de la economía del país; quizás desde hace algunas centurias.
El bloqueo de los EE.UU. contra Cuba ha obligado a desarrollar la industria destilera como una oferta de primer nivel para la exportación. Y al interior del país el consumo de bebidas alcohólicas ha devenido en una pandemia que en ocasiones toma la forma de incoercible. No perdamos de vista que la comercialización de bebidas alcohólicas dentro del país es un modo de recaudación muy importante de divisas o moneda nacional, sobre todo a partir de la crisis de los 90 del siglo veinte. Hubo descuido en no pocos espacios donde se expendió alcohol a menores de edad –sobre todo adolescentes- con el objetivo de aumentar las recaudaciones. Entre la clase trabajadora se semantiza como normal y hasta se incentiva el consumo de bebidas alcohólicas.
Se acrecienta lamentablemente la irresponsabilidad de los padres –alcohólicos ellos mismos- con sus hijos. Y crece sensiblemente la cantidad de mujeres –madres ellas mismas- ya dilucidadas como alcohólicas.
La industria de los servicios, y sobre todo la del turismo estimula sensiblemente el consumo etílico.
Aún cuando en nuestro país no existe la promoción comercial capitalista que rige las normas de la llamada mercadotecnia –de muy cuestionable utilidad en un contexto socialista como el nuestro-, la presencia física de la producción etílica estimamos que está desproporcionadamente a la vista pública. Cada vez más las iglesias y centros de salud estimulan y mantienen los denominados grupos de Alcohólicos Anónimos como una herramienta de combate social y médico. Pero es aún insuficiente.
Al amanecer rumbo a los centros de trabajo se pueden observar personas cuyo nivel de dependencia etílica ha tocado fondo y deambulan por las calles en una emergencia inédita hasta los 80 del siglo veinte. En Cuba se les dice “deambulantes", una variante a mi modo de ver retorcida de indigencia urbana.
Pero es en la vida laboral –en los centros de trabajo-, en el maremoto de las relaciones sociales que están directamente vinculadas con la muy necesaria productividad del país que este flagelo se hace evidente. Trabajadores o dirigentes con diverso nivel de responsabilidad empresarial padecen de alcoholismo. El espacio limitado de esta sección no permite profundizar más al respecto. Pero en ese contexto el disimulo de tal padecimiento acarrea disfunciones graves en el buen funcionamiento de la estructura empresarial. En medio de los cambios que se experimentan en la actualidad, casi todos incidentes en el perfeccionamiento indispensable de la economía cubana, el flagelo del alcoholismo parece haber sido insuficientemente tenido en cuenta. Sobre todo porque dicha dependencia es una enfermedad, como todas las adicciones, inserta en del campo de la psiquiatría. Muy difícil de controlar; y que en la práctica no tiene cura.
En un momento histórico y en una sociedad socialista como la nuestra, un alcohólico o borracho, dentro o fuera del closet, es una herramienta de subversión social a favor de los intereses espurios de los enemigos de la revolución.
El alcoholismo puede ser ¿lo es en realidad?, una relación social transversal (trastornada), que demuele destinos culturales y políticos. Un “borracho” es un cerebro en “blanco-sin memoria”; usted, cuando se relaciona con él, solo se comunica con el nivel de alcohol en sangre que padece.
2. El espacio particular –para vivir
Para nadie es un secreto que actualmente el capitalismo ha desplegado de manera global una antropofagia de los espacios inmobiliarios con el objetivo de lucrar con ellos. Cuba padece una degradación de sus espacios urbanos sobre todo de la capital del país. El movimiento hacia las grandes ciudades es un proceso que el mismo Wallerstein dilucida dentro de lo que él denomina la desruralizacción del mundo.
Siendo La Habana un diseño urbanístico gestado y construido a tenor de los intereses angloestadounidenses de finales de los 40 y principios de los 50 del siglo veinte en plena autoproducción burguesa, una capital que malamente colmaría a una población de 600 mil habitantes, hoy en medio de los esfuerzos por recobrarnos de la crisis de los 90 soporta la existencia –siempre aproximada y nunca por debajo de-, tres millones de personas. A pesar de los datos estadísticos oficiales la hiperkinesis semi-clandestina de tal movimiento hacia la capital del país no permite mantener un monitoreo coherente.
A falta de espacio solo esbozaremos algunas preocupaciones.
1. Veinticuatro horas antes del desfile del 1ro. de mayo de 2015 en La Habana, un temporal medio de unos 187 milímetros de agua en cuatro horas, provocó 27 derrumbes y tres personas fallecidas.
2. A partir de aperturas y facilidades creadas por el gobierno revolucionario a tenor de los asuntos legales de la vivienda, ha irrumpido subrepticiamente en la capital del país un tipo de ciudadano europeo, casi siempre de mediana edad, o mayor, que por insolvente en la misma Unión Europea actual, trata de lucrar con espacios inmobiliarios para ciudadanos cubanos sin vivienda, que adquiere mediante sobornos a abogados y funcionarios medios, lo mismo para apropiárselas y-o revenderlas a otro extranjero o cubano. Existe siempre de por medio la negociación de matrimonio con una ciudadana cubana con que evitar ser aprehendido por las autoridades.
3. Apelando a la insuficiencia real o infundada del salario medio en el país, pulula un tipo de ciudadano cubano, desvinculado laboral que está dispuesto a desarrollar vínculos turbios, sobre todo con ese tipo de ciudadano extranjero.
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