Autonomía, subjetividad y afropersonalidad
- Opinión
En nuestro inédito ensayo titulado "Soberanía intelectual, cotidianidad y afrodescendientes" abordamos la “autonomía” como el punto de partida para ejercer nuestra seguridad interior, convicción y fe ante el mundo. El “auto” es la autonomía que tengo ante los demás, que proyecto en contexto de los colectivos, donde nací, me desarrollé, la herencia cultural, mi simbología. Soy en la medida que tengo autonomía de mi ser. Concordando con Ronald Laing, expresaríamos que ello es: “La capacidad de experimentarse a uno mismo como autónomo, significa que uno ha llegado realmente a percatarse de que es una persona aparte de todas las demás, por hondamente que en la alegría o en el sufrimiento, me vea yo comprendido con algún otro; "él" no es "yo", y "yo" no soy "él”. Por solitario o triste que uno pueda estar, uno existe solo. El hecho de que la otra persona, en su propia realidad, no sea yo, se pone frente al hecho igualmente de que mi apego a él es algo propio. Si muere o se va o se ha ido, pero mi apego a él persiste ya que es una parte de mí. Pero en última instancia, no puedo morir la muerte de otra persona, ni ella puede morir la mía, como comenta Sartre, a propósito de Heidegger, el otro no puede amar por mí, ni tomar mis determinaciones, y yo, de igual modo, no puedo hacerlo por él. En otras palabras, él no puede ser yo, y yo, no puedo ser él. Si el individuo no se siente autónomo, quiere decir que no puede experimentar ni su separación, ni su relación, respecto del otro a la manera común. En estos tiempos de profunda incertidumbre es sabernos ubicar como sujetos ante la historia, sin temor, diciendo nuestras verdades en las que creemos y no atiborrarnos de los “ismos” y panfletos que te conllevan a que lo repita una y mil veces hasta quedar sin aliento y perder las perspectivas de la realidad sin tener fuerzas para transformarla, convirtiéndote en una consigna ambulante, un cliché y un depósito de desesperanza.
Asumirse con valentía
El “auto” también tiene que ver con el cómo me asumo o nos asumimos con seres actuantes en el tiempo y en las condiciones que nos ha tocado vivir. Tiene que ver con la formación de la personalidad de cada uno de nosotros en nuestros respectivos contextos familiares, históricos, sociales, espirituales, como lo dice el sabio africano Amadou Hampate Ba: “El desarrollo de la persona va acoplado al ritmo de los grandes periodos del crecimiento del cuerpo, donde cada uno corresponde a un grado de iniciación. La iniciación tiene por objetivo dar a la persona física un poder moral y mental que condiciona y ayuda a la realización total del individuo”. Ese proceso de sedimentación de formación de la personalidad marca indiscutiblemente la autonomía ante el mundo interno y externo lo cual le permitirá “asumir” y asumirse ante su proceso histórico con su propia subjetividad. “El aspecto de la subjetividad es aquí fuerte, dado que soy yo quien va a realizarse y es mi felicidad la que está en riesgo.
Sin embargo, los seres más felices son aquellos que imprimen su personalidad sobre su mundo, sobre la historia al actuar y crear”, afirma la autora Agnes Heller. En palabras de Pablo Freire la “asunción” es “asumirse como ser social e histórico, como ser pensante, comunicante, transformador, creador, realizador de sueños, capaz de sentir rabia porque es capaz de amar. Asumirse como sujeto porque es capaz de reconocerse como objeto. La asunción de nosotros mismo no significa la exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del “tú”, la que hace asumir el radicalismo de mi yo”. La autonomía es el requisito fundamental de la soberanía intelectual y lograrla no es fácil, es compleja y muchas veces no nos damos cuenta de ello. Cuánto de libertad interna tenemos, sin saber que la tenemos y cuánta de opresión interna tenemos, cuando no nos atrevemos a asumirnos como lo que somos abiertamente por el “temor” a la descalificación, la burla, el sometimiento y costo de esa libertad…entonces preferimos la autocensura y sus consecuencias: sumisión, estrés, rencor, odio entre otros sentimientos de frustración. Como nos dice Bernard Williams, “un individuo libre es el que asume su propia vida, y sigue siendo dueño de sus convicciones”. Ser afrodescendientes hoy es pasar de ser objeto a ser sujeto de los procesos de cambios estructurales. No quedarse pasmado sin cumplir un rol protagónico, así como tampoco aceptar que pro ser de piel negra es ser consciente de tu rol histórico. Ser afrodescendiente es más que negro, es ser revolucionario con autonomía y envergadura transformadora.
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