Después de la marcha, Tribunales parece un búnker opositor
23/02/2015
- Opinión
La política pesa intenciones de sus protagonistas, pero ante todo los hechos y consecuencias. Desde este ángulo la marcha del 18F fue claramente opositora. Y fortaleció el sector que hace de Tribunales casi un búnker opositor.
Nobleza obliga, hay que admitir que la Marcha del Silencio tuvo un eco multitudinario. Entre los 60.000 asistentes estimados por fuentes oficialistas y los 400.000 de Clarín, su principal promotor, la cifra verdadera puede haber estado más aproximada a la segunda. Y eso sólo contando a la clase mediera que caminó bajo la lluvia entre Congreso y Plaza de Mayo. El país existe más allá de la General Paz y hubo actos de Mar del Plata, Rosario, Córdoba, etc.
Entre varias verdades que suele decir en sus declaraciones matinales, compitiendo con las aburridas de Jorge Capitanich, Aníbal Fernández mechó lo que él llamaría “paparruchada”. Dijo que si no fuera tan conocido, él habría ido al 18F. Hubiera sido muy extraño porque para todo el mundo -siempre puede haber algún caído del catre- era una movilización opositora. Y salvo que el presidente de Quilmes se hubiera tomado varios cajones de esa marcha, ese no era su lugar de pertenencia el miércoles, sobre todo luego que ese día mostrara sus bigotes sentado en el acto en Atucha II.
Dicho sea de paso, ¿no le parece mucho al oficialismo bautizar tantas cosas con el nombre del ex presidente Kirchner? En los últimos días hubo dos nominaciones: la represa patagónica y ahora la central nuclear. Que después no critiquen el llamado culto a la personalidad de soviéticos, chinos y norcoreanos...
La mayoría de los convocados por fiscales y el multimedios Clarín dijo estar mojándose como un homenaje a Nisman y exigiendo justicia. Incluso los columnistas de ese monopolio y su socio “La Nación”, que habían sostenido que los fiscales no habían convocado con demanda de justicia -los hubieran puesto en rol muy contradictorio con su función- concluyeron que ese reclamo ocupó el lugar central en la jornada.
Y de paso blanquearon que se había tratado naturalmente de un evento político, negado con anterioridad. Pasada la marcha y con la participación tan numerosa que tuvo, dejaron de lado los remilgos. Fue una jornada política. Ahora sólo resta que admitan su condición fue opositora por donde se mire y eso -como lo anterior- no puede ser motivo de descalificación, pero tampoco de negación oportunista.
Quienes organizaron la marcha son enemigos del gobierno nacional ubicados en la justicia, los partidos de oposición y los medios hegemónicos. Lo suyo fue una carambola a dos bandas: decían rendir un homenaje al fiscal muerto y querían herir bien arriba a la administración CFK, a la que Nisman había hecho disparatadas acusaciones.
Clarinete comentó que a los fiscales los habían recibido como héroes y estrellas del rock. Es verdad. Eso supone una ventaja y una contra para la oposición. Lo primero, tiene nuevos dirigentes con predicamento social. Lo segundo, “eran pocos y parió la abuela”; Mauricio Macri y Sergio Massa tienen más competencia y socios-adversarios en la disputa por capitalizar la oposición en este año electoral.
Dualidad de Francisco
Los acontecimientos van ubicando a cada sector en la posición política donde se siente más en sintonía. Los disimulos y oportunismos, sin desaparecer del todo, se van esfumando, con cada barquinazo y sus realineamientos.
Por eso crecen los candidatos opositores con un discurso más de confrontación, como Macri y Massa, además de diputadas de segundo nivel, como Patricia Bullrich y Laura Alonso. Ambas, mencionadas como subvencionadas por los “fondos buitres”, propician estudiar la posibilidad de pedir un juicio político a la presidenta de la Nación.
Esa dupla quiere ir más rápido que el fiscal Gerardo Pollicita, quien pidió al juzgado de Daniel Rafecas la imputación de Cristina Fernández, pero sin solicitar su indagatoria. Incluso declinó concurrir mañana a Diputados, donde el oficialismo quería preguntarle los elementos que tuvo para cursar semejante solicitud contra la presidenta.
El fiscal pisa un poco el freno, pero las desbocadas Bullrich y Alonso quieren acelerar a fondo, aún entrando en una curva cerrada. Por eso es muy difícil que en política lleguen a algo importante. Cualquier opositor con dos dedos de frente, en cambio, optará por mantenerse en esta coyuntura en un segundo plano, dejando el primero para la media docena de fiscales y el holding Magnetto, para desgastar a la presidenta paso a paso hasta octubre.
