Felipe González: el vicio imprescindible

08/04/2015
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Nada más llegar de Washington, el ex presidente del gobierno español Felipe González anunció que asumirá la defensa de Leopoldo López y Antonio Ledezma, dirigentes de la oposición venezolana de ultraderecha, detenidos en su país por presunta participación en un intento de golpe de Estado. En Estados Unidos, el veterano político ibérico participó en un acto organizado por el Instituto Brzezinski sobre Geoestrategia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

 

Zbigniew Brzezinski es uno de los principales cerebros del presidente Obama. Su think tank está considerado como el principal laboratorio de ideas en Washington en materia de política exterior y de seguridad. Felipe González y él se conocen desde un viaje que el socialista español hizo a Estados Unidos en 1977, clave en la construcción de los apoyos internacionales del andaluz.

 

La decisión del ex dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de defender a los dos opositores venezolanos presos no es un hecho aislado. Es la última jugada de Washington en el tablero de la desestabilización política contra el régimen de Nicolás Maduro, echada a caminar ante el fracaso de las apuestas anteriores.

 

Los descalabros de esta estrategia fueron reconocidos el pasado viernes por la subsecretaria estadunidense del Departamento de Estado para Asuntos de América Latina, Roberta Jacobson. La funcionaria dijo estar decepcionada por el amplio rechazo en la región a las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, y por la demonización de Estados Unidos de parte de los líderes latinoamericanos.

 

En absoluta sintonía con estas declaraciones, González declaró pocos días antes al diario El País que lamentaba la falta de reacción de los líderes democráticos latinoamericanos y que la deriva venezolana le produce preocupación.

 

Interrogado sobre si ¿aceptaría participar en una mediación? entre gobierno y opositores de esa nación, respondió: Yo nunca le diría que no a Venezuela. No sería capaz. Mis vínculos afectivos con ese país son lo suficientemente fuertes, incluso en un estado de ánimo no positivo, para no decir nunca que no.

 

Felipe González sabe a lo que juega al sumarse a la nueva escalada contra la revolución bolivariana. Además de que no ha ocultado nunca sus simpatías por la oposición venezolana, tuvo en ese país, al inicio de su carrera política, una plataforma privilegiada para acumular capital político y, para convertirse en el prohombre de la reconquista española de América Latina.

 

No es un decir. Entre 1992 y 2000, los empresarios ibéricos –de la mano de su gobierno– emprendieron la reconquista del nuevo mundo. Para ello se armaron con pesetas y relaciones con la corrupta élite política que subastó los bienes de sus países en la venta de garaje de las empresas públicas. Compañías estatales telefónicas, eléctricas, petroleras, de aviación pasaron a manos de propietarios de la madre patria en unos cuantos años a precio de ganga.

 

En 1999 España se convirtió en el mayor inversionista directo en América Latina. En unos cuantos años compañías de base nacional del sector financiero, de energía y comunicaciones se convirtieron en filiales de consorcios trasnacionales ibéricos. Muchos de los procesos de privatización de empresas estatales latinoamericanas y concesiones de contratos estuvieron llenos de irregularidades y corruptelas de todo tipo. Felipe González fue actor privilegiado de estas ­transacciones.

 

Sin embargo, para su desgracia, el chavismo revirtió esta reconquista y devolvió la soberanía de empresas estratégicas al Estado. Hoy González busca la revancha, recuperando los negocios que sus paisanos perdieron. Esta es otra razón por la que aboga en favor de los dirigentes opositores venezolanos presos.

 

Pero no es la única. Venezuela fue cabeza de playa privilegiada en la aventura de la reconquista continental. De la mano de Carlos Andrés Pérez y con la conveniente cercanía del empresario Gustavo Cisneros, el socialista liberal español tejió en este país una red de importantes alianzas. En la lucha de González por hacerse del control del PSOE, el mandatario venezolano fue clave dentro de la Internacional Socialista.

 

La historia de la triangulación de favores y negocios entre ellos es impresionante. Nada más llegar al poder los socialistas españoles, expropiaron las tiendas departamentales Galerías Preciado. Gustavo Cisneros las adquirió a precio de ganga, y las vendió al poco tiempo, con pingües ganancias de por medio.

 

No quedó ahí la cosa. En pleno caracazo, el mandatario español entró al rescate del venezolano. “Ayer –reseñó un diario– se anunció la oferta de un préstamo inmediato de 600 millones de dólares que le hizo telefónicamente a Carlos Andrés Pérez el presidente del gobierno español, Felipe González, para ayudarle en estos críticos momentos”.

 

No fue el único caso. En 1993, el gobierno del PSOE otorgó a la Venezuela de Carlos Andrés Pérez créditos por unos 140 millones de dólares para modernizar los aeropuertos del país. El acuerdo tenía previsto, según Ramón Tijeras, habilitar inversiones en el país latinoamericano por 3 mil millones de dólares.

 

La operación, sin embargo, enfrentó problemas severos y grandes escándalos. España concedió créditos a Venezuela por 50 millones de dólares para comprar azúcar ibérica en 1989. La adquisición del dulce se hizo con precios inflados, gracias a la intervención de empresarios hispanos que se llevaron una jugosa comisión. El timo fue descubierto en medio de un gran alboroto. El presidente Pérez debió dimitir acusado de peculado.

 

Decía el finado escritor Manuel Vázquez Montalbán: González es el vicio imprescindible de una cúpula de poder viciada, González es el punto de partida y de llegada de un círculo vicioso. El círculo no está vacío. Hoy el viejo socialista neoliberal apuesta a que al frente de Venezuela regrese la vieja cúpula de poder viciada de la que él es vicio imprescindible. Parece ignorar que, a diferencia de hace casi 25 años, hoy hay en Venezuela una revolución en marcha.

 

Twitter: @lhan55

 

http://www.jornada.unam.mx/2015/04/07/opinion/017a2pol  

 

 

 

 

https://www.alainet.org/en/node/168778
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