Puede que aquellas diputadas sean de estrecha amistad con la embajada norteamericana y, peor aún, de los servicios de inteligencia y los fondos de Paul Singer. Ese segmento del poder norteamericano está embarcado en el golpe contra el gobierno de Venezuela y puede que las legisladoras confundan Buenos Aires con Caracas, chavismo con kirchnerismo y estén dispuestas a montarse en un Tucano para ametrallar Olivos y el Alto Calafate.
Pese a esas confusiones, quienes dirigen a la oposición en Venezuela y Argentina tienen claro su matiz diferenciador: golpe blando aquí y golpe duro allá.
Es importante precisar la táctica del Papa Francisco sobre la crisis política abierta en el país. Lo primero que aparece es cierta toma de distancia con los acontecimientos, aún a nivel declarativo. Sus adherentes, incluso en el oficialismo, remarcaron que el mismo 18F recibió en un besamanos público a dirigentes de la comunidad judía opuestos a las direcciones de AMIA y Daia, y por lo tanto críticos de la labor de Nisman. Pero por otro lado la Comisión de Justicia y Paz, ligada a la Pastoral Social, fue convocante de la marcha opositora.
El arzobispo José M. Arancedo reclamó: “resulta imprescindible asegurar la independencia del Poder Judicial respecto del poder político y la plena vigencia de la división de los poderes republicanos en el seno de la democracia”. Sonó a aval de la curia a los embates tribunalicios contra el gobierno. Difícilmente el arzobispo se hubiera descolgado con una opinión de esa índole sin una consulta con el Vaticano. Una de cal y otra de arena, tal es el estilo de Francisco, que es Bergoglio. Por las dudas no vendrá a Argentina hasta 2016. Sin embargo, esta crisis le demandará definiciones, como a cualquiera de los mortales y políticos. Él lo es.
El búnker
La marcha fue de Congreso a Plaza de Mayo, pero nació en Tribunales, en el ancho segmento corporativo de una justicia sin vendas que mira bien la pertenencia de clase y el patrimonio antes de dar sus veredictos. Después del éxito de la convocatoria era obvio que habría novedades contra el gobierno.
Y Comodoro Py 2002 pareció ser al día siguiente el Estado Mayor de la Oposición, con la confirmación del procesamiento contra Amado Boudou por la causa de cohecho y negociaciones incompatibles con la función en Ciccone Calcográfica. Cada impacto en la humanidad del vicepresidente también hace mella en Cristina Fernández y en la salud del gobierno.
De ese modo quedó despejada la vía hacia el juicio oral, aunque el mismo sería luego de las elecciones, según el fiscal Jorge Di Lello, como consuelo de tontos para el oficialismo. De aquí a octubre será un penar cotidiano, como se verificó con la detención de Alejandro Vanderbroele, reputado como testaferro del vicepresidente.
Los que destilan odio contra CFK apuestan todas sus fichas al juez Claudio Bonadío, para que avance en su investigación contra Hotesur, que administra los hoteles de la familia Kirchner y donde habría detectado algunas irregularidades, por ahora administrativas. La idea del juez de la servilleta es comprobar lavado de dinero del empresario Lázaro Báez, reconocido socio comercial de la mandataria, según Ricardo Echegaray, de la AFIP.
Tribunales, convertido en un búnker de la oposición, seguirá cañoneando al gobierno, especialmente apuntando a Boudou, considerado blanco fácil y perfectamente vulnerable. Luego irán por más, dentro de la estrategia del golpe blanco referido.
No hace falta aclarar que los directores de esas jugadas se aseguran la defensa de sus intereses, por caso Clarín con nuevos fallos adversos a la AFSCA y la ley de servicios de comunicación audiovisuales.
Cada integrante de esa cúpula judicial se cree con derecho a convertir en resolución judicial sus particulares puntos de vista. Por ejemplo, Sandra Arroyo Salgado, la ex esposa de Nisman, decía estar por encima de banderías políticas y terminó siendo la frutilla en la torta de los fiscales.
La jueza fue recibida por el titular de la Corte Suprema. Le fue a reclamar que se defienda sus posiciones críticas de la investigación; en particular embistió contra la fiscal Viviana Fein. Dijo que de ninguna manera admite la hipótesis del suicidio y menos con un arma.
Ese un buen ejemplo de las necedades tribunalicias. La autopsia forense aseguró que no hubo intervención de terceros. Que el único ADN en el baño, el cuerpo, la ropa y el arma, era del fiscal. Que el muerto no tenia lesiones defensivas ni había sido arrastrado allí. La pericia toxicológica indicó que estaba conciente al momento del disparo, con un arma que él había pedido.
La jueza debería explicarle a sus dos hijas que nadie está por encima de la ley y escuchar con ellas otra vez a Serrat para saber que “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
